Hola. Vivo en Santiago de Chile. Tengo 38 años, estoy casado hace 10 y tengo dos niños, de 8 y casi 7.
Hace 6 años me operaron de un quiste cerebral, benigno. Tuve luego una segunda operación a raíz de la primera, para instalarme una válvula derivativa al estómago producto de una hidrocefalia. Ambas operaciones fueron bien intrusivas, con consecuencias. Las principales secuelas consistieron en pérdida de memoria reciente y fatiga, en el plano más médico, a lo que se sumó un desequilibrio sicológico que por suerte no encontró genes defectuosos que gatillaran algo más serio. En Chile hay muy pocos especialistas y muy poca experiencia, debido a la baja población y también baja probabilidad de ocurrencia de este tipo de tumor (quiste coloideo tercer ventrículo).
Mi mujer tomó las riendas de nuestra vida y de mi recuperación. Ella por suerte es bien busquilla y no se queda con cosas a medias, lo cual la hizo dar con especialistas para cada etapa que necesité.
Partí mi recuperación desde lo más básico, siguiendo (ahora mirado con la distancia) el modelo de Maslow.
Mi primer especialista post operación fue una terapeuta ocupacional, quien me ayudó a salir adelante de mis problemas más limitantes de memoria reciente, función básica de la que dependen, entre otros, la planificación. Naturalmente, no saber dónde dejó uno el auto estacionado en el supermercado o qué conversó en el pasado inmediato es invalidante.
Salí adelante de esa etapa gracias al tratamiento de la terapeuta y a un complemento farmacológico que fue medicado por un neurólogo.
Una vez que comencé a tener rendimientos decrecientes en mi avance, buscamos otro especialista. No es que haya recuperado la memoria, ésta seguía con problemas, sino que ya no habían avances con la velocidad que inicié, situación que se la atribuimos al tipo de tratamiento y/o especialista.
La etapa siguiente la guió una sicóloga, especializada en memoria reciente. Con ella inicié un trabajo aplicado específicamente a la memoria reciente, dos veces por semana.
Es importante comentar que, aunque la primera especialista era terapeuta ocupacional, ambas, ella y la sicóloga, fueron un gran apoyo para mi equilibrio sicológico, pese a no recibir de su parte sicoterapia. También es muy importante, tanto como lo anterior, que un trauma así afecta al individuo (yo, en este caso) y a todo el entorno familiar, sobretodo el inmediato. Es por eso que el apoyo para que el cónyuge es vital en este tipo de situaciones.
Ya después de un tiempo, y cuando comencé a percibir nuevamente rendimientos decrecientes en mi recuperación, encendí luces para una nueva búsqueda del especialista adecuado para seguir.
En esta oportunidad dimos con un sicólogo clínico, que más que apoyarme en mis capacidades cognitivas, fue un gran sicoterapeuta. En paralelo, seguí con apoyo farmacológico viendo con cada vez menos frecuencia al segundo neurólogo que conocimos en el proceso.
Con el sicólogo pienso que logré afirmar de manera más sólida mi confianza y mi fe en mi propia recuperación, la cual claramente responde a una actitud de vida.
Nuevamente ocurrió lo mismo que con los anteriores, comencé a sentir que mis logros eran decrecientes, hasta que decidí (junto a mi mujer) que era el momento de prescindir de terapeutas.
Busqué trabajo y comencé a funcionar, poco a poco.
En paralelo, debo decir que el trauma a nivel familiar obliga a reestructurar todo; mi mujer se hizo cargo de mi, de mis dos niños y del sostén familiar, trabajando tiempo completo en la misma empresa donde trabajaba medio día al momento de la operación. Nuestra relación de pareja no podía pasar ilesa, la que claramente se afectó, no sólo porque un trauma de este tipo afecta inevitablemente el matrimonio, sino porque además ocurrió en nuestro 4 año de casados, etapa en la que luego cualquier matrimonio tiene una crisis importante. De hecho, la crisis del 7º año la vivimos potenciada por esta situación. Salimos adelante de eso también, diría que fundamentalmente gracias a la convicción personal de ambos en nuestro proyecto familiar y a valores heredados por nuestras familias de origen.
Lo que viene en adelante ha sido una progresiva vuelta a la normalidad, que no ha dejado de ser difícil. En cierta forma, el esfuerzo para hacer mejoras marginales es creciente ante mejoras decrecientes.
Actualmente me encuentro formando una empresa junto a la última especialista, una sicóloga laboral a quien contraté para ayudarme a encontrar trabajo. Tengo grandes esperanzas y pienso que, si ya más profesionales han decidido apostar en ese plano por mi, quiere decir que ya superé el trauma.