Hola, tengo 40 años y hace un mes y medio tomé la decisión de someterme a una labioplastia. Prácticamente, ya estoy recuperada y muy contenta por, después de pensármelo mucho, hacerme decidido a operarme. Mi recomendación es que, si como yo, lleváis adelante esta opción, os aseguréis de que lo hacéis con todas las garantías médicas. Es crucial ponerse en manos de un buen profesional y no guiarse por los anuncios u ofertas que restan importancia a la intervención, que la pintan como un paseo. A mí me operó el Dr. Quetglas Marimón en Santiago de Compostela, al que, según mi experiencia, considero un excelente cirujano y de gran calidad humana. A diferencia de lo que yo pensaba en un primer momento, mi intervención no era sencilla, para quedar bien requería de la resección de ninfas (el nombre técnico al “recorte” de labios menores), hacer una cuña (una incisión hacia dentro para ajustar el labio recortado) y retoque del capuchón del clítoris, y el Dr, Quetglas la realizó en un quirófano de un hospital convencional con gran precisión y cuidado sin ningún problema postoperatorio salvo las molestias esperables (una recomendación, aseguraros de que podréis disponer de una semana para hacer reposo casi total después de la operación, os ayudará a recuperaros bien).
Ahora que puedo comprobar los resultados, aún me cuesta creerme que ya no tenga ninguna protuberancia sobresaliendo y que haya podido superar este complejo que llevo arrastrando veinte años. Dicen que este problema no es médico, y seguro que no lo es, pero la mejora en la autoestima y el alivio de poder vestir lo que quieras y de poder desnudarte ante quién sea sin problema, compensa el mal trago de pasar por la operación. Pero insisto, sólo compensa si se hace con todas las garantías, una labioplastia es una operación en toda regla que, cuando la hace un cirujano experimentado, todo son ventajas, pero con los riesgos que tiene, que no son poca cosa, si la hace alguien sin experiencia o en un quirófano en malas condiciones, puede convertirse en una pesadilla. Con nuestra zona íntima, tan delicada, íntima e importante no podemos jugárnosla. Febrero 2015. Un saludo