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Publicado por: gasparin007
Asunto: Re: para.la.joven.linda.que.tiene.voz.dulce.//MELINA//

SEMIOLOGIA
CUANDO.IR.AL.GINECOLOGO//EXAMEN.DE.LAS.MAMAS.//

Controles ginecológicos


Para cualquier mujer resulta un poco violento acudir a la consulta de un ginecólogo. Esa camilla de diseño inspirado en los potros de tortura y esa posición que deja al descubierto las partes más íntimas echa para atrás a la más valiente. Sin embargo, es necesario mantener la salud genital en óptimas condiciones para prevenir enfermedades tan graves como el sida o el cáncer. Ya lo dice el refrán: “más vale prevenir que curar”.



Un dato para terminar de convencerte: en los países desarrollados se ha disminuido la mortalidad provocada por el cáncer de mama y el cáncer de cérvix (cuello del útero) gracias a la detección a tiempo por las revisiones periódicas y a la imposición de un tratamiento precoz. En tu mano está mantener tu salud en forma.

La importancia de ir al ginecólogo
Decir que ir al ginecólogo es como ir al dentista es engañarnos a nosotras mismas. A ninguna mujer le resulta agradable abrirse de piernas y dejarse explorar por un desconocido. Pero hay que ser consciente de que este examen resulta necesario para prevenir algunas de las enfermedades más graves y frecuentes en la población femenina, como el cáncer de mama y de cérvix.
Así que si eres mayor de 18 años y sobre todo si eres una persona sexualmente activa, debes acudir periódicamente a la consulta de tú ginecólogo. Más todavía si notas alguna anomalía, sientes dolor en el área pélvica o genital o has tenido algún tipo de contacto sexual de riesgo. ¡Tú salud está en tu mano!
El miedo al dolor ante una exploración ginecológica y el pudor a desnudarse y mostrar las partes más íntimas ante una persona desconocida hace que muchas mujeres renieguen de ir al ginecólogo. Pero las revisiones son fundamentales en la vida de todas las féminas, ya que cumplen una función de prevención de embarazos nos deseados y de enfermedades de transmisión sexual u otras patologías.
Tu ginecólogo ha de ser tu mejor confidente. Ten en cuenta que vas a compartir con él todas las etapas sexuales de tu vida: reglas dolorosas o irregulares, sangrados fuera del periodo, la anticoncepción, tus embarazos, la menopausia... Vuestra relación ha de basarse en la sinceridad y la confianza. No debes tener reparos ni vergüenza con él, ten en cuenta que es un profesional de la sanidad dedicado específicamente a los problemas de la mujer.

El examen periódico
Al menos una vez al año debes acudir a la consulta de tu ginecólogo. Tu médico determinará qué tipo de pruebas debe realizarte, en función de si existe alguna patología o no.
En general, las exploraciones anuales suelen incluir lo siguiente:
Historia clínica
En tu primera visita el médico te abrirá une expediente ginecológico que irá complementando con las visitas posteriores para formar así tu historial clínico. ¿Preguntas que te suelen hacer?
- Causa de la visita: síntomas, antecedentes de enfermedades ginecológicas tanto por tu parte como por parte de tus familiares (hay algunas enfermedades que tienen predisposición familiar, como el cáncer de mama o de ovario, malformaciones uterinas...
- Estilo de vida: si fumas, bebes alcohol, tomas fármacos u otro tipo de drogas, hábitos alimentarios, si practicas algún deporte, qué tipo de trabajo realizas, enfermedades padecidas, operaciones a las que te has sometido...
- Antecedentes ginecológicos: datos sobre la menstruación, embarazos, tipo de vida sexual, uso de métodos anticonceptivos, búsqueda de embarazo...
Con todos estos datos en la mano se asienta las bases para un diagnóstico adecuado.
Exploración general
- Medida de la tensión arterial, peso, talla y temperatura.
- Inspección del aspecto general (distribución de la grasa corporal, presencia de vello y su distribución, aspecto y color de piel, cabellos y uñas, presencia de varices en las piernas, cicatrices, etc.).
- Auscultación cardiorrespiratoria.
- Palpación de abdomen.
- Palpación del tiroides y ganglios cervicales.


Exploración ginecológica
Una vez quedan determinados los aspectos generales, el ginecólogo pasará a la fase que tanto temen las mujeres: el reconocimiento ginecológico o examen pélvico.
- El doctor chequeará tu aparato genital externo para buscar signos de irritación, verrugas, úlceras, atrofias u otras anomalías.
- Luego introducirá uno o dos dedos en tu vagina y ejercerá presión sobre tu abdomen con la otra mano. Con ello sentirá tus órganos internos (útero, trompas de Falopio y ovarios) para saber si tienes fibromas, quistes o tumores y también chequeará el tamaño, la forma y la posición de tu útero.
- Después, y con la ayuda de un espéculo que mantendrá la vagina abierta, podrá examinar tu cerviz, el tipo de flujo que presentas y otros detalles que puedan delatar cualquier anormalidad, si la hubiera.
- Normalmente aprovecha para realizarte la prueba de Papanicoloau (conocida como citología), para ver si tu cérvix está saludable. Para ello extrae células del cuello uterino con la finalidad de detectar algún tipo de cáncer. Aunque es la prueba más temida por todas las mujeres, es la más efectiva para prevenir males mayores. Gracias a ella la proporción de mujeres que mueren de cáncer de cuello uterino ha disminuido en un 70 por ciento.

Palpación mamaria
Después del examen pélvico te hará un chequeo de los senos. Te observará las mamas para comprobar la simetría y el color, y descartar cualquier tipo de deformidades y lesiones cutáneas tipo úlceras y costras, o salida de flujo por los pezones. Con la palpación de las mismas constatará el tipo de pecho que tienes (fibrosos, graso) y buscará posibles nódulos determinando el tamaño, la movilidad y la forma de los mismos. Terminará con una palpación de axilas y zona supraclavicular, que son las zonas de drenaje de la mama y donde se pueden esconder ganglios que hay que controlar.
Analítica
Una buena revisión ginecológica debe ir acompañada de análisis de sangre y orina para detectar cualquier alteración en los parámetros habituales. Sobre todo puede detectar la presencia de bacterias o virus que delaten algún tipo de enfermedad de transmisión sexual. Ten en cuenta que muchas veces es el ginecólogo el único médico al que visitas en todo el año.

La mayoría de estas pruebas resultan indoloras. Y aunque no sea necesario realizar todas, es conveniente saber en qué consisten y para qué sirven para no asustarse.


Pruebas cuando existe alguna anomalía
Si tu ginecólogo en estos exámenes periódicos descubre algún tipo de anormalidad o si hay sospecha de que exista alguna enfermedad de transmisión sexual, podría hacerte los siguientes exámenes:
Biopsia: se extraen muestras de tejido del cuello uterino o de la vagina.
Dilatación y legrado: se hace un pequeño raspado de la pared del útero para diagnosticar anomalías en el endometrio.
Histerosalpingografía: radiografías para descubrir problemas de esterilidad.
Ecografía: es el mismo sistema que se utiliza en mujeres embarazadas para comprobar la salud del feto. Con ella se pueden ver alteraciones en la matriz (como miomas, muy frecuentes en mujeres de 40 a 50 años), quistes en los ovarios, alteraciones en las trompas de Falopio... Normalmente se realiza por vía vaginal, ya que permite una visión más valorable de los genitales internos.
Mamografías: hay que realizarlas obligatoriamente a partir de los 40 o 50 años, cada dos años aproximadamente. Pero si existe algún tipo de anomalía detectada por el médico, se puede realizar antes. También es importante saber que si se tiene implantado algún tipo de prótesis mamaria, el médico determinará cuándo y cada cuánto se debe hacer, para evitar cualquier problema que puede generar la misma.
Ecotomografía: esta exploración se realiza con un aparato que emite y recoge ultrasonidos como si fuera un radar, y permite detectar cualquier cambio en los genitales internos, incluso aquellos que, por su pequeño tamaño, son imperceptibles al tacto. Esta prueba se realiza cuando en la exploración vaginal o rectal se percibe algún tipo de alteración.


También es de suma importancia que lleves un control de las reglas en una agenda o calendario, anotando cuándo llegó, cuántos días duró y si se presentaron algunas complicaciones (tipo dolor intenso, desmayos, sangrado excesivo, etc.), por si existiera algún tipo de alteración a tener en cuenta.

Un vistazo en casa
Es importante que nosotros en casa estemos alerta a las señales que nos envía nuestro cuerpo y que podrían significar una enfermedad. Con esto no pretendemos alarmarte, pero sí hacerte responsable de tu salud sexual. ¿Quién se conoce mejor que tu misma?
Los instrumentos que necesitarás serán un espejo, para alcanzar aquellas zonas donde la vista es incapaz de llegar, y tus manos. Sobre todo pierde el miedo a explorar tus partes más íntimas, no sólo te ayudará a mantener tu salud genital en perfecto estado, sino que además, puedes llegar a descubrir muchas cosas de ti misma que desconocías.
¿Cuándo te debes alertar? Cuando detectes en tus aparatos genitales verrugas, lunares o llagas, cambio en el color de la piel, enrojecimiento o inflamación, secreciones con olor fuerte y desagradable, o alteración del color y la densidad de dichos flujos.
Hay una serie de factores que pueden alterar tu salud vulvar y vaginal, produciendo picazón, enrojecimiento o irritación:
- Duchas vaginales que alteran la flora bacteriana.
- Uso de jabones, esponjas, toallas o desodorantes agresivos para toda la zona de la vulva.
También una vez al mes debes realizarte una autoexploración de tus mamas, preferentemente una semana después de haber finalizado el período menstrual, para detectar posibles nódulos o quistes. ¿Cómo?
1. Ante un espejo, debes fijarte en el contorno del pecho, que sea regular, que no exista piel de naranja ni secreción de ningún tipo por los pezones. Primero con los brazos caídos, luego con ellos detrás de la cabeza y por último con las manos en la cadera inclinándote un poco hacia alante y arqueando hombros y codos.
2. Acostada hacia arriba, y con un brazo por encima de la cabeza y después el otro, debes realizar la misma operación que en el paso anterior, explorando también axilas, huecos de las clavículas y base del cuello.
3. Por último, tanto de pie como acostada, con los dedos de la mano derecha desde realizar una palpación del seno izquierdo en el sentido de las agujas del reloj. Empieza por el pezón hasta abarcar todo el seno. Hazlo después de arriba abajo y de lado a lado. Repite este paso con el otro seno, buscando posibles bultos.


Consejos para mantener el aparato genital en buen estado
- Lavarse con regularidad con un jabón suave y agua.
- Evitar mantener la vulva húmeda.
- Limpiarse de alante hacia atrás.
- Usar ropa interior de algodón.
- Llevar una dieta sana y equilibrada.
- Hacer ejercicios para fortalecer los músculos vaginales, sobre todo después del parto.
Tres consejos para tus revisiones ginecológicas
1. Realiza un listado de consultas antes de acudir a tu médico. Así nunca te dejarás cosas en el tintero.
2. Asegúrate de acudir a la cita cuando no tengas la regla, si no, se puede convertir en algo muy desagradable.
3. En el examen respira profundo y relájate. Si estás tranquila, ni te enterarás.
Corre al ginecólogo si...
- Si sospechas una enfermedad venérea.
- Si notas alguna anomalía en el aparato reproductor.
- Si sospechas de embarazo o si lo estás realmente.
- Si se presentan problemas de infertilidad.
- Si tienes pérdidas sanguíneas fuera de la menstruación.
- Si ha aumentado el volumen de tu abdomen sin ninguna explicación.
- Si sientes molestias en el bajo vientre.
- Cuando haya alteraciones de tu flujo menstrual.
- Si notas algún cambio en el pecho.




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Examen de las mamas


Objetivos:

1. Aprender a efectuar el examen de las mamas.



El examen de las mamas es muy importante en las mujeres, especialmente para detectar precozmente la presencia de un cáncer. Se efectúa mediante la inspección y la palpación. El examen debe ser prolijo, sin dejar de cuidar el pudor de la paciente.

En la mama destaca el tejido glandular y fibroso, grasa subcutánea y retromamaria. El tejido glandular se organiza en lóbulos y lobulillos que drenan a los conductos galactóforos, los que a su vez desembocan en el pezón. En algunas mujeres la grasa es el tejido que más predomina. Con la edad el componente glandular se atrofia y es reemplazado por grasa.

Para localizar las lesiones de la mama, ésta se divide en cuatro cuadrantes mediante dos líneas virtuales transversales que pasan por el pezón. Casi todo el tejido glandular se encuentra en el cuadrante superior externo, el cual hacia la axila se prolonga formando una cola. El drenaje linfático se efectúa principalmente a la axila, pero también ocurre hacia regiones infraclaviculares y estructuras profundas del tórax.

La inspección conviene efectuarla estando la paciente sentada con sus brazos colgando a los lados, apoyados a cada lado de la cintura o levantados. Se deben observar ambas mamas en forma simultánea para comparar la simetría de ellas, el aspecto y orientación de los pezones, posibles deformaciones o retracciones, y si existe compromiso de la piel.

En la aréola de las mamas, que es una zona pigmentada que rodea el pezón, se ven unas prominencias pequeñas que corresponden a glándulas sebáceas (tubérculos de Montgomery) y algunos folículos pilosos.

En ocasiones se ven uno o más pezones supernumerarios que se ubican en la línea mamaria embrionaria.

Si el pezón está aplanado o retraído (umbilicado) por muchos años, no tiene mayor importancia, salvo la dificultad que puede ocurrir para amamantar. Si la retracción es del último tiempo, puede deberse a un cáncer.

La palpación se efectúa frecuentemente estando la paciente en decúbito dorsal. Se le pide que levante el brazo del lado que se va a examinar y que coloque la mano detrás de la cabeza. La mano del examinador presiona la glándula contra la pared torácica y la recorre sistemáticamente. Puede ser en forma radial o por cuadrantes. La palpación debe ser completa, sin dejar de palpar el tejido glandular debajo del pezón, la cola en el cuadrante superior externo y las axilas mismas. También se puede efectuar una palpación bimanual que es útil especialmente para deliminar mejor los nódulos que se detectan. Otra alternativa es asir el seno mismo entre el pulgar y los demás dedos de la manos con el fin de sentir las estructuras contenidas en la glándula.

Las mamas voluminosas son más difíciles de examinar y la posibilidad que se escape un nódulo es mayor. Frente a esta posibilidad conviene indicar mamografías y ecotomografías, especialmente pasados los 50 años; en mujeres con riesgo aumentado de tener un cáncer, estos exámenes se practican en forma más precoz.

Se consideran factores de riesgo para desarrollar cáncer de mama:

la edad (riesgo progresivo).
familiar cercano que haya tenido cáncer de mama (madre, hermana, abuela, tía).
antecedentes de haber tenido con anterioridad un cáncer de mama.
menarquia precoz (antes de los 12 años),
primer parto después de los 30 años.
no haber tenido hijos.
menopausia después de los 55 años.
Las mujeres deben tener el hábito de autoexaminarse por lo menos una vez al mes. Para esto levantan un brazo y se examinan la mama con la otra mano. Una buena oportunidad es efectuarlo en la ducha o al acostarse. Si están acostumbradas a este procedimiento, notarán precozmente una lesión nueva.

Antes de la menstruación, y durante los primeros días de ella, es frecuente que se palpen nódulos en mayor cantidad, los que pueden ser sensibles. Debido a esto, convendría que el examen se efectuara una a dos semanas después.

Si se palpa un nódulo, se debe precisar su ubicación, tamaño, forma, consistencia, bordes, desplazamiento respecto a los planos profundos, compromiso de la piel, sensibilidad.

La ubicación se expresa según los cuadrantes, la distancia respecto al pezón y la hora según la esfera de un reloj. El tamaño se expresa en centímetros. La forma podrá ser redonda, alargada, estrellada, etc. La consistencia puede ser blanda, elástica, fluctuante, dura. Los bordes pueden estar bien definidos o ser difíciles de precisar. Si existen adherencias con estructuras vecinas, puede ser difícil desplazar la lesión respecto a los planos profundos. Un aspecto especial que ocasionalmente se ve en cánceres que comprometen la piel es la presencia de "hoyitos" que dan un aspecto de "piel de naranja" (edema secundario a obstrucción linfática). Algunos nódulos son sensibles a la palpación.

Por el pezón pueden salir distintos líquidos en forma espontánea o exprimiendo la glándula o el pezón mismo. Estos líquidos pueden tener un aspecto lechoso o ser de otro tipo (seroso, hemático o purulento), según la causa que los produzca. En el embarazo, la lactancia, trastornos endocrinológicos o por efecto de medicamentos puede salir una descarga lechosa. La salida de un material serohemático puede deberse, especialmente en una mujer mayor, a un papiloma intraductal. Para identificar a cuál conducto corresponde, se presiona la aréola en forma radial y se ve por qué conducto sale el líquido.

Entre las lesiones palpables destacan los nódulos de una enfermedad fibroquística. También lesiones de bordes nítidos que corresponden a fibroadenomas y que son más frecuentes en mujeres jóvenes. Un cáncer de mamas se palpa como un nódulo duro, de bordes poco precisos, y puede estar fijo a la piel o a los planos profundos, pero en realidad, puede palparse como cualquier otro nódulo.

Ante la duda de la naturaleza de una lesión, conviene efectuar una mamografía. El rendimiento de este examen disminuye en mamas muy fibrosas. Tampoco logra diferenciar entre un nódulo sólido y un quiste, por lo que frecuentemente se complementa con una ecotomografía.

La palpación de las axilas tiene especial importancia por la posibilidad de encontrar ganglios comprometidos. Separando el brazo del costado del tórax, el examinador palpa la axila con sus cuatro dedos presionando contra la pared torácica. Con su mano derecha palpa la axila izquierda, y con la mano izquierda palpa la axila derecha.

El desarrollo de las mamas en el hombre, más allá de lo normal, se llama ginecomastia. Es frecuente de observar en algunos jóvenes en la edad de la pubertad. En los adultos se observa ocasionalmente por trastornos hormonales, por la ingesta de algunos medicamentos, o en enfermedades como la cirrosis hepática. Los hombres también pueden tener un cáncer de mamas, aunque es poco frecuente.



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