CAPITULO I
MARCO TEÓRICO
1. El Tratamiento en Psiquiatría y Psicología Clínica:
1.1. Antecedentes:
La terapia psicológica y psiquiátrica se origina directamente de las
costumbres de la medicina general y las teorías psicológicas,
especialmente a partir de la revolución liberadora de Pinel y de
Esquirol en Francia, y de Tucke en Inglaterra, a fines del siglo XVIII
cuya influencia se refleja en el pensamiento nosológico de Kraepelin.
Éste último en Alemania, y Bleuler en Suiza, contribuyen
definitivamente a que las terapias psiquiátricas dependan de los
factores observados individualmente y, posteriormente, a que sean
reunidos en forma de diagnóstico determinante. A finales del siglo
XIX y principios del XX, la situación manicomial es una amenaza tanto
más lejana cuanto más elevado es el status social de la persona y su
éxito económico. La conciencia y la razón son el objetivo
primordial de los estudios psiquiátricos que culminan con la obra
krapeliliana. La emoción, el instinto y los afectos parecen adornar
solamente la descripción de los mecanismos mentales y quedan
supeditados, en la relación terapeuta-paciente, a los procesos
lógicos que aparentemente constituyen la clave de la cultura de la
sociedad de esa época. Todo se redujo en una simple clasificación de
lo que es normal y anormal (4).
Posteriormente, la teoría freudiana llevó a cabo una revolución. El
descubrimiento del inconsciente dinámico acentuó el interés del
terapeuta por la emoción, por el instinto y por el afecto, colocando
así lo razonable a nivel de elemento secundario en la elaboración de
los procesos conscientes, lo cual permite la permeabilización de los
factores patógenos dentro de la sociedad exterior, dando como
resultado un acercamiento secuencial de la anormalidad interior de los
manicomios con la anormalidad de la sociedad exterior (4, 5, 6).
Consecutivamente, la teoría psicoanalítica ha sido desarrollada; los
planteamientos circundantes la han modificado o reinterpretado. La
sociometría, la terapia de grupo y el psicodrama deslindan las
barreras entre la normalidad y la locura, y plantean la necesidad de
estudiar la normalidad en función de la cultura dominante y la
anormalidad en función de la subcultura reactiva. El terapeuta pasa,
en menos de un siglo, a poner su energía al servicio de un entusiasmo
armonizador en las situaciones de fricción que originan los
sufrimientos físicos y/o psíquicos (4).
Luego, los métodos biológicos empezaron a incursionar en el campo de
la psiquiatría de tal forma que el propio Freud, ante el
descubrimiento de las primeras hormonas en 1938, presagió y se
anticipó al futuro de poder actuar químicamente sobre el aparato
psíquico cuando afirma en Esquema del Psicoanálisis: "...pero
la terapia nos ocupa aquí únicamente en la medida en que ella
trabaja con medios psicológicos. Quizás el futuro nos enseñe a
influir en forma directa, por medio de sustancias específicas, sobre
los volúmenes de energía y sus distribuciones dentro del aparato
anímico. Pueden ser que se hablan para la terapia otras insospechadas
posibilidades: por ahora no poseemos nada mejor que la técnica
psicoanalítica, razón por la cual no se debería despreciarla a
pesar de sus limitaciones… (4, pág. 32)"
A partir de 1950 con la aparición de los primeros psicofármacos, los
trastornos psiquiátricos dejaron de ser considerados solamente como
disturbios en la esfera psicológica sino que hay una base
neurofisiológica que los sustenta. La psiquiatría deja de ser una
ciencia estática para dar paso al progreso enorme de la
psicofarmacología y su influencia cada vez más preponderante sobre
el aparato psíquico ( 6 , 60).
1.2. El Tratamiento Psicoterapéutico y Psicofarmacológico
El terapeuta tratante toma decisiones según su perspectiva y el
diagnóstico del caso, respecto al conflicto o problemática del
paciente. Entre éstas decisiones, el tratante puede optar por la
farmacoterapia, especialmente psicofármacos, con el objeto de aliviar
la sintomatología que conforma o matiza el cuadro clínico. Pero
puede también optar por un tratamiento que combine el uso
terapéutico de los fármacos aunado a la psicoterapia. Igualmente se
puede optar por la psicoterapia como única herramienta. Ésta última
puede variar en algunos aspectos dependiendo de la formación del
terapeuta y las condiciones del paciente, entre otros factores. A
continuación se sintetizará la información sobre la psicoterapia
como herramienta de ayuda al paciente, y por otro lado, la
farmacoterapia como método de tratamiento.
Tratamiento
Psicoterapéutico:
La psicoterapia es un tratamiento de naturaleza psicológica que se
lleva a cabo entre un profesional especialista y una persona que
solicita ayuda debido a sus perturbaciones emocionales; se desarrolla
en determinados fundamentos teóricos y tiene como propósito eliminar
o disminuir el sufrimiento y otras alteraciones comportamentales
derivados de tales alteraciones. De esta manera, se define la
psicoterapia como aquel tratamiento que reúne, en conjunto, las
siguientes características:
- Se efectúa sobre un sujeto que se presupone afecto de un conflicto
psíquico.
- Es llevado a cabo por un experto en el mismo.
- Tiene la intención de anular, hacer desaparecer o contrarrestar los
efectos nocivos de dicho conflicto.
- Se realiza de acuerdo con una técnica previamente determinada por
el psicoterapeuta según sea el método que pretende aplicarse y los
objetivos a alcanzar.
- Es realizado con explícito conocimiento por ambas partes.
- Se efectúa siguiendo unas pautas de sistematización, frecuencia,
duración, marco externo, etc., previamente determinadas,
- Utiliza como único agente terapéutico la propia relación personal
que se establece entre psicoterapeuta y paciente (5).
Entre la diversidad de
enfoques asociados con un proceso terapéutico, se encuentran los
mencionados a continuación:
Psicoanálisis y
Psicoterapia Psicoanalítica:
El psicoanálisis y la psicoterapia psicoanalítica se aplican ambos a
la comprensión psicoanalítica de la conducta humana; ambos intentan
modificar la conducta por métodos psicológicos, como la
confrontación, la clarificación y la interpretación, entre otras
intervenciones. Ambos requieren la introspección del paciente y la
comprensión empática por parte del terapeuta, y ambos exigen una
consistente atención a la contratransferencia (7).
Pero específicamente el psicoanálisis pretende basarse de manera
exclusiva en la interpretación como su modalidad técnica, y se centra
en los sucesos de la relación analítica, tendiendo a tratar la
relación como un sistema cerrado cuando se ha establecido una neurosis
de transferencia(7).
La parte externa de la relación psicoanalítica, su marco, ha cambiado
muy poco desde los días de Freud. El paciente está recostado en un
diván o en un sofá, y el analista, normalmente, se encuentra sentado
detrás de él, permaneciendo casi siempre fuera de su campo visual e
inmiscuyéndose lo menos posible en sus procesos mentales. Por lo
general, las sesiones tienen una frecuencia de cuatro o más veces por
semana y tienen una duración media de 45 a 50 minutos (los innovadores
como Jacques Lacan en Francia, que ha introducido disminuciones en la
frecuencia y longitud de la sesión, han sido objeto de considerables
controversias). Fundamentalmente, la actividad del analista se limita a
la oportuna interpretación de las asociaciones del paciente (7).
Un criterio según el cual se puede diferenciar el psicoanálisis, en
principio, de otras formas de psicoterapia, incluida la psicoterapia
psicoanalítica, es el modo de tratar la transferencia. En psiquiatría
general, el término transferencia ha pasado a utilizarse como un nombre
más bien libre para todos los aspectos de los sentimientos y conducta
del paciente hacia el médico. Incluye los aspectos racionales y
adaptativos, así como aquellas distorsiones irracionales que derivan de
los esfuerzos inconscientes. Cuando se utiliza en sentido global, puede
ser más adecuado referirse a la transferencia como relación. En
contrapartida, la transferencia en psicoanálisis ha sido un término
que merece un análisis profundo de su evolución histórica, pero que,
en general, se concibe como un fenómeno endopsíquico que ocurre por
completo en el interior de la psique (7).
Tenemos que, el concepto de Transferencia designa el proceso en virtud
del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos
dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y de un
modo especial dentro de la relación analítica. Se trata de una
repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado sentimiento
de actualidad. Casi siempre lo que los psicoanalistas denominan
transferencia sin otro calificativo, es la transferencia en la cura. La
transferencia se reconoce clásicamente como el terreno en el que se
desarrolla la problemática de una cura psicoanalítica,
caracterizándose ésta por la instauración, modalidades,
interpretación y resolución de la transferencia (10).
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