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Entorno familiar y social del paciente con enfermedad coronaria.

Para entender esto veremos el Circuito Motivacional Positivo ( C.M.+) y el Circuito Motivacional Negativo (C.M.-).

Circuito Motivacinal Positivo (C.M.+)
-LLega un niño del colegio contento por su rendimiento en clase, encuentra a su mamá lavando, la conducta de la madre es adecuada, deja de lavar, o aún siguiendo con su tarea lo escucha, comparte su alegría, lo estimula.

Mot.: Motivación.
M.F.: Medio favorable
S.C.: Satisfacción y cambio

Este niño descarga esa energía indiferenciada y adquiere un permiso, seguramente, en su vida adulta se permitirá decir lo que piensa y demostrar lo que siente.

Circuito Motivacional Negativo (C.M.- )
Si la conducta de la mamá fuera inadecuada, le diría:
-Portate bien, ¿no ves que estoy ocupada? - Este niño al contactarse con un medio desfavorable, se caya, cambiando su sensación placentera previa en una displacentera (-vivencia catastrófica-) entonces se sienta en un rincón de la cocina y ahí la mamá le dice -Ves así se porta un buen chico.-

Este niño desplaza esas ganas de decir lo que piensa, de disfrutar con su madre los logros y emociones (energía indiferenciada) a una actitud de pasividad; no expresando lo que realmente siente y quiere, sino lo que la madre quiere que haga. A través de esa adaptación no se siente "descalificado y abandonado", sino reconocido y tenido en cuenta apareciendo aquí el mandato de no expresar lo que se piensa ni demostrar lo que se siente.

Mot.: Motivación
M.D.: Medio desfavorable
V.C.: Vivencia catastrófica
Mot.F.: Motivación falsa
P.F.: Permiso falso

Si esta conducta inconsciente se da en forma iterativa durante la infancia, por un medio familiar y social desfavorable, llevará a que esta persona en su vida adulta repita esas reacciones frente a situaciones vivenciales similares.

De ahí el discurso habitual del paciente coronario: "Quiero (deseo) , pero no puedo (mandato)".
Por lo tanto, se seguirá adaptando a su entorno familiar y social como en sus primeros años de vida: sumisamente o con actitud agresiva y/o persecutoria (muchas veces omnipotente como contraparte de la sumisión); de ese modo, seguirá manteniendo la dependencia con un tercero: esposa/o, hijos, jefes, compañeros de trabajo.

En estos casos, se hace evidente la falta de autonomía y autovalorización del paciente, quien se vale de esa actitud sumisa o rebelde para sentirse aceptado y reconocido por el otro sin hacerse cargo de sus propios deseos.

El paciente coronario es una persona ávida de afecto y al mantener esa dependencia desde la autoridad (interna) que extroyecta a un tercero, se siente manejado pero al mismo tiempo tenido en cuenta. Siendo él quien demanda constantemente ese lugar ubicándose en posición de víctima o víctima perseguidora manipulando entonces desde ese lugar en que se ubica a su contexto, adoptando una actitud sumisa o de rebeldía. Tanto una posición como otra muestra su dependencia y no aceptación de la realidad, pues esta toma de conciencia lo llevaría a la necesidad de comprometerse con él mismo, con sus sentimientos genuinos y entonces tener que correrse del lugar que se está dando apareciéndose aquí su vivencia catastrófica de abandono-muerte.

 

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