Bioetica y Enfermeria. Dialogo transdisciplinario
Autor: Msc. María Rosa Roldán Pol | Publicado:  16/06/2008 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Enfermeria | |
Bioetica y Enfermeria. Dialogo transdisciplinario.3

Asimismo, se debe contar con el auxilio de la Sociología y la Bioética, además de las teorías psicológicas que han sido de gran apoyo entre otras, para contextualizar e interpretar porqué la disciplina enfermera ha convertido ciertos hábitos en normas, determinadas formas de hablar en principios o axiomas y ciertos conocimientos de la experiencia en creencias, como lo expresan J. Hernández Conesa y Colb, o como se refiere Colliére, a la actividad del Cuidado Humano Enfermero, cuando opina que: “cuidar representa un conjunto de actos de la vida que tienen por finalidad y por función mantener la vida de los seres vivos para permitirles reproducirse y perpetrar la especie”.

 

Estos Cuidados Humanos o “actos para la vida” propios de Enfermería cuyo objetivo es la salud desde un punto de vista bioético, es imposible desvincularlos del medio ambiente y la cultura, porque todos ellos tienen que ver con el bienestar del individuo que plantea esta disciplina siguiendo sus propios parámetros, orientados hacia una vida lógica y digna que les permita alcanzar la “felicidad” a la que todos aspiran. Se crean entonces, valores que indican lo que es bueno o malo, lo justo, lo deseable, lo necesario, lo saludable y lo conveniente, y todo esto depende fundamentalmente de la cultura, de la cosmovisión, entendiendo que no es lo mismo el concepto de salud en un indígena que en un sujeto de la urbe, porque este concepto no se adquiere de forma aislada sino en una relación estrecha con el resto de su comunidad y con el medioambiente.

 

Así mismo, la cosmovisión que hemos aludido también refiere a las cristalizaciones disciplinares como desideratum cultural puesto que en el quehacer científico y en la práctica profesional, articuladas, el sesgo responde a una postura “internalista”. Al respecto, Núñez Jover (1997) señala: “Miramos siempre la realidad desde “espejuelos” cuyos cristales están construidos con los materiales propios de una época, no existe la posibilidad de acceder a la verdad de un modo virginal: estamos siempre conducidos por las teorías, las filosofías, las preferencias metodológicas y otras que hemos recibido de la cultura científica disponible y en particular de la cultura científica recibida”

 

De manera que, para el caso que tratamos, los Cuidados Humanos deben plantearse desde la Bioética porque como dice Albert Schweitzer (1875-1965), citado por Cely: “La ética no es otra cosa que el respeto por la vida. El respeto por la vida suministra el principio fundamental de la moralidad… Para el hombre verdaderamente ético toda la vida es sagrada”. Pero, también deben plantearse desde la “cultura”. En esta doble dimensión esbozada (ética/cultura) adquiere relevancia lo que se denomina una ética descriptiva (cuyo objeto de estudio es el desarrollo de lo moral: valores propios de cada cultura, clase, lugar, época...), normativa (cuyo objeto es recomendar valores y normas) y meta-ética (que estudia qué son los valores morales que la descriptiva cataloga y la normativa recomienda), según Ortega y Gasset (1932) el objeto de la ética es, averiguar qué es lo bueno, qué acciones son las buenas.

 

La ética quiere saber qué es el bien, es decir, lo que debe ser, aunque no sea; lo que no debe ser, aunque sea. La ética no puede inventar, construir racionalmente el bien, ha de limitarse a describirlo, en realidad lo que está estableciendo es cómo tendría que ser, el deber ser. Si atendemos a la circunstancia individual, en Ortega (1932) es el propio destino del sujeto, su realidad más profunda, la que establece cuál es su deber ser, es la razón vital, individual, y cada razón vital, cada sujeto, busca qué debe hacer él siguiendo su ser, no siguiendo su razón. “Lo bueno no se puede definir racionalmente, demostrar ni decir: solo se puede mostrar, ponérnoslo delante, hacer que nos percatemos de su fisonomía”.

 

Si lográramos a través de la Enfermería, concientizarnos como profesionales del equipo de salud y a su vez poder transmitir al resto de la sociedad la importancia que, reconocer estos aspectos tiene para su salud, infiero que nos podríamos dar por satisfechos los enfermeros, porque estaríamos cumpliendo con nuestro objetivo mejorar en definitiva la vida del individuo sano o enfermo ayudándolo a reconocer las propias herramientas con las que cuenta para cuidar su salud, porque, considero que cada uno de nosotros es responsable de sí mismo y del resto de los “bichos humanos” como dice el Prof. Cely (1999).

 

Cabe acotar que la Enfermería, quien estudia la respuesta de los seres humanos ante situaciones de enfermedad, también lo hace ante situaciones de salud que podrían mejorarse mediante un diagnóstico de bienestar; es decir que existen acciones que se pueden implementar cuando aparentemente se está bien, para estar aún mejor tomando en cuenta las razones de los comportamientos, los principios que regulan dichas conductas, las motivaciones, los valores y los cambios o transformaciones que sufre el hombre a través del tiempo. Para esto es necesario contar con normas morales para el ejercicio profesional en la prestación de servicio a la sociedad, como las de trato social, las legales, las institucionales, las gremiales, etc. que constituyen la ética profesional.

 

La Enfermera que contemple estas normas morales ejercerá un liderazgo en su comunidad en lo que al autocuidado de la salud se refiere, porque ella es parte de esa comunidad, conoce el medio ambiente, comparte con ella, vive en ella y consecuentemente, puede tomar decisiones, puede hacer una planeación valorativa constante, se le facilita la coordinación de otros miembros del equipo de salud y la interrelación con los sujetos a quienes presta su servicio. Esas normas morales a las que nos referimos tienen la función de ordenar en cierta forma el sistema social, al mismo tiempo que pueden asegurar el beneficio de la colectividad, permitiendo la armonía de los grupos sociales y generalmente siendo aceptadas de forma intrínseca por las personas, porque se convencen que son benéficas y pueden llegar a transformarse en conductas o comportamientos individuales, es decir, parafraseando a Ortega, lo que es bueno para mí también puede llegar a serlo para el otro.

 

Pero esta moral no es inocente ni neutra, es necesario adoptar una postura ideológica para que las conductas puedan regir los actos. La insatisfacción que produce una realidad social de marginación, un ambiente hostil, fragmentado, que ha generado una confusión de valores, una actitud de constante protesta donde a veces ni siquiera se está claro en porque se protesta, una actitud egoísta de querer salvarse el individuo sin importarle el resto de las personas, es lo que debemos tratar de cambiar. Revalorizar y rescatar todo aquello que busca “el bien”, no solo individual sino colectivo perfilando de esta forma unas normas morales de Enfermería que pertenecen “al ser” y al “deber ser” de la profesión.

 

Ese “deber ser” de la profesión infiere la necesidad de optimizar la calidad de la atención ofertada desde una visión integral de las competencias profesionales, donde deben converger los comportamientos de índole emocional-afectiva, cognitiva y psicomotoras, como ejes fundamentales para comprender de manera más completa los elementos que se encuentran presentes en todo desempeño profesional en el área de la atención de la salud y especialmente en Enfermería, como lo expresa la Red de Enfermería de América Latina (REAL,1998) al establecer que la competencia en el ejercicio de la profesión: “tiene un carácter esencialmente humano, coordina y hace efectivo el conocimiento científico y tecnológico del equipo de Enfermería y del equipo de salud en beneficio de la persona que cuida”, mediante la valoración de la condición humana de las personas que tiene bajo su cuidado.

 

A pesar del tiempo y de los acontecimientos históricos y de tener más de un siglo de por medio el juramento de Florence Nightingale (1950) parece ser tan vigente como cuando lo escribió por lo que expresa:

 

“Juro…ejercer mi profesión con devoción y fidelidad, me abstendré de todo lo que sea maligno y perjudicial, de tomar drogas o administrar a sabiendas cualquier droga que pueda ser nociva a la salud. Haré lo que esté de mi parte para elevar el buen nombre de mi profesión, guardaré inviolable el secreto de todas las cosas personales que se me confíen, así como el de los asuntos de familia de los que me entere en el desempeño de mi cometido. Con lealtad ayudaré al facultativo en su obra y me dedicaré al bienestar de todos los que estén a mi servicio”.

 

Es posible que sean necesarias algunas modificaciones a este juramento porque en ese momento la enfermera no tenía la formación académica que tiene hoy, pero la esencia es tan significativa como cuando fue escrito porque está basado en valores fundamentales para la profesión y para la vida, que siguen vigentes hoy y posiblemente lo estén siempre, los cuales se ven fortalecidos en el código Deontológico de Enfermería y en algunos de los principios del Manifiesto por la Vida que fue elaborado como parte de la ética para la sustentabilidad, y, que fue presentado ante la Séptima Reunión del Comité Intersesional del Foro de Ministros de Medio Ambiente de América Latina y el Caribe, celebrada en San Pablo, Brasil, los días 15 al 17 de mayo de 2002.

 

Allí se pone de manifiesto como la ética de la sustentabilidad coloca a la vida por encima del interés económico-político o práctico-instrumental. Explica también como la sustentabilidad sólo será posible si regeneramos el deseo de vida que sostiene los sentidos de la existencia humana. Esto habla de la esencia del Cuidado Humano, de su razón de ser y del cuidado para la vida. Asimismo, -la ética de la sustentabilidad es una ética para la renovación permanente de la vida, donde todo nace, crece, enferma, muere y renace- incluye aspectos que atañen directamente a la Enfermera, la cual está preparada para actuar en cada una de las etapas de la vida del individuo, ya sea en la preservación de la vida facilitando a través de la educación-acción, el desarrollo de relaciones interpersonales armónicas entre las personas de las diferentes culturas, respetando las diferencias, sus derechos; así como también ayudarlo a bien morir en un ambiente rodeado de amor.

 


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