Adelgace sin prohibiciones
Autor: Dr. Ernesto E. Villalba Supka | Publicado:  4/08/2008 | Endocrinologia y Nutricion , Medicina Familiar y Atencion Primaria , Temas de Interes General | |
Adelgace sin prohibiciones.2

ESTOY MOTIVADA PARA ADELGAZAR

 

Nutrientes

 

Algunas personas, si bien alguna vez han realizado una dieta, no tienen una idea clara acerca de las características esenciales de los alimentos. Una buena dieta no debe hacerle sentir mal ni enfermarle, sino todo lo contrario.

 

El cuerpo necesita diariamente, para su buen funciona­miento, nu­trientes que pueden clasificarse en:

 

Nutrientes energéticos

 

  • Grasas o lípidos
  • Proteínas o aminoácidos
  • Carbohidratos o azúcares

 

Nutrientes no energéticos

 

  • Vitaminas
  • Minerales

 

Estos nutrientes son necesarios para la reparación de nues­tros órganos y tejidos. Tienen la misión de mantener el equilibrio del funcionamiento general del organismo además de aportarle la energía imprescindible. Cada persona es distinta y por eso, tiene distintos reque­ri­mientos según su actividad, su peso, edad y sexo. Una dieta balanceada debe tener todos los nutrientes necesarios para la persona que la lleva a cabo.

 

Hidratos de carbono o azúcares:

 

Deben ocupar entre el 50% y el 55% de los alimentos de una dieta. Son los encargados de producir energía, transfor­mándose durante la digestión en azúcares y glucosa. Así   llegan a la sangre y son usados para alimentar los diversos tejidos. Además son fuente de vitaminas y minerales.

 

Los muy refinados, como dulces, chocolates, postres y, en general, alimentos elaborados, dan lo que se llama calo­rías va­cías, que no nutren y sí engordan. Los más nutritivos son los de origen vegetal; como frutas, leguminosas, cerea­les, etc. Son también ricos en fibra, otro elemento necesario para el buen funcio­namiento del organismo.

 

Los carbohidratos están en:

  • frutas y verduras: nos dan carbohidratos directamente de la naturaleza, y por lo tanto, son los mejores, los más fáciles de digerir y se pueden incluir en cualquier dieta para adelgazar. Proveen de gran cantidad de vitaminas y de  minerales.
  • cereales y panes integrales
  • las pastas en general, consumidas con mucha moderación si se está haciendo dieta.

 

Las proteínas:

 

Deben ocupar entre un 10% y un 15% de los alimentos de la dieta. Son importantes para la regeneración de los teji­dos. Si usted no consume las proteínas necesarias, sus fun­ciones de renovación y de crecimiento se verán afec­ta­das. Por ejem­plo: la forma­ción de materia genética, de membra­nas celula­res y de fibras de los tejidos de sos­tén. Son importan­tes también para regu­lar los líquidos del orga­nismo, ayudar a la coagulación de la sangre y equilibrar la presión sanguí­nea.

 

Las proteínas pueden ser de origen vegetal: soja, gar­banzo, lentejas, papas, maíz, arroz, etc.; o de origen ani­mal: pescados, carnes, huevos, lácteos en general, aves y maris­cos. 

 

Las grasas:

 

Deben ocupar entre un 30% y un 35% de los alimentos de la dieta. Se sabe que el exceso de grasas, particular­mente las de origen animal, eleva el nivel de coleste­rol, tapando las arterias principales y produciendo infartos cardía­cos, cerebrales o en otros lugares del cuerpo. Lo ideal es ingerir una cucharada diaria de grasa de origen vegetal, tal como aceite de oliva o de girasol, mayonesa o marga­rina.

 

Las grasas crudas son preferibles, ya que si las freí­mos, se acumulan más en las arterias y son más difíciles de eliminar.

 

Las vitaminas:

 

Son sustancias orgánicas que existen en los alimentos y que, en cantidades muy pequeñas, son necesarias para el orga­nismo. Su falta puede producir trastornos serios.

 

Los minerales:

 

Si bien se necesitan en pequeñas cantidades, son indis­pensa­bles para el organismo; en especial para el cere­bro, los músculos, las células y el equilibrio de los líquidos.

 

Motivos por los que usted puede engordar

 

La obesidad es un exceso de grasa en el cuerpo y aún no se han podido determinar con certeza la o las causas que la provocan. Esta es la situación de entre el 95% y el 97% de los casos de obesidad. Sin embargo sí pueden identificarse algu­nos factores que incidirían en la adquisición de esta enfermedad.

 

Genéticos:

 

Pueden influir en forma directa o  indirectamen­te. Heredamos rasgos, pero también una cierta tendencia en el peso y una actitud proclive al poco movimien­to que influye en su aumento. Las madres, observando las conductas de sus hijos, descubren que poseen actitudes pasi­vas y cercanas al sedentarismo. Estas diferencias en la conducta son previas a la aparición de la gordura. Los hábi­tos dietéticos se adquie­ren en la infancia y si en ese perío­do no ponemos atención, las conductas incorporadas serán incorrectas para siempre.

 

También se hereda, como se ha señalado, una predisposi­ción a padecer obesidad. Tal vez esto se deba a un aumento generali­za­do de las células grasas que trae el niño al nacer. Dicha predisposición no indica que la enfermedad llegue a manifes­tar­se como tal, ya que con una adecuada conducta alimentaria y un buen plan de actividad física, puede preve­nirse.

 

Los estudios nos muestran que la obesidad puede aparecer en varios miembros de una misma familia con diferentes por­centajes de probabilidad:

 

  • Cuando ninguno de los padres es obeso, los hijos tienen  entre un 10% y un 15% de probabilidades de padecer obesidad.
  • Cuando uno de los padres es obeso, el niño tiene un 40% de posibilidades de padecerla.
  • Cuando ambos padres son obe­sos, el porcenta­je de probabilidad de que un hijo padezca esta enfermedad se eleva hasta el 80%.

 

Otro factor de herencia son los trastor­nos en el metabo­lismo. Sin embargo, tan sólo el 1% de los casos de obesidad son provo­cados por estos trastornos, mien­tras se los sigue manteniendo como una buena, pero en la mayoría de los casos, falaz excusa para la gordura.

 

Socio–culturales:

 

La clase social:

 

Las estadísticas comprueban que la perte­nencia a una deter­mi­nada clase social influye en la adquisi­ción de la obesidad. Existe una mayor incidencia de obesidad en las clases socio–económicas más bajas. Esto se debe a tres facto­res:

 

Las clases socio–económicas más altas tienen una mayor exigencia estética de su entorno. Un individuo no delgado sufrirá en este tipo de ambientes, un mayor rechazo y margi­nación.

El poder adqui­sitivo determina la calidad y el tipo de alimentación. Las clases más humildes consumen por lo general más hidratos de carbono refinados, por ser los ali­mentos menos costosos del mercado.

Las clases socio–económicas más elevadas tienen mayor acceso a la información, lo que les permite elegir una ali­mentación más saludable, evitando de este modo la apari­ción de la obesidad.


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