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Bioetica, Calidad de Vida y Tecnociencia en el mundo globalizado
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Autor: Dr. Harold Guevara Rivas
Publicado: 28/08/2008
 


Ante el avance potencialmente infinito de la tecnociencia, emerge la Bioética como la ética que se especializa en la defensa de la vida como valor supremo. En el presente artículo se hace una revisión de los aspectos bioéticos de la calidad de vida, el ambiente y la tecnociencia. En el contexto de la globalización es necesario estar moralmente alertas para edificar una sociedad del conocimiento que mantenga el sentido de lo humano, incluyendo la tecnología, para que esta sea un medio y no un fin en sí misma, para que el hombre no sea víctima de su propio invento, para que cada uno de los seres humanos y no humanos que poblamos este planeta podamos gozar de un futuro mejor, incluyendo las futuras generaciones en el marco de un desarrollo sustentable. El ser humano tiene las obligaciones morales de actuar pensando en la suerte de los otros, de evitar la destrucción de la existencia humana y de velar por el cuidado de la naturaleza para las generaciones futuras, por lo que la transferencia de tecnología nociva desde los países desarrollados se debe evitar con base en los principios éticos de no maleficencia, justicia y responsabilidad.


Bioetica, Calidad de Vida y Tecnociencia en el mundo globalizado

Bioética, Calidad de Vida y Tecnociencia en el mundo globalizado.

 

Harold Guevara Rivas 1, Pedro Navarrete 2, Antonio Domínguez 3, Rosa Cardozo Castellano 4, Magaly Ortunio Calabres 5, Daniella Padrón Malpica 6, Katherine Sánchez 7.

 

1 Médico Ocupacional. Profesor Asociado e Investigador PPI.

2 Doctor en Filosofía de la Matemática. Profesor Titular.

3 Doctor en Ciencias Médicas. Profesor Titular.

4 Médico Familiar. Profesor Asociado e Investigador PPI.

5 Médico Ocupacional y Familiar. Profesor Agregado e Investigador PPI.

6 Médico Epidemiólogo. Profesor Asistente.   

7 Médico Ocupacional y Familiar.

 

Departamento de Salud Pública. Universidad de Carabobo, Venezuela.

 

Resumen

 

Ante el avance potencialmente infinito de la tecnociencia, emerge la Bioética como la ética que se especializa en la defensa de la vida como valor supremo. En el presente artículo se hace una revisión de los aspectos bioéticos de la calidad de vida, el ambiente y la tecnociencia. En el contexto de la globalización es necesario estar moralmente alertas para edificar una sociedad del conocimiento que mantenga el sentido de lo humano, incluyendo la tecnología, para que esta sea un medio y no un fin en sí misma, para que el hombre no sea víctima de su propio invento, para que cada uno de los seres humanos y no humanos que poblamos este planeta podamos gozar de un futuro mejor, incluyendo las futuras generaciones en el marco de un desarrollo sustentable. El ser humano tiene las obligaciones morales de actuar pensando en la suerte de los otros, de evitar la destrucción de la existencia humana y de velar por el cuidado de la naturaleza para las generaciones futuras, por lo que la transferencia de tecnología nociva desde los países desarrollados se debe evitar con base en los principios éticos de no maleficencia, justicia y responsabilidad. Los esfuerzos de la humanidad deben apuntar a hacer ciencia con conciencia, a una reconciliación de los seres humanos con su hábitat, armonizando la dignidad del hombre con la dignidad de la naturaleza, teniendo como base la Ecología Humana.

 

Palabras Clave: Bioética, Calidad de Vida, Tecnociencia.

 

Bioethics, Quality of Life and Techno-science in the globalized world

 

Abstract

 

Before the potentially infinite advance of the progresses of the technoscience, Bioethics emerges like the ethics that specializes in the defense of the life like supreme value. In the present article is made a revision of the bioethical aspects of the quality of life, the atmosphere and the technoscience. In the context of the globalization it is necessary to be morally alert to build a society of the knowledge that maintains the sense of the human thing, including the technology, so that it will be a half and not an end in itself, so that the man will be not victim of his own invention, so that each one of the human and nonhuman beings that populate this planet can enjoy a better future, including the future generations in the mark of a sustainable development. The human being has the moral obligations of acting thinking on the luck of the other ones, of avoiding the destruction of the human existence and of looking after the care of the nature for the future generations, for what the transfer of noxious technology from the developed countries should be avoided with base in the ethical principles of non make damage, justice and responsibility. The humanity's efforts should point to make science with conscience, to the human beings' reconciliation with their habitat, harmonizing the man's dignity with the dignity of the nature, having like base the Human Ecology.

 

Key Words: Bioethics, Quality of Life, Techno-science.

 

Introducción

 

Ante el avance de los progresos de la tecnociencia, evidenciado en la revolución industrial de la modernidad y en la revolución tecnocientífica de la sociedad postcapitalista y posmoderna, que ha traído consecuencias en muchos casos poco amigables para el ambiente y los seres humanos (cambio climático, lluvia ácida, contaminación, inundaciones, sequías, entre otros), emerge la Bioética como la ética que se especializa en la defensa de la vida como valor supremo (1). Asimismo surgen interrogantes tales como: ¿La humanidad debe permitir todo lo tecnológicamente posible aunque sea éticamente inaceptable?; ¿será el ser humano causante de su propia destrucción al dañar a la naturaleza en su afán de someterla?, ¿habrá biósfera para que vivan las futuras generaciones en armonía y equilibrio con el ambiente?

 

Bioética

 

Van Rensselaer Potter, creador de la Bioética, propuso asociar las ciencias positivo-analítico-experimentales con las histórico-hermenéuticas –que fueron disociadas por la Modernidad-, para salirle al paso al desmadre ético de la tecnociencia y tender así un puente exitoso hacia el futuro de la humanidad y del planeta Tierra (1).

 

En el marco de la sociedad del conocimiento, en la que los individuos y las organizaciones están en capacidad de usar éste como factor de desarrollo y elemento dinamizador de cambio social, se hace necesario que la Bioética salga en defensa de la vida, de su calidad y de su sentido, a modo de una nueva ética inter e intradisciplinaria, que asegure la convivencia armónica y conduzca al todo social a descubrir de manera autoconsciente los valores que dignifiquen al ser humano con su entorno social y natural. La Bioética debe ser el producto libre de un constructo social con base en el conocimiento científico y en la experiencia sapiencial, que negocie consensos que dignifiquen la vida humana y permitan mejorar la calidad de vida (CV) de todos en armonía con la naturaleza (1).

 

En este contexto es necesario estar moralmente alertas para edificar una sociedad del conocimiento que mantenga el sentido de lo humano por encima de aquellas cosas o prótesis que el hombre crea y en las que cree, incluyendo la tecnología, para que esta sea un medio y no un fin en sí misma, para que el hombre no sea víctima de su propio invento, para desarrollar la tecnociencia con conciencia y para que cada uno de los seres humanos y no humanos que poblamos este planeta podamos gozar de un futuro mejor, incluyendo las futuras generaciones en el marco de un desarrollo sustentable.

 

La Bioética o ética de la vida, al igual que el conocimiento científico y tecnológico, se va construyendo socialmente de acuerdo a las circunstancias económicas, políticas y sociales y lleva la impronta de cada época, de cada cultura y de cada civilización, con base en la interactividad (relación sujeto-objeto y diálogo de saberes) y la intersubjetividad (interacción con otros sujetos con los que se vive en comunidad). Es desde la intersubjetividad y de la interactividad desde donde emerge el carácter constructivo del conocimiento bioético, el cual se da mediante la asimilación y la acomodación.

 

La fortaleza epistemológica de la Bioética exige un abordaje interdisciplinario, para fecundar el conocimiento tecnocientífico con el sapiencial para que las ciencias se hagan con conciencia, y para fecundar lo sapiencial con lo tecnocientífico de forma que los procesos culturales se enriquezcan con los datos de las ciencias empírico-analíticas. De aquí debe surgir una nueva manera de entenderse y entender al hombre y de asegurar su futuro con una buena calidad de vida, estableciendo justas relaciones intraespecies, interespecies y con la naturaleza, en el entendido de que el ser humano es la conciencia que la naturaleza tiene de sí misma (1).

 

Calidad de Vida

 

Debido a la necesidad de unificar criterios y posiciones sobre la calidad de vida, la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1994 propuso una definición de consenso: “Percepción del individuo sobre su posición en la vida, en el contexto de la cultura y sistema de valores en el cual él vive, y en relación con sus objetivos, expectativas, estándares e intereses” (2, 3). Señala Lolas que en esta definición se hace evidente el carácter subjetivo, multidimensional y complejo del constructo calidad de vida (3).

 

La calidad de vida está profundamente condicionada por el medio cultural, y depende estrictamente del conjunto de valores de los individuos y de los grupos sociales. Para Gracia (4), esta se estructura en dos niveles, uno público y uno privado. Cada individuo define individual y socialmente su propio sistema de valores, su concepto de vida y de calidad y, por tanto, de felicidad. Desde ahí establece el propio proyecto de vida. Esto es lo que hoy se llama “ética de máximos”, que en Bioética se expresa en los principios de autonomía y beneficencia. Al mismo tiempo, los miembros de una sociedad deben concertar un conjunto de valores que sean respetados por todos, aun coactivamente. En el nivel de la ética pública, la definición general de calidad de vida que realiza la sociedad se expresa en forma de leyes. Este nivel se denomina “ética de mínimos” de una sociedad. En Bioética se habla a este nivel de principios de no maleficencia y de justicia.

 

De tal manera que en la calidad de vida de los seres humanos están implícitos componentes muy personales y otros gregarios, cuya armonización es nuestra responsabilidad como sujetos morales situados en y hermanados con el mundo, con el que interactuamos racional y afectivamente como integrantes de una comunión hombre-naturaleza, en el ejercicio progresivo de la autonomía libre-relacionada, en reciprocidad de deberes y derechos. Se ha señalado que la calidad de vida tiene que ver con las condiciones que favorezcan modos de vida que privilegien el ser-más sobre el tener-más, puesto que está íntimamente relacionada con el sentido que se tenga de la misma y con un sentimiento de realización existencial (1).

 


Bioetica, Calidad de Vida y Tecnociencia en el mundo globalizado.2

Calidad de Vida y Ambiente

 

Según Baldi y García (2), el ambiente es un fenómeno de alta complejidad, y la relación de este con la salud y la calidad de vida de las personas han adquirido una trascendencia cada vez mayor. Actualmente, los conceptos de Ecología y ambiente con relación a la salud y a la calidad de vida se han hecho significativamente más complejos, incorporando relaciones tales como ingresos reducidos, educación limitada, empleo incierto, desocupación estructural, vivienda inadecuada, hacinamiento, falta de instalaciones sanitarias básicas, promiscuidad, exposición a diferentes organismos patógenos, contaminantes y sustancias tóxicas, entre otros. El riesgo de accidentes y violencia genera condiciones que fomentan el desequilibrio psíquico y la injusticia social. La opresión y falta de responsabilidad de los sectores gubernamentales y del Estado para proteger el bien común, agudiza la crisis ecológica y los problemas de salud de la población, comprometiendo su calidad de vida.

 

Desde una visión integradora, la calidad de vida ambiental puede ser concebida como el resultado de las relaciones que establecen los individuos y las comunidades con los elementos bióticos y abióticos del medio. Por otra parte este concepto no puede percibirse individualmente, sino que debe abordarse económica, social, cultural y ambientalmente, ya que toda evaluación subjetiva estará inmersa en un contexto socio-histórico determinado. A modo de ejemplo, la calidad del agua, del aire, de la tierra y el contacto con la naturaleza impactan directamente en la calidad de vida de las personas, pudiendo afectar procesos de su salud (2).

 

Se debe asumir entonces el ambiente como un sistema complejo, en el que los procesos que determinan su funcionamiento son el resultado de la confluencia de múltiples factores que interactúan de tal manera que no puede ser descrito por la simple adición de estudios independientes sobre cada uno de sus componentes (5).

 

Tecnociencia y Ambiente

 

Hasta hace pocas décadas, el positivismo triunfante presentaba a la ciencia y la técnica como actividades “neutras”, colocadas más allá del bien y del mal. El proyecto tecnocientífico escapaba al juicio crítico en tanto instrumento del progreso ilimitado en el que la humanidad se creía embarcada. Después del uso de la bomba atómica en Hiroshima, y más recientemente con el advenimiento de la ingeniería genética con sus dilemas éticos inherentes, la actitud ante la tecnociencia se debate entre una confianza ingenua en los beneficios que ambas prometen y los riesgos desmesurados que representan para la humanidad, en tanto que el ser humano en su afán de someter y explotar a la naturaleza usando la tecnociencia, puede terminar derrotado y dominado por esta (6).

 

Entendiendo como ambiente el conjunto de elementos concretos que nos rodean y su sistema de interrelaciones (7), cabe destacar que el aumento creciente del conocimiento que el hombre tiene de sí mismo y de su entorno, no ha ido al unísono con un compromiso moral que establezca las bases para que el bienestar humano sea simultáneamente bienestar ecológico. Y no puede serlo mientras se mantengan relaciones de asimetría en el acceso a bienes y servicios entre los seres humanos, de inequidades que engendran pobreza y acciones bélicas. Tanto la pobreza como la riqueza desmedidas revierten sus acciones maléficas sobre el hábitat, pues los pobres destruyen la naturaleza para sobrevivir y los ricos para aumentar su opulencia ambiciosa. Mientras los pobres tengan que roer la naturaleza para saciar su hambre y los poderosos desangren los ecosistemas para aumentar sus cuentas bancarias, no hay esperanza alguna ni para el hombre ni para la naturaleza (1).

 

Jonas en su obra sobre el principio de responsabilidad señala que el hombre puede pensar que sus intervenciones técnicas sobre la naturaleza son superficiales y sin peligro de sufrimiento para la misma, porque ella misma ejerce los mecanismos para restablecerse (autopreservación), y que por ello, cada nueva generación encontrará la naturaleza como la vio la generación anterior (8). Pero hoy se sabe que la tecnología puede ejercer efectos irreversibles sobre el ambiente, por lo tanto existe la obligación moral del bien ser, que consiste en actuar pensando en la suerte de los otros. De acuerdo con Jonas, la responsabilidad del hombre no tiene límites, y su acción debe evitar la destrucción de toda posibilidad de una existencia humana, esta es la ética de la responsabilidad. Luego el hombre tiene el deber moral de velar por el cuidado de la naturaleza; tiene la responsabilidad de garantizar para las generaciones futuras un ambiente adecuado para su desarrollo. Eso es lo que constituye la ética ambiental (9).

 

América Latina debe estar muy atenta respecto a la prevención, control y evaluación de los riesgos químicos y biológicos sobre su población humana y los ecosistemas, inherentes al desarrollo industrial biotecnológico. En general, los países en vías de desarrollo son presa fácil para la industria internacional altamente contaminadora del ambiente debido a su fragilidad legislativa, a la pobreza de sus habitantes y a la corrupción de su clase dirigente. No se puede permitir que nuestros países se conviertan en el basurero de las sustancias tóxicas y de los desechos radioactivos de las naciones industrializadas (1).

 

La transferencia de tecnologías nocivas (procesos productivos contaminantes), desde países desarrollados a otros en vías de desarrollo, característica de la globalización, puede tener su expresión de daño en el perfil de salud de los trabajadores, de sus familiares, de los habitantes de la región en que se instaure la tecnología nociva y en el equilibrio del sistema ecológico, puesto que en muchas ocasiones los procesos transferidos a países en vías de desarrollo incluyen sustancias tóxicas no biodegradables, que se tienden a bioacumular y biomagnificar, como el mercurio y los insecticidas organoclorados. En este caso desde el punto de vista ético se comprometen los principios de no maleficencia y de justicia, en el plano global, puesto que las grandes potencias para maximizar sus ganancias, al hacer esas transferencias de tecnología exportan riesgos y procesos desfavorables para nuestros países, nuestros habitantes y nuestro ambiente, dando lugar a un daño infligido por el hombre al hombre mismo, de países poderosos a otros menos industrializados, agrandando la brecha entre ricos y pobres y depredando el ambiente. Además, la falta de solidaridad para con los pobladores de los países en vías de desarrollo implica que se ignoraron los principios éticos de responsabilidad y de precaución (ante la duda, abstenerse de actuar).

 

Asimismo, los dirigentes de nuestros países deben tener en cuenta el principio de no maleficencia al momento de tomar la decisión de admitir procesos productivos potencialmente nocivos, haciendo una evaluación de riesgos y beneficios, intentando conciliar el imperativo de respeto a la dignidad de la persona humana, el principio de autonomía entendido como ejercicio de libertad con responsabilidad y asunción de las consecuencias que se derivan de las decisiones tomadas, el derecho de todo ser humano a trabajar en condiciones adecuadas y a disfrutar de un hábitat saludable.

 

La tecnociencia, guiada por la mano invisible del mercado podría terminar sustituyendo a Dios, prescindiendo del homo sapiens para dar relevancia al homo economicus (10). Es decir, el ser humano podría estar en la encrucijada de autodestruirse con la tecnociencia, si esta sigue siendo un fin en sí misma, o utilizarla como medio para su autorrealización (11).

 

Desarrollo Sustentable y Ecología Humana

 

La brecha entre países industrializados y en vías de desarrollo ha puesto de manifiesto la necesidad de que se plantee un nuevo orden social, económico y político, donde el progreso de todos los pueblos se logre, no sólo a través de la distribución equitativa de las riquezas sino que este desarrollo sea sustentable o sostenible, es decir, un desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer las suyas (9, 12). Este debe ser consecuencia de una revolución ética que nos retrotraiga al humanismo y a la consideración de los valores fundamentales de la vida (13), que a juicio de Guevara se obtiene estimulando actividades económicas que, aprovechando las potencialidades de los recursos naturales, no atenten contra su integridad y existencia (9).

 

Otros amplían esta definición señalando que es el proceso de lograr el desarrollo humano de manera incluyente, conectada, equitativa, prudente y segura. La inclusividad implica desarrollo humano en el tiempo y el espacio. Conectividad implica interdependencia entre lo ecológico, lo económico y lo social. Equidad sugiere justicia intergeneracional, intrageneracional e interespecies. Prudencia tiene que ver con los deberes de cuidado y prevención tecnológica, científica y política. La seguridad demanda estar a salvo de amenazas crónicas y protección contra disrupciones dañinas (14).

 

Es evidente que el desarrollo sustentable no niega, en principio, la lógica capitalista de producción de bienes y riqueza con la tecnología más eficiente posible y en las condiciones más favorables para maximizar la ganancia, pero sí la condiciona fuertemente, intentando armonizar crecimiento económico, mejoramiento social y conservación del ambiente, manteniendo los principios de equidad entre grupos sociales, entre territorios y entre las generaciones actuales y futuras, por lo cual es un paradigma emergente que permite el análisis integral de las sociedades humanas en general y de la nuestra en particular (12).


Bioetica, Calidad de Vida y Tecnociencia en el mundo globalizado.3

En el marco de la globalización, el Fondo Mundial para la Naturaleza analizó los impactos de esta y del neoliberalismo en el ambiente natural y sociocultural de nueve países en 1996, incluyendo Venezuela. Se reporta el predominio de impactos negativos: aumento de la pobreza, la exclusión y la degradación de los recursos naturales (15), como ocurrió durante el siglo XX, el cual ha sido definido como cien años de infortunio y esplendor, debido a la contradicción entre el progreso alcanzado y los grandes desequilibrios ambientales con repercusiones para la salud, conservándose la esperanza de un horizonte prometedor en tanto haya un compromiso bioético y humano de preservación (16).

 

Asimismo, en el año 2000, fue aplicado a Venezuela el índice de sostenibilidad ambiental diseñado por el Fondo Económico Mundial, cuyas bases conceptuales y clasificación para Venezuela se resumen en el Cuadro 1, representando cien (100) puntos el estado óptimo. Resulta interesante observar cómo el país disminuyó drásticamente su promedio como resultado de la debilidad de sus instituciones ambientales (12).

 

Cuadro 1. Índice de Sostenibilidad Ambiental y su calificación para Venezuela (12)

 

Una sociedad es ambientalmente sostenible en la medida que:

 

Sistemas ambientales: Sus sistemas ambientales son mantenidos en niveles saludables y en la medida en que están mejorando o deteriorándose (71)

Stress y riesgos ambientales: Los niveles de stress antropogénicos son suficientemente bajos como para no generar daños demostrables en los sistemas ambientales (71)

Vulnerabilidad humana a los impactos ambientales: La gente y los sistemas sociales no son vulnerables a los disturbios ambientales. Ser menos vulnerable es una señal de que la economía está en vías de ser más sostenible (78)

Capacidad social e institucional: Cuenta con instituciones políticas y patrones subyacentes sociales de actitudes, aptitudes y redes que propician respuestas eficientes a los retos ambientales (23)

Participación global: Coopera con otros países para el manejo de problemas comunes y reduce sus propios impactos negativos en otros países (52)

Calificación total de Venezuela: 56

 

Un concepto muy relacionado con el desarrollo sustentable es el de desarrollo humano, que según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo tiene que ver con la creación de un ambiente en el que la gente pueda desarrollar su potencial total y llevar vidas productivas y creativas, de acuerdo con sus necesidades e intereses. En esa búsqueda de ser más antes que tener más, el desarrollo humano comparte una visión común con los derechos humanos, siendo el objetivo la libertad, puesto que la materialización de una vida buena y armónica con el entorno pasa porque el sujeto sea libre para tomar sus decisiones, respetándose y respetando al otro, sin hacer daño y preservando el ambiente.

 

Desde esta perspectiva las personas son el centro de todos los esfuerzos destinados a conseguir la prosperidad de un país o sociedad. Las personas son agentes y destinatarios de estos esfuerzos, sean económicos, sociales, políticos y culturales. Esfuerzos que deben ir más allá del momento presente, asegurando su sostenibilidad para la vida de las futuras generaciones mediante la protección de los recursos naturales y el medio ambiente (17). 

 

El debate sobre la responsabilidad de los actores individuales y sociales en el manejo del poder del conocimiento sobre la vida, tuvo un fuerte impulso a partir de los años 70 del pasado siglo, desde cuando es abordado desde varias perspectivas convergentes que incluyen informes sobre los límites del crecimiento y los riesgos serios para la preservación de la vida en el planeta, discusiones sobre bioética y éticas aplicadas, como la ética en la empresa en términos de responsabilidad social (18) y la ética ecológica, y la renovación del concepto de ética pública como ética de la responsabilidad (19). 

 

A pesar de esto, se puede señalar que el ser humano no sólo ve en la naturaleza su eterno adversario al que pretende dominar para ponerla a su servicio, en función de una mejor calidad de vida, sino que se encuentra en una lucha contra sí mismo, pues el hombre es naturaleza que lo vincula a la totalidad ecológica. De tal forma que todo esfuerzo humano por dominar la naturaleza con la tecnociencia es simultáneamente una autodominación cuya validez ética depende de la intencionalidad, del modo de lograrla y de la posibilidad de construcción de un ambiente propicio para que la vida viva con todas sus vitalidades, para asumir responsablemente el conocimiento y cuidado de todas las formas de vida (1).

 

Si bien Francis Bacon señalaba que “el conocimiento es la medida del poder”, los esfuerzos de la humanidad deben apuntar a hacer ciencia con conciencia, a una reconciliación del hombre con su hábitat, armonizando la dignidad del hombre con la dignidad de la naturaleza, en un enfoque que Cely denomina Ecología Humana (1).

 

No podemos simplemente lamentarnos por la ausencia de sentido y la degradación de los valores de la era posmoderna, de la globalización, de la tecnociencia y de nosotros mismos. Identificar y proteger las condiciones de supervivencia de las generaciones presentes y futuras es la tarea moral más importante de nuestra generación. Esto implica propiciar situaciones de desarrollo que aseguren la continuidad de los ecosistemas desde los cuales se satisfacen las necesidades y a partir de los cuales se ha desenvuelto la diversidad cultural, teniendo como requisito la solidaridad y como fundamento teórico la Ecología Humana (1).

 

Reflexión final

 

La Bioética, más allá de los eventos domésticos que exigen respuestas en términos éticos, es un imperativo moral en la búsqueda de la supervivencia de nuestra especie, en tanto que no es posible vivir con nuestros cuerpos en un planeta distinto a la Tierra. La integración de lo positivo-analítico-experimental con lo histórico-hermenéutico puede hacer posible un humanismo científico, que concilie las ventajas de los avances tecnológicos con la preservación de la aldea global, teniendo en cuenta nuestras particularidades latinoamericanas, en donde si preservamos nuestro entorno nos preservamos a nosotros mismos y, por el contrario, si agredimos al ambiente con nuestra tendencia depredadora y hegemónica nos infligimos un daño que va más allá de nosotros mismos, afecta a nuestra descendencia, a nuestra especie y a toda forma de vida con consecuencias impredecibles.

 

 

Referencias bibliográficas

 

1.- Cely G. La bioética en la sociedad del conocimiento. 1ª edición. Santa Fe de Bogotá: 3R Editores; 1999.

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5.- García R. Sistemas complejos. 1ª edición. Barcelona, España: Editorial Gedisa S.A.; 2006.

6.- Andoro R. Las bases de la bioética. En: Bioética y dignidad de la persona. Madrid: Editorial Tecnos S.A.; 1998.

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11.- Ferraro R. Para qué sirve la tecnología. 1ª edición. Buenos Aires: Capital Intelectual; 2005.

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