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Educacion para la salud y drogas
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Autor: MSc. Ester Soto Soto
Publicado: 11/06/2009
 

El consumo de drogas reúne con creces los requisitos que debe mostrar un problema de salud pública para ser considerado como prioritario: la prevalencia del consumo es elevada y está en constante incremento en los últimos años; se incorporan nuevas sustancias, aumenta el consumo de sustancias ilegales, disminuye la edad de inicio en su utilización y se llega a vivir problemas a edades más tempranas, las consecuencias para las personas y para la sociedad son graves, tanto en términos sanitarios como socioeconómicos, y la solución del problema escapa de la capacidad de las personas afectadas, debiendo ser asumida por la sociedad. Todo ello, hace que enfatice la educación para la salud, como herramienta fundamental en la prevención del uso de drogas, para que la población comprenda la necesidad de los programas de salud pública, y participe activamente en la toma de decisiones para su puesta en marcha, y dé soporte a las medidas que comprendan. También, lo es para promover los cambios ambientales y sociales que fueran necesarios para que el cambio de conducta pueda llevarse a cabo y mantenerse.


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Educación para la salud y drogas.

 

Ester Soto.

 

Magíster en Ciencias de la Enfermería. Mención Salud Comunitaria. Especialista en Docencia para la Educación Superior. Licenciada en Enfermería. Docente dedicación exclusiva de la Escuela de Enfermería “Dra. Gladys Román de Cisneros”. Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad de Carabobo. Valencia Estado Carabobo. Venezuela. Tutora de Tesis de grado. Investigación en la Línea Socioeducativa.

 

Resumen

 

El consumo de drogas reúne con creces los requisitos que debe mostrar un problema de salud pública para ser considerado como prioritario: la prevalencia del consumo es elevada y está en constante incremento en los últimos años; se incorporan nuevas sustancias, aumenta el consumo de sustancias ilegales, disminuye la edad de inicio en su utilización y se llega a vivir problemas a edades más tempranas, las consecuencias para las personas y para la sociedad son graves, tanto en términos sanitarios como socioeconómicos, y la solución del problema escapa de la capacidad de las personas afectadas, debiendo ser asumida por la sociedad. Todo ello hace que enfatice la educación para la salud, como herramienta fundamental en la prevención del uso de drogas, para que la población comprenda la necesidad de los programas de salud pública, y participe activamente en la toma de decisiones para su puesta en marcha, y dé soporte a las medidas que comprendan. También, lo es para promover los cambios ambientales y sociales que fueran necesarios para que el cambio de conducta pueda llevarse a cabo y mantenerse.

 

Palabra clave: Educación para la salud. Drogas.

 

Abstract

 

The consumption of drugs gathers the requirements that it should show a problem of public health to be considered as high-priority amply: the prevalent of the consumption is high and it is in constant increment in the last years; they incorporate new substances, it increases the consumption of illegal substances, it diminishes the beginning age in its use and you ends up living problems to earlier ages, the consequences for people and for the society they are serious, so much in sanitary terms as socioeconomic, and the solution of the problem escapes from the capacity of affected people, should be assumed by the society. Everything, it makes that it emphasizes the education for the health, as fundamental tool in the prevention of the use of drugs, so that the population understands the necessity of the programs of public health, and participate actively in the taking of decisions for her setting in march, and give support to the measures that you/they understand. Also, it is it to promote the environmental and social changes that were necessary so that the behaviour change can be carried out and to stay.

 

Key words: Education for the health. Drugs.

 

 

Educación para la salud y drogas

 

El problema de producción, tráfico y consumo de drogas ha adquirido tal magnitud que se ha convertido en un fenómeno social que amenaza la estabilidad de las instituciones sociales, políticas y jurídicas. El problema del abuso de drogas, tales como: el alcohol, el tabaco y otras sustancias que producen dependencia ha alcanzado estadísticas significativas alarmantes, considerándose como un problema de salud pública prioritario dadas las circunstancias que ocasiona, produce desajustes personales, familiares, escolares y sociales. Mediar esta problemática involucra a todos por igual, pero fundamentalmente implica la participación de los principales agentes de socialización: familia, escuela, centro de salud y enfermería comunitaria, grupos culturales, comunidad, otros para la aplicación de medidas preventivas en las etapas educativas de la infancia, adolescencia y juventud.

 

En este sentido Sánchez, M: y Ramos, E. (2000), destacan que: “La educación se ha constituido en un valor de la comunidad que le ofrece la capacidad de enfrentarse, individual o colectivamente a comportamientos, estilos de vida y medio ambiente en un sentido amplio” (p. 155). Entre muchos de los objetivos que tiene la educación sobre drogas es promover una mejor comprensión de los problemas causados. Educar en drogas, requiere además, de información, transmisión de valores, actitudes, creencias y desarrollo de habilidades concretas opuestas al consumo y abuso de drogas.

 

Es importante tener en cuenta que la vida del hombre se caracteriza por desarrollarse en sociedad y, que es precisamente ésta convivencia la que permite la educación, siempre que una generación adulta convive con una generación joven, le traspasa su saber acumulado y esto constituye la realidad de la educación, el hecho concreto de que una persona reciba de otra una acción modeladora. En este sentido, Sánchez, M., Ramos, G., y Marset, P. (1998), hacen referencia a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que concede importancia al papel de la educación debido a que: “Constituye la base sobre la que se desarrolla el potencial del individuo y sobre la que se establece la participación en la vida social, también subraya el particular cometido de la educación para la salud” (p. 500).

 

En el marco de estas consideraciones, desde hace algunos años la educación y particularmente la educación para la salud ha venido adquiriendo mayor trascendencia en el ámbito de la aplicación de estrategias para el logro de los fines de la salud en un contexto universal, donde los problemas de salud como parte de un proceso histórico, han de ser tratados para proponer soluciones efectivas en tanto que participativas mediante acciones educativas, puesto que como lo señala Davini, M. (1995), la educación “Es un proceso continuo que acompaña y atraviesa la vida del hombre, la cual se desarrolla en distintos ámbitos y agencias sociales más allá de las instituciones escolares y académicas específicamente dedicadas a la enseñanza” (p. 13). 

 

En este orden de ideas, el origen de todo proceso educativo debe buscarse, en la sociedad, en sus valores e intereses, en sus necesidades y aspiraciones, que son las que en última instancia dan sentido a la praxis educativa. Al respecto el IX Plan de la Nación, citado por Ramos C., M. (1998), expone “La educación debe dar respuesta a la generación de ciudadanos deliberantes y participativos, capaces de comprender y operar modificando su entorno de vida y trabajo, que propicien la convivencia, la responsabilidad, la solidaridad y el acuerdo” (p. 23).

 

La educación fomentará el desarrollo de una conciencia ciudadana para la conservación, defensa y mejoramiento del ambiente, calidad de vida y el uso racional de los recursos y contribuirá a la formación y capacitación de los recursos humanos necesarios para el desarrollo de la sociedad.

 

En tal sentido, según Ramos C., M. (ob.cit), comenta que: “Es un proceso social, implica el proceso de socialización, de comunicación al hombre del conjunto de saberes, habilidades y sobre todo valores que la persona necesita para vivir en sociedad, y que debe transmitirse a través de la educación” (p. 38). La educación entonces contribuye a formas de cambio social progresivas.

 

En el mismo orden, la Declaración de la Conferencia Internacional de Promoción de la Salud (1992), realizada en Bogotá, destaca que: “…la transferencia de conocimientos, la información y la promoción son instrumentos para la participación y los cambios de los estilos de vida de las comunidades” (p. 139).

En este sentido, se debe entender que la educación para la salud motiva y orienta a las personas a desarrolla, reforzar, modificar o sustituir conductas por aquellas que son más saludables en lo personal, lo familiar y lo colectivo, y en su relación con el medio ambiente.


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Educación para la Salud

 

Afirman Greene, V., y Simón – Morton, B. (1998), que: “La educación para la salud es cualesquiera combinación de experiencia de aprendizaje diseñada para facilitar las adaptaciones voluntarias de la conducta, que conduzcan a la salud” (p. 30). Entonces, la educación para la salud se asume vinculada a una transferencia de saberes para promover comportamientos favorables a la salud.

 

Asimismo, Sánchez M., A., Ramos G., E, y Marset C., P. (ob.cit), refieren lo dicho por expertos de la OMS, quienes al tratar el tema de la educación para la salud, la definen como acciones educativas dirigidas “Al individuo, con el objeto de modificar los hábitos insanos que hubiere adoptado y promover los cambios ambientales y sociales que fuesen necesarios en sentido favorable para que el cambio de conducta pueda llevarse a cabo y mantenerse” (p. 500).    

 

En consecuencia, en la actualidad se plantea que la educación para la salud debe estar en concordancia con el concepto de educación para la vida y la defensa de la salud. Se deduce que la función docente del profesional de enfermería comunitaria provee una serie de conocimientos que deben lograr un proceso de transformación hacia la práctica. Para lograr el éxito en su rol educativo, requiere conocimientos sobre la teoría curricular aplicada a la educación para la salud.

 

A ello se refieren los precitados, Sánchez M., A., Ramos G., E., y Marset C., P. (ob.cit), cuando enfatizan que: “Existe aprendizaje cuando una persona responde ante una situación de una forma nueva, manteniéndose la nueva respuesta en situaciones semejantes” (p. 462). Sin embargo, los teóricos dan diferentes explicaciones al papel del pensamiento, desde diferentes concepciones, es así como el conductismo representado por figuras como Pavlov y Watson (El condicionamiento Clásico), Thomdike y Skinner (El condicionamiento operante), Bandura (El condicionamiento vicario). Los cuales otorgan especial importancia a los estímulos ambientales y a las respuestas observables, y según Acosta, M. (1997), consiste en el “Establecimiento de relaciones significativas (contiguas) entre algún estímulo y alguna respuesta, lo cual gracias a su repetición o a sus efectos sobre el organismo, conduce a la instalación de nuevas respuestas o conductas en el repertorio de la persona” (p. 36). De acuerdo con el autor, la repetición en la avocación estímulo – respuesta constituye el factor de instalación del tipo de conducta condicionada.

 

Por otra parte, en el cognitivismo, los teóricos creen que el aprendizaje tiene lugar cuando las personas actúan e interactúan con el entorno dando sentido al mundo, como seres vivos, iniciadores de experiencia y buscando información para resolver problemas, reorganizando lo que ya saben para lograr un nuevo aprendizaje. Representado por los psicólogos de la forma Gestalt, Bruner (el aprendizaje por descubrimiento) y Ausubel (El aprendizaje significativo).

 

De manera tal que, los psicólogos de la forma Gestalt, citado por Campo, P. (2004), refiere que “El aprendizaje se encuentra influido por lo que ya sabemos. Se centra en la percepción, es decir, en la forma en que las personas interpretan la información que reciben a través de los sentidos” (p. 465). Se infiere que la información transferida a través de la educación para la salud, será percibida de manera distinta por cada uno de los participantes en función de sus experiencias previas.

 

Igualmente, Bruner, citado por Campos, P. (ob.cit), afirma que “...la actividad mental tiene la capacidad de reordenar y transformar lo dado, de forma que el sujeto tiene la capacidad de ir más allá” (p. 465). En este orden de ideas, una persona aprende mejor si se hace un recorrido inductivo, al ir de lo particular a lo general, y por ensayo y error, estando así, en capacidad de analizar, comparar, asociar, categorizar y exteriorizar el aprendizaje en forma de conducta aprendida.

 

Ausubel, D., Novak, J., Hanesian, H. (1998), refieren que “...el aprendizaje significativo es importante porque es el mecanismo humano por excelencia que se utiliza para adquirir y almacenar la vasta cantidad de ideas e información representada por cualquier campo de conocimiento” (p. 57). En este sentido, el aprendizaje significativo reside en que las nuevas ideas son reconocidas e interpretadas en función de las experiencias previas.

 

Las Drogas

  

Por otra parte, no cabe duda de que existen hoy motivos suficientes para dirigir nuestra atención hacia el fenómeno de las drogas, resulta evidente que las drogas y sus efectos son de tremenda actualidad, basta hojear los índices de las publicaciones especializadas, leer los datos sobre su consumo o simplemente examinar someramente las noticias difundidas casi constantemente por los medios de comunicación. Cuando se menciona el término “Droga” automáticamente nuestra mente es dirigida hacia aquellos individuos que consumen de manera variada y en forma clandestina cualquier tipo de sustancia prohibidas por la ley.

 

Según la definición de la Real Academia de la Lengua, citada por el Folleto Las Drogas un viaje sin regreso (2000), drogas es “El nombre genérico de ciertas sustancias minerales, vegetales o animales, que se emplean en la medicina, en las industrias o en las bellas artes” (p. 2). Es decir, el concepto de droga tiene aquí un significado tan amplio, que se haría interminable la relación de productos que merecen este calificativo, además todos tienen en común un principio de utilidad, unas veces en sentido terapéutico, otras, como medio para obtener un rendimiento, y finalmente como agente a través del cual se muestra la capacidad artística del ser humano.

 

Evidentemente, que no son estos los sentidos que tiene la palabra droga, tanto en el lenguaje vulgar, como en el profesional. Las que interesan para este estudio, son las denominadas psicotrópicas, sustancias naturales o sintéticas que introducidas en el organismo, producen una serie de manifestaciones: modifican las sensaciones y percepciones, la actividad mental, la conducta, el estado de ánimo, la ideación o el juicio. Es decir, tiene efectos sobre el psiquismo.

En palabras de Salleras, S. (1998), las drogas son “Sustancias que sean o no medicamentos, son utilizados con intención de actuar sobre el sistema nervioso central, con el fin de conseguir un mejor rendimiento intelectual o físico, con ganas de experimentar nuevas sensaciones o modificar estado psíquico del individuo” (p. 1264).

 

En este contexto, se deduce que droga es cualquier sustancia que sea utilizada con la finalidad primordial de conseguir una auto gratificación. Expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1999), afirman que: “El nombre de droga resulta aplicable a toda sustancia, terapéutica o no, que introducida en el cuerpo por cualquier mecanismo (inhalación, ingestión, fricción, administración parenteral, intravenosa, otras), es capaz de actuar sobre el sistema nervioso central, y provocar su alteración” (p. 1). Considerando lo citado, su capacidad de crear alteración en el consumidor, es precisamente una de las características más importantes a la hora de definir una sustancia como droga.

 

Por su parte, Monografías.com (2004), refiere que las drogas son: “Aquellas sustancias cuyo consumo puede producir dependencia, estimulación o depresión del sistema nervios central, o que dan como resultado un trastorno en la función del juicio, del comportamiento o del ánimo de la persona” (p. 3). En otras palabras, estas sustancias actúan en el sistema nervioso central el cual, es la estructura más delicada y el más importante que tiene el ser humano, y si estas sustancias actúan sobre estas estructuras dañándolas, perjudicándolas, indudablemente que van a constituir un elemento grave y peligroso para la colectividad, para la salud individual y lógicamente para la salud pública.

En general, las drogas provocan distintos efectos en el organismo y es importante señalar que no todas las drogas corresponden exactamente a una categoría determinada, destacamos por ello, la clasificación de las drogas según sus efectos sobre el sistema nervioso central: drogas depresoras, estimulantes, alucinógenas e inhalantes.   


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Así, se ha verificado que, las sustancias clasificadas como depresoras, tienen un potencial de adición y dependencia tanto física como psicológica. Las más importantes de este grupo: alcohol etílico, opiáceos, heroína, morfina, tranquilizantes, hipnóticos. Según Stoppard (2000), se refiere a la droga depresora: “…la que altera la mente y el cuerpo y calma el dolor” (p. 82). En efecto, sus propiedades son básicamente opuestas a las drogas estimulantes, y actúan retardando el sistema nervioso central.

 

También, Monografías.com (2004), refiere que los efectos de las drogas depresoras son: “…indiferencia emocional, sin alterar la percepción ni las funciones intelectuales, vértigo, letargia, pérdida de reflejos, falta de respuestas a los estímulos, arritmia cardiaca, lesiones en el hígado o en los riñones, hipotensión, colapso circulatorio, náuseas, erupciones cutáneas, neuralgias” (p. 5).

 

Igualmente el Folleto Las Drogas, Viaje sin Regreso (2000), afirma que las drogas depresoras son: “Utilizadas contra la ansiedad y su uso prolongado produce trastornos del habla, somnolencia, vértigo y problemas gastrointestinales” (p. 15).

En consecuencia, es necesario implementar acciones educativas preventivas, propiciar relaciones humanas donde se ejerciten el apoyo y las solidaridad, promover y fortalecer relaciones que puedan constituirse en recursos protectores en caso de crisis.   

 

Por su parte, las drogas estimulantes aceleran el funcionamiento del cerebro, activando el estado de alerta y el tono vital del usuario. Podemos destacar las siguientes: tabaco, cocaína, anfetamina, cafeína, éxtasis. Stoppard, M. (2000), refiere que los efectos de los estimulantes son: “Euforia y bienestar. El estrés y la ansiedad desaparecen. Incrementa el nivel de energía, causa deseos de estar activos, charlar, bailar y reír. Se pierden las inhibiciones. Los efectos físicos incluyen, dilatación de las pupilas, aumento del ritmo cardiaco y respiratorio” (p. 75).

 

La peligrosidad del uso de los estimulantes, se debe a que crean una gran dependencia y considerables daños al organismo, justificándose así las medidas que internacionalmente se toman contra su tráfico, además de las medidas de prevención para mediar situaciones actuales de abuso y uso de drogas.

 

Asimismo, las drogas alucinógenas tanto naturales como sintéticas, son sustancia que inducen a un estado de excitación del sistema nervioso central, manifestado por alteraciones en el estado de ánimo, generalmente eufórico, pero también, en ocasiones depresión severa. Los sentidos del tiempo, dirección y distancias se desorientan bajo los efectos de los alucinógenos. Son drogas que provocan alteraciones psíquicas que afectan a la percepción de la realidad objetiva.

La palabra alucinógeno hace referencia a una distorsión en la percepción de visiones, audiciones y sensaciones irreales. Se consideran productos psicodélicos que inhiben los mecanismos de defensa del yo. Entre estas drogas se menciona el LSD (ácido lisérgico), cannabinoides, hongos, tripas y ketamina.

 

La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (1997), enfatiza que “Los alucinógenos son sustancias capaces de provocar en el sujeto que las consume alteraciones de la percepción (ejemplo: delirios y alucinaciones)”· (p. 49). Las alucinaciones que se experimentan pueden cambiar de extrañas y curiosas a terroríficas.

 

De igual manera, la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (ob.cit), señala los efectos de los alucinógenos, “Sensaciones de mayor agudeza visual, colores más brillantes, dificultad de concentración, de control del pensamiento. Presencia de alucinaciones. Experiencias místicas, profundo sentimiento de alegría, de paz. No hay datos contundentes en cuanto a los efectos físicos producidos por su consumo“ (p. 52). Por consiguiente, la educación para la salud debiera ser permanente y continua dentro de una ambiente social y dinámico en el que confluyen la familia, la escuela y la comunidad.

 

Nelero, J: y Ortiz, M. (2004), señalan que los inhalantes son drogas que: “distorsionan el funcionamiento del cerebro, dando lugar a alteraciones perceptivas tales como desórdenes sensoriales” (p. 1789). La mayoría de los disolventes son sustancias volátiles, es decir, despiden vapores al entrar en contacto con el aire. Estos comprenden una amplia variedad de artículos domésticos, como aerosoles, líquido corrector, pinturas y esmaltes para uñas. La Fundación José Félix Rivas (2004), menciona entre los efectos de los inhalantes: “Pérdida del contacto con el ambiente, comportamiento violento, náuseas, vómitos, alteración en la habilidad para pensar y actuar, insuficiencia cardiaca, hasta producir muerte súbita, alteración del ciclo menstrual, disminución del conteo y la movilidad de los espermatozoides en los hombres” (p. 339).

 

Reflexionando lo antes expuesto, se comprende que la educación para la salud es fundamental y juega un papel básico en la protección de niños y jóvenes contra el uso indebido de drogas.

 

Cabe agregar los efectos de las drogas en la familia, con frecuencia los miembros de la familia cesan de actuar en forma funcional cuando tratan de lidiar con los problemas producidos por la droga, en un ser querido, algunos niegan que exista algún problema, bloqueando sus propios sentimientos. Otros, de los miembros de la familia tratan de encubrir los errores cometidos por el adicto a la droga. El encubrimiento ocurre cuando un miembro de la familia rescata al adicto o le ayuda en la obtención de la droga. Sin duda, la droga puede controlar la vida del adicto y la conducta de los miembros de la familia, por ende, la familia debe buscar ayuda y tratamiento para su salud emocional.

 

Es importante, a su vez, informar sobre los efectos que las drogas producen en la estructura y organización de la sociedad. Al respecto, Becerra, R. (1999), dice: “Hay aumento de las demandas en los servicios de salud, incremento de la seguridad ciudadana por delitos contra la propiedad, agresiones, desorden público, conflictos raciales, marginalidad, presencia del crimen organizado a través de las redes de narcotraficantes, otros” (p. 280). Esto explica la necesidad de que la prevención del consumo de drogas sea tarea de todos, profesionales de la salud, profesionales de la enfermería, administradores, instituciones educativas, asociaciones, colectivos, familia.

 

En atención a la problemática, la dependencia es otro de los contenidos de la educación para la salud, referida a la drogadicción. Diferentes autores, están de acuerdo en que dependencia es una pauta de comportamiento, donde se da prioridad al uso de sustancias psicoactivas frente a otras conductas consideradas en otros momentos como más importantes.

 

Dependencia

 

La dependencia, en términos de droga puede definirse como el estado originado por la administración o consumo repetido de una sustancia en forma periódica o continua, la dependencia varía con la naturaleza de la droga, que puede ser de índole morfínico, cocaínico, cannábico, anfetamínico, etc., la misma puede clasificarse en dependencia psicológica, definida por Ortiz de Anda, M., y Melero, J. C. (1996), como “Capacidad de una droga para promover un deseo apremiante de experimentar sus efectos” (p. 1328). Tales efectos pueden identificarse a partir de emociones positivas, por ejemplo, relación, desinhibición por emociones negativas que le permite al consumidor, regir, por ejemplo: aburrimiento, timidez, etc.

 

Esta vez, Ortiz de Anda, M., y Melero, J. C. (ob.cit), hacen referencia a la dependencia física, señalando que se da cuando: “el uso frecuente de una droga genera una adaptación fisiológica, por lo que el funcionamiento orgánico de la persona se ve alterado si no se administra la sustancia” (p. 1328). De igual manera, cuando la dependencia física se establece y se interrumpe el uso de la droga, se presenta el llamado síndrome de abstinencia, conjunto de síntomas psicofisiológicos que se manifiestan cuando la persona físicamente dependiente de una droga, deja en forma brusca de consumirla. Los signos y síntomas que el síndrome representa pueden ser muy variados y pueden derivarse hasta en un cuadro clínico de gravedad.

 

Por consiguiente, es importante que las comunidades, las escuelas y la familia trabajen en equipo para detener el uso y abuso de las drogas, o por lo menos disminuir su consumo o proteger los espacios y los grupos sanos, donde todavía no ha llegado. Por ello, se hace necesario conocer la palabra prevención.


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Prevención       

 

Conforme Bulacio y otros (1988), la palabra prevención designa la acción de prever. El prefijo “pre” significa antes, aquí en sentido cronológico, temporal “Ver” implica la mirada. Prevención implica “ir a los hechos antes que estos ocurran”. Por otro lado, la Comisión Nacional contra el uso ilícito de las drogas (Conacuid, 2004), plantea que la prevención significa estar capacitado y dispuesto a evitar los riesgos y las consecuencias que un problema pueda producir.

Además, es el proceso mediante el cual el ser humano, individual o colectivamente, se interesa y adquiere en su formación la capacidad para anticiparse a los problemas con respuestas creativas y ajustadas a la realidad a fin de evitarlos. Esto hace que se enfatice la prevención como una herramienta fundamental con la que evitar o retrasar el abuso de drogas.

 

En este orden de ideas, la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción (1997), señala que los objetivos más importantes de la prevención son: “Educar a los individuos para que sean capaces de mantener relaciones responsables contra las drogas. Modificar aquellas condiciones del entorno socio cultural que favorezcan el aprendizaje del comportamiento del uso de drogas. Ofertar alternativa válida ante el problema” (p. 32). Entonces, se puede afirmar que, la prevención es la alternativa válida ante el problema, si la entendemos como el conjunto de acciones y medidas tendentes a evitar que el hecho se produzca o aumente.

 

También, según la forma en que se aborde el consumo de drogas, se pueden distinguir dos modalidades de prevención, específica e inespecífica. La modalidad inespecífica se centra en programas generales de la salud, alternativas de ocio y tiempo libre, fomento de los servicios sociales, otros. Es decir, a través de diferentes propuestas, se intenta potenciar actividades que son positivas en sí mismas, y de las que se puede esperar que ayuden a disminuir conductas insanas respecto al consumo de drogas.

 

Ahora bien, la modalidad específica viene conformada por el conjunto de estrategias que se enfocan de una manera directa y manifiesta a la cuestión “drogas”. De acuerdo con la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción (1997), se distinguen tres niveles de prevención en función de la relación que el consumidor establece con la sustancia, se distinguen: “Primaria, con respuestas de acción antes de que la persona tenga contacto con la droga. Secundaria, acciones dirigidas a colectivos donde ya se ha detectado el uso de drogas. Terciaria, alude al tratamiento y a la rehabilitación” (p. 34).

 

Es obvio entonces, que el nivel primario de prevención protege la salud con el fin de evitar el problema relacionado con el consumo de drogas, el nivel secundario intenta que no se originen adicciones o consumos problemáticos y el nivel terciario es el responsable de paliar las consecuencias asociadas al consumo e impide el aumento del problema. Ahora, la educación para la salud está direccionada a fortalecer actuaciones del primer nivel de prevención para promover comportamientos favorables a la salud.

 


Reflexiones   

 

  1. La educación para la salud es una disciplina colateral a la promoción de la salud y a la prevención de la enfermedad en todos sus niveles y acompaña a la persona, individual y grupalmente, a lo largo de toda su vida.
  2. La educación para la salud en torno a la drogodependencia tiene funciones que incluyen desde la detección precoz hasta la rehabilitación. No obstante, lo más interesante son los esfuerzos encaminados a evitar la adicción. Las actividades suelen ir dirigidas a la juventud y a la adolescencia, cuando en realidad, según indica la evolución de los porcentajes de edad de inicio, se debería prestar más atención a los chicos y chicas de entre ocho y diez años, ya que es ésta la edad de mayor riesgo de contacto.
  3. El educar a la familia sobre las características y el alcance de los problemas que genera el tráfico y el consumo de drogas, llevará a fortalecer los valores de responsabilidad, solidaridad, convivencia y reforzar los aspectos inherentes a la lucha contra las drogas.
  4. Las drogodependencias no son sólo un problema sanitario, sino que, fundamentalmente, son un problema social, por lo que serán necesarias en la lucha contra las drogas, intervenciones sociales y políticas, basadas en valores, las cuales no deberán incidir sólo sobre la persona, sino también sobre el conjunto de la sociedad.
  5. Es importante el trabajo en equipo entre las comunidades, las escuelas y la familia para detener el uso y abuso de las drogas, o por lo menos, disminuir su consumo o proteger los espacios y a los grupos sanos, donde no ha llegado.  

 

 

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