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Abuso sexual infantil. Enfoque bioetico del maltratador
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Autor: Dr. Nahim A. Pérez Ortiz
Publicado: 13/08/2009
 

El presente trabajo de monografía, trata de plantear el Abuso sexual infantil desde una perspectiva bioética en relación al maltratado o abusador sexual infantil, desde los cuatro principios universales de la Bioética: BENEFICENCIA, AUTONOMÍA, JUSTICIA Y NO MALEFICENCIA. Objetivo: sugerir un cambio de paradigma en relación a la atención del niño maltratado como lo es la atención médica integral de dicha patología incluido su agente causal, como lo es el maltratador, en este caso el abusador sexual. Material métodos: revisión bibliográfica y aproximaciones teóricas y reflexión final. Basado en la experiencia de atención de niños maltratados y abusados en el Hospital “Dr. Adolfo Prince Lara”, de Puerto Cabello, Estado Carabobo, Venezuela. La Conclusión es una reflexión sobre el cambio de abordaje del Síndrome del Niño Maltratado, donde se incluye el Abusador Sexual Infantil como parte vital en la conducta, tratamiento y prevención de esta patología que es un verdadero problema de salud pública universal.


Abuso sexual infantil. Enfoque bioetico del maltratador.1

Abuso sexual infantil: enfoque bioético del maltratador

 

Autor: Nahin A. Pérez Ortiz. Especialista en Pediatría. Universidad de Carabobo, Facultad de Ciencias de la Salud (Profesor Agregado). Hospital “Dr. Adolfo Prince Lara”, Puerto Cabello. (Jefe de Departamento de Pediatría)

 

Resumen

 

El presente trabajo de monografía, trata de plantear el Abuso sexual infantil desde una perspectiva bioética en relación al maltratado o abusador sexual infantil, desde los cuatro principios universales de la Bioética: BENEFICENCIA, AUTONOMÍA, JUSTICIA Y NO MALEFICENCIA. Objetivo: sugerir un cambio de paradigma en relación a la atención del niño maltratado como lo es la atención médica integral de dicha patología incluido su agente causal, como lo es el maltratador, en este caso el abusador sexual. Material métodos: revisión bibliográfica y aproximaciones teóricas y reflexión final. Basado en la experiencia de atención de niños maltratados y abusados en el Hospital “Dr. Adolfo Prince Lara”, de Puerto Cabello, Estado Carabobo, Venezuela. La Conclusión es una reflexión sobre el cambio de abordaje del Síndrome del Niño Maltratado, donde se incluye el Abusador Sexual Infantil como parte vital en la conducta, tratamiento y prevención de esta patología que es un verdadero problema de salud pública universal.

 

Palabras Clave: Maltrato infantil, abuso sexual, abusador sexual infantil, bioética.

 

Summary

 

The present I work of monograph, the bioética in relation has to do with the battered or presenting the infantile Sexual Abuse from a perspective abusive sexual infantile, from four universal beginnings the Bioética: BENEFICENCE, AUTONOMY, JUSTICE And NO MALEFICENCE. Objective: Suggesting a change of paradigm in relation to the battered child's attention I eat is it integral medical attention of the aforementioned pathology once his causation was included, as the maltratador is it, in this case the sexual abuser. Material methods: Bibliographic revision and theoretic approximations and final reflection. Based in battered and abused children's experience of attention at the Hospital “ Dr. Adolph Prince Lara ”, of Puerto Cabello, Carabobo state, Venezuela. The Conclusion is a reflection on the change of boarding of the Syndrome of the Battered Child, where the Abuser Sexual Infantil like vital part in the conduct, treatment and prevention of this pathology are included that a true problem becomes of universal public health.

Key words: Infantile mistreatment, sexual abuse, sexual infantile abuser, bioética.

 

Introducción

 

El abuso sexual es una forma de maltrato infantil. Es un hecho real en nuestra sociedad. Es más común de lo que mucha gente piensa.

 

Besten, B., señala que varios estudios han demostrado que los autores de los abusos sexuales son hombres “completamente normales” de todas las edades y estratos sociales. (1)

 

La solución para el problema de un niño maltratado desdichadamente, no se encuentra en un hospital. El espectro del problema va mucho más allá, pues se extiende a todas las sociedades y a todas las naciones, y no solo deben ser responsabilidad del médico en general y del pediatra en particular, sino también de legisladores, penalistas, clérigos, gobernantes, en fin del hombre en general.

 

Por otro lado, enjuiciar o encarcelar a los culpables de maltrato de los niños, bien sea algún progenitor o cualquier otro adulto, no deja de ser una solución a medias, ya que si es el padre o la madre quien agrede al menor es por lo general quien mantiene económicamente a la familia y al privarlo de su libertad se agregaría un problema más grave, como la disgregación familiar, con todas sus terribles consecuencias. (2).

 

La bioética se relaciona directamente con los derechos individuales como el derecho a la vida, la salud y la dignidad de la persona humana, materia todavía central de la ética médica tradicional. (3).

 

La bioética al estilo de Potter, nos habla del estudio de la conducta humana en área de las ciencias, la vida y del cuidado de la salud, a la luz de los valores morales y principios. Entonces, sin tratar de manera alguna de restar importancia al paciente pediátrico abusado sexualmente, podríamos trasladar este enfoque Potteriano al maltratador y pensar en su conducta, en su vida, en su salud, en fin como persona causante de una patología, pero portador en sí mismo de una alteración en grado variable, determinada en base a prejuicios o una observación objetiva basada en principios bioéticos como el de justicia, autonomía, beneficencia y no maleficencia.

 

El abuso sexual infantil no es una entidad nueva, es antigua y universal sin fronteras en el tiempo ni en la geografía, ni siquiera en la cultura y la sociedad, nuestro país no se escapa a tan estigmatizante flagelo, tampoco pasa por alto al estado Carabobo y por si pareciera poco Puerto Cabello y zonas vecinas, áreas de influencia del Hospital “Dr. Adolfo Prince Lara”, centro donde trabajo, acá hemos encontrado cifras altas de maltrato infantil y de abuso sexual en niños, expuestas en congresos de pediatría y jornadas regionales.

 

Se impone, entonces, un cambio de paradigma difícil, pero que a la luz de la bioética tenemos que hacer y nuestra visión hacia el Maltratador deberá ser diferente a la luz de los principios universales de la misma.

 

Marco Teórico:

 

«BIOÉTICA» (del griego «bios », vida y «ethos», ética) es un nombre nuevo, utilizado por vez primera por el médico oncólogo de Wisconsin (USA) VAN RENSSELAER POTTER en su libro: “BIOETICA: UN PUENTE AL FUTURO” en el que propone la siguiente definición: «Es el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias humanas y de la atención sanitaria, a la luz de valores y principios morales».(4)

 

La Bioética tiene 4 Principios aceptados a nivel mundial: BENEFICENCIA, AUTONOMÍA, JUSTICIA Y NO MALEFICENCIA.

 

El abuso sexual es una forma de Maltrato Infantil, "consiste en los contactos o interacciones sexuales entre un adulto y un niño o de otra persona, que puede ser un menor de 18 años de edad, cuando es netamente mayor que la víctima o cuando está en situación de poder o de control sobre la misma. (5).

El Dr. Eliexer Urdaneta expresa: “El maltrato infantil es una enfermedad del adulto”. (3).


 


Abuso sexual infantil. Enfoque bioetico del maltratador.2

Según la publicación federal Child Maltreatment 2002, la tasa de maltrato infantil fue de 12,3 por 1000. El abuso sexual representó para ese año el 9,9 %. (6).

 

Actualmente hay 10 millones de niños explotados sexualmente en el mundo y América Latina aporta una cifra considerable de ellos.

 

Determinar con precisión la población de niños explotados sexualmente en la región latinoamericana y del Caribe no es una tarea fácil. (3) En Venezuela hay aproximadamente 40.000 niños en esta actividad. Besten B., menciona: sería que los autores de los abusos sexuales son hombres "completamente normales" de todas las edades y estratos sociales; más frecuentes en las niñas; violencia física y mental que el niño no comprende su gravedad; más frecuente en la relación hombre-niña. El autor proviene mayormente del entorno social del niño. Siempre lesiona el desarrollo del niño. Generalmente se prolonga en el tiempo; que no siempre es fácil de establecer, aunque el niño puede advertir cuando la situación se le hace desagradable. (1)

 

Para AVESA, la mayoría de los abusadores son personas conocidas, un familiar, un amigo de la familia de la persona agredida, de quien nadie sospechará. (7).

 

Puedo afirmar entonces que un ser abusador sexualmente de niños es un Dasein que perdió su ser y que su voluntad de abusar lo deshumanizó del propósito original de su existencia, como lo concibió el ser supremo en la génesis de la humanidad. Su tranquilidad, si es que la tiene, es sinónimo de una caída no angustiante frente a su deformante conducta ante los seres más indefensos e indefendibles como son los niños. Asumió que esos valores le dan significado a su vida y por lo tanto no puede dejar a un lado su inclinación a la lisis de una persona apenas asomada al mundo como los menores de edad. (8).

 

Pérez N. y Chirinos, R, reportan que: “Los Adultos representaron los maltratadores de mayor frecuencia, 69,7 por ciento y de ellos los Padres fueron los que cometieron más abuso sexual con un 23,3 por ciento. Los Amigos (20,9 por ciento) y los Parientes (no padres) (20,9 por ciento) fueron los más frecuentes en un 41,8 por ciento. Los Padres y Parientes representan el 37,2 por ciento de todos los abusadores. Los Desconocidos o no denunciados representan el 18,6 por ciento de todos los abusadores. Y los Padrastros ocupan la menor proporción en un 9,3 por ciento.”(9).

 

Si bien, hay coincidencia en que resultaría tranquilizador el contar con un claro perfil del abusador sexual, no se puede desconocer que los perfiles movilizan ideologías y que, reducir la figura del abusador a un perfil, implica simplificar en exceso la temática. Por otro lado, si no existe un perfil, cabría preguntarse: ¿somos todos o todas entonces abusadores en potencia? Si bien hay quienes así lo afirman, hay también quienes lo niegan y construyen distintas descripciones. (10).

 

ABORDAJE TEMÁTICO:

 

Cada vez que nos enfrentamos al Síndrome del Niño Maltratado, específicamente al Abuso Sexual Infantil, nuestro esfuerzo va dirigido casi exclusivamente o mejor dicho únicamente a nuestro paciente pediátrico abusado. En la historia debe aparecer el abusador o maltratador y por ello lo mencionamos, recogemos sus datos y lo colocamos como una lápida inscrita para la posteridad.

Plantearemos un enfoque bioético del Maltratador, basado en los 4 principios fundamentales, descritos por Beauchamp y Childres.

En el respeto a la Autonomía de un abusador sexual infantil, de su decisión deliberada de pensar y actuar de esa manera.

Ahora bien, un abusador es una persona digna de ser respetada, aunque creamos que su autonomía se perdió al cometer el abuso, jamás nadie perdería el hecho de ser respetado aunque se encuentre en condiciones señaladas por nuestra cultura o sociedad como de infrahumanas. Nos debemos colocar en una posición diferente a la que hasta ahora hemos venido ocupando, los evaluadores de niños abusados y los enjuiciadores de los abusadores.

Si lográramos entender como lo menciona Emans y et al, que la desviación sexual casi siempre comienza en la adolescencia, y antecede a cualquier disgregación familiar o disfunción de la vida madura. Se han realizado muy pocos estudios en estos individuos, aunque mucho de ellos tienen antecedentes de depresión y de haber sido sometidos a abuso sexual. Muchos otros carecen de conciencia social y de control de los impulsos. (11).

 

Por otra parte podríamos preguntar: ¿Pierde su autonomía un abusador sexual infantil? De ninguna manera y es tiempo que comencemos por internalizar esta idea, de pregonarla, de enseñarla y ponerla en práctica. Porque de esta manera se nos va quitando la excusa de acusarlo, de prejuzgarlo y entonces vamos haciendo un lugar de respeto, de consideración, de pensar más en el, de valorarlo más, a pesar de lo que hace; a concientizarnos que nuestro desprecio e infravaloración no es el mejor camino ni la mejor posición ante este problema.

 

En relación al Principio de la No Maleficencia, derivada de la mala concepción que tenemos del abordaje del maltratador al no reconocer en el respeto a que da lugar como persona y ya sólo el hecho de no tratar de conocerle en su contexto intra o extrapersonal y conjeturar sobre él el riesgo de dañarle en su ser como tal es muy grande y sobre todo si tiene un nexo cercano con nuestro paciente pediátrico abusado sexualmente. Nuestros comentarios en muchísimas ocasiones siempre van cargados de insultos, desagravios y hasta palabras que amenazan con la integridad de una persona que apenas sabemos su nombre y otras veces eso ni siquiera tenemos.

 

Por consiguiente la expresión latina de: “primum non nocere” en este caso tiene mucha relevancia cuando se trata de un componente de nuestra enfermedad o de nuestra historia clínica como el del Síndrome del Niño Maltratado, toda vez que superamos lo concerniente al paciente pediátrico propiamente dicho y nos vamos hacia el abusador, no se trata de inclinar la expresión al menor abusado, porque está demás señalar lo dañino que es para él, más bien se trata de que cuando pretendamos hacer algo para el beneficio del abusado tenemos siempre que ponderar el riesgo o el daño hacia el abusador.

 

En muchos casos se ponen ante el pediatra o el médico general un supuesto abuso sexual con el propósito de lograr un diagnóstico de parte de un profesional con la finalidad de tomar acción legal contra la persona señalada como responsable de cometer el hecho, la prudencia, el sentido común y la realización de una historia clínica adecuada permitirá aproximarse bastante a lo en realidad presenta el paciente y no debemos apresurarnos a certificar un abuso sexual solamente por la vehemencia de un familiar, porque estaríamos poniendo en peligro el bienestar de alguna persona y protegiendo el delito de otra. Sobre todo cuando se trata de una familia conflictiva, no bien estructurada o con uno de los miembros sin estabilidad emocional, sicológica o mental.

 

En cuanto al Principio de Justicia que se refiere al trato con igualdad para todos. Mencionaremos que jamás se han tratado los agresores sexuales infantiles con equidad, ya lo mencionamos en el principio de autonomía, ya que creemos que porque el maltratador no respetó a nuestro paciente abusado, entonces nosotros tampoco debemos respetarlo y de esa manera creemos que hacemos justicia. Ambos tanto el niño abusado como el abusador son víctimas patológicas, sólo que por factores diferentes y eso debe orientarnos a tratarlos con el mismo respeto, visión y profesionalismo.


Abuso sexual infantil. Enfoque bioetico del maltratador.3

En ningún momento la dedicación al paciente infantil abusado no justifica la falta de atención adecuada al agresor del mismo. Si consideramos que hasta cierto punto el abusador también es un enfermo con características especiales, entonces dedicaremos una buena parte de nuestra atención al él, hasta donde sea posible, orientando bien el diagnostico del agente etiológico y de los posibles contribuyentes al hecho del abuso sexual; sobre todo si sabemos que hay factores fuera de la misma persona que lo hagan agredir sexualmente a los menores y un ejemplo bien citado es aquel de que posiblemente el actual maltratador fue abusado sexualmente también cuando era niño.

 

Tomando en cuenta éste principio todo agresor infantil debe recibir en honor a la justicia las condiciones y sanciones que particularmente, cada caso individual característico, lo merezca, en virtud de las normativas socio-culturales y legales de cada región.

 

Desde el punto de vista del Principio de Beneficencia y bajo la premisa médica de hacer el bien y proporcionar salud, un maltratador en el caso del abuso sexual infantil impone, como cuando es llevado a una mesa de cirugía algún malhechor o antisocial, independiente de su condición social, incluso legal, debe ser evaluado con los mismos principios de la profesión médica y como lo refiere la Dra. Sánchez de la Cruz, “podemos deducir que al ser los adolescentes el mayor número de abusadores, esto pueda ser debido a la impetuosidad de esta edad y el despertar de la sexualidad con bombardeo publicitario de la misma, aunado a una pobre o carente educación sexual; de igual forma podemos pensar que los abusadores en edad madura pudieron estar condicionados por el ocio y pobre grado de instrucción”. (12).

 

En el contexto de este principio todos los abusadores sexuales infantiles, entre otras características, son tributarios de función médica benéfica, vistos como un paciente y abordado como tal para recibir todos los beneficios de la ciencia médica, en sus diversas especialidades, incluido el despistaje de infecciones de trasmisión sexual, que dado sus hábitos sexuales no bien establecidos, son en la mayoría de los casos promiscuos y portadores hasta asintomáticos de estas enfermedades.

 

COMENTARIO Y REFLEXIÓN:

 

La bioética como toda una ciencia, una vez que se empieza a conocer y a aprender por lo menos algo de su contenido, de sus principios, de sus alcances, de su amplio campo, sobre todo en medicina y más específicamente en Pediatría, se redescubre una forma de pensar diferente. Cuando se aborda un tema como el del maltrato sexual infantil en relación al maltratador, aunque se haga difícil, se impone un cambio de paradigma. Muchas veces, ni siquiera al paciente pediátrico, por múltiples razones, no se le puede brindar la mejor atención posible y en este caso que tiene implicaciones sicológicas, socio-culturales y legales, cuyo manejo debe ser interdisciplinario, para el agresor mucho menos.

 

Saber que existe otro punto de vista para abordar este tema en pediatría, como un bioeticista, y sobre el tema que nos atañe en esta ocasión plantea dos reflexiones inmediatas: La primera, sobre el comportamiento hasta ahora que se ha realizado cada vez que nos ingresa un niño maltratado, cuando creíamos que nuestra labor también era la de hacer juicios a priori sobre el hecho tan abominable como un niño abusado sexualmente y condenar al responsable, aunque sea familiar o allegado del paciente. Segunda: cambiar de actitud frente al agresor y tener presente que además de lo que representa por el delito cometido, es una persona que merece nuestra atención como profesionales, con respeto, consideración, que debe ser evaluado y tratado como cualquier otra persona. Con el mismo interés científico para proporcionarle la ayuda requerida, incluso como una línea amplia de investigación médica.

 

Además de las oficinas de denuncias de Maltrato Infantil, deberían establecerse oficinas de denuncias de maltratadores, para la atención de los mismos y contar en el seno de las Instituciones Hospitalarias, así como la oficina de registros de nacimientos, una de asuntos médico-legales, de orientación social y cultural para ellos y para los pacientes en general.

 

Sobre el valor de la vida humana cito a Antonio Cruz: Dios la valora de otra manera porque es imagen suya. Por medio del concepto “imagen de Dios”, el Creador desea manifestar al ser humano que éste posee una profunda dignidad. El hombre y la mujer no son el simple producto del azar, como afirma el determinismo materialista. La vida humana no es sólo un montón de moléculas que juegan a las leyes de la física y química. Pero tampoco somos ángeles caídos, superhombres o semidioses, como ciertas concepciones míticas han propuesto a lo largo de la historia. Ni ángeles, ni bestias. Tan sólo personas con dignidad de hombres por ser reflejo de lo divino. Ensalzar a la criatura humana hasta el nivel de Dios no es cristiano, pero envilecerla y degradarla a la posición del gusano o la ameba, tampoco lo es.

 

Bibliografía:

 

1.    Besten, B. ABUSOS SEXUALES EN LOS NIÑOS. Barcelona, España. Empresa Editorial herder S. A. Colección Resortes. 1997, p 17 –119.

2.    Molina, C.L., Carrera-Tarazona, G., Gamboa, A. G., Urdaneta –Morales, A., Valero, J., Urdaneta-Contreras, A y Urdaneta-Carruyo, E., OTRA FORMA DE VIOLENCIA COTIDIANA: EL MALTRATO A LA NIÑEZ, Ponencia del II Congreso Iberoamericano y del Caribe sobre “Bioética, Axiología y Derechos Humanos” y I Seminario Internacional sobre “Desafíos éticos en un mundo global”, Tema central: “La vida en el límite”. Memorias. Mérida, Febrero, 2002, p 183 – 6.

3.    Udaneta Carruyo, E. LA NEGACIÓN DE LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS EN UN MUNDO GLOBALIZADO, Ponencia del II Congreso Iberoamericano y del Caribe sobre “Bioética, Axiología y Derechos Humanos” y I Seminario Internacional sobre “Desafíos éticos en un mundo global”, Tema central: “La vida en el límite”. Memorias. Mérida, Febrero, 2002, p 74 – 85.

4.    Cruz, A., BIOÉTICA CRISTIANA, Una propuesta para el tercer milenio. Editorial clie. 1999. p: 16,17, 22-24, 50, 56, 314, 317.

5.    Paradise, J. VALORACIÓN MÉDICA DEL NIÑO QUE HA SUFRIDO ABUSO SEXUAL. Clínica pediátrica de Norteamérica. Vol. 4/1990. El niño maltratado. Mcgraw-Hill Interamericana Editores S. A. México. 1990. p: 889 – 911.

6.    Sirotnak, A, P., Grigsby, T., Krugman, R. D., MALTRATO FÍSICO INFANTIL, Ped. Rw. E. P. Vol. 26, No. 2 – Abril 2005, p: 50 – 65.

7.    Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa, AVESA. Congreso de la República, Comisión Bicameral para los Derechos de la Mujer. (1997) Programa de Atención a Víctimas de Violencia Sexual. Cartillas para la educación y reflexión. Tema: ABUSO SEXUAL INFANTIL. Caracas, AVESA.

8.    Pérez, N., “ABUSO SEXUAL INFANTIL: CRISIS ÉTICA DE NUESTRA CULTURA”, Monografía presentada al Curso Doctoral: Filosofía, Ciencia y Salud, Universidad de Carabobo. Abril 2008.

9.    Pérez, N. y Chirinos, R., ABUSO SEXUAL EN NIÑOS: INCIDENCIA EN EL HOSPITAL “DR. ADOLFO PRINCE LARA” DE PUERTO CABELLO, EN LOS AÑOS DE 1990 A 1999. Tesis de ascenso, Universidad de Carabobo. Mayo, 2000.

10.  González, E., Martínez, V., Leyton, C., Bardi, A., CARACTERÍSTICAS DE LOS ABUSADORES SEXUALES. rev sogia 2004; 11(1): 6-14

11.  Emans, S. J. H., Laufer, M. R., Goldstein, D. P., GINECOLOGÍA EN PEDIATRÍA Y LA ADOLESCENTE, McGraw-Hill Interamericana Editores, cuarta ed. 2000. Cap. 20, Abuso Sexual, p: 579-613.

12.  Sánchez de la Cruz, B., GINECOLOGÍA INFANTO-JUVENIL. Abuso sexual En Sánchez de la C. Editora. Editorial Ateproca. Caracas. 1997 p: 123 – 140.