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Tecnociencia y conciencia. Reflexion de un cirujano pediatra
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Autor: Dra. Jessica Tweeboom Marisela
Publicado: 13/08/2009
 

El ser humano se empeña en las imperfecciones, en buscar la felicidad con la creación y evolución del mundo externo olvidando su propio yo, el conocimiento y la felicidad interior. En contra de la filosofía de Aristóteles que dice: “el fin del ser humano es desarrollar su naturaleza. Con su razón, el hombre logra el conocimiento de la verdad y el bien, con ellos puede aspirar a su realización y a la felicidad”. Mediante la presente monografía se hace una reflexión profunda sobre el distanciamiento que la tecnociencia ha originado en la práctica médica pediátrica, haciendo más honda la brecha entre lo humano y la ciencia. Sin tomar en cuenta las necesidades afectivas y de seguridad que amerita el paciente (niño) y sus familiares. Ha llegado el momento de ver al paciente como una persona, con apellido y nombre de una manera integral, su cuerpo, su enfermedad, su psiquis. sus pensamientos, etc. Para lograr un verdadero efecto terapéutico exitoso. No dejemos que las máquinas dirijan nuestras conciencias.


Tecnociencia y conciencia. Reflexion de un cirujano pediatra.1

Tecnociencia y conciencia: reflexión de un cirujano pediatra.

 

Jessica Tweeboom Marisela Manuel. Cirujano Pediatra. Docente Universidad de Carabobo Valencia. Venezuela

Nahin Antonio Pérez Ortiz. Médico Pediatra. Docente Universidad de Carabobo. Valencia. Venezuela.

Tocci Dell Oglio Napoleón. Patólogo. Docente Universidad de Carabobo. Valencia. Venezuela.


Universidad de Carabobo. Valencia. Venezuela


Palabras clave: Tecnología, Cirugía, Conciencia, Tecnociencia.



Resumen

 

El ser humano se empeña en las imperfecciones, en buscar la felicidad con la creación y evolución del mundo externo olvidando su propio yo, el conocimiento y la felicidad interior. En contra de la filosofía de Aristóteles que dice: “el fin del ser humano es desarrollar su naturaleza. Con su razón, el hombre logra el conocimiento de la verdad y el bien, con ellos puede aspirar a su realización y a la felicidad”. Mediante la presente monografía se hace una reflexión profunda sobre el distanciamiento que la tecnociencia ha originado en la práctica médica pediátrica, haciendo más honda la brecha entre lo humano y la ciencia. Sin tomar en cuenta las necesidades afectivas y de seguridad que amerita el paciente (niño) y sus familiares. Ha llegado el momento de ver al paciente como una persona, con apellido y nombre de una manera integral, su cuerpo, su enfermedad, su psiquis. sus pensamientos, etc. Para lograr un verdadero efecto terapéutico exitoso. No dejemos que las máquinas dirijan nuestras conciencias.

 

 

I. Introducción

 

Desde muy joven me llama la atención la conducta del ser humano, porque me doy cuenta que con la evolución se ha ido perdiendo la sensibilidad, por el propio ser.

 

Dios es nuestro creador y es perfecto, de esta forma él nos creó a su imagen y semejanza, es decir perfectos, y nos dio libertad para tomar nuestras propias decisiones, las cuales nos conducen a la felicidad (sin embargo esta se ve cada día más lejana y me pregunto por qué).

 

El ser humano se empeña en las imperfecciones, en buscar la felicidad con la creación y evolución del mundo externo olvidando su propio yo, el conocimiento y la felicidad interior. En contra de la filosofía de Aristóteles que dice: “el fin del ser humano es desarrollar su naturaleza. Con su razón, el hombre logra el conocimiento de la verdad y el bien, con ellos puede aspirar a su realización y a la felicidad”.

 

El hombre es un ente complejo y está regido básicamente por lo que se denomina ciencia y conciencia.

 

La ciencia es el estudio del mundo que lo rodea lo exterior, la explicaciones de los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor y la maquinaria del cuerpo humano, de cómo funciona y sus diferentes estructuras. (Racionalismo: Descarte, Leibhbe y Espinosa y Empirismo: Berkeley y Humme.)

 

La ciencia busca la verdad, tratando de dar una explicación mediante experimentos, temas analíticos y la observación de nuevos métodos, nuevas técnicas y por supuesto nuevos avances.

 

Sin embargo los descubrimientos científicos son verdades mientras apoyan las evidencias, (temporalidad) si se encuentra la evidencia contraria, entonces el principio científico que esa evidencia contradice debe ser revisado o rechazado, y por supuesto no será ya una verdad.

 

La otra parte que conformaría al hombre sería la consciencia el cual se dice que es la relación directa con Dios, la que está regida por lo valores, que con su razón el hombre logra el conocimiento de la verdad y el bien buscando su felicidad (Kant). El cuerpo y el alma son dos realidades unidas exteriormente solamente durante la existencia humana (.Platón.), cosa que el hombre no ha podido comprobar. Pero se piensa que las dos deben ser una unidad.

 

Podemos hablar también de una estructura ontológica ‘’ unidad del hombre que resulta, no ya de la conjunción de dos realidades diversas, sino de dos principios correlativos, respectivamente, materia y forma. (Aristotélico’ Tomista).

 

Dentro este orden de ideas, al paso del tiempo y con la evolución distorsiona de una verdad y una realidad, podemos observar que entre el cuerpo (ciencia), y la consciencia, hay una división dualista, no se presenta como especialmente problemática. El hombre es casi identificado con la consciencia (Racionalismo de Descartes). Sin embargo, Descartes no deja de subrayar que esta consciencia esta concreta y activamente ligada y unida al cuerpo dependiendo una de la otra.

 

Dios creó el mundo, tanto la ciencia como la conciencia en una sola unidad, el hombre para crear ciencia, apoyándose en su conciencia, pero este los separó y se ha dedicado a crear ciencia casi eliminando su conciencia buscando la verdad y su felicidad, con la creación de un mundo exterior que lo ha llevado a la deshumanización; buscando casi exclusivamente lo material.

 

Deshumanización, porque los valores se han ido perdiendo, y la búsqueda de esa verdad ha llevado a manipular la realidad, que es nuestro propio yo, es conocer el porqué de nuestro propio ser, nuestro objetivo lo cual está basado en la ética, la moral, los sentimientos. (San Agustín)

 

En el mundo siempre habrá algo nuevo que descubrir, algo que provoque asombro que nos mueva a seguir investigando y esto nos ayuda a evolucionar, pero esto también debe mover nuestro mundo interno, nuestras emociones, nuestras alegrías despertar el sentimiento de haber descubierto algo, nuestra capacidad de asombro, pero todo esto se ha ido perdiendo, pasa hacer algo habitual una fase más de la vida, aferrarse tanto a lo cotidiano que el propio asombro por la vida queda relegado a un segundo plano.

 

 

II. Mi experiencia

 

Durante mi experiencia como médico, con especialidad en cirugía pediátrica, he podido observar como los avances tecnológicos han ido evolucionando de una manera, exageradamente rápida, trayendo por supuesto una gran contribución en cuanto al diagnóstico precoz y un tratamiento oportuno ante ciertas enfermedades que anteriormente no se podían diagnosticar, aumentando por supuesto, la calidad de vida de los pacientes, en mi caso de niños.

 

Desde hace varias décadas, la cirugía ha experimentado importantes avances que han supuesto una disminución de los riesgos y mejora de los resultados en gran número de procedimientos destinados a tratar diversas enfermedades; ello a pesar de que, cada vez con más frecuencia, utilizamos técnicas más complejas en pacientes más difíciles.

 

Esta excelente evolución se debe en buena parte al desarrollo de técnicas anestésicas y analgésicas, sofisticadas, a los esfuerzos por disminuir el estrés operatorio y, en definitiva, a la generalización de un enfoque más técnico que clínico, basado fundamentalmente en reducir al máximo los efectos que el trauma quirúrgico ejerce sobre el paciente: “Lo primero es no hacer daño”.



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Casi de forma simultánea, numerosas actuaciones perioperatorias clásicas, muchas de ellas consideradas “tabú” a lo largo de decenios, han sido puestas en cuestión y modificadas a la luz de diversos estudios que han demostrado su ineficacia cuando no su potencial peligrosidad: drenajes innecesarios, excesivos tiempos de permanencia de catéteres y sondas, inmovilización prolongada, estancias hospitalarias desmedidas, etc.

 

La proliferación de técnicas operatorias “mínimamente invasivas” en el seno de las distintas especialidades quirúrgicas, constituye una aportación esencial en la consecución de los objetivos finales de la filosofía de mínima agresión: reducir el dolor, disminuir el riesgo quirúrgico y acelerar la recuperación y reincorporación del paciente a su actividad habitual.

 

Por otra parte, la innegable contribución de dichas técnicas a la “simplificación” del período postoperatorio, ha tenido a su vez un impacto decisivo en la mejora de los cuidados peri operatoria de la cirugía convencional. Fruto de esta actitud de “mínima invasión” ha sido una reducción de las necesidades hospitalarias en materia de camas y la generalización de programas y unidades de corta estancia y cirugía mayor ambulatoria.

 

Sin embargo estos avances han dado poder al hombre, pero, llevándolo muchas veces a la deshumanización y la cirugía pediátrica no se escapa de ello. No tomando en cuente al paciente como un ser que necesita ayuda sino como un medio de ingreso para nuestro bienestar social y económico y en otros una mayor habilidad manual para ser reconocido sin importar el enfermo como un ser. Y además de esto la cirugía aparta la relación medico paciente, solo tenemos contacto con él, al momento al hacer el diagnostico, en quirófano y al salir, para el egreso.

 

Pero no le damos importancia como ser humano, que tiene un problema, porque esta realidad no nos trae ningún beneficios, decimos, ¿Problemas del yo interno?, que los solucione un psicólogo, sin darnos cuenta que esto también afecta nuestro propio yo. Porque pasamos a ser, independientes del sentido de la humanidad, del amor que Dios nos enseño: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

 

En este sentido, la deshumanización en la cirugía pediátrica es aun mayor, ya que no sólo se trata de un paciente que amerita una intervención quirúrgica, sino que el está inmerso en un ambiente familiar que lo rodea y están muy pendiente de lo que pasa a su alrededor y.es con ellos con quien tenemos contacto de manera más directa, que nos explican circunstancias médicas del paciente; esto nos aleja más del niño enfermo, como sujeto mismo y lo tomamos en cuanta como objeto.

 

Ahora bien, una vez culminado mi aprendizaje de filosofía, me doy cuenta que falta humanizarnos. Que para entender el enfermo hay que acercarse verdaderamente al paciente, comenzando mucho antes de la intervención, inclusive desde ese primer contacto, indagando la vida misma de sus padres y parentescos, los antecedentes emocionales que pudieron haber alterado a ese pequeño, hoy enfermo. Como ven ellos a este niño enfermo, como lo sienten ahora que saben que debe ser operado. Me pregunto: ¿será que su relación se verá afectada por su enfermedad?, ¿Sentirán sentimiento de culpa?, ¿Cambió su felicidad por ese acontecimiento?, ¿Le verán igual después de la cirugía?, ¿lo aceptarán de igual forma que antes?

 

Pienso que se sienten solos en este aspecto, que no tienen de parte del cirujano un amigo para compartir sus sentimientos, sus frustraciones, sus necesidades personales ante una situación que los ha llevado a ser impotentes e inertes, por que las circunstancias así se lo dicta. La vida les tocó de esa manera e irremediablemente deben asumir una actitud pasiva por que el médico cerca de ellos también la asume.

 

Mi papel era el del técnico médico que mediante el procedimiento más actualizado y la técnica sofisticada a la mano hacer la corrección quirúrgica de la mejor manera y en el menor tiempo, para lograr reparar efectivamente y con mejor calidad el daño presentado y así reunir prontamente el paciente con sus familiares.

 

Por otra parte, ese niño, que también es hijo, debí verlo como una madre, sin dejar en ningún momento, mi perspectiva de cirujano, fue entregado para llevarlo a una habitación quirúrgica, aislado de su familia, a mi cuidado. Esos momentos de pertenencia, no sólo debió ser un paciente, sino una persona, un ser, un hijo, necesitado de amor, de compañía, protección, de calor humano, parte de uno mismo.

 

Tratando de comprender su miedo, su soledad, su incertidumbre de un presente y un futuro que no entiende. Hay que sondear su yo interno inmerso en una enfermedad que se va a corregir y que no le devolverá jamás su integridad física con la que nació.

 

En este orden de ideas, me doy cuenta que mi paciente tiene una capacidad de asombro ante una técnica que para mí es habitual y no me asombra su aplicación pero para él es algo muy novedoso y se enfrentará por primera vez con todas sus características individuales y propias a una situación que cambiará su ser y me sorprendo al saber que lo cotidiano, por más moderno que sea, no puede jamás ocupar el lugar de una vivencia particular con experiencias que le acompañarán toda su vida.

 

 

III. Síntesis del tema

 

¿Porque el avance de la ciencia a casi a anulado la conciencia?

 

Porque el hombre dedica la mayor parte de su tiempo creando una explicación y buscando una verdad en la ciencia tratando de buscar su felicidad en la comodidad, en los avances Tecnológicos tratando de llegar a un fin sin importar los medios. (Marx, Carlos).

 

El hombre busca la conquista del mundo material a costa de su propio mundo, títere de la circunstancia, que había contribuido a crear el hombre, es decir ser libre y concreto, para volverse tan determinado y abstracto como sus instrumentos. En esta caída del ser, ganó el mundo, pero se perdió asimismo.

 

El hombre carente de conciencia acerca del lugar al que pertenece, y carente de amar su propio yo, ha desarrollado mucha tecnología para generar bienes materiales provocando un desequilibrio en el sistema que los alberga (Tecnec).

 

Podemos ver el mundo exterior al hombre, como un ser vivo, como la misma unidad que el hombre, pero con diferente forma, pero que depende de su cuidado, el hombre ignorando esta realidad ha tomado ese “ser vivo” como materia prima para su consumo indiscriminado y en beneficio propio. Trayendo como consecuencia un gran desequilibrio.

 

La modernidad en muchos aspectos se han dejado llevar por el exceso de la tecnología y esta conformando a generaciones de hombres sin valores, sin principios, en fin sin identidad.

 

Esta explosión Tecnología aparta al hombre de su propia identidad y de sus verdaderos valores, es cuando vemos nuevamente que la ciencia remplaza la conciencia.

 

Se puede ver como el mundo del ser humano está pasando a ser el mundo de las maquinas, como las computadoras que son actualmente el cerebro del hombre las cuales superan incesante e inexorablemente las habilidades tanto físicas como intelectuales del ser humano, sin embargo, lo que todavía nos mantiene vivos, es la conciencia por la que debemos luchar, porque las máquinas jamás experimentaran emoción alguna.


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Esta evolución rápida de la Tecnología influye o quizás determina nuestra vida, y parece multiplicarse por sí sola y eso debería asustarnos porque de ser creadores y beneficiario de la tecnología pasamos a ser medio de la propagación de esta misma. El avance tecnológico tiene un gran impacto en nuestras vidas y más aun muchos efectos secundarios que tienen poco que ver con lo que la tecnología fue diseñada, por el avance estrepitoso de esta, amenaza con transformarnos a un punto que ya no nos reconozcamos.

 

Nunca debemos olvidar la perspectiva histórica de la tecnología, la historia social del desarrollo científico y tecnológico. Desde la prehistoria, la especie humana puso a trabajar su cerebro para hacer uso de la piedra, para hacer uso de la madera, aprovechar los metales.

 

Miles de años pasaron cuando pudo acceder al fuego, se estimularon sus sentidos. Crucial fue el descubrimiento de la caza, la pesca, la agricultura, el uso de la cerámica, hasta llegar a formar pueblos, con grandes edificaciones, con conocimientos astronómicos, con conocimientos de Meteorología entre otras.

 

Quien iba a pensar que 5 mil años después de los egipcios, de los griegos, de los etruscos, de los romanos, se vendría a conformar una explosión tecnológica que, consciente o inconscientemente, aparta al hombre de su propia identidad y de sus verdaderos valores, dando paso a los nada recomendables anti valores a la Tecnología.

 

El desarrollo de nuestra sociedad se ha producido, entre otras cosas, gracias a los adelantos tecnológicos, de personajes conocidos y desconocidos, pero los anti valores han crecido, la corrupción, el materialismo excesivo y desmesurado, la falta de ética, la intriga, la injusticia, la mentira, la calumnia y otros que, desafortunadamente, crecen como la espuma, al grado de que niños y jóvenes los ven naturales y se convierten en parte de su cultura.

 

Hoy se habla de universalización, de digitalización, de fundir a los mundos en la informática, en imágenes fijas y en texto escrito. En el siglo XXI se habla de globalización, la economía de carácter multinacional a través de la tecnología de la información y de la comunicación, ya fue superada por la economía globalizada.

 

Hoy se habla de realidad virtual, de la fantasía del entorno tecnológico, en donde se pueden analizar escenarios de tiempo pasado y de tiempo futuro.

 

Quién puede negar el endiosamiento de la evolución tecnológica en el siglo XXI Estamos en la etapa en que la máquina puede prescindir del maquinista. Los medios, las herramienta en muchos casos ya han desplazado a sus creadores. Vivimos una época de avances y progresos pero también sin humanismo.

 

Hay quienes señalan que hace 500 mil años, el hombre inició su aventura en la expresión artística, en la técnica adquirida, en la habilidad o maestría para hacer algo. En el paleolítico imitó actitudes, conformó el arte rupestre, fue un artista naturalista, pero después llegó a cultivar la tierra, a desarrollar textiles y hubo un “boom” de herramientas primitivas, de cerámicas, de textiles, entre los 10 mil y 3 mil años antes de Cristo.

 

No obstante los adelantos científicos y tecnológicos no han logrado borrar la pobreza y la desigualdad.

 

Hay millones de seres humanos en pobreza lacerante; hay personas que viven con hambre crónica y de ellos, son niños menores de 5 años que por padecer malnutrición aguda, reducen 10% su capacidad de aprendizaje.

 

¿Podría ser que en nuestro viaje evolutivo hubiésemos olvidado o rechazado algo importante en el camino, algo que está produciendo profundos desequilibrios en todos los niveles de la vida humana?

 

Este avance evolutivo entre tecnología y avance de la consciencia es sumamente peligroso. Somos capaces de invocar el `fuego nuclear' pero no hemos dominado todavía nuestra `conciencia nuclear'. Todavía no somos capaces de utilizar sin peligro nuestros descubrimientos y avances tecnológicos, el mismo hecho de diseñar, aunque solo sea mentalmente una bomba nuclear (hay que reflexionar sobre la `utilidad' real de una bomba) es ya una grave irresponsabilidad, esto es un síntoma de que hemos desarrollado tanto ciertos niveles de la conciencia a costa técnica de otros, que este abismo entre nuestra inmadurez espiritual y nuestra habilidad podría bien llevarnos a nuestra propia autodestrucción.

 

Si somos conscientes de que el Hombre es un Ser Complejo que consta de muchos niveles de conciencia, y que todos ellos tienen un importantísimo papel que jugar en la Evolución del Ser Humano Equilibrado, quizás daremos el primer paso hacia esta recomendación tan simple y tan saludable.

 

Los continuos y fascinantes avances científicos técnicos de la medicina mundial están alcanzando grandes éxitos en la lucha contra la enfermedad, pero también se convierte en una amenaza para el ser humano. La ciencia y los científicos, necesitan, cada vez, más un mapa de principios morales que les oriente en el servicio a la humanidad, porque no todo lo técnicamente posible es éticamente admisible.

 

La Pediatría es muy sensible, a todo ello al verse capaz de sustituir con la técnica funciones vitales (diálisis, trasplantes, nutrición parenteral) o cuando se enfrenta a cuestiones éticas en pacientes graves (técnicas de soporte vital y de reanimación).

 

Está claro que la tradición actual del médico tendente a hacer todo lo que está al alcance de la mano para salvar la vida del paciente, necesita de una cuidadosa reinterpretación, desde el momento en que las posibilidades reales de perjudicar al paciente tienen un alcance que hace unos años atrás eran de ciencia-ficción.

 

IV. Reflexión

 

La tecnología moderna también arropó al campo de la cirugía pediátrica, con la adquisición de nuevas técnicas e instrumentos quirúrgicos. Su valor es inmensurable. Sin embargo el Cirujano Pediatra no ha evolucionado a la par de esa tecno ciencia, es verdad que su dominio es de más alcance en la actualidad y se ha conformado con jugar el papel del objeto científico que obtiene beneficios con la aplicación de esta cada día más moderna tecné quirúrgica, tanto en el diagnóstico y abordaje terapéutico.

 

Ha ganado prestigio, pero ha ido perdiendo su valor e integridad, su relación directa con Dios, es decir su conciencia, porque su mirada no está puesta sobre valores. Su felicidad y verdad van dirigidas más a su saber que a su ser.

 

Por otra parte, la aplicación técnica y los beneficios materiales obtenidos en una sala operatoria infantil han ido apoyando su conciencia, perdiendo los valores que lo humanizan.

 

Los elementos para clínicos modernos han desplazado a la otrora semiología quirúrgica y el acercamiento mediante exámenes, ha sustituido el contacto directo con el paciente. Alejándose del yo interior del enfermo pediátrico, manipulando su propio yo, como decía San Agustín, desconociendo a su propio ser basado en la ética y la moral.


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El Cirujano pediatra de este siglo busca también su bienestar y comodidad haciendo suya la tecnología moderna y su mejoramiento material, logrando en mejores condiciones de calidad médica restablecer al paciente de su patología de resolución quirúrgica, pero dejando de lado el componente del ser del paciente pediátrico quirúrgico, tan complejo como el hombre mismo, con su realidades, necesidades personales, sus emociones y sentimientos, con su verdad y su felicidad.

 

Si bien es cierto que la tecno ciencia seguirá progresando, también es cierto que los que la manipulan y la aplican deben progresar en el camino de la vida hacia la meta divina del modelo por excelencia dado por Dios, como es Jesucristo y recuperar, aun en el campo de la Cirugía pediátrica, esos valores fundamentales que pueden hacer reflexionar a todos sobre el papel no solo como artista quirúrgicos y moldear de nuevo a ese niño, sino también lograr incidir a ese ser enfermo y remodelar su persona, sus sentimientos, sus emociones y su futuro hacia su realización verdadera y su felicidad, porque también hemos operado a un sujeto en una realidad familiar, social, médica y vivencial para seguir adelante en la vida, junto con su cirujano que una vez se encontró en su existencia y compartieron parte de ella y no solamente un juego de bisturí y sutura: un amigo de toda la vida.

 

Avances científicos y tecnológicos, aunados a la evolución de los conocimientos y a escrupulosos procesos de certificación médica, han permitido a los cirujanos pediatras abatir la mortalidad neonatal mundial del 75% al 15%.

 

Anteriormente, los niños eran operados como adultos chiquitos por los cirujanos generales o, dependiendo de las enfermedades, por cirujanos especialistas, con resultados poco favorables, de tal forma que la mortalidad global en cirugías de malformaciones neonatales, en los mejores hospitales del mundo, era del 50 al 75%.

 

La incorporación de nuevas técnicas, tecnologías y procedimientos descritos, aunados al desarrollo de programas académicos específicos para cirugía pediátrica –precisó el especialista— han permitido reducir esa mortalidad neonatal drásticamente, ubicándose en un rango del 15% al 20%.

 

En la actualidad los niños son atendidos por cirujanos especialistas en población infantil.

 

Por todo esto es que la medicina es la ciencia más humana al servicio del hombre, ya que el fenómeno “salud-enfermedad” nos condiciona a diario, en una profunda significación filosófica histórica, ya que el hombre y la enfermedad vinieron “juntos” al planeta: de ello es que “Ciencia - Humanismo y Ética Profesional” son los tres pilares básicos de nuestro diario andar y nacieron reaccionando al erróneo criterio que limitó por años y años la medicina; como “único” criterio de enfermedad.

 

Ha llegado al momento de ver al paciente como una persona, con apellido y nombre, su cuerpo, su enfermedad, su psiquis, sus pensamientos, etc., para lograr un verdadero efecto terapéutico exitoso.

 

Todo esto: nos induce a ciertos cuidados que hace que detectemos ciertas “angustias”, “depresiones” o “fobias”, cada vez más frecuentes por las exigencias propias de “ésta” vida, logrando tomar de “plano” al organismo en su medio, donde el factor “económico”, “social”, “cultural”; influyen enormemente; logrando estar cada vez más cerca del fin buscado, que es el tratar de curar en forma total y definitiva.

 

Desde estos puntos de vista, ya analizado nuestro paciente, ¿habremos hecho “filosofía médica”? Creo que sí; partiendo de la base “única” que la medicina es la ciencia más humana; es que no puede prescindir de la experiencia filosófica, la que nos orienta fundamentalmente al concepto de la enfermedad en sí.

 

El revolucionario avance tecnológico en la “biomedicina molecular” y el Proyecto Genoma Humano, indica hoy más que nunca que debemos “extendernos” al campo de la personalidad o humanidad “entera” del paciente, anticipándonos a ciertas enfermedades futuras en cierto aspectos de la vida del paciente (por ejemplo), qué tipos de trabajo o formas puede hacerlo y hasta incluso realizar ciertas clases o tipos de coberturas médicas a adoptar, etc.

 

El poder, la ambición, la pasión desmesurada, junto a la ignorancia hacen del ser humano que su parte más instintiva, más primaria, siga ocupando su pedestal. De tal forma que vive en él el hombre inferior y no permite al Hombre Superior, con su inteligencia, intuición, percepción y horizontes elevados, conquistar su propia procedencia. En cuanto el hombre eleve su mirada y se deje gobernar por su estado más elevado –consciencia-, habrá superado muchas conductas innecesarias para estar conforme como él es. Mientras no entienda que el respeto por sí mismo y por los demás, la conformidad con su ego, el enfrentamiento a sus propios miedos, aceptar su inseguridad, limitación y capacidad, e intentar crecer con la Ley de la Naturaleza y del Universo, en la medida que él entienda, sepa y sienta, pero con el orden del respeto mutuo hacia tendencias, culturas, religiones y razas, no habrá empezado su nivel de evolución colectiva.

 

En estos momentos en que la confusión, la vulgaridad, la ignorancia, el aislamiento por la seguridad personal vive en la sociedad actual, sin compromisos abiertos y amplios hacia un bien común de la Humanidad, seguirá existiendo el hombre inferior, el que únicamente ve satisfacciones y deseos terrenales y no espirituales ni universales.

 

 

V. Bibliografía.

 

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