Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. Tercera Parte
Autor: Dr. Alberto Ochoa Govin | Publicado:  10/09/2009 | Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. , Neurologia , Neurocirugia | |
Traumatismo encefalocraneano. Manual de consulta. Tercera Parte.23

Si durante la administración profiláctica se trata quirúrgicamente el origen de la hemorragia subaracnoidea, se continuará el tratamiento intravenoso en el postoperatorio durante al menos 5 días.

Tras finalizar la infusión se recomienda continuar con la administración oral de 60 miligramos de nimodipina a intervalos de 4 horas durante otros 7 días. (53)

 

9) Neumoencéfalo traumático.

 

Por entrada de aire dentro de la masa cerebral. Puede verse en lesiones penetrantes (con ruptura de la duramadre) cerca del seno óseo frontal. Puede provocar hipertensión endocraneana o meningoencefalitis. Es visible en placas simples de RX y en la tomografía axial computerizada (TAC).

 

El neumoencéfalo también es denominado aerocele intracraneano y neumatocele y se define por la presencia de aire intracraneal. Es fundamental distinguirlo del neumoencéfalo tensional que consiste en aire bajo presión. El aire puede estar situado en cualquier de los compartimientos: epidural, subdural, subaracnoideo, intraparenquimatoso o intraventricular.

 

En el 38% de los casos, el cuadro clínico se compone de cefalea; además pueden aparecer vómitos, convulsiones, mareos y obnubilación. El hallazgo radiográfico de manchas aéreas diseminadas es patognomónico, aunque no muy frecuente, se ve en el 7% de los casos. El neumoencéfalo tensional puede provocar, además signos y síntomas como cualquiera otra lesión ocupante puede ocasionar déficit focal o aumento de la presión intracraneal (PIC).

 

Las causas de un neumoencéfalo postraumático generalmente son: por una fractura que compromete un seno aéreo, como el frontal y el etmoidal, incluso una fractura de la base del cráneo. También puede ser por una fractura abierta sobre la convexidad generalmente, junto con laceración dural.

 

Otras causas de neumoencéfalo son los defectos del cráneo por procedimientos neuroquirúrgicos, craneotomías donde el riesgo es mayor si se opera el paciente en posición sentada, inserción de un válvula de derivación, drenaje por agujero de trepanación de un hematoma subdural crónico, es probable que la incidencia sea menor de 2,5%, aunque existen publicaciones que consignan índices superiores.

 

Están también los defectos congénitos del cráneo: defectos del techo o tegmen timpánico, las neoplasias: osteomas, epidermoides, tumores hipofisarios: generalmente, el tumor erosiona el cráneo y deja entrar aire.

 

Otra causa es la infección con microorganismos que generan gases, sin existir defectos del cráneo y puede ocasionarse también secundario a un procedimiento cruento como la punción lumbar, la ventriculostomía y la anestesia raquídea.

 

También puede ocasionarse por el barotraumatismo como por ejemplo, por submarinismo debido a un defecto del techo timpánico.

 

El neumoencéfalo puede verse potenciado por la colocación de un sistema de derivación cuando hay una fístula de líquido cefalorraquídeo (LCR).

 

 

Neumoencéfalo tensional:

 

La presencia de aire intracraneano puede aumentar la presión intracraneal (PIC) en las siguientes circunstancias: si una anestesia de monóxido dinitrógeno (oxido nitroso N2O) no se interrumpe antes de efectuar el cierre de la duramadre, también por efecto de tapón valvulado, que se produce cuando una apertura del compartimiento intracraneal es ocluido por tejido blando por ejemplo, el cerebro que actúa como válvula, permite la entrada del aire pero impide su salida o la del líquido cefalorraquídeo (LCR), por el calor del cuerpo, se expande el aire atrapado: sólo se observa un aumento leve del 4%, y ante la actividad continua de microorganismos productores de gas.

 

Resulta muy fácil diagnosticar un neumoencéfalo mediante tomografía axial computerizada (TAC) de cráneo por que este método detecta incluso cantidades mínimas de aire hasta de 0,5 ml.

 

El aire se visualiza con una tonalidad negra e intensa más oscura que el líquido cefalorraquídeo (LCR) y tiene un coeficiente de Hounsfield de 1000.

 

Un hallazgo característico es el signo del Monte Fuji, en el cual los dos polos frontales están rodeados y separados por aire. Así mismo, el aire intracraneal puede ser evidente en las radiografías simples. (38,85)

 

Puesto que no suele ser necesario tratar los neumoencéfalos simples es fundamental diferenciarlos de los tensionales por que puede llegar a ser necesario evacuar estos últimos si se vuelven sintomáticos. Esta diferenciación puede resultar dificultosa si se ha operado una lesión compresiva de evolución lenta por ejemplo un hematoma subdural crónico, dado que el cerebro puede no expandirse rápidamente y el cúmulo de aire que ocupa el lecho lesional (vacío de aire) puede imitar el aspecto que tiene el aire bajo presión.

 

 

10) Convulsiones.

 

Por irritación cortical traumática directa, por compresión debida a hematomas intracerebrales o edema cerebral, por hipoxia cerebral postraumática o en pacientes convulsivantes crónicos que sufren un traumatismo. Son más frecuentes en los niños. (20, 46,78)

 

Es poco probable que las convulsiones tempranas, que son las que se presentan los primeros 7 días del traumatismo encefalocraneal (TEC), terminen en epilepsia, por tanto se recomienda tratarlas sólo durante la etapa aguda con fenitoína intravenosa a dosis de saturación de 15 a 20 miligramos por kilo aplicada lentamente, máximo 50 miligramos por minuto, porque puede producir paro cardíaco. El mantenimiento posterior es a una dosis usual de 3 a 5 miligramos por kilo día.

 

Los pacientes con convulsiones tardías con frecuencia terminan en tratamiento contra la epilepsia.

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