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Modelos de Enfermeria “mas humanos” tambien en Nefrologia. Hacia la relacion persona-persona
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Autor: Pilar Peña Amaro
Publicado: 2/01/2010
 


Desde que comenzamos a estudiar la titulación de Enfermería, comenzamos a estudiar los diversos modelos que existen y las diferentes tendencias u orientaciones que nos van ayudando a elaborar un modelo de cuidados para ”tratar” a las personas que tenemos a nuestro cargo.

 

Existen modelos de Enfermería que son quizás poco desconocidos (y por supuesto poco desarrollados) pero que tienen una tremenda aplicación en nuestro ámbito. Recordemos que cuando usamos el término MODELO nos estamos refiriendo a una representación “simbólica y conceptual”, y es desde esta perspectiva desde la que nos llamo la atención el modelo de Interrelación de Joyce Travelbee: el modelo hacia la relación persona-persona.


Modelos de Enfermeria “mas humanos” tambien en Nefrologia. Hacia la relacion persona-persona .1

Modelos de Enfermería “más humanos” también en Nefrología: hacia la relación persona-persona.

 

Autores:

 

Pilar Peña Amaro. Doctora por la Universidad de Jaén. Licenciada en Antropología Social y cultural. Licenciada en Enfermería. Diplomada en Enfermería. Profesora titular de Escuela. Universidad de Jaén.

 

Juan M. Granero Moya. Licenciada en Filosofía. Máster en Bioética. Diplomada en Enfermería.

Hospital “San Juan de la Cruz”. Úbeda.

 

Juan García López. Diplomado en Enfermería. Especialista en Enfermería médico quirúrgica y Especialista en Salud Mental. Hospital médico quirúrgico “Ciudad de Jaén”. Jaén.

 

Resumen:

 

Desde que comenzamos a estudiar la titulación de Enfermería, comenzamos a estudiar los diversos modelos que existen y las diferentes tendencias u orientaciones que nos van ayudando a elaborar un modelo de cuidados para ”tratar” a las personas que tenemos a nuestro cargo.

 

Hay modelos (muy usados y muy estandarizados) en los que no vamos a entrar en este momento porque ya lo hacen otros compañeros con más antigüedad o más tiempo de experiencia. Sin embargo también es cierto que existen modelos de Enfermería que son quizás poco desconocidos (y por supuesto poco desarrollados) pero que tienen una tremenda aplicación en nuestro ámbito. Recordemos que cuando usamos el término MODELO nos estamos refiriendo a una representación “simbólica y conceptual”, y es desde esta perspectiva desde la que nos llamo la atención el modelo de Interrelación de Joyce Travelbee: el modelo hacia la relación persona-persona.

 

Si bien como concepto “filosófico” ya sentíamos “esa necesidad desde el principio de nuestras prácticas asistenciales, esa búsqueda por la HUMANIZ-ACCION de la asistencia en Enfermería, en un modelo biomédico cada vez mas tecnológico y mas “encajonado” en registros, diagnósticos, intervenciones, en los que por supuesto estamos de acuerdo, pero no podemos “perder los papeles” y no podemos olvidar el “concepto y el símbolo” de la esencia de la Enfermería: la personaliz-acción (jugando un poco con las palabras ”acción personal”) y apostar muy, muy fuerte por la parte “personal”, la parte más “humana”; personaliz-ación o lo que es casi sinónimo, humaniz-ación: establecer una relación no solo terapéutica sino también humana, personal, única como cada persona.

 

Palabras clave:

 

Humanización, Modelo de Enfermería, interrelación, Joyce Travelbee.

 

Desde la Enfermería estamos ya acostumbrados a manejar los términos de “modelo” y “tendencia”. El MODELO es una representación “simbólica y conceptual” y que toma forma y se expresa en términos lógicos de una tendencia. Y la TENDENCIA es la orientación de los diversos conceptos que se emplean para formar un modelo de cuidados.

 

Recordamos que los modelos se han ido agrupando hasta quedar tres tendencias definidas:

 

  1. La naturista de Florence de Nightingale.
  2. La de suplencia o ayuda de Virginia Henderson o Dorotea Orem.
  3. La de interrelación de Hildegard Peplau, Orlando o Callista Roy etc.

 

Las dos primeras están bastante desarrolladas tanto en asistencia especializada como en primaria.

 

Nosotros nos hemos “encontrado” con la tercera, de la mano original de Joyce Travelbee y en el ámbito de las personas que están en Insuficiencia Renal Crónica Terminal en programa de Hemodiálisis. Para nosotros está siendo una autentica revelación y una forma diferente y a la vez “clásica” de aplicar un modelo de Enfermería centrado en la relación que existe entre dos personas, una que demanda cuidados y otra que los presta una relación (mejor, una Inter-relación) desde “lo simbólico” a la realidad diaria.

 

Blumer definió tres premisas en el modelo de interacción:

 

  1. Las personas trabajamos para conseguir cosas que tienen significado para nosotros.
  2. Ese significado que tienen las cosas por las que trabajamos nacen de la interacción social que tenemos con los demás que nos rodean.
  3. Estos significados están regidos y modificados según como los interpretamos y los afrontamos.

 

Lógicamente, la forma más “básica” de interacción personal es la COMUNICACIÓN humana.

 

No es momento de entrar en la descripción de los elementos que componen la comunicación (fuente, repertorio, emisor y transmisor).

 

La persona que tiene una IRCT (Insuficiencia Renal Crónica Terminal) y que se encuentra en programa sustitutivo de la función renal por hemodiálisis (o por cualquier otra técnica, aunque nos centremos en esta nosotros) tiene un tremendo choque en su vida que requiere de un gran esfuerzo para adaptarse a él. Cualquier adaptación requiere que la persona tenga CONOCIMIENTO (información) sobre el medio en el que se encuentra, que lo haya seleccionado, que lo haya procesado y que la haya almacenado.

 

Hay tres clases de conocimientos:

 

  1. De primer orden (percepción de las cosas a través de los sentidos).
  2. De segundo orden (la persona selecciona la información que recibe y que  significa algo para ella según su experiencia).
  3. De tercer orden (la persona INTEGRA los significados en la lógica de su  pensamiento).

 

A la persona en Insuficiencia Renal Crónica Terminal esa información o ese conocimiento le llega (o le puede llegar) por varias vías, pero desde luego estamos convencidos de que la que más le aporta y le puede aportar es la Enfermería.

 

Nosotros siempre desde una relación interpersonal, podríamos distinguir las cuatro fases que describe Peplau:

 

1.- Orientación: cuando la persona “percibe” una necesidad y busca asistencia  en los profesionales. Es nuestro rol ayudar a esa persona a reconocer y  entender el problema que tiene.

2.- Identificación: intentamos facilitar la exploración de los sentimientos que la  persona “siente”, para poder ayudarle a sobrellevar la situación de  “enfermedad”

3.- Aprovechamiento: la persona intenta sacar el mayor beneficio posible de lo  que se le ofrece a través de la relación que establece con el profesional.

4.- Resolución: se van dejando las antiguas situaciones a medida que se van  adoptando otras nuevas, que las van sustituyendo.


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Estas etapas están presentes en los “pacientes renales” de forma cíclica y conforme la persona va detectando las diferentes necesidades que se le van presentando en cada una de ellas, comienza el ciclo y se completa cada vez; como su proceso es crónico y va cambiando conforme pasa el tiempo, también lo van haciendo sus necesidades, sus sentimientos, las situaciones con las que ha de enfrentarse.

 

Uno de los factores que a veces permanece, es el personal sanitario que lo cuida, ya que en estas unidades los profesionales solemos permanecer mucho tiempo. Permanece la interrelación entre ambos, una relación que ha de estar basada en la empatía, la calidez, el respeto, la concreción, la autenticidad, y por qué no, el cariño.

 

Nuestra función en estas unidades (por supuesto aparte de lo que son las competencias técnicas y las actividades que nos son propias en ellas, y que podríamos calificar de “un alto nivel técnico”) están centradas en la relación que mantenemos con ellos. Somos los encargados de ayudar a estas personas a prevenir posibles complicaciones de su patología y su tratamiento y a adaptarse a la experiencia de la “enfermedad”, del sufrimiento y, en su caso, a que le encuentre “el significado” a esta situación que está cambiando su vida.

 

Queremos haceros notar que no queremos utilizar el término “paciente” ni el término “enfermo”. En todo momento estamos usando el término “PERSONA”. Estamos convencidos de que las palabras conforman nuestros pensamientos. Si logramos interiorizarla también nosotros “personalizaremos” aun más esa relación persona-persona. Personas (ambas) únicas e irrepetibles en el mundo: una que necesita en estos momentos cuidados, servicio y asistencia, y otra que está en situación de proporcionárselos por sus conocimientos (muy especializados) y sus capacidades para aplicarlos, con el fin de ayudarla.

 

Volveremos después sobre la relación de ayuda de forma más profunda.

 

Siguiendo a J. Travelbee (creadora del modelo ) y su concepto de enfermedad, no como una categoría sino como una clasificación. Habréis notado cómo cuando hablamos de enfermedad la hemos entrecomillado. No era al azar: ella define la enfermedad, no como una situación de ausencia de salud. Para Joyce es UNA EXPERIENCIA HUMANA que se define sobre criterios objetivos y subjetivos; los criterios objetivos vienen dados por los efectos que se van manifestando en la persona, los criterios subjetivos son la percepción, la manera o el modo en que cada ser humano “se siente” a sí mismo como enfermo, es un capitulo en la vida donde podríamos decir que se pierde momentáneamente o de forma total el “sentido de la vida”.

 

Esta experiencia suele venir acompañada de otra, que es el sufrimiento; una sensación que tiene varios niveles: desde una ligera “molestia” (que puede ser física, psíquica o espiritual) a una angustia extrema, una manifestación clara de que somos vulnerables, que no somos dueños de nosotros mismos y que cualquier cosa puede dañarnos. Frente a esta experiencia del sufrimiento, los seres humanos no tenemos más salida que la de encontrar el nuevo sentido de la vida e intentar integrarlo en nuestra vida como una parte más de ella.

 

La actitud que se debe adoptar ante el sufrimiento de una persona afectada de Insuficiencia Renal en programa sustitutivo, pasa por la solidaridad y a veces el silencio, un sumo respeto por la persona “que lo está sintiendo” y que intenta afrontarlo. Es una disposición de ayuda para que de nuevo sea capaz de re-descubrir el sentido de su vida ante la nueva situación.

 

El sufrimiento, como decíamos antes, puede ser físico y seguramente su manifestación es el DOLOR. El dolor no es observable “per se”, solo podemos detectar “sus efectos”. Al ser una experiencia personal resulta bastante difícil de cuantificar y de comunicar a otras personas, ya que cada uno lo “vive” de una forma diferente y con diferentes umbrales. El dolor suele ser un huésped que irrumpe en la vida de cualquier persona sin avisar y que es capaz de modificarla. Pero si lo hace de forma aguda (no suele ser el caso de las personas en Insuficiencia Renal Crónica Terminal) no tiene los mismos efectos que si lo hace de forma crónica (que si suele ser el caso de las personas que cuidamos), en la que puede llegar a remover incluso la identidad personal. Además, cuando se presenta el dolor o el sufrimiento, la persona tiende a neutralizarlos con un estado mental en el que prevalezca el deseo de conseguir que aminoren o desaparezcan: la esperanza.

 

La interrelación que creemos debe existir entre las dos personas (la que necesita cuidados y la que los presta) es fundamental para detectar las necesidades de una, y para obtener una intervención eficaz de la otra para ayudarla. Una intervención en la que el enfermer@ debe tener la capacidad de usar su propia personalidad de forma consciente e intencionada que le ayude a comprender la conducta de la “otra persona” y la vivencia que está teniendo de los cambios que se están produciendo en su vida, que el enfermero sea capaz de comprender el estado psicológico del “otro” (empatía) y con deseo de ayudarlo (“simpatía”).

 

 

Bibliografía:

 

1.     Joyce Travelbee. Interpersonal aspects of nursing. Edit. F. A. Davis.  Philadelphia, 1.971.

2.     Dalila A. Aguirre Raya. Fundamentos de la relación enfermera-persona sana o  enferma. Rev. Cubana Salud Pública 2004; 30(4)

3.     Marriner Tomey A. Modelos y teorías en Enfermería. 3 ed. Madrid: Mosby Doyma;  1994.

4.     Du Gas BW. Práctica de la Enfermería. En: Tratado de Enfermería Práctica. México,  DF: Nueva Editorial Interamericana; 1996.