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Bioetica del final de la vida humana del adulto mayor
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Autor: Omaira Ramírez
Publicado: 12/03/2010
 

La bioética es la ciencia normativa del comportamiento humano aceptable en el dominio de la vida y de la muerte. La muerte como el nacimiento, construyen los contornos de la existencia humana y son fuentes inagotables de reflexiones radicales acerca de la naturaleza humana, su finalidad, nacimiento y muerte. En la actualidad, merecen mayor atención ética, toda vez que ha dejado de ser sucesos naturales para convertirse en artificiales por manipulación tecnocientífica. El hecho de morir reclama tres momentos de dignidad: antes, en y después que permitan llegar a la muerte dignamente, porque se ha vivido con dignidad.



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Bioética del final de la vida humana del adulto mayor.

Autora: Omaira Ramírez.

Licenciada en Enfermería. Universidad de Carabobo. Magister en Administración de los Servicios de Enfermería Universidad de Carabobo. Magister en Enfermería Gerontológica y Geriátrica Universidad de Carabobo. Diplomatura en Desarrollo Curricular Fundacelac. UC. Diplomatura en Entornos virtuales de Aprendizaje. Un enfoque basado en competencias. UCLA.. Cursante del Doctorado en Ciencias de la Enfermería. Mención Cuidado Humano. Universidad de Carabobo. Profesor Asociado a Dedicación Exclusiva en la Cátedra de Gerencia en Salud y Enfermería adscrito al Departamento Clínico de Enfermería Comunitaria y Administración de la Escuela de Enfermería. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo. Jefe del Departamento Clínico de Enfermería Comunitaria y Administración. Docente del Programa de Maestría de Gerencia de los Servicios de Salud y Enfermería. Área de Postgrado UC. Miembro de la Comisión Coordinadora del Programa de Maestría de los Servicios de Salud y Enfermería UC.

BIOÉTICA DEL FINAL DE LA VIDA HUMANA EN EL ADULTO MAYOR

Resumen

La bioética es la ciencia normativa del comportamiento humano aceptable en el dominio de la vida y de la muerte. La muerte como el nacimiento, construyen los contornos de la existencia humana y son fuentes inagotables de reflexiones radicales acerca de la naturaleza humana, su finalidad, nacimiento y muerte. En la actualidad, merecen mayor atención ética, toda vez que ha dejado de ser sucesos naturales para convertirse en artificiales por manipulación tecnocientífica. El hecho de morir reclama tres momentos de dignidad: antes, en y después que permitan llegar a la muerte dignamente, porque se ha vivido con dignidad.

Es de hacer notar que no todas las personas están preparadas para la muerte. Numerosos factores pueden actuar en los adultos mayores ayudándoles a afrontar su propia muerte, entre ellos se destaca la actitud filosófica que les lleva a aceptar todo lo que la vida les ofrece inclusive la muerte, haber tenido muchas ocasiones de pensar en la muerte en el momento apropiado del desarrollo del individuo y el apoyo de las, creencias religiosas, incluida la idea de la vida después de la muerte. En tal sentido, el enfermero (a) puede aportar una contribución fundamental en el cuidado del anciano moribundo con sufrimiento espiritual ayudándole a tener una muerte digna al satisfacer sus necesidades físicas y psicosociales.

Palabras Clave: Bioética, Adulto Mayor, Muerte, Vida, Muerte Digna.

Introducción

Bioética y Humanismo

Se entiende por humanismo, la actitud científica y del conocimiento que centra en el ser humano el referente principal, a la manera de Protágoras: el humano como medida de todas las cosas, indistintamente de la carga subjetivista que tenga tal afirmación, pues el llamado a tener lo humano como punto de referencia principal es lo predominante en este modelo. En consecuencia, como humanismo pueden ser apreciadas las distintas posturas filosóficas y metodológicas que cifran la razón de ser de la persona como ente particular y como universal: toda la persona, todas las personas. (i)

En sentido general, puede considerarse el humanismo -corriente filosófica y propuesta histórica, incluso como modelo epistémico, pues al ubicar dentro de sus intereses al ser humano, y mediante esta actitud determinar la manera de apreciar las cosas y en consecuencia, de actuar, esta exigencia obliga a múltiples reflexiones sobre lo humano y propicia amplísimos desarrollos en ciencia, arte, literatura, filosofía, educación, política, economía (1)

El humanismo ha estado presente en el desarrollo del pensamiento y la cultura, a través de diversas manifestaciones: desde el cristianismo, pasando por el pensamiento griego que aupaba el valor de lo humano frente a la polis, la ciudad y el estado, el renacimiento europeo, el renacimiento alemán, hasta los movimientos sociales y políticos de los siglos XIX, XX, XXI, las reflexiones de los pensadores como Maritain, Mounier. (1)

Este modelo, por supuesto, es antropocéntrico, privilegia el estudio y comprensión del ser humano ante el universo. Se expresa en diversas vertientes del conocimiento, en corrientes psicológicas, en la antropología, en la política, en el arte, en la literatura. (1)

El gran cúmulo de conocimientos sobre el hombre, no ha significado de modo fundamental, conocimiento de lo humano y su sentido. El cientificismo, las ideologías, el consumismo o los favoritismos religiosos pueden ser vistos como formas de manipulación o de evasión que pretende ocultar la pregunta por el sentido (compartido y plural) de la vida y que en definitiva, la deterioran seriamente o la destruyen. (2)

En la ciencia contemporánea, así como las demás mediaciones de la actividad humana: la economía, la política, la educación, etc., han hecho irrupción en un nuevo pensamiento sobre las finalidades y sobre el sentido integrador y proyectivo de la vida, como una forma inédita del teleologismo. Se trata de una nueva forma de inclusión y contextualización del pensamiento humano: inclusión en la vida, a través del paradigma biocéntrico que, superando el enfrentamiento del hombre con las demás formas de vida superando además la antigua noción de dominio sobre la naturaleza, permite reintegrar y reproponer delicados equilibrios vitales, necesarios para que existe el futuro. Al superarse el paradigma antropocéntrico, vigente en toda la modernidad no reflexiva, no se trata de desvalorizar el decisivo aporte del hombre a la construcción de una vida deseable, sino de reubicar sus actuaciones, en el marco de una ética de la responsabilidad, como intérprete y administrador de la vida cero como su dueño. (2)

La inclusión en la complejidad, abriendo una nueva valoración de la diversidad y de la necesidad del pluralismo y de la tolerancia. Desde el pensamiento complejo se construye una ciencia de decisiones que se aceptan como parciales, vista la desproporción insalvable entre nuestra razón y la complejidad de lo existente, como transitorias, en la medida en que solo resultan validas como configuraciones conceptuales a la disipación y como conjetúrales, pues las certezas definitivas resultan imposibles. Desde la complejidad se construye, además, un pensamiento que se expresa en una ética intercultural orientada a la hospitalidad, la comprensión y la aceptación, indispensable en un mundo de conflictividad incontrolable y suicida. (2)

La inclusión en la realidad humana existente concreta, a través del paradigma humanista que, desde un a priori antropológico fundante, recupera el conocimiento científico como la obra de seres humanos concretos, agentes morales que actúan, o pueden hacerlo, con convicción y responsabilidad. Un humanismo que alejado de todo esencialismo y de toda visión abstracta del hombre, rescata la labor de sujetos históricos y concretos en relación de convivencia plural, democrática y responsable. (2)

A partir de la emergencia de tales paradigmas, la ciencia y la ética están desarrollando desde dentro de los equipos de trabajo, en las comunidades científicas, y desde fuera, por exigencias de la sociedad, profundos cambios que pueden apuntar a aproximar ideas y creencias acerca de la supervivencia necesaria como plataforma, pero amenazada por los deterioros ambientales y las carencias sociales sobre la vida, vida responsable en la que se adoptan decisiones que orientan el conocimiento hacia problemas valorados como prioritarios por corresponder a las condiciones inherentes a la vida humana: libertad, autonomía, dignidad y acerca de la vida humana, expresada en primer término, en el ejercicio de la capacidad de elegir y en segundo término, en elegir lo que en común se estima valioso, pero compatible con otras formas de valorar y con otros contenidos considerados por si mismo valiosos.(2)

Tales cambios significan en la ciencia, la inclusión del poder de intervención del conocimiento en la capacidad de integración del saber. Una ciencia entonces, que desde el biocentrismo, el pensamiento complejo y el humanismo asuma su eficacia como capacidad y no solo como poder, para pensar y construir no solamente el hombre, sino principalmente lo humano. En la ética, los cambios que el impacto de la explosión tecnocientífica ha impulsado se reflejan en una nueva valoración de la vida, a través de una inteligencia integradora y posibilitante, como instancia dialógica, de la convivencia en la diversidad. La convergencia entre ciencia y ética podría ser expresada en un recorrido que va del conocimiento al saber y del saber a la sabiduría. (2)



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En las ciencias de la salud, el humanismo se ha entendido y expresado fundamentalmente en la relación del médico y la enfermera con sus pacientes. Ahí es donde se concentran y decantan las interacciones sutiles que dan la oportunidad a la enfermera y/o medico de ayudar, en forma amplia y efectiva, al ser humano que confía en él para el alivio o curación de una enfermedad. Hasta el momento sabemos que el profesional de la salud que practica su saber en forma ética, lo hace siempre respetando la intimidad, la individualidad y la confianza, sin abusar, sin engañar, con respeto a la vida, a la verdad y a los valores trascendentales del hombre, manejando los conceptos de hacer el bien, de bondad y comprensión de protección y ternura, quien sabe curar, despierta confianza, esperanza y fe. Pero también ha existido quienes han empleado ese mismo conocimiento asociándolo al temor y a la manipulación emocional infundiendo terror o abusando del más necesitado, comerciando con su salud. (3)

El humanismo en las ciencias de la salud inmerso en un conjunto de valores y percepciones relativas a los bienes humanos, nutre y se nutre de principios y normas que constituyen el dominio de la ética médica y la bioética, como se le ha denominado recientemente.

En los últimos tiempos, la bioética ha adquirido gran interés, quizás como respuesta a la preocupación, cada vez mayor, que ocasionan los cambios debido al auge de la medicina institucional y a la creciente aplicación de innovaciones tecnológicas en el campo de la salud, situaciones ambas que tienden a despersonalizar la practica medica haciendo del paciente un simple expediente clínico.

El enfermo es un ser humano que, más allá de estar afectado por alguna noxa patológica, siente, piensa, ama y sufre; el expediente constituye un conjunto de datos que se sistematizan e interpretan cada vez con más precisión y complejidad, gracias a la informativa De ahí que se hable de la deshumanización de la medicina, y es que, no solo se modifica en forma y el fondo de la practica medica, sino que también se transforma vertiginosamente el contexto en el que se lleva a cabo. En efecto, somos testigos de profundos cambios que inciden en nuestra vida cotidiana y en la manera de hacer las cosas. (3)

Es importante tener presente esta continua transformación para entender lo que se ha designado el cambio en el paradigma de atención a la salud, y que consiste en que el énfasis que se le había dado a la atención de enfermería, individual, de tipo curativo, que repara los daños, se traslade ahora a la salud integral que previene los riesgos, dándole un enfoque poblacional de carácter preventivo. (3)

Estas transiciones y el vertiginoso ritmo de las innovaciones, además de los diferentes enfoques para contender con el cuidado a la salud, ofrecen nuevas perspectivas dentro del humanismo medico. Ahora no se trata solo de escudriñar en la relación entre la enfermera, el médico y su paciente; es necesario hurgar en la interacción del médico y la enfermera con la colectividad, la institución de salud, con el enfermo y de los profesionales de la salud con los gobiernos y los usuarios de los servicios. Se amplia, además de que se redefine, la interfase entre varios actores, entre los cuales siempre estará presente el profesional enfermero, abriéndose nuevos frentes en el humanismo de las ciencias medicas. (3)


Sentido y Valor de la vida y de la muerte. Bioética de la vida

El sentido de la vida y de la muerte consiste en la respuesta individual o social que se de a las interrogantes básicas del hombre y que surgen concomitantemente con la aparición de la conciencia del yo, que es lo mismo que decir con la aparición de la mente. (4)

Estas preguntas son: ¿Porque estoy aquí vivo en el mundo? O mejor aun ¿Cuál es la finalidad última de mi vida? Alrededor de esta pregunta básica aparecen todas las interrogantes escatológicas sobre el origen de mundo, el porqué del bien y del mal, tanto físico como moral, como bases de la organización social y las fuerzas que han de sustentar las normas morales y jurídicos de las sociedades humanas.

Por lo tanto, las respuestas a estas preguntas sustentan toda la organización social y configuran la cultura intrínseca de cada sociedad o grupo. Son preguntas clave también respecto a la estabilidad psicológica individual, motora de sus motivaciones y reguladora de su conducta y por lo tanto depende de ellas esencialmente la satisfacción y felicidad del individuo con su vida y su actitud ante su propia e inevitable muerte.

Por ello mismo puede afirmarse que la cuestión del sentido de la vida surge en el contexto social, es transmitida al niño como contenido cultural e ideológico y se transforma en joven al compás de su curso biográfico, permitiendo en el adulto, modificaciones, bien al nivel personal o bien por identificación con otras opciones que pueda ofrecer el medio social en el que se desarrolle el sujeto. (4)

El estudio de la historia y de la antropológica cultural permite afirmar que todas las sociedades humanas se han planteado estas preguntas y han elaborado unas respuestas. Es evidente, sin embargo, que el grado de preocupación o participación de los individuos concretos en dichas creencias puede ser variable. Sin duda mucho más estricto y fiel en culturas primitivas dotadas de un solo abanico de influjos culturales que permiten al individuo escoger o bien crear sus propias respuestas.

Si bien todas las necesidades humanas ofrecen al menos un sistema creencial de respuestas al sentido de la vida, es evidente que desde el punto de vista individual no todas las personas aceptan, producen o se interesa por el "sentido de la vida". Este mismo hecho permitiría calificar su "falta de interés" por el tema típico de la instalación en el mundo que el antropólogo Von Gebstattel califica de "vida inauténtica" y que cree descubrir en muchos psicópatas y en enfermos mentales, pero que nosotros creemos que aparece también en personalidades normales pero sencillas, por su cultura o su medio, y que viven a espaldas, es decir, solo implícitamente, la cultura de la sociedad a que pertenecen. (4)

Por lo tanto afirmamos, que todas las sociedades y culturas ofrecen respuestas a las preguntas escatológicas entre las que se encuentran las relativas al sentido de la vida, pero que o todos los individuos concretos desarrollan la necesidad de hacerse dichas preguntas y de responder a ellas. Creo que es muy importante, a efectos de las ciencias del ser y dentro de ellas, la psicología y la sicopatología, el diferenciar adecuadamente las ideas "superiores" que desarrollan las "inteligencias" de la sociedad, de las ideas mostrencas del individuo y del ciudadano llano que vive preocupado de sus necesidades e intereses cotidianos y que solamente se plantearían respuestas de este tipo ante una encuesta o bien, como describe Jaspers, en momentos límite de su existencia, como son, la adversidad, el dolor o la cercanía presentida de la muerte.(4)

La muerte como el nacimiento constituye los contornos de la existencia humana y son fuentes inagotables de reflexiones radicales acerca de la naturaleza humana, y su finalidad. Nacimiento y muerte en la actualidad, merecen mayor atención ética, toda vez que han dejado de ser sucesos naturales para convertirse en artificiales, por manipulación tecnocientífico. Con la tecnociencia, cada vez se accede más a diseñar los niños a la carta y a decidir cómo y cuándo darles el último adiós a los abuelos. (5)

El discernimiento ético sobre la vida y la muerte tiene que ser desde la vida misma y no puede ser diferente del que se hace sobre la dignidad de la vida. Esto significa que la muerte es un episodio de la vida, es el episodio final y enigmático que debe ser dotado de máxima dignidad. (6)

La bioética es un conocimiento valorativo que el ser humano realiza de su ser en el humano para darse una constitución ética como sujeto moral, asumiendo el fenómeno de la vida como instancia primaria de moralidad, es decir, la bioética es la ética de la vida, y la vida en todas sus manifestaciones, desde los microorganismos hasta la vida cultural. (6)

Las virtudes de una persona se hacen evidentes a través de sus comportamientos. De la forma de ser de una persona surge su forma de actuar en el ejercicio de su profesión y en su vida personal, que evoluciona a lo largo del tiempo.

Fundamentalmente, las enfermeras utilizan la ética para evaluar y justificar sus comportamientos y acciones y los de otras personas.

Diariamente las enfermeras se encuentran en su trabajo con situaciones éticas que requieren un método de juicio diferente al juicio clínico. A menudo estas situaciones éticas no tienen una respuesta fácil, sencilla que puedan encontrarse en los códigos de ética o en las leyes. La ética como parte de la vida exige que utilicemos dos de nuestras cualidades más humanas: la capacidad de razonar y la capacidad de sentir empatía hacia los demás. (7)



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Principios de la bioética en el adulto mayor

Dos palabras griegas conforman el neologismo propuesto por el Dr. Van Rensselaer Potter, en 1970. Estas son: Bios= vida como totalidad, no solo la somática sino también la vida abstracta (vida cultural, vida espiritual, etc.), y Ethos= que parte del medio ambiente y las condiciones que de allí surgen para que el ser humano construya un comportamiento con carácter propio, es decir, coherente con la lógica de la vida, una ética que favorezca el cultivo virtuoso y agatístico de la vida en todas sus manifestaciones. Agatístico significa vida agradable y feliz. (8)

En síntesis, entendemos Bioética como un saber interdisciplinario e histérico-hermenéutico, en permanente construcción, que de manera holística se ocupa del cuidado responsable y solidario del "ethos vital", lo cual implica correr cada vez más las fronteras del conocimiento y de la justa valoración sapiencial, acerca de tres aspectos fundamentales: saber que es la vida, cual es el tipo de calidad de vida que deseamos y cuál es el sentido de la vida digna que podemos compartir los seres humanos actuales sin detrimento del hábitat y de las futuras generaciones.(8)

En la práctica, el objetivo de la Bioética, en lo que respecta a los profesionales de la salud (tanto médico como personal de enfermería), debe ser la búsqueda de soluciones concretas a casos clínicos concretos, siempre que se originen conflictos entre valores. Esta entrará en acción cuando exista la posibilidad de elegir entre dos o más opciones, que a veces pueden ser completamente contradictorias. Pero, cuando entran en juego los problemas esenciales de la vida y la muerte, esta responsabilidad aumenta y la búsqueda de una alternativa es más difícil y complicada, de aquí deriva la importancia de los Comités de Bioética en los centros sanitarios, ya que serán los encargados de orientar y ayudar a los profesionales de la sanidad en la solución de estos problemas éticos.

La Medicina a lo largo de toda su historia, siempre considero que el personal sanitario estaba obligado a conseguir el máximo beneficio para el paciente, sin preocuparse por otros motivos, pero en la última década el juicio moral del acto médico ha cambiado y entre sus objetivos, además de conseguir el máximo beneficio para el paciente, se deben tener en cuenta otros aspectos.

Principios de la bioética y su aplicación en ciencias de la salud.

La primera consideración que sugiere la consideración de la dignidad humana de todo ser humano. El valor, es la de respeto y rechazo de toda manipulación al adulto mayor: frente al que no podemos comportarnos como nos conducíamos ante un objeto, como si se tratara de una cosa, como un medio para lograr nuestros fines personales. 9

Todo ser humano tiene dignidad y valor inherente, solo por su condición básica de ser humano. El valor de los seres humanos difiere del que poseen los sujetos que usamos, las cosas tienen un valor de intercambio, son reemplazables. Los seres humanos en cambio, tienen un valor ilimitado puesto que, como sujetos dotados de identidad y capaces de elegir, son únicos e irremplazables. El respeto al que se refiere este principio no es el mismo cuando se dice "yo respeto a esa persona" o "tiene que hacerte merecedor de mi respeto". El principio de respeto supone un respeto general que se debe a todas las personas y en especial a los adultos mayores. (9)

Para resolver los conflictos que pueden aparecer en la práctica diaria a la hora de tomar decisiones, aparece la bioética de orientación principalita, basada en "Los Cuatro Principios" formulados por Beauchamp y Childress en el libro que publicaron en 1979, Principies of Bimedical Ethics (Principio de Ética Biomédica) y que consiste en conseguir un método sistemático de reflexión que permita elegir una solución correcta a un dilema bioético. Estos dos autores, en su obra, propusieron los siguientes principios bioéticos:

Principio de Beneficencia: toda persona debe hacer el bien a los demás. El personal sanitario ha sido formado y educado para hacer el bien tanto al enfermo como a la sociedad en conjunto. Este principio se basa en que los tratamientos, procedimientos, diagnósticos..., que se le apliquen al paciente deben beneficiarle y, por lo tanto, ser seguros y efectivos. Según esto, podemos decir que todas las cuestiones que traten sobre la calidad de vida o cantidad de vida deben ser evaluadas sobre este principio.

Principio de No - Maleficencia: se basa en el principio hipocrático Primum non nocere, ante todo no hacer daño. Es también muy evidente en el caso del personal sanitario, ya que no deberán utilizar su situación o conocimiento para ocasionar perjuicios al enfermo. En la práctica se trata de que entre los beneficios y los riesgos de cualquier actuación, deben prevalecer siempre los beneficios. Además, en la práctica de enfermería, se puede minimizar el daño de ciertos tratamientos con el correcto conocimiento de las técnicas de aplicación de estos. Es un principio que se valorará de forma individual en cada caso clínico. En este principio, con el de justicia, se basan los estados para promulgar las leyes.

Principio de Autonomía: es la capacidad que tiene el enfermo para decidir, siempre que exprese su deseo de hacerlo. Es un principio que siempre ha estado ausente en la tradición médica, su importancia la ha adquirido en los últimos años. Es un principio muy importante, ya que: Obliga a informar al paciente sobre el diagnóstico, pronóstico y posibilidad terapéutica, así como sus riesgo y beneficios, siempre que este lo desee (Consentimiento Informado). Permite que el enfermo rechace el tratamiento o elegir otro que se le haya propuesto. Debería permitir al paciente, dentro de lo posible y con las limitaciones legales vigentes, elegir el momento, lugar y forma de su muerte (Testamento vital o Voluntades anticipadas).

Principio de Justicia: se basa en dos hechos: Todas las personas tienen la misma dignidad, por lo tanto, son merecedoras de igual consideración y respeto. Hay que luchar por una distribución justa y equitativa de los recursos sanitarios. Para conseguir el máximo beneficio par ala comunidad, evitando desigualdades en la asistencia sanitaria Por estos motivos, el personal sanitario debe gestionar y administrar los recursos y servicios de una forma efectiva y eficaz. (9)

Según Diego García, autor de la obra titulada Procedimientos de Decisión en Ética Clínica. Existe un orden jerárquico en estos principios, en los cuales diferencia dos niveles:

  1. Primer Nivel o Nivel Universal: en este se encuentran los principios que no se refieren a la relación existente entre el personal sanitario y le paciente, además son independientes de la voluntad de este. Constituyen lo que se llama ética de mínimos y deben ser garantizados por el estado. Estos principios son Principio de No -Maleficencia. Principio de Justicia.
  2. Segundo Nivel o Nivel Particular: en este nivel se encuentran los principios que se refieren a la relación existente entre el personal sanitario y el paciente. Estos principios constituyen la llamada ética de máximo porque obligan a la persona y no.

Estos principios son: Principio de Beneficencia. Principio de Autonomía (9)

Según este autor, los grandes dilemas surgen cuando se plantean conflictos entre los principios de un mismo nivel y el más frecuente es entre el principio de autonomía y el de beneficencia, al rechazar el paciente o su representante un determinado tratamiento o prueba diagnóstica. En cambio, cuando surge un conflicto entre principio de distintos nivel, deberá prevalecer el del nivel superior.

De todas formas no debemos olvidar nunca que el respeto a la libertad personal es un componente fundamental de la dignidad humana y, por lo tanto, nos obliga a tener en cuenta lo que quiere saber y hasta donde desea ser informada el paciente, por ello la información y comunicación con el enfermo en fase Terminal deben estar íntimamente ligados.

Bioética y su relación con la terminalidad de la vida

La muerte y morir en sociedad

No hay acuerdo acerca del grado de presencia que tiene la muerte en nuestra sociedad. Es mayoritario el sentir de quienes opinan que en los últimos tiempos tendemos a no hablar de ella, incluso a esconderla, aunque no faltan quienes consideran que, por el contrario, si algo no falla en nuestro entorno son elementos que, de una u otra manera, nos recuerdan el hecho de la muerte. Como casi siempre en caso de duda, lo mejor es seguir la recomendación aristotélica y ver si introduciendo algún matiz, la cuestión se torna más manejable. Propongo empezar distinguiendo entre tipos de muertos. (10)



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De un lado estarían lo que podríamos considerar muertos abstractos. En este grupo se incluirían la totalidad de nuestros antepasados, ese enorme número de individuos de la especie humana que pasaron por este mundo y ya nos han abandonado. Tan grandes es la cifra /el historiador Paul Chaunu intentó en algún momento calcularla y le salían unos cuantos billones), que ya los griegos se referían a esa comunidad de desaparecidos como "la mayoría". También entrarían aquí esos muertos anónimos que aparecen en los medios de comunicación constantemente. Las guerras que no cesan y la cantidad de conflictos violentos que asolan el plantea constituyen ocasión permanente para que las pantallas de los televisores o las páginas de los periódicos se llenen con imágenes, a menudo obscenas, de cadáveres. En tercer lugar, habría que mencionar a esos personajes célebres, del ámbito de la cultura, la política o el espectáculo, cuyo fallecimiento también proporciona continuado pretexto para recordarnos la inevitabilidad de la muerte. Por último, y ya que se trata de plantear el grado de presencia de la muerte en nuestra sociedad, habría que incluir así mismo en el apartado de los muertos abstractos ("muertos ficticios") los que aparecen representados en las obras de arte, en especial en el cine, y que son los que hoy en día hacen, de manera abrumadora, que el individuo obtenga su primera noticia acerca del hecho de la muerte.

Se propone mencionar además a los muertos concretos entre los cuales estarían nuestros seres más próximos y queridos, aquellos a los que la vida nos proporciona el triste privilegio de despedir, además, desde luego, de nosotros mismos. Mientras que respecto a la presencia pública del anterior grupo hay pocas dudas, es al hablar de este segundo cuando se nos hace patente hasta que punto la muerte se ha ido haciendo progresivamente invisible en nuestros contexto habituales. Dicho de una manera muy descriptiva: los tanatorios se han convertido en la salida de emergencia de los hospitales y de las grandes ciudades ha desaparecido la imagen, ante habitual, de los coches fúnebres.

Por supuesto que, de ser cierta la precedente descripción, procedería preguntarse por los motivos de la tendencia señalada La respuesta parece calar: escondiendo a sus muertos (en el segundo sentido), nuestra sociedad evita afrontar aquella experiencia que probablemente provoca la desazón más radical en el ser humano: el miedo a la muerte. El arraigo de dicho miedo, más allá de diferencias históricas .y sociales, es cosa sobradamente acreditada. Bastará con recordar el remedio que proponía Epicuro para ahuyentarlo: la muerte no es nada, nada para los seres vivos, porque están vivos, y nada para los muertos porque ya ni están. El remedio, más que tramposo, es insuficiente, como intentaré mostrar enseguida.

Pensar en la muerte desde una perspectiva distinta, Heidegger y su distinción entre muerte y angustia, propuso distinguir entre muerte y angustia. El miedo es el temor a algo que conocemos (o creemos conocer), mientras que angustia es el temor que genera en nosotros lo desconocido o, con más propiedad, el temor sin objeto definido. Para Heidegger es angustia lo que nos provoca la muerte.

Sin embargo, una puntualización parece necesaria. Aceptando la parte de razón que tanto Epicuro como Heidegger tienen, me temo que ambos se equivocan al poner el acento casi en exclusiva en la muerte propia, lo que provoca que no presten suficiente atención aquello que a mi entender merece ser pensado. Me refiero a esa experiencia que tiene lugar cuando desaparece un ser querido, una experiencia de pérdida que no se agota en absoluto identificándola con la experiencia de nuestra propia finitud. La muerte ajena nos hace saber no sólo de nuestra finitud, sino también de nuestra incompleta condición. Nunca como en la muerte de alguien cercano experimentamos el grado de dependencia que tenemos respecto de los otros: hasta que punto somos en gran medida esos otros. Afirmar, ante la pérdida de un ser querido, que con él se va una parte de nosotros mismos es mucho más que una metáfora expresiva o una frase contundente.

En efecto, empezamos a morir cuando mueren los seres que queremos. En ese sentido, podría decirse que la vida no es otra cosa que un prolongado aprendizaje de la muerte. En el bien entendido de que tal aprendizaje no consiste en la adquisición de unas técnicas o de unos conocimientos que nos hagan más llevadera la inminencia del tramo final, sino en el proceso por el que tomamos calara conciencia de lo que la vida contiene, en su misma entraña, de muerte. Formulémoslo así: vamos muriendo a lo largo de la vida, y lo que en verdad hace la muerte propia es liberarnos definitivamente, de ese doloroso y extenuante sufrimiento. (10)

Antropología de la muerte

Morín (1974) desarrolla una antropología de la muerte en donde pone de manifiesto que la muerte es, o puede llegar a ser, un producto más de la capacidad de construcción social del hombre (Berger y Luckman, 1986), no en cuanto al hecho esencial en sí mismo, sino en todo lo concerniente a su interpretación significado y asunción de tratamiento y ritos. Asimismo, la relación entre religión y capacidad adaptativa del hombre antes los hechos "ingobernables" de la naturaleza, entre los que ocupa un lugar nuclear la muerte, fenómeno que incluso llevaba a los padres a retener desesperadamente algún, recuerdo de sus hijos mediante el, a la sazón, recientes inventos de la foto contribuye a la constatación de la evidente relación entre la interpretación sobrenatural de los fenómenos, la capacidad de construcción social del hombre y la incidencia creciente de la tecnología en dicho proceso/115

Morín distingue en su obra una triple constante ante el principal misterio del hombre: conciencia de ruptura que conlleva la muerte; el daño o traumatismo que esta conciencia/saber inflige; y, por último, la aspiración a la inmortalidad. El hombre utiliza la creatividad como instrumento para superar las contradicciones y frustraciones que provoca la muerte finiquitando su individualidad, y para ello se pone a la tarea de elaborar concepciones de la muerte en un contexto bipolar:

1.        Cosmomorfismo: inspirado en el recurrente renacimiento de la vida en la naturaleza (muerte - resurrección o muerte - descanso eterno).

2.        Antropomorfismo: mantiene la individualidad mediante la vía de la inmortalidad: individuo amortal mediante la creatividad (alma, superhéroe), o la ciencia (genoma). (11)

En consecuencia se trata de estudiar la muerte como el fenómeno que más ha preocupado al hombre, resultado, a veces incluso de difícil e inasimilable explicación. La muerte, desde la prehistoria, supuso el fenómeno al que más imaginación y creatividad tuvieron que aplicar los seres pensantes de la tribu para congraciar la rutina diaria de su presente con la incertidumbre del futuro. (11)

La muerte. Concepción, creencias y sentimientos en el Adulto Mayor.

La muerte surge con la vida Los seres físicos existen, pero no viven. Pierden la existencia pero no mueren. La bacteria muere. La muerte es la doble fatalidad, interna y externa de la vida: la muerte interna sobreviene al término de una acumulación finalmente ineluctable de errores en la organización comunicacional/informacional del celular, la muerte externa está omnipresente en la coalición de los peligros ecológicos en los que, cada uno, para comer corre el riego de ser comido por un comedor. La relación vida/muerte es así cierta (a termino) e incierta (en cada instante a la vez). (11)

La muerte, esa gran desconocida, domina el mundo con su inmenso poder. Poseerá a las personas en uno u otro lugar, solas o acompañadas; cuando eso ocurra no será mañana, será hoy porque la muerte siempre sucede hoy. Coquetea con la vida y nunca se concede un descanso. (12)

Vida y muerte se complementan y forman parte de un mismo proceso. Algunas personas piensan excesivamente en morir mientras que otras se evaden de la muerte intentando ignorarla Nadie quiere morir, ni siquiera los que se sienten más desafortunados. Solo los que están muy afectados por el abatimiento, dominados por su sentimiento de unidad mística o aquellos que ya han conseguido liberarse de toda atadura no sienten terror ante el final. (12)

Como se ha visto, so es el enemigo mortal de la vida (ya que, sin dejar de ser desintegrante, está integrada en las transformaciones y regeneraciones de la vida). Pero es el enemigo mortal del individuo sujeto. Al aniquilar irremediablemente su existencia, aniquila su tesoro absoluto, desintegra su centro del mundo, abole su universo. Para el sujeto, la muerte es el cataclismo absoluto: el fin del mundo. (11)

Sobre la muerte se pueden afirmar varias cosas: es segura, irremediable, sucederá hoy y no mañana de forma imprevisible, se muere en soledad y cada uno será protagonista de su propio fin. Así es la muerte. Un día se desaparece por que llega y toma Al nacer - decía un maestro de la India_ ya somos cadáver. Una persona capaz de comprender que todo pasa, que sabe coger pero también soltar, acepta la muerte mucho mejor y será capaz de enfrentarse mucho mejor a ella. Este enfrentamiento requiere un cambio de actitud mental. Si se consigue una nueva manera de pensar y percibir las cosas, la muerte no tiene que inspirar terror; se convertirá en algo familiar y se vivirá cada instante como si fuera el último y si no lo es, mucho mejor.(12)


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Muerte digna

Kant nos advierte que el ser humano es "fin en sí mismo" y no puede ser tratado solamente como medio, en virtud de la subjetividad que le hace capaz de reconocerse como ser pensante, libre y autónomo, a diferencia de los demás seres objetuales que, al carecer de subjetividad no son pensantes, libre y autónomos. El ser humano es, por consiguiente, "sujeto" y no "objeto", persona y no cosa En razón de ser sujeto es fin en sí mismo y no medio para otros fines. No puede ser tratado como mercancía para ser intercambiado, negociado, regateado, sobrevalorado o infravalorado en función de costos económicos como tampoco puede ser comparado con otros seres humanos para decidir cual cale mas, pues todos valen igual; de todo ello emana la dignidad de la persona humana.(13)

Una vez descubierta la dignidad del ser humano y su norma como buena para preservar al individuo de cualquier atropello, la consecuencia lógica es universalizar la norma, en cuanto lo que es bueno para uno lo sea también para todo los seres humanos que compartimos la misma naturaleza. Sobre este postulado kantiano de la dignidad humana y su normativa se han desarrollado universalmente, en la modernidad, el pensamiento ético y derecho. (13)

El reconocimiento de la dignidad humana fundamenta las relaciones de equidad y justicia, con las cuales se rige la vida toda de cada persona, sin importar la raza, la

etnia, la cultura, las condiciones económicas y políticas, la nacionalidad, la edad, el sexo, el nacimiento y la muerte, la cual forma parte de la vida de cada persona y por lo tanto tiene dignidad especifica.(13)

Tanto la muerte, como el nacimiento, constituyen los contornos de la existencia humana y son fuente inagotable de reflexiones radicales acerca de la naturaleza humana y su finalidad. Nacimiento y muerte, en la modernidad, merecen la mayor atención ética toda vez que han dejado de ser sucesos naturales para convertirse en artificiales, por manipulación tecnocientífica. (13)

El hecho de morir reclama tres momentos de dignidad: antes, en y después. Toda la vida de la persona constituye el "antes", lo que significa que la manera digna de vivir es la mejor preparación para una muerte digna. La paz interior del moribundo, como manifestación de aceptación del punto final de su existencia, tiene largo antecedentes de un vivir virtuoso, de estar reconciliado consigo mismo, con los demás y con el Dios de su creencia, a quien se entrega confiado a su benevolencia. Esto significa que se llega a la muerte dignamente, porque se ha vivido con dignidad.

Actualmente se está utilizando mucho la frase muerte digna, lo que para mucha gente significa tener la posibilidad de elegir el momento de la muerte, sobre todo, para los partidarios de la eutanasia. Cecily Saunders, evita éste término y utiliza otro como good death, la buena muerte u on dying well, el bien morir. Otros autores hablan de morir humanamente, pero quizá un concepto adecuado sería, morir sintiéndose persona. En un estudio realizado por Vega Gutiérrez entre 800 médicos y enfermeras, preguntándoles ¿Qué entiende por muerte digna?, la mayoría asociaba morir con dignidad a morir rodeado del cariño y apoyo de los seres queridos, eliminándose en lo posible los dolores y sufrimientos, sin manipulaciones médicas innecesarias, la muerte a su tiempo, aceptando la muerte, con serenidad, con la asistencia médica precisa y el apoyo espiritual, según las propias creencias, siempre que se desee.

Según Vanmderpool, para afrontar la muerte con dignidad:

Es saber que la muerte está próxima, de esta forma el paciente procurará resolver sus asuntos, tomar sus decisiones, cumplir su promesa o simplemente despedirse.

Es necesario que el paciente pueda seguir siendo, dentro de lo posible, AGENTE, y no un mero paciente.

Debe intervenir en las decisiones que se tomen sobre su patología o sobre sí mismo.

El paciente debe recibir verdadera información acerca de las decisiones y procedimientos que le afecten directamente a él y a su bienestar y deberá consentirlas antes de que se lleven a cabo.

Hay que preservar la autonomía y autocontrol del paciente, siempre dentro de lo posible. La excesiva dependencia y la pérdida de control de las funciones orgánica dan sensación de menor dignidad.

Se debe proteger la pérdida de imagen corporal, evitando que el enfermo se sienta desfigurado o muy desmejorado, siempre que sea posible.

Es importante también el sentido espiritual que el paciente atribuye a su vida, por lo que se le debe negar el derecho o la posibilidad de ser asistido por un consejero espiritual (sacerdote, rabino...). Deben mantenerse, siempre que sea posible, cierta actividades y relaciones familiares, sociales y profesionales, ya que esto supone sentirse persona. Si se deja de lado al paciente, evitando sus preguntas, por ejemplo, notará que su dignidad se pierde, que no se siente ya como persona (14)

La preocupación moral básica de la enfermera, es el bienestar de otros seres humanos y la ayuda como objetivo primordial, porque ejerce una profesión de servicio. La enfermera en su quehacer diario, tiene la misión de proporcionar atención integral al enfermo que está en estado moribundo incluyendo el manejo de los aspectos éticos en el cuidado a este enfermo es primordial. (15)

En el paciente en etapa de finalización que está hospitalizado la muerte digna implica:

a.        Morir sin ser víctima del frenesí tecnológico.

b.       No fallecer con dolor atroz.

c.        Morir amando (cuando el amor ha sido la clave de la existencia personal es la forma más adecuada para completar el despliegue previo).

d.       Que el acto de morir se realice en un entorno digno lo más parecido al habitual.

e.        Que la separación y despedida se efectúe con el corazón y en paz.

f.        Considerar el núcleo familiar; incluirlo en el cuidado del paciente puede ser una decisión acertada por parte del equipo de salud. (15)

Aspectos Éticos relacionados con: eutanasia, distanasia, ortotanasia, cacotanasia y muerte asistida.

Durante años, la eutanasia ha sido un tema controvertido, ya sea dentro o fuera de las profesiones dedicadas a la salud, donde intervienen representantes de otras disciplinas; y por constituir ésta un elemento a considerar en el quehacer del ámbito de la salud, se hace necesario traer a colación aspectos expuestos por algunos autores relacionados con este concepto.

La eutanasia es la acción de adoptar medidas concretas dirigidas a provocar la muerte de una persona que lo ha pedido consciente, responsablemente y de forma continuada, por encontrarse en una situación de enfermedad avanzada incurable y terminal que le produce padecimientos.

Asimismo, agregan los autores que solo cuando la acción sea directa, activa y voluntariamente pedida por la persona, por encontrarse en una situación de enfermedad avanzada, incurable y terminal que le produce padecimiento, sufrimiento no evitables por medios terapéuticos y que conducirá a la muerte cierta y cercana; solo en estas condiciones se podría referirse a la eutanasia(16)

Por otra parte, la eutanasia expresa que esta significa literalmente muerte fácil o suave"; sin embargo, en la actualidad esta significa literalmente "muerte fácil o suave"; sin embargo, en la actualidad esta expresión ha adoptado un significado muy distinto: se refiere a matar de manera indolora a las personas para poner fin a su sufrimiento y con frecuencia se considera sinónimo de asesinato por piedad (17)



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Hace una diferencia entre la eutanasia pasiva y la activa donde la eutanasia pasiva se define como: cooperar a la muerte de paciente" y la eutanasia activa se define como "técnica y procedimientos que tienen la intención deliberado de interrumpir la capacidad del paciente para continuar vivo (17)

Así también, la eutanasia es definida como "la acción medica que tiene como consecuencia principal la inducción de la muerte de un enfermo terminal que lo ha solicitado (18)

Asimismo, el mismo autor agrega que esta puede clasificarse de la siguiente manera:

Tipo – Características

1.- Por Acción:

1.1.- Activa. Cuando la acción es deliberada.

1.2.- Pasiva. Cuando no se ejecuta ninguna acción.

2.- Comisión / Omisión:

2.1.- Omisión.

2.1.1.- Suspensión de Tratamiento Necesario. Cuando se desconecta un ventilador mecánico.

2.1.2.- Suspensión de Tratamiento Innecesario. Limitación de medidas terapéuticas (ortotanasia, eutanasia pasiva).

3.- Directa:

3.1.- Directa Voluntaria. El paciente competente escoge su fin.

3.2.- Directa Involuntaria. Otros deciden el destino del paciente.

3.3.- Indirecta Voluntaria. El paciente competente solicita que no se impida el fin.

3.4.- Indirecta Involuntaria. Otros imponen su presión de medidas terapéuticas.

Fuente: Contreras, Floreal (2003) Pág. 72.

Para defender a la eutanasia activa o la pasiva Fletcher citado por Rumbold (2003) señala:

  • Es más difícil justificar, desde el punto de vista moral., el hecho de permitir que alguien muera de manera lenta y deshumanizada, que justificar ayudarlo a escapar de ese sufrimiento.
  • Las personas son algo más que seres biológicos; son seres racionales. Se considera que cuando pierden el elemento racional, entonces lo que queda es infrahumano. Se piensa que está justificado poner fin a la vida de una persona que haya perdido la capacidad de razonar por algún traumatismo o enfermedad.
  • Debe existir el mismo control de calidad para la terminación de la vida, que para su inicio. Es contradictorio dar aprobación ética a poner fin a la vida en útero, como ocurre en los abortos terapéuticos por motivos de compasión y piedad, pero negarse a aprobar el hecho de poner fin a la vida in extremis.
  • Una de las diferencias vitales entre los seres humanos y los animales es que el primero tiene la capacidad de elegir el momento apropiado para morir; el hecho de que la persona elija el momento de su muerte cuando se entera de que sufre de una enfermedad incurable, resulta piadoso para ella y de posibles beneficios para otros.(18)

Algunas concepciones en contra de la eutanasia son:

  • La eutanasia activa no intenta tomar en cuenta las necesidades de la persona que está muriendo, sino que pone fin de manera directa a su vida, y como tal, constituye una violación del individuo.
  • La vida es algo sagrada por lo tanto todas las decisiones éticas deben basarse en la reverencia hacia la vida.
  • Para algunas personas, la vida es un don de Dios y por ello solo a Dios corresponde quitarla; uno de los principios éticos contenidos en los escritos religiosos es "No Matarás", por consiguiente, la eutanasia es incorrecta
  • El ser humano tiene el derecho a morir como parte inevitable de la vida, en sí no tiene el derecho de elegir cuando o de que manera morirá.
  • Nadie tiene el derecho a quitar la vida a otra persona, por lo tanto, cualquier forma de eutanasia no es justificable.(17)

Existen unos términos que están relacionados con la eutanasia, según Arroyo, M. P. Cortina, A. Torralba, M y Zugasti, J., que son:

  • Distanasia: son las conductas terapéuticas que solo buscan evitar la muerte cercana sin tener en cuenta los posibles padecimientos de la persona ni su voluntad, dando lugar al denominado encarnizamiento terapéutico (ensañamiento).
  • Ortotanasia: término empleado como muerte correcta. Conductas contrarias a la distanasia. Se refiere a las actuaciones que, sin buscar deliberadamente quitar la vida de un enfermo, o bien, omiten las medidas terapéuticas desproporcionadas que solo alargarían el proceso de la muerte, o suponen la administración de medicamentos en dosis terapéuticas (analgésicos o sedantes) para evitar el dolor, la ansiedad extrema p en definitiva el sufrimiento, aunque se corra el riesgo de acortar en alguna medida el tiempo hasta la muerte.
  • Cacotanasia: es la conducta que supondría quitar la vida a una persona por el hecho de estar enfermo o sufrir una minusvalía o discapacidad en contra de su voluntad o sin conocer su opinión.(19)

A continuación se presentan dos opiniones que sustentan las posturas entorno a la eutanasia desde la perspectiva moral.

Sin embargo, estas reflexiones morales están adquiriendo una trascendencia social cada vez más amplia debido a las diversas situaciones de hechos que se van produciendo y que plantean la problemática sobre la eutanasia y sus posibles consecuencias jurídicas.

Para unos, la vida como premisa necesaria para que puedan ser posibles todos los demás derechos es una "facultad irrenunciable". No es disponible porque se entiende que la vida no nos pertenece al no depender su inicio de nosotros mismos; es decir, es un don del que se provee al ser. que le da la condición de humano y del que no puede disponerse libremente, sino que es un bien absoluto que hay que cuidar y proteger.

El derecho a la vida humana es una exigencia para la propia persona ya que a nadie le es permitido disponer de algo que no es suyo, en este caso, la vida de uno. Todos tenemos el deber de conservar nuestra vida, pues tenemos el compromiso de respeto hacia nosotros mismos, derivado de que ni la persona se ha hecho así misma ni ella se ha dado el valor y la dignidad que posee.(20)

Existe una segunda posición para aquellos que no profesan una religión y que dan un sentido secular a su vida y que les resulta difícil aceptar el principio general de no poder disponer de su propia vida; defienden el derecho de todo ser humano a gestionar y administrar su vida y a decidir, si lo desea, sobre cuándo y cómo terminar con ella.

Este argumento se basa en que aún cuando los derechos de la persona deban ser considerados como valores en sí mismo y el derecho a la vida sea la base ontológica de los demás derechos, no es posible entender ninguno de ellos fuera de la concepción personalista del ser humano como un fin en sí mismo y dueño de su propia vida y destino. Solo así será posible conceder al hombre la dignidad que como persona se merece, ya que sólo la vida libremente deseada merece el calificativo de derecho. (20)



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Considerando las dos posiciones planteadas se concluye que el ser humano se desenvuelve en una sociedad pluralista, de libre pensamiento por lo que se aceptan opiniones distintas en este sentido, sin embargo, no hay que olvidar que quizás las necesidades de un paciente con enfermedad terminal se satisfagan mejor no intentando prolongar su vida con tratamientos inútiles y medidas extraordinarias, sino más bien centrados en sus necesidades como persona holística que está a punto de morir y donde el personal que labora en ciencias de la salud moralmente debe velar por preservar su bienestar físico, psíquico y emocional.

Dolor y Sufrimiento. Cuidados del equipo de salud en el final de la vida humana.

Morir es una experiencia personal y solitaria. Los adultos mayores pueden haber pensado en su propia muerte antes de enfrentarse con la experiencia real de la muerte inminente. Esa llamada a la compasión de una forma tangible, escuchando, tocando y estando presente con el moribundo, es el reto que enfrenta el personal de enfermería para satisfacer las necesidades del mismo. (21)

Es de hacer notar, que no todas las personas están preparadas para la muerte, que la aceptan a pesar del hecho de que muchos lo están, preparadas para la muerte, que la aceptan a pesar del hecho de que muchos lo están. Numerosos factores pueden actuar en los adultos mayores, en ayudarlos a afrontar su propia muerte, entre ellos se destacan una actitud filosófica que le lleva a aceptar todo lo que la vida le ofrece (inclusive la muerte); haber tenido muchas ocasiones de pensar en la muerte y de aprender a afrontarla, debido a la pérdida de los padres, los amigos, el conyugue e incluso los hijos; la llegada de la muerte en el momento apropiado del desarrollo del individuo el apoyo de las creencias religiosas, incluida la idea de vida después de la muerte.(21)

Existen también algunos factores que pueden dificultar la capacidad de la persona para aceptar la muerte, tales como, las pérdidas seguidas que dejan a la persona emocionalmente agotada, la fatal de apoyo por haber perdido a mucha gente significativa, y la falta de atención a sus necesidades.(21)

Morir causa dolor tanto al moribundo como a sus familiares y allegados. Se trata de un dolor que trasciende lo somático e inunda la psique de pesadumbre hasta la aflicción más profunda. Para el moribundo y según el grado de conciencia que tenga en el momento, el dolo se convierte en el "signo vital" que le da señales de alarma sobre su caducidad irreversible, sobre su desgarramiento interior que le rompe la existencia, sobre la pérdida de contacto con este, mundo y con sus seres queridos, sobre la frustración de sus proyectos y anhelos de futuro, sobre la memoria biográfica que pueda hacer de sus obras buenas y malas, sobre sus convicciones religiosas y sobre la incertidumbre de lo que viene después de la muerte. Todo se agolpa en instantes de gran intensidad. ¡Intensidad que duele! (21)

En tal sentido, el enfermo ocupa un puesto clave para proporcionar y favorecer un cuidado excelente y compasivo al anciano moribundo, cuidado que engloba la atención a las necesidades físicas, psicosociales y espirituales. Un buen cuidado básico de enfermería, con atención a necesidades de nutrición, eliminación, sueño, movilidad, cuidado de la piel y la boca y el tratamiento de dolor, proporcionará un importante consuelo al anciano moribundo y le mostrará respeto a su persona. (21)

Para valorar estas necesidades físicas, psicosociales y espirituales, el personal de enfermería recoge datos, observando el comportamiento, escuchando lo que dice espontáneamente o preguntando con sensibilidad al moribundo y su familia o a otras personas allegadas. La sensibilidad del personal de enfermería debe estar presente en todas las valoraciones e intervenciones a realizar al adulto mayor moribundo. Esta sensibilidad incluye la comprensión de que los moribundos tienen derecho a sentir experiencias únicas ante la muerte. Dicha comprensión respeta, permite y acepta las diferencias en la respuesta emocional ante la muerte. (21)

Las personas moribundas, o por lo menos gran parte de ellas, son muy poco conscientes de lo que sucede a su alrededor. Solo responden al estímulo más fuerte, el dolor. Si el control del dolor es adecuado, esta fase terminal de semiinconsciencia puede ser un periodo de serenidad, a pesar de que para algunos pacientes esta fase "serena" solo dura unos minutos, después de muchos días de desintegración física y emocional. A pesar de que es posible que la lucidez y la serenidad le acompañen hasta el final, seria juicioso que no contara con eso y que hiciera planes para que, de ser necesario, tuviera una asistencia agresiva de bienestar. (22)

Así también, la enfermera puede aportar una contribución fundamental en la asistencia del anciano moribundo con sufrimiento espiritual, como es llamar al sacerdote, así como estimular al anciano para que identifique sus recursos internos y recurra a ellos, ayudándole a encontrar la forma de expresar su sufrimiento, así como el significado actual de su vida, por encima de todo, proporcionarle una esperanza realista y apropiada. Hay que animarle a que exprese sus ideas sobre un ser superior, y es por ello que el enfermero debe comunicarle la aceptación de sus puntos de vista sentimientos y creencias y expresar el máximo respeto hacia el moribundo. Debe ayudarle a que se despida de los que ama, que el moribundo se acepte a sí mismo, que revise su vida y que exprese como articula su miedo, desesperación, enfado y soledad y avances hacia el auto perdón (21)

Es difícil para el adulto mayor y para el enfermero hacer frente a las dimensiones emocionales y cognoscitivas de la muerte, sobre todo si no han dispuesto de una oportunidad para comentar las complejas emociones que pueden acompañarla. (26)

Reflexiones sobre la Bioética del final de la vida humana en el Adulto Mayor.

  1. En el humanismo se aprecian diferentes posturas filosóficas y metodológicas que cifran la razón de ser en la persona como ente particular y universal.
  2. En el humanismo se ha entendido y expresado fundamentalmente la relación médico y enfermera con sus pacientes, es allí donde se concentran y decantan las interacciones, que dan la oportunidad a la enfermera y/o medico de ayudar, en forma amplia y efectiva, al ser humano que confía en él para el alivio o curación de una enfermedad.
  3. Desde los albores de la humanidad el desarrollo del conocimiento tecnocientífico ha sido una garantía de supervivencia de la especie, pues con el no solo veríamos adaptando el mundo a nuestras necesidades si no que el mismo conocimiento tecnocientífico nos ha dado acceso al desarrollo de la conciencia moral que nos constituyen en éticos, gracias al progreso que hacemos en el conocimiento fuente de libertad y de autonomía.
  4. El sentido de la vida surge en el contexto social, es transmitida al niño como contenido cultural e ideológico y se transforma en joven al compás de su curso biográfico, permitiendo en el adulto, modificaciones, bien al nivel personal o bien por identificación con otras opciones que pueda ofrecer el medio social en el que se desarrolle el sujeto.
  5. La modernidad concibe la vida humana como un terreno donde es posible intervenir siempre y cuando la libertad del individuo o la sociedad lo determine, no hay límites absolutos, pues la vida humana se cosifica, es terreno para la  técnica y la ciencia, según los deseos de libertad, podemos decir que sobre la vida humana confluyen el poder de la ciencia y una ética autónoma que justifica el uso de la ciencia La vida humana no se identifica con la sustancia del ser personal, es un apéndice de la vida.
  6. El acompañamiento del enfermo moribundo no sirve en la tecnología (tecnicismo), más bien tiene importancia en el humanismo al prestar los cuidados que requiere el enfermo, al satisfacer sus necesidades fisiológicas, espirituales, psicológicas, espirituales, psicológicas que van desde colocar la mano sobre sus espaldas, transmitirle seguridad y apoyo, permitirle la presencia de los familiares hasta aliviar el sufrimiento que pueda estar interfiriendo en la tranquilidad y comodidad del enfermo y por ende en la paz necesaria para tener una muerte tranquila.
  7. La vida humana es sagrada desde el momento de la concepción hasta la muerte, por lo que nadie moralmente debe decidir por ello.
  8. En la práctica, el objetivo de la bioética en lo que respecta a los profesionales de la salud, es el examen sistemático de la conducta humana en el campo de las ciencias de la vida y de la salud, ya que esta es examinada a la luz de los valores y principios morales.
  9. Hoy día se tiene una tendencia a pensar que la vida humana vale en función de la productividad que se tiene, que es fuente de placer y la muerte se presenta como perturbadora, por ello algunas veces se le anticipa (eutanasia) o se le distancia (ensañamiento terapéutico) la eutanasia es llamada por algunos, muerte por misericordia, otros la consideran como provocar la muerte antes de que llegue la muerte natural, lo cual es considerado ir en contra de lo cristiano ya que la vida solo es concedida por dios y solo él tiene el derecho a decidir por ella.
  10. El hecho de morir reclama tres momentos de dignidad; antes, en y después; toda la vida de la persona constituye el antes, lo que significa que la manera digna de vivir es lamedor preparación para una muerte digna.
  11. El personal de salud puede aportar una contribución fundamental en la asistencia al anciano moribundo con sufrimiento espiritual, estimulándolo para que identifique sus recursos internos y externos y recurra a ellos ayudándole a expresar sus sufrimientos, sentimientos y creencias expresando el máximo respeto hacia el moribundo.


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