Bioetica del final de la vida humana del adulto mayor
Autor: Omaira Ramírez | Publicado:  12/03/2010 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria , Geriatria y Gerontologia | |
Bioetica del final de la vida humana del adulto mayor .2

En las ciencias de la salud, el humanismo se ha entendido y expresado fundamentalmente en la relación del médico y la enfermera con sus pacientes. Ahí es donde se concentran y decantan las interacciones sutiles que dan la oportunidad a la enfermera y/o medico de ayudar, en forma amplia y efectiva, al ser humano que confía en él para el alivio o curación de una enfermedad. Hasta el momento sabemos que el profesional de la salud que practica su saber en forma ética, lo hace siempre respetando la intimidad, la individualidad y la confianza, sin abusar, sin engañar, con respeto a la vida, a la verdad y a los valores trascendentales del hombre, manejando los conceptos de hacer el bien, de bondad y comprensión de protección y ternura, quien sabe curar, despierta confianza, esperanza y fe. Pero también ha existido quienes han empleado ese mismo conocimiento asociándolo al temor y a la manipulación emocional infundiendo terror o abusando del más necesitado, comerciando con su salud. (3)

El humanismo en las ciencias de la salud inmerso en un conjunto de valores y percepciones relativas a los bienes humanos, nutre y se nutre de principios y normas que constituyen el dominio de la ética médica y la bioética, como se le ha denominado recientemente.

En los últimos tiempos, la bioética ha adquirido gran interés, quizás como respuesta a la preocupación, cada vez mayor, que ocasionan los cambios debido al auge de la medicina institucional y a la creciente aplicación de innovaciones tecnológicas en el campo de la salud, situaciones ambas que tienden a despersonalizar la practica medica haciendo del paciente un simple expediente clínico.

El enfermo es un ser humano que, más allá de estar afectado por alguna noxa patológica, siente, piensa, ama y sufre; el expediente constituye un conjunto de datos que se sistematizan e interpretan cada vez con más precisión y complejidad, gracias a la informativa De ahí que se hable de la deshumanización de la medicina, y es que, no solo se modifica en forma y el fondo de la practica medica, sino que también se transforma vertiginosamente el contexto en el que se lleva a cabo. En efecto, somos testigos de profundos cambios que inciden en nuestra vida cotidiana y en la manera de hacer las cosas. (3)

Es importante tener presente esta continua transformación para entender lo que se ha designado el cambio en el paradigma de atención a la salud, y que consiste en que el énfasis que se le había dado a la atención de enfermería, individual, de tipo curativo, que repara los daños, se traslade ahora a la salud integral que previene los riesgos, dándole un enfoque poblacional de carácter preventivo. (3)

Estas transiciones y el vertiginoso ritmo de las innovaciones, además de los diferentes enfoques para contender con el cuidado a la salud, ofrecen nuevas perspectivas dentro del humanismo medico. Ahora no se trata solo de escudriñar en la relación entre la enfermera, el médico y su paciente; es necesario hurgar en la interacción del médico y la enfermera con la colectividad, la institución de salud, con el enfermo y de los profesionales de la salud con los gobiernos y los usuarios de los servicios. Se amplia, además de que se redefine, la interfase entre varios actores, entre los cuales siempre estará presente el profesional enfermero, abriéndose nuevos frentes en el humanismo de las ciencias medicas. (3)


Sentido y Valor de la vida y de la muerte. Bioética de la vida

El sentido de la vida y de la muerte consiste en la respuesta individual o social que se de a las interrogantes básicas del hombre y que surgen concomitantemente con la aparición de la conciencia del yo, que es lo mismo que decir con la aparición de la mente. (4)

Estas preguntas son: ¿Porque estoy aquí vivo en el mundo? O mejor aun ¿Cuál es la finalidad última de mi vida? Alrededor de esta pregunta básica aparecen todas las interrogantes escatológicas sobre el origen de mundo, el porqué del bien y del mal, tanto físico como moral, como bases de la organización social y las fuerzas que han de sustentar las normas morales y jurídicos de las sociedades humanas.

Por lo tanto, las respuestas a estas preguntas sustentan toda la organización social y configuran la cultura intrínseca de cada sociedad o grupo. Son preguntas clave también respecto a la estabilidad psicológica individual, motora de sus motivaciones y reguladora de su conducta y por lo tanto depende de ellas esencialmente la satisfacción y felicidad del individuo con su vida y su actitud ante su propia e inevitable muerte.

Por ello mismo puede afirmarse que la cuestión del sentido de la vida surge en el contexto social, es transmitida al niño como contenido cultural e ideológico y se transforma en joven al compás de su curso biográfico, permitiendo en el adulto, modificaciones, bien al nivel personal o bien por identificación con otras opciones que pueda ofrecer el medio social en el que se desarrolle el sujeto. (4)

El estudio de la historia y de la antropológica cultural permite afirmar que todas las sociedades humanas se han planteado estas preguntas y han elaborado unas respuestas. Es evidente, sin embargo, que el grado de preocupación o participación de los individuos concretos en dichas creencias puede ser variable. Sin duda mucho más estricto y fiel en culturas primitivas dotadas de un solo abanico de influjos culturales que permiten al individuo escoger o bien crear sus propias respuestas.

Si bien todas las necesidades humanas ofrecen al menos un sistema creencial de respuestas al sentido de la vida, es evidente que desde el punto de vista individual no todas las personas aceptan, producen o se interesa por el "sentido de la vida". Este mismo hecho permitiría calificar su "falta de interés" por el tema típico de la instalación en el mundo que el antropólogo Von Gebstattel califica de "vida inauténtica" y que cree descubrir en muchos psicópatas y en enfermos mentales, pero que nosotros creemos que aparece también en personalidades normales pero sencillas, por su cultura o su medio, y que viven a espaldas, es decir, solo implícitamente, la cultura de la sociedad a que pertenecen. (4)

Por lo tanto afirmamos, que todas las sociedades y culturas ofrecen respuestas a las preguntas escatológicas entre las que se encuentran las relativas al sentido de la vida, pero que o todos los individuos concretos desarrollan la necesidad de hacerse dichas preguntas y de responder a ellas. Creo que es muy importante, a efectos de las ciencias del ser y dentro de ellas, la psicología y la sicopatología, el diferenciar adecuadamente las ideas "superiores" que desarrollan las "inteligencias" de la sociedad, de las ideas mostrencas del individuo y del ciudadano llano que vive preocupado de sus necesidades e intereses cotidianos y que solamente se plantearían respuestas de este tipo ante una encuesta o bien, como describe Jaspers, en momentos límite de su existencia, como son, la adversidad, el dolor o la cercanía presentida de la muerte.(4)

La muerte como el nacimiento constituye los contornos de la existencia humana y son fuentes inagotables de reflexiones radicales acerca de la naturaleza humana, y su finalidad. Nacimiento y muerte en la actualidad, merecen mayor atención ética, toda vez que han dejado de ser sucesos naturales para convertirse en artificiales, por manipulación tecnocientífico. Con la tecnociencia, cada vez se accede más a diseñar los niños a la carta y a decidir cómo y cuándo darles el último adiós a los abuelos. (5)

El discernimiento ético sobre la vida y la muerte tiene que ser desde la vida misma y no puede ser diferente del que se hace sobre la dignidad de la vida. Esto significa que la muerte es un episodio de la vida, es el episodio final y enigmático que debe ser dotado de máxima dignidad. (6)

La bioética es un conocimiento valorativo que el ser humano realiza de su ser en el humano para darse una constitución ética como sujeto moral, asumiendo el fenómeno de la vida como instancia primaria de moralidad, es decir, la bioética es la ética de la vida, y la vida en todas sus manifestaciones, desde los microorganismos hasta la vida cultural. (6)

Las virtudes de una persona se hacen evidentes a través de sus comportamientos. De la forma de ser de una persona surge su forma de actuar en el ejercicio de su profesión y en su vida personal, que evoluciona a lo largo del tiempo.

Fundamentalmente, las enfermeras utilizan la ética para evaluar y justificar sus comportamientos y acciones y los de otras personas.

Diariamente las enfermeras se encuentran en su trabajo con situaciones éticas que requieren un método de juicio diferente al juicio clínico. A menudo estas situaciones éticas no tienen una respuesta fácil, sencilla que puedan encontrarse en los códigos de ética o en las leyes. La ética como parte de la vida exige que utilicemos dos de nuestras cualidades más humanas: la capacidad de razonar y la capacidad de sentir empatía hacia los demás. (7)



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