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Paradigma de la salud de los cuidadores de vida. Respeto a la dignidad humana, y uso de la eutanasia
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Autor: Lic. Omaira Ramírez
Publicado: 9/04/2010
 

El Cuidado de Enfermería es el fin y la esencia de la profesión de Enfermería; en esta revisión bibliográfica se reflexiona en torno al profesional de Enfermería como cuidador, en el cuidado de sí, de los otros y del ambiente en relación con el sujeto cuidado. Plantea los principios éticos y virtudes morales, analiza paradigmas del cuidado a tener en cuenta en el respeto de la dignidad humana y uso de la eutanasia. Concluye con algunas prioridades del cuidado de Enfermería. El derecho a morir es un tema relevante en la sociedad moderna y reaparece en las discusiones sobre enfermedades terminales, limitación, excesos o tratamientos. El concepto de eutanasia contiene ambigüedades y de ello se desprende la confusión existente en la discusión actual acerca del final de la vida. 


Paradigma salud cuidadores de vida. Respeto a la dignidad humana y uso de la eutanasia .1

Paradigma de la salud de los cuidadores de vida. Respeto a la dignidad humana, y uso de la eutanasia.

1. Omaira Ramírez. Licenciada en Enfermería. Universidad de Carabobo. Magister en Administración de los Servicios de Enfermería Universidad de Carabobo. Magister en Enfermería Gerontológica y Geriátrica Universidad de Carabobo. Diplomatura en Desarrollo Curricular Fundacelac. Universidad de Carabobo. Diplomatura en Entornos virtuales de Aprendizaje. Un enfoque basado en competencias. UCLA. Cursante del Doctorado en Ciencias de la Enfermería. Mención Cuidado Humano. Universidad de Carabobo. Profesor Asociado a Dedicación Exclusiva en la Cátedra de Gerencia en Salud y Enfermería adscrito al Departamento Clínico de Enfermería Comunitaria y Administración de la Escuela de Enfermería. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo. Jefe del Departamento Clínico de Enfermería Comunitaria y Administración. Docente del Programa de Maestría de Gerencia de los Servicios de Salud y Enfermería. Área de Postgrado Universidad de Carabobo. Miembro de la Comisión Coordinadora del Programa de Maestría de los Servicios de Salud y Enfermería Universidad de Carabobo

2. Marla Bolívar. Licenciada en Enfermería. Universidad de Carabobo. Magister en Administración de los Servicios de Enfermería. Universidad de Carabobo. Cursante del Doctorado en Ciencias de la Enfermería. Mención Cuidado Humano. Universidad de Carabobo. Profesor Agregado a Dedicación Exclusiva en la Cátedra de Gerencia en Salud y Enfermería adscrito al Departamento Clínico de Enfermería Comunitaria y Administración de la Escuela de Enfermería. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Carabobo. Docente del Programa de Maestría de Gerencia de los Servicios de Salud y Enfermería. Área de Postgrado Universidad de Carabobo. Miembro de la Comisión Coordinadora del Programa de Maestría de los Servicios de Salud y Enfermería Universidad de Carabobo.

Paradigma de la salud de los cuidadores de vida: respeto a la dignidad humana, y uso de la eutanasia

Resumen

El Cuidado de Enfermería es el fin y la esencia de la profesión de Enfermería; en esta revisión bibliográfica se reflexiona en torno al profesional de Enfermería como cuidador, en el cuidado de sí, de los otros y del ambiente en relación con el sujeto cuidado. Plantea los principios éticos y virtudes morales, analiza paradigmas del cuidado a tener en cuenta en el respeto de la dignidad humana y uso de la eutanasia. Concluye con algunas prioridades del cuidado de Enfermería. El derecho a morir es un tema relevante en la sociedad moderna y reaparece en las discusiones sobre enfermedades terminales, limitación, excesos o tratamientos. El concepto de eutanasia contiene ambigüedades y de ello se desprende la confusión existente en la discusión actual acerca del final de la vida. 

El hombre posee la capacidad, como ningún otro ser vivo, de tener conciencia de sí mismo y del mundo que lo rodea. Dicha conciencia constituye la base de su racionalidad, creatividad y humanidad; de allí que todo hombre en su condición humana, es poseedor y responsable de su proyecto de vida en virtud de lo cual es el único ser vivo que aún consciente de que es mortal, le preocupa y le teme a la muerte. La reflexión introduce al lector en un tema de interés para todo profesional independientemente, sea cual sea su disciplina. Lleva a una reflexión sobre el desarrollo del yo personal y las consecuencias de este desarrollo en la formación de su yo profesional. Invita a ampliar los conocimientos y las técnicas sobre el tema, especialmente a las personas que deben asumir papeles de orientadores y formadores, o que de manera directa o indirecta participan del desarrollo del ser humano.

Palabras Clave: Cuidado, Ética, Eutanasia, Enfermería, Paradigma.

Paradigm of health of caregivers of life: respect for human dignity, and use of euthanasia

Abstract

Care Nursing is the purpose and essence of the nursing profession in this review reflects on the professional nurse as a caregiver, whether in the care of others and the environment in relation to the subject carefully. Raises ethical principles and moral virtues, analyzes paradigms of care to take into account respect for human dignity and use of euthanasia. It concludes with some priorities of nursing care. The right to die is an important issue in modern society and has reappeared in discussions about terminal illness, limitation, excesses or treatments.

The concept of euthanasia contains ambiguities and it follows the existing confusion in the current discussion about end of life. The man has the ability, like no other living creature, be aware of himself and the world around him. This constitutes the basis of their rationality, creativity and humanity of every man there in his human condition, is responsible for its possessor and life plan under which it is the only living being who is aware that even fatal, is concerned and afraid of death. The reflection leads the reader on a topic of interest to all professional whatever, whatever their discipline. Leads to reflection on the development of my staff and the implications of this development in the training of my career. Calls to broaden the knowledge and skills on the topic, especially those who must assume roles of counselors and trainers, or that either directly or indirectly involved in the development of human beings.

Key words: Care, Ethics, Euthanasia, Nursing, Paradigm.

Introducción

Esta revisión bibliográfica tiene como objetivo expresar conceptos básicos relacionados: Paradigmas de la Salud de Cuidadores de Vida, la Eutanasia y la Dignidad Humana. La motivación para hacer referencia a estos temas es la convicción de que el arte de cuidar está fortalecido por la identidad profesional que a su vez fundamenta las creencias y valores de los profesionales de Enfermería para la toma de decisiones con implicaciones éticas como lo es la Eutanasia. En el arte de cuidar es relevante desarrollar la sensibilidad frente al dolor del otro, al sufrimiento, a las necesidades físicas y espirituales para generar en el cuidado la compasión activa, que lleve a la solidaridad, la cual consiste en hacer algo para aliviar, calmar o remediar la situación, pero nunca con la aplicación de la Eutanasia. Es relevante destacar que la manera como el profesional de Enfermería ve su profesión y el sentimiento que ella le genera, influye en su modo de pensar, actuar y de cómo se desarrollan sus relaciones con su entorno, de igual forma en la elección del Paradigma a utilizar en el Cuidado Humano.

El derecho de morir de los enfermos y los cuidados del paciente terminal, hace necesario en la mayoría de los casos tomar decisiones de limitación de tratamientos. Este tipo de decisiones son difíciles y complejas y por lo tanto deben ser tomadas de manera prudente y bien fundamentadas, con el respeto al paciente, a los familiares de la profesión y de uno mismo. Los argumentos religiosos, los valores y principios éticos universales son creencias e ideologías que guían las acciones de los miembros del equipo interdisciplinario de salud en el cual las enfermeras (os) tienen, un rol preponderante.


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Paradigmas de la Salud de los cuidadores de vida.

El inicio de las profesiones se remonta a las sociedades primitivas, cuando fueron evolucionando, y en la medida que se encontraban frente a necesidades que debieron satisfacer por algunos miembros de las comunidades que tuviesen un conjunto de conocimientos, con esta sustentación nace la necesidad de que algunas personas de la sociedad se “prepararan para el desempeño de ciertas artes y oficios” con el objetivo de alcanzar la mayor eficiencia y eficacia de los grupos en las comunidades, en lugar de que todos hicieron lo mismo. De esta forma fueron apareciendo las diferentes profesiones (1).

Al investigar sobre los orígenes de la palabra Profesión, encontramos que tuvo una connotación religiosa. Desde la era cristiana los términos vocación y profesión empezaron a usarse. Vocación está definida como “un llamado divino” (por amor a Dios), profesión aplicada a una persona que abiertamente profesa fe, una religión y hace una promesa para dedicar su vida a su servicio. Dicho de otra forma, “Profesar es lo mismo que confesar, lo que exige un acto de entrega”. Es decir, toda profesión tiene implícito un acto de “entrega confesada o ratificada públicamente”, evidentemente que debe ser reconocida de gran “Valor Social” por ejemplo el cuidado a los enfermos, la Administración de capitales tangibles (2).

Dentro de este marco de ideas, el fundamento filosófico de una verdadera profesión se ubica en la “claridad especial” de las relaciones interpersonales que se establecen entre los que la ejercen y los que buscan su asistencia (3).

Sin duda, que es en la convergencia de algunas características de estas relaciones en donde encontramos la clave de lo que hace que una profesión sea lo que es. En las profesiones del Área de la Salud su quehacer se dirige a las personas en estados existenciales de vulnerabilidad que los hacen dependientes del conocimiento y de la habilidad de los profesionales que deben consultar. La relación, por tanto, es desde un principio desigual en cuanto el poder, con todo el conocimiento de un lado y toda la necesidad del otro (3).

En este sentido se comprende que el profesional de la salud adquiere el compromiso y la responsabilidad de prestar un servicio que contribuya a satisfacer las necesidades de las personas, basado en conocimientos científicos, tecnológicos actualizados, humanísticos, respetando la individualidad y diversidad de los seres humanos.

Así mismo las personas que forman parte de la sociedad se comprometen a tener en cuenta las orientaciones del profesional para aceptar o rechazar los servicios. Es decir la relación profesional que se establece es un proceso de responsabilidad mutua y obrar entre sí: Entre el profesional de la Salud y la persona que requiere de sus cuidados.

Estas relaciones profesionales han estado en constante cambio, conforme se ha ido modificando el paradigma de la salud de los cuidadores de vida, y esto ha ido sucediendo en la medida en que se ha modificado a su vez el concepto de hombre, su valor y su dignidad individual. Por este motivo, dada la trascendencia del acto de cuidar la salud y la vida, cada profesión ha reglamentado su ejercicio mediante los códigos deontológico profesionales en los cuales se reconoce la dignidad de las personas y los derechos que de esa condición se derivan, a la vez que la sociedad y las leyes de cada nación han sido mediadores en la regulación de esta relación, conforme a los criterios ideológicos, filosóficos imperantes.

Por consiguiente el comportamiento del profesional de la Salud es sustentado en varios paradigmas dependiendo del pensamiento dominante en cada época y ha pasado de un estilo Autoritario y Patriarcal Paternalista a otro Liberal y Democrático; es por ello, que el comportamiento del paciente fue modificándose pasando de un papel dependiente a una postura igualitaria participativa y autonómica.

Desde la década de los noventa los modelos básicos de relaciones clínicas son tres: el Paternalista, el Oligárquico y el Democrático (1). Diferentes autores describen otros, entre ellos M Cantavella cita a Robert Veatch profesor de Bioética en la Universidad de Georgetown y del Instituto Kennedy, quien ha clasificado los tipos de relaciones Clínicas en Sacerdotal, Ingeniero y Contractual. Prieto G citado por Cely, sostiene que existen tres enfoques en las relaciones clínicas, y los define como: Enfoque Paternalista o Tradicional, Enfoque de la Autonomía, Enfoque Mixto (1). A continuación se hace referencia de cada uno de estos enfoques, ya que cada uno de ellos forma parte del paradigma de salud de los cuidadores de vida, y que a su vez guarda relación con el momento histórico en que fueron formados, pero que a medida que se van actualizando en cuanto a su profesión podrían decidir si optar por otros paradigmas, conforme al avance de la ciencia y la profesión o persistir en su paradigma de formación, con el riesgo de sufrir de parálisis paradigmática, que no es más que negarse a actualizar sus conocimientos y por ende su forma de ser y hacer.

Paradigma Paternalista

La relación o Paradigma Paternalista (Tradicional o Sacerdotal), se remonta a la medicina hipocrática y prevaleció hasta la primera mitad del siglo XX. En esta relación el médico y el equipo de salud actúan como un padre, generalmente de autoridad benévola, que toma todas las decisiones referentes a su hijo, en este caso el paciente, por considerarlo como un sujeto incapaz de tomar decisiones autónomas: se le asemeja a un niño que debe asumir un papel pasivo de sumisión y confianza frente al papel autoritario del profesional. La relación que se establecía se caracterizaba por que el paciente proporcionaba toda la información que el profesional le solicitaba y este tomaba las decisiones en beneficio del paciente “pero sin el paciente”.

En relación a este aspecto, “el médico no tenía en cuenta la opinión del paciente porque lo consideraba irrelevante desde cualquier punto de vista, no porque le restara valor al paciente sino por cuanto en un principio se consideraba la enfermedad una alteración de la psiquis, que solo el médico podía reparar o por lo menos se hallaba preparado para ello”; en este sentido se le otorgaba al médico una Superioridad Moral y Técnica sobre el paciente.

El buen médico era el que mandaba con autoridad y el “buen paciente era el que sabía obedecer dicho paternalismo”, era dogmático y autoritario. Recomendaba a quienes ejercían la medicina de su época. “No desesperes de poder sanar aun a los enfermos crónicos, si te mantienes firme contra sus intemperancias y le fueres a hacer y a soportar muchas cosas contra su voluntad”. De hecho con estas expresiones manifestaba la incomprensión sobre la Dignidad Humana (5).

Varios filósofos contemporáneos sostienen que este enfoque Paternalista perduro solo hasta el siglo XVIII pero lamentablemente en el siglo XX y aun en la actualidad observamos, percibimos comportamientos entre los miembros del equipo de salud, semejantes a los que caracterizan a este paradigma, quizás por ello muchos pacientes hoy en día, rechazan tales conductas, y buscan ser atendidos por profesionales que les permiten ser más participativos en la toma de decisiones con respecto a su salud y su vida.


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Retomando el siglo XVIII, el fue considerado como la época de la ilustración en el cual la influencia de los filósofos radicales y liberales promovió la emancipación ciudadana. Enmanuel Kant, definió el proceso de emancipación de los ciudadanos como la salida de los hombres de su culposa minoría de edad y agrega que las revoluciones liberales fueron, en efecto, la emancipación de los ciudadanos de la tutela del monarca absoluto, hacia el logro de su mayoría de edad civil y política (6).

Este periodo final del siglo XVII y comienzos del siglo XIX representa la transición del paternalismo duro, característico de la medicina hipocrática, a otro paternalismo denominado adecuado (7). Es de anotar que por esta época se inicio la consolidación de otras profesiones de la salud, por ejemplo Enfermería, los cuidados de la salud dejaron de considerarse como una acción unilateral del profesional de la salud hacia la persona enferma en la cual el primero tomaba la decisión sin escuchar al segundo.

Paradigma de la Autonomía

En relación a este enfoque, el paradigma de la autonomía fundo sus raíces históricas en las teorías del Liberalismo; un acto de un miembro del equipo de salud es moralmente aceptable, no tanto por que realiza el bien del paciente sino porque se deriva de su libre elección (7). El esquema autoritario vertical que caracteriza las relaciones entre el profesional de la salud y el paciente cambia por una relación democrática y horizontal.

El principio ético que narra este nuevo tipo de relación es el de autonomía. Este enfoque enfatiza que se debe respetar sobre todo la autonomía del paciente y por tanto, para efectuarse cualquier procedimiento de diagnostico o de tratamiento es necesario tener la autorización del mismo, previa una información adecuada. En nuestra opinión y reflexionando sobre lo planteado por anteriores autores, puede señalarse que el proceso de emancipación de los pacientes se inició en la segunda mitad de la década de los años sesenta y desde entonces ha progresado ininterrumpidamente. El acceso a la autonomía ha hecho que la relación entre los profesionales de la salud y las personas que requieren su atención sea más horizontal, reafirmando así el derecho y la obligación que tiene la persona, (que sea competente y tenga las condiciones) de tomar decisiones sobre su propio cuerpo, en función de su propio proyecto de vida y en respeto a su dignidad como ser humano.

En esta perspectiva, del enfoque de autonomía se invierten los papeles, si en el paternalista se debía respetar y obedecer lo señalado por el profesional de la salud, en este se debe respetar y obedecer la voluntad del paciente. En el enfoque paternalista o tradicional, el profesional de la Salud en ocasiones justifica una acción diciendo que sería de beneficio para el paciente, en el de autonomía debe promoverse lo mejor para el paciente pero desde lo que por ello entienda el paciente. Es evidente en las experiencias de vida diarias que la autonomía y el paternalismo, con frecuencia entran en conflicto, especialmente por lo que respecta al consentimiento informado y el respeto a la dignidad del ser humano, cuando lo hacen surgen diversos dilemas éticos (8).

Paradigma Mixto.

Teniendo en cuenta los enfoques citados, por autores, ya señalados, tienen valores que merecen destacarse. Si se toman separadamente son enfoques parcializados, lineales, positivistas que tienden tanto a debilitar el papel del paciente y su autonomía, así como la autoridad del profesional de la salud y su capacidad de determinar el tratamiento que su paciente requiere (8). El enfoque denominado mixto (6) intenta conciliar la beneficencia con la autonomía, es decir, reconocer por parte del equipo de salud, la autonomía del paciente puesto que es un ser dotado de dignidad y un fin en si mismo, y por parte del paciente, al profesional de la salud cuidador de vida como un ser dotado de autoridad moral y científica que procurara ante todo y por todo, el bien real para su salud y la vida. Cabe considerar por otra parte que lo anterior se debe traducir en un diálogo sincero y abierto entre el profesional y la persona que requiere su servicio en el cual aquel le indique a este de una manera sencilla, en atención al nivel cultural, del que padece y cuál es el tratamiento y cuidados más adecuados para procurar su restablecimiento (9).

El profesional de la salud cuidador de vida establece con el paciente una relación de compañerismo y de amistad; una relación de “Otredad”, (se toma al otro en tanto que otro). En las relaciones de amistad “se toma al otro no en tanto que el otro”, sino en tanto que persona, es la “Projimidad”. En el primer caso los dos constituyen un “dúo” en el segundo una “díada” (9).

En la relación profesional de la salud paciente-cuidador paciente, se dan ambos niveles, el profesional necesita objetivar al paciente, estudiarlo y por tanto establecer con él una relación dual. Pero a la vez ha de tener en cuenta su intimidad, considerarlo como persona, lo cual hace de ellos una relación diádica. Para poder abordar la relación existente entre la dignidad humana y los derechos del hombre, es necesario que comprendamos la conceptualización que la Filosofía Judeo-Cristiana ha tenido acerca del hombre, basamento de su Antropología que se sustenta en la fe revelada y el testimonio de la escritura, para construir su compresión acerca de Criatura, Ser Humano y Género Humano (9).

Todo lo enunciado, es un análisis precedente del concepto relevante de Dignidad Humana, y por consiguiente las personas cuidadoras de vidas lo debemos tener presente para reflexionar sobre las interacciones con los seres humanos que solicitan nuestra ayuda. De la comprensión de estos conceptos dependerá el cuidado humano que brindemos. El ser humano es el que presenta mayor complejidad en el desarrollo secuencial de su comportamiento. Posee la capacidad, como ningún otro ser vivo, de tener conciencia de sí mismo y del mundo que lo rodea; conciencia que constituye la base de la racionalidad, la creatividad y la humanidad del hombre (10).

El sistema del Yo se desarrolla en el individuo en virtud de la constante interacción con el medio que lo rodea. Esta forma de ver el Yo personal, la denominamos autoconcepto o autoimagen. Las transacciones entre el hombre y el medio ambiente se caracterizan por la creación continua de nuevos patrones tanto en el hombre como en el ambiente que lo rodea (11). Ese conjunto de comportamientos organizados del Yo personal, forma las bases del Yo profesional y, en consecuencia, el Yo personal ejerce una gran influencia sobre el Yo profesional (12).

El individuo desarrolla un Yo personal en virtud de sus vivencias y de la relación que, desde el nacimiento y a través de todas las etapas de la vida, experimenta con los profesionales, requiere compromiso y participación de cada profesional. Sólo así se crea en las instituciones y otros seres y con el entorno, hasta lograr un Yo personal maduro en su edad adulta. Ello le permite comportamientos normales y libres de conflictos. Sin embargo, si la formación se lleva a cabo mediante una interacción de ansiedad y conflicto con los seres y el entorno, el Yo personal no madura y se manifiesta de forma inadecuada (13).


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Una constante reflexión debería hacerse orientada hacia la creación de un modelo para la práctica de la Enfermería y la medicina, cimentada en el ser humano, las relaciones interpersonales, el conocimiento científico y técnico, los valores morales y éticos, los procesos de autoevaluación de las actitudes personales y en el entorno social, una cultura importante e imprescindible sobre la presencia y el rol que debe ejercer el profesional de la salud, el paradigma a seguir respetando la unicidad e individualidad del ser humano, con derecho a tomar decisiones que involucren su salud y su vida, como una forma de respetar su dignidad humana, brindando de esta manera un verdadero cuidado humano, con todo lo que denota y connota dicho término.

El Cuidado Humano, la Dignidad Humana y la Eutanasia: Tres grandes conceptos utilizados en el paradigma actual de los cuidadores de vida.

En todo lugar, época y cultura ha existido la necesidad en las personas de cuidar y de ser cuidadas. En este sentido, Leonardo Boff, filósofo francés retoma una narración mitológica sobre la fábula del mito del cuidado de Higinio (14).

En esta fábula, más allá de la belleza estética del mito y del dialogo circunstancial entre Júpiter, Saturno y la Tierra, el relato es interesante para el tema del cuidado pues en él la acción de cuidar está en la génesis del ser humano, visto como la verdadera esencia del humano; algo que quizás otros, fuera de la profesión no pueden ver, en el mito de Higinio, cuidado es quién crea al hombre y lo protege. Precisamente es por ello que la acción cuidar revela algo muy propio de la humanidad del hombre, porque revela su intima constitución.

Cuidar es básicamente una praxis y ello significa que se radica en el hacer. Cuidar es un arte que se aprende y se perfecciona con la práctica del día a día en la búsqueda de la excelencia. Bien sabido es que el ejercicio del arte gratifica al artista, lo hace sentirse bien en su obra, lo motiva y lo impulsa a hacer las acciones cada día mejor y en más belleza. Teorizantes de Enfermería, entre ellas Watson, expresan que la sensibilidad estética es fundamental y se refiere a la capacidad para captar la belleza en un determinado objeto de contemplación (15). En la práctica de Enfermería, las cuidadoras vemos la belleza por ejemplo en la “serenidad de un enfermo terminal” con fortaleza.

En el cuidado humano es relevante desarrollar la sensibilidad frente al dolor del otro, al sufrimiento y las necesidades físicas y espirituales para generar en el cuidar la compasión activa que lleve a la solidaridad que consiste en hacer algo para aliviar, calmar o remediar la situación (16). En efecto, la compasión nos hace solidarios con los demás sin eliminar a la persona cuyo dolor no se puede soportar.

Un cuidador necesita conocer el alcance de sus conocimientos, las habilidades, destrezas, así como los valores, creencias, costumbres, virtudes, elementos esenciales del proceso del Cuidado Ético (12).

El personal de Enfermería necesita identificar y clarificar sus valores morales así como los de las personas, familias y comunidades con quienes interactúa en su práctica de cuidado, teniendo en cuenta el sujeto de cuidado, tanto la persona sana como enferma, lo cual forma el centro del cuidado de Enfermería y es por eso que dicho cuidado es individualizado en donde se debe respetar la autonomía, la unicidad o la totalidad de los seres humanos como individuos y comunidades con sus componentes biopsicosociales , tiene en cuenta la igualdad de derechos y la vulnerabilidad actual y potencial en la promoción de la salud, la prevención de la enfermedad, el dolor, el sufrimiento y la rehabilitación (18).

En síntesis para cuidar individuos, familias, comunidades, así mismo, el ambiente donde ocurren dichas interrelaciones, es evidente que es necesario considerar el cuidado como un valor intrínseco, indispensable para la supervivencia y el desarrollo del ser humano, que proporciona bienestar y contribuye a la recuperación de la salud de las personas. El cuidado de Enfermería como bien interno de la profesión tiene su génesis en la ética, en la cual esa actividad tiene sentido. Para ejercer bien la profesión es importante mantener los bienes internos y externos. Los bienes internos tales como sentimientos, valores, principios éticos, conocimientos, son la esencia de la profesión, y le dan sentido especificidad y legitimidad social. Los externos como el prestigio, el dinero son necesarios y gratificantes, pero en ningún momento pueden llegar a sustituir a los bienes internos.

En el cuidado de Enfermería es importante tener en cuenta al cuidador como ser potencialmente vulnerable, así lo afirman varias teorizantes de Enfermería (19) las cuales expresan que así como es consciente de su vulnerabilidad lo debe ser de las demás personas que cuidan. Es responsable de cuidarse a sí mismo para poder dispensar cuidados directos, supervisar a otros, dirigir, gestionar, enseñar, hacer investigación y elaborar políticas para los sistemas de atención en salud.

El cuidador es necesariamente un sujeto moral que ejerce unas prácticas cuidadoras, considerados como actos morales porque son ejercidos en forma consciente libre y voluntaria. La conciencia de los actos significa reflexión, prudencia, cautela, conocimiento, mantener siempre la atención, estar atento a lo que se está haciendo y no olvidar jamás que el “otro ser vulnerable” que está bajo sus cuidados es un ser humano y tiene una dignidad (17).

La Teoría de la Ética del cuidado también sostiene que el arte de cuidar es un proceso moral que nos motiva a ocuparnos de los otros y mantener relaciones para entenderlos y comprenderlos. Expresa que el compromiso de la ética del cuidado es que todos estén incluidos en la red de relaciones y que no se deje a nadie en situación de abandono, bello mensaje para reflexionar, cuando se cuida la vida, es importante tener en cuenta el derecho de morir (18).

El derecho a morir es un tema relevante en la sociedad moderna y reaparece cada cierto tiempo en las discusiones sobre enfermedad terminal, limitación o excesos de tratamiento, testamentos vitales, eutanasia o suicidio asistido. Sin embargo, la muerte ha tenido diferentes miradas a lo largo de la historia. Hasta el siglo XVI la medicina no buscó derrotar la muerte y el énfasis cultural y religioso fue encontrar su significado metafísico. Con los escritos de Francis Bacón y René Descartes se produjo un cambio cultural y la muerte comenzó a ser declarada la enemiga de la medicina. A mediados del siglo XX surgieron progresivamente nuevas visiones sobre los enfermos terminales, el movimiento "hospice" liderado por Cicely Saunders en Inglaterra y el desarrollo de la autonomía de los pacientes, todo lo cual generó, a su vez, importantes cambios en la enseñanza médica sobre el final de la vida. Sin embargo, persiste la confusión de conceptos y la falta de aceptación de la muerte como parte inherente a cada vida humana (19).

Recientemente la Asamblea Nacional en Francia aprobó una nueva ley que reconoce el "derecho a morir", lo que ha sido considerado como una vía diferente a la eutanasia o al suicidio asistido que otras legislaciones han aprobado. Se reconoce legalmente en este proyecto de ley, pronto a ser promulgado, el derecho a dejar morir a los enfermos terminales e incurables que así lo soliciten, autorizando la suspensión de las medidas de soporte vital. Para evitar el encarnizamiento terapéutico se estipula que ante una persona en fase terminal se puede decidir la suspensión de todo tratamiento, así como utilizar medicamentos contra el dolor aunque con ello se pueda acelerar la muerte (20).


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Esta ley define tres pilares en los cuales se basa: Respetar la voluntad del paciente, evitar la obstinación irracional en ciertos tratamientos médicos, y luchar contra el sufrimiento. Se especifica, además, que estas decisiones se limitan a pacientes graves e incurables, y que la voluntad del paciente se debe respetar después de haberle informado de las consecuencias de su decisión. Para los casos en los cuales los pacientes no hubiesen expresado su voluntad se considera una decisión colegiada entre médicos, enfermeras (os) y familiares.

En este orden de ideas esta el escenario legislativo de Holanda, que ha legalizado la eutanasia activa voluntaria en casos calificados. Aun así, en ese país persisten las dudas o excesos entre médicos, enfermeras (os) y familiares. Dos casos recientes han contribuido a clarificar, desde el punto de vista legal, la diferencia entre administrar drogas sedantes acortar la vida pero sin intentarlo, y el uso de drogas que buscan producir la muerte compasiva involuntaria, lo que se ha calificado como homicidio (21).

Existen, sin embargo, muchas dudas en relación a los conceptos básicos y a los fundamentos éticos de las decisiones que se toman en base al llamado "derecho a morir", por lo tanto el propósito de este ensayo es contribuir a la clarificación conceptual, a su necesario debate, y a la necesidad de modificar los paradigmas de los cuidadores de vida.

Consideraciones Finales

Reflexionando sobre lo anteriormente escrito, en la actualidad se evidencia y sostienen profesionales de la salud, acciones unilaterales de algunos cuidadores de vida hacia la persona enferma, no permitiéndole participar en la toma de decisiones con respecto a su salud y vida; en ocasiones, no informan acerca de los procedimientos terapéuticos a realizar, como tampoco permiten las preguntas para aclarar las dudas que tiene la persona enferma.

El contacto visual durante los encuentros no existe, y la actitud dominante de poder, se refleja demostrando el no reconocimiento de la humanidad del otro. Por otra parte, la importancia de la comprensión de la naturaleza de la enfermedad y la salud como una consecuencia de la interacción de los estilos de vida relativos a la mente, el cuerpo y lo espiritual, imprimen otra responsabilidad a los cuidadores de vida, “comprender al otro”. Del paradigma “Paternalista adecuado”, infieren el paradigma de la autonomía y el mixto, ambos permiten el acceso a la interacción horizontal entre los cuidadores, así el derecho y la obligación que tiene la persona al respeto a su dignidad como ser humano.

La reflexión constante debe hacerse sobre el diseño de modelos para la práctica de los cuidadores de vida, cimentados en el ser humano, las relaciones interpersonales, la tecnociencia, los principios de la bioética, los valores morales, los procesos de auto evaluación de las actitudes personales en el entorno social. Crear y mantener una cultura sobre la presencia y el rol que debe ejercer el cuidador de vida, el paradigma a requerir, respetando la vida, unicidad e individualidad del ser humano, con derecho a tomar decisiones que involucren su salud y vida, como una forma de respetar su dignidad humana, brindando de esta manera un verdadero cuidado humano con todo lo que pueda denotar y connote este término.

El camino a seguir está en desarrollar un paradigma de dimensión humana, mediante el cual podamos entender, comprometer al otro con diferencias culturales, étnicas, intelectuales, centrarnos en el ser, para el hacer en el lugar en donde nos encontramos.


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