Consumo de pescado y exposicion al metilmercurio. Riesgos y beneficios durante el embarazo
Autor: Dr. Luis Caballero | Publicado:  11/05/2010 | Ginecologia y Obstetricia , Endocrinologia y Nutricion | |
Consumo de pescado y exposicion al metilmercurio. Riesgos y beneficios durante el embarazo .7

En otra investigación llevada a cabo en 20 madres suecas y sus hijos, se determinó metil mercurio y mercurio inorgánico en sangre, así como el mercurio total en leche materna. El metilmercurio en sangre materna se incrementó desde el parto, mediana 0,45 μg/L con un rango 0,24-1,5 μg/L, hasta una mediana de 0,60 μg/L con un rango 0,20-1,6 μg/L a las trece semanas postpartum. El metilmercurio en sangre materna se asoció con metilmercurio en sangre del cordón, donde se halló una mediana de 0,99 μg/L con un rango 0,52-3,8 μg/L y con metilmercurio en sangre del bebé a los 4 días, hallándose una mediana de 1,1 μg/L con un rango 0,62- 4,4 μg/L, aunque las concentraciones sanguíneas del cordón y del bebé fueron mayores al doble al compararlas con las de la madre. La concentración de metilmercurio en sangre del bebé decreció desde el cuarto día hasta la decimotercera semana, cuando se encontró una mediana de 0,38 μg/L con un rango 0,1-1,1 μg/L. No se halló una asociación significativa entre el consumo de pescado y el contenido de metilmercurio en sangre materna o del bebé. Habría que considerar el limitado consumo de pescado, particularmente de especies potencialmente altas en metilmercurio por estas mujeres. La concentración de mercurio inorgánico en sangre de los bebés, mediana 0,09 μg/L con un rango 0,02-0,34 μg/L, fue muy similar al hallado en las madres al momento del parto y a los cuatro días. A las trece semanas, la concentración de mercurio inorgánico decreció en los niños, mediana 0,05 μg/L con un rango 0-0,13 μg/L. El contenido de mercurio inorgánico en las madres se correlacionó significativamente con el número de amalgamas dentales al momento del parto.

El mercurio total en leche materna decreció significativamente desde el día cuatro, calostro con una mediana de 0,29 μg/L con un rango 0,06-2,1 μg/L, hasta una mediana de 0,14 μg/L con un rango 0,07-0,37 μg/L a las seis semanas, mostrándose una correlación entre el mercurio total en leche materna con el número de amalgamas, pero no con el consumo de pescado. No se halló en el presente estudio, asociación significativa entre el contenido de metilmercurio en sangre materna y en leche materna, probablemente por la baja exposición de las madres al metilmercurio pero que es más alta al mercurio inorgánico por las amalgamas. Esta investigación demuestra que la exposición del infante al metilmercurio y mercurio inorgánico a través de la leche materna es baja, comparada con la exposición durante los últimos periodos fetales [Ask, 2005].

El consumo de pescado durante el embarazo y los niveles de mercurio en sangre materna y del cordón umbilical fue analizado en Polonia. El promedio de la concentración de mercurio en sangre del cordón fue marcadamente mayor que en sangre de la madre: 1,09 μg/L vs. 0,83 μg/L. Alrededor del 90% de los recién nacidos mostraron concentraciones de mercurio menores de 2 μg/L, mientras que 90% de las madres mostraron niveles de mercurio por debajo de 1,6 μg/L. Hubo significativa correlación entre niveles de mercurio en sangre del cordón y en sangre de la madre. El promedio de los niveles de mercurio en sangre del cordón de recién nacidos de madres que reportaron consumo de pescado en el tercer trimestre, fue significativamente mayor comparado con recién nacidos de madres que no consumieron pescado durante el último trimestre del embarazo. Concluyen los investigadores que los bebés en este país, están expuestos a moderados niveles de mercurio antes del nacimiento y que el consumo de pescado durante el embarazo contribuye significativamente con la exposición prenatal al mercurio [Jędrychowski, 2007].

Aunque el estudio realizado en madres y sus recién nacidos del estado de Pará, en Brasil, no encontró signos atribuibles a la concentración de mercurio en neonatos, los altos niveles del metal en sangre del cordón, debe dirigir la atención a la acumulación intrauterina de mercurio y las potenciales consecuencias para los niños que viven en ambientes contaminados. Adicionalmente, se debe tomar en cuenta la transferencia postnatal de mercurio de la madre al niño, a través de la leche materna [Santos, 2007].

En dos distritos de Bretaña, en Francia, se evaluó la asociación del consumo de pescado de mar y mariscos con el embarazo. El promedio mensual de comidas con productos marinos fue 7,6 de las cuales 4,6 contenían pescado y 3 mariscos. Estos resultados, especialmente un mayor consumo local de mariscos en relación al promedio del país, apuntan a características regionales. Asumiendo que una porción de pescado sea 135 g y una porción de mariscos 200 g, correspondería con un consumo promedio de 20,4 g/d de pescado y 19,7 g/d de mariscos. Una cuarta parte de las mujeres consumieron pescado por lo menos dos veces a la semana. La mayoría de las mujeres consumieron mariscos, moluscos y crustáceos menos de una vez al mes. Factores individuales se asociaron con el aumento en el consumo de productos marinos, tales como el incremento en la edad y el nivel educativo. Se halló ante el incremento en la frecuencia de consumo de pescado, una disminución del riesgo de bebés pequeños para su edad gestacional; este riesgo fue significativamente alto en las mujeres que consumieron mariscos dos veces a la semana o más, comparadas con las que lo hicieron una vez al mes. Cada comida adicional mensual incluyendo pescado, se relacionó con un pequeño pero significativo incremento de 0,02 semanas en el tiempo de gestación. Ninguna asociación se observó con el peso al nacer y nacimiento pretérmino. Sin embargo en esta investigación no se discriminaron las especies de pescado en grasos o no y no se determinaron ácidos grasos ni contaminantes como el mercurio. Los investigadores apoyan la hipótesis del impacto positivo del alto contenido de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga en pescados y mariscos, que equilibrarían en parte el impacto dañino de algunos contaminantes como metales y organoclorados, frecuentemente detectados en alta concentración en especies filtradoras como los mariscos [Guldner, 2007].

En 182 embarazadas de las Islas Faroe, se determinó en sangre la concentración de ácidos grasos y contaminantes marinos. La mitad de las mujeres reportaron consumir pescado durante su embarazo, al menos tres veces por semana; por lo menos una vez al mes, alrededor del 60% reportó el consumo de carne de ballena y un poco más de la mitad grasa de ballena. La concentración de ácidos grasos en suero materno, presentó un promedio que triplicó al del suero del cordón umbilical. La duración de la gestación mostró una fuerte asociación positiva con la concentración sérica de ácido docosahexanoico en el cordón. El peso al nacer mostró una correlación positiva, con la concentración sérica en el cordón de ácido eicosatrienoico (ETA) y docosapentanoico y una asociación negativa con el ácido eicosapentanoico. El peso al nacer también pareció declinar ante el aumento de la concentración de policlorobifenilos (PCB). Concluyen además los autores, que el peso al nacer ajustado con la edad gestacional, puede disminuir ante altos niveles en la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados [Grandjean, 2001].

Las implicaciones en el desarrollo sicomotor, ante la exposición prenatal a metilmercurio y policlorobifenilos (PCB) ha sido objeto de revisión. A diferencia del metilmercurio que es transferido al niño principalmente a través de la placenta, los policlorobifenilos (PCB) se transfieren vía leche materna en mucha mayor cuantía que por la placenta, representando una mayor amenaza postnatal para los niños. El potencial neurotóxico de los policlorobifenilos (PCB) fue por primera vez reconocido durante 1968, cuando enfermaron japoneses que habían ingerido aceite de arroz contaminado con estas sustancias. Niños de madres taiwanesas que ingirieron aceite de arroz contaminado con policlorobifenilos (PCB), mostraron anormalidades en el neurodesarrollo y menor índice IQ. La presencia en el arroz japonés, de altos niveles de cadmio, suma otro factor de confusión a ser considerado [Nakai, 2002].

Algunos estudios sugieren que el beneficio por el incremento materno en el consumo de pescado, puede ser mayor si la mujer escoge pescado bajo en metilmercurio. Recientes estudios indican además, que no hay asociación entre la exposición al timerosal contenido en vacunas y desórdenes del espectro autista. La colocación de amalgamas en embarazadas no se asoció con parto pretérmino, bajo peso al nacer o alteraciones en el desarrollo en niños británicos a la edad de 15 meses [Oken, 2008].

La Tabla 1 muestra en forma resumida, los resultados del contenido de mercurio en diversas especies de peces, procedentes de diferentes lugares geográficos y que fueron analizados por varios investigadores.

RECOMENDACIONES GENERALES:

• Incentivar el uso de tecnologías limpias en explotaciones mineras, de hidrocarburos y agrícolas [Mancera- Rodríguez, 2006].

• Se recomienda que las mujeres continúen con el consumo de pescado durante el embarazo, aunque deben escoger las especies con menores niveles de mercurio [FDA/EPA, 2004; FDA, 2006; Oken, 2008].

• Más investigación es necesaria para conocer los riesgos y beneficios de la ingesta de pescado durante el embarazo [Budtz-Jørgensen, 2007].

• Debe investigarse con mayor detalle, el efecto del consumo de pescado magro o graso, en el crecimiento fetal [Halldorsson, 2007].

• Mayor conocimiento se requiere, sobre los mecanismos toxicoquinéticos involucrados en la eliminación de mercurio por el niño durante sus primeros años de vida [Santos, 2007].

• Debe examinarse la toxicidad potencial del mercurio inorgánico en altos consumidores de pescado [Passos, 2007].


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