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Las practicas de autocuidado y actividades de la vida diaria en el adulto mayor
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Autor: Lic. Manuel J. Boggio
Publicado: 24/06/2010
 


Hay que tomar en cuenta que los problemas de salud en el adulto mayor se pueden asociar al autocuidado, tomando en cuenta que a través de las actividades de la vida diaria pueden desenvolverse en la cotidianidad. Las actividades de la vida diaria abarcan las actividades más frecuentes que realiza un sujeto, están relacionadas con lo familiar, con lo cotidiano, con las necesidades humanas, con la independencia y con el uso del tiempo. En función de su complejidad cognitiva y fin, hacia uno mismo o en relación con el entorno, se han establecido dos niveles: actividades básicas y actividades instrumentales de la vida diaria.


Las practicas de autocuidado y actividades de la vida diaria en el adulto mayor .1

Las prácticas de autocuidado y actividades de la vida diaria en el adulto mayor.

Manuel José Boggio Juárez. Licenciado en Enfermería. Magister Enfermería Gerontológica y Geriátrica. Profesor Agregado a dedicación exclusiva Universidad de Carabobo Venezuela. Miembro de la Comisión Coordinadora de la Maestría Enfermería Gerontológica y Geriátrica Universidad de Carabobo. Coordinador de la comisión TICs de la Escuela de Enfermería Universidad de Carabobo Venezuela. Coordinador de la asignatura Salud mental y enfermería psiquiátrica, escuela de Enfermería universidad de Carabobo Venezuela.

Rosmary M. Luque P. Licenciada en Enfermería egresada de la Universidad de Carabobo, Venezuela. Enfermera I en el Instituto Oncológico Dr. Miguel Pérez Carreño, Naguanagua, Carabobo, Venezuela.

Resumen.

Hay que tomar en cuenta que los problemas de salud en el adulto mayor se pueden asociar al autocuidado, tomando en cuenta que a través de las actividades de la vida diaria pueden desenvolverse en la cotidianidad. Las actividades de la vida diaria abarcan las actividades más frecuentes que realiza un sujeto, están relacionadas con lo familiar, con lo cotidiano, con las necesidades humanas, con la independencia y con el uso del tiempo. En función de su complejidad cognitiva y fin, hacia uno mismo o en relación con el entorno, se han establecido dos niveles: actividades básicas y actividades instrumentales de la vida diaria.

Introducción.

La enseñanza de la gerontología y geriatría en la formación profesional y continua de las enfermeras (os) debe ser considerada esencial para responder con eficiencia a los cambios que se enfrentan, en particular a lo relacionado con el aumento de los adultos mayores y al incremento de la calidad de los cuidados otorgados a este grupo etáreo. Es por ello que se describe que: Enfermería debe identificar las capacidades potenciales de autocuidado del individuo para que ellos puedan satisfacer sus necesidades de autocuidado con el fin de mantener la vida y la salud, recuperarse de los daños y de la enfermedad y manejarse con sus efectos”. (1). En este sentido las practicas de autocuidado que están implícitas por las actividades de la vida diaria en el adulto mayor para mantener el autocuidado y que vienen dadas por las tareas que este realiza diariamente para cambiar sus requerimientos básicos que le permitan el diario vivir, además de las funciones de autoatención en los problemas de salud, entre estas actividades básicas se pueden citar: Comer, vestirse, desvestirse, peinarse, afeitarse, movilizarse, realizar su higiene personal, entre otras.

Las Prácticas de Autocuidado.

La salud pública y las políticas sociales y de salud deben reconocer cuales son los factores que determinan el estilo de vida de las personas, cuales son las fuerzas que condicionan las conductas de salud y cuáles son las variables que influyen en la difusión de los conocimientos, adquisición de actitudes y prácticas de autocuidado en salud, sean estas favorables o desfavorables. Esto significa que el autocuidado es también responsabilidad de la sociedad y el estado, es decir, que no es solamente responsabilidad de los adultos mayores.

Las prácticas cambian de acuerdo con las circunstancias que rodean a las personas; para “entender la evolución de las prácticas de autocuidado se requiere revisar algunos ejemplos de cómo se han presentado a través del tiempo, y como se han ido acumulado en la sociedad, conformando un patrimonio de ritos, creencias, actitudes, representaciones, prácticas y conocimientos, hasta llegar a nuestros días; algunas de ellas intactas y otras modificadas.” (2).

Es aquí donde se describe que “en la antigua cultura griega, en lo que ellos denominaron ‘culto de sí’, se puede identificar el enfoque integral bajo el cual miraron al ser humano, a través de las prácticas orientadas, tanto al cuidado del cuerpo como al cultivo del espíritu.”(3). Pero hace referencia de que: El ‘cuidado de sí’, incluía el ejercicio físico moderado, la satisfacción equilibrada de las necesidades, la meditación, la lectura, y la reflexión acerca de las verdades conocidas. Para los griegos el cuidado del cuerpo se realizaba mediante la mesura, la economía del régimen, la atención detallada a las perturbaciones. Tenían en cuenta elementos como el clima, la alimentación y el modo de vida, en tanto estos podían perturbar al cuerpo y a través de éste, al alma. (3).

Esta cultura aportó elementos iniciales para establecer la importancia del autocontrol como forma de autocuidado. Más tarde en el tiempo, las primeras ideas judeocristianas cambiaron la prioridad de un cuidado integral (físico y emocional), por cuidados centrados en lo espiritual. Se fomentó el ‘desprecio’ por el cuidado corporal, sustentado en el principio de ‘vencer al mundo al demonio y la carne.

Por otro lado, se menciona que ya en el siglo XX, en la década del setenta, se inició un análisis crítico a las formas de cuidado, a través del movimiento feminista: “grupos de mujeres en todo el mundo lucharon por una autonomía, autodeterminación e independencia de la autoridad médica masculina, predominante en el sistema médico vigente” (4). Debido a su punto de partida, el autocuidado fue considerado inicialmente como una actividad de la gente, al margen del mundo académico, así las cosas, la investigación sobre autocuidado ha sido, desde sus orígenes, tema de debate político y epistemológico en la sociedad y en las ciencias sociales.

El autocuidado: Se ha difundido gracias a los grupos de ayuda mutua o autoayuda, que florecieron en esa misma década. Este tipo de grupos han demostrado como el afrontamiento de las enfermedades crónicas y de los procesos debilitantes, se pueden abordar a través del aprendizaje y del apoyo mutuo, y no sólo mediante los protocolos médicos. Ellos se consideran como una forma eficaz de crear ambientes favorables para la salud. Un ejemplo de estos grupos es el conformado por Alcohólicos Anónimos.

Así mismo define el autocuidado como: “La práctica de actividades que las personas jóvenes y maduras emprenden con relación a su situación temporal y por su propia cuenta con el fin de seguir viviendo, mantener la salud, prolongar el desarrollo personal y conservar el bienestar.” (1). Se fundamenta en el marco conceptual del modelo de Orem, donde enfermería debe identificar las capacidades potenciales del individuo para que ellos puedan satisfacer sus necesidades de autocuidado con el fin de mantener la vida y la salud, recuperarse de los daños y de la enfermedad y manejarse con sus efectos. El foco de enfermería es identificar el déficit entre la capacidad potencial de autocuidado y las demandas de autocuidado de los pacientes. La meta de enfermería es eliminar el déficit entre las capacidades de autocuidado y la demanda.

Los problemas de enfermería son la deficiencia de los requerimientos/necesidades universales del desarrollo y desviaciones en la salud. Los cuidados de enfermería se orientan en sistemas de enfermería compensatorio total (la enfermera realiza todo el autocuidado del paciente; sistema compensatorio parcial (enfermera y paciente realizan el autocuidado) y el sustentador-Educativo (la enfermera ayuda a superar cualquier limitación en el autocuidado).

El profesional de salud busca estimular el cambio en las personas, de una actitud pasiva frente al cuidado de su salud a una activa, lo cual implica que las personas tomen la iniciativa y actúen en busca del bienestar deseado; además, se pretende lograr cambios de hábitos, costumbres y actitudes frente al cuidado de la propia vida y la del colectivo; para que esto se dé, se requiere internalizar la importancia de la responsabilidad y el compromiso que se tiene consigo mismo. El tema del autocuidado ha sido abordado por diferentes profesiones, tanto del área de la salud como del área social, debido a que tiene un alto contenido sociológico, antropológico, político y económico, por lo tanto su estudio es de carácter interdisciplinario. Para el profesional de la salud, el autocuidado es un reto puesto que él es el llamado a promoverlo.

Además, se hace notar que “las herramientas para el fomento del autocuidado son las mismas herramientas de la promoción de la salud: información, educación y comunicación social; participación social y comunitaria; concertación y negociación de conflictos; establecimiento de alianzas estratégicas y mercadeo social.” (5). Ellas ofrecen a las personas y a los grupos las posibilidades para lograr una mejor calidad de vida: Información, educación y comunicación social: La información, la educación y la comunicación social propician el incremento de conocimientos acerca del fomento de la salud, los problemas de salud y sus soluciones, e influyen sobre las actitudes para apoyar la acción individual y colectiva, e incrementan la demanda efectiva de servicios de salud.


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Por lo tanto, también se describe que: El fomento del autocuidado requiere de un enfoque humanista, por que es necesario partir del concepto de persona como ser integral, y de salud como “el resultado de los cuidados que uno mismo se dispensa a sí mismo y a los demás, de la capacidad de tomar decisiones y controlar la vida propia y de asegurar que la sociedad en que uno vive ofrezca a todos sus miembros la posibilidad de gozar de un buen estado de salud. (6).

Cuando se piensa en promover el autocuidado en el marco del desarrollo humano, se requiere que toda persona pueda ser, tener, hacer y estar; ella necesita la satisfacción y el desarrollo en condiciones de equidad que le permitan la subsistencia, el afecto, la protección, la participación, el entendimiento, el ocio, la creación, la libertad y la identidad. Es por ello, que siempre se debe tomar en cuenta que el adulto mayor debe estar centrado en sus actividades de la vida diaria.

Las Actividades de la Vida Diaria.

A lo largo del siglo pasado, especialmente después de 1917 distintos profesionales afines al ámbito de las ciencias de la salud y del trabajo social comenzaron a considerar la importancia que tenía para las personas las diferentes actividades que realizaban cotidianamente y que por algún acontecimiento inesperado, ya desde la gestación o a lo largo del desarrollo, suponían un reto difícilmente salvable sin la ayuda profesional y del entorno social más próximo.

Por lo tanto se define las actividades de la vida diaria como “El proceso espontaneo de resolución de problemas e indicación de lo que hay que hacer en primer lugar para responder a las necesidades de la persona y resolver problemas sencillos, sin una finalidad concreta de evolución hacia la autonomía o el mayor bienestar.” (6). De igual manera, las actividades de la vida diaria también se define como “las tareas que una persona debe ser capaz de realizar para cuidar de sí mismo independientemente, incluyendo el cuidado personal, la comunicación y el desplazamiento”. (7).

Los diferentes avances en el ámbito de la biomedicina, el aumento de la esperanza de vida y el estado del bienestar también han contribuido a que en el mundo occidental uno de los valores más preciados sea la independencia y autonomía personal. Los conceptos de independencia y autonomía personal inexorablemente están unidos al de actividades de la vida diaria. De hecho, la independencia y autonomía personal se refiere a la misma en las actividades de la vida diaria. Dentro de las diferentes posibilidades de actuación hay un tipo de actividades que son comunes a las distintas culturas y tiempos y tienen que ver con la supervivencia y mantenimiento personal. Otras conductas son rutinarias, esperables y, a veces, responden a las responsabilidades personales en función de los distintos roles. A estas actividades se las conoce habitualmente como actividades de la vida diaria (también conocidas como AVD).

Las actividades básicas de la vida diaria (ABVD)

Es necesario la evaluación funcional del adulto mayor para la ejecución de sus actividades básicas en la cual se analiza la capacidad para realizarla y la necesidad de ayuda para las mismas, las cuales puede ejecutar el adulto mayor en forma independiente las cuales son definidas como: Las actividades Básicas de la Vida Diaria como las tareas que realiza el adulto mayor propio de su autocuidado sin ayuda o con ayuda. Entre las cuales se encuentra, la alimentación, vestido, calzado, baño, continencia de esfínteres, uso de inodoro, arreglo personal, levantarse y sentarse de la cama y silla. (8). Además señalan que “la autosuficiencia en el cuidado de uno mismo y su entorno es una de las dimensiones imprescindibles cualquiera que sea el concepto de calidad de vida que se adopte”. (8).

En relación a las actividades de la vida cotidiana Poletti señala en el modelo de enfermería de Roper las actividades de la vida cotidiana: Son las que permiten la satisfacción de las necesidades básicas… y que debido a la connotación de estas palabras necesidad tiene una connotación negativa y actividad tiene una connotación positiva, de igual manera, la teorizante cita las categorías de la vida cotidiana como son: alimentación, eliminación, limpieza personal, vestido, socialización, trabajo, (9).

En cuanto a la capacidad del adulto mayor Fernández N y otros, señalan que ellos: Establecen las dimensiones más frecuentes en los procedimientos de evaluación de las actividades de la vida diaria para: vestirse y calzarse, es parte de su vida cotidiana como colocarse y quitarse la ropa, atarse cordones, abrocharse botones y seleccionar y ordenar la ropa. También desarrollan tareas se cuidado e higiene como el baño y arreglo personal sin precisar ayuda para bañarse parcial o completamente, al igual es autosuficiente para peinarse, cuidarse el cabello, afeitarse, limpiarse los dientes o prótesis, lavarse, secarse la cara, aplicarse cosméticos y cuidarse las uñas. (10).

Se caracterizan por ser universales, estar ligadas a la supervivencia y condición humana, a las necesidades básicas, estar dirigidas a uno mismo y suponer un mínimo esfuerzo cognitivo, automatizándose su ejecución tempranamente (alrededor de los 6 años), con el fin de lograr la independencia personal. Se menciona que habitualmente dentro de las ABVD se incluyen la alimentación, el aseo, baño, vestido, movilidad personal, sueño y descanso. (11). No obstante, conviene reconocer el hecho de que las actividades relacionadas con la supervivencia son actividades dependientes de cada cultura, que regula el modo para llevarlas a cabo adecuadamente, a través de rituales que en algunas ocasiones hacen difícil su asimilación y comprensión, así como su desempeño eficaz.

Poseen además, “Una función social básica, puesto que son indispensables para ser admitido y reconocido como un miembro perteneciente a una determinada comunidad. Es decir, constituyen el soporte mínimo para que se dé una integración social básica, permitiendo a cada sujeto realizar actividades que lo incorporan a lo social y, a la vez, se conforman en insignias que permiten reconocer a un individuo como perteneciente a una determinada cultura y sociedad.” (11) En cambio, las actividades instrumentales de la vida diaria se expresan de la siguiente manera.

Las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD).

Conllevan un mayor sesgo cultural, están ligadas al entorno, suelen ser instrumentales, frente a las primeras que son finalistas, son un medio para obtener o realizar otra acción, suponen una mayor complejidad cognitiva y motriz e implican la interacción con el medio, tales como utilizar distintos sistemas de comunicación, escribir, hablar por teléfono, movilidad comunitaria (conducir, uso de medios de transporte), mantenimiento de la propia salud, manejo de dinero, realización de compras, establecimiento y cuidado del hogar, cuidar de otro, uso de procedimientos de seguridad y respuesta ante emergencias.

Existen actividades de la vida diaria que exige el adulto mayor realizar tareas para integrarse a la comunidad de una manera activa, en tal sentido, se señala que “las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD) indican la capacidad que tiene un sujeto para llevar una vida independiente en la comunidad como por ejemplo tareas del hogar, realizar compras, manejo de dinero y responsabilidad sobre la medicación”. (11). al analizar los aspectos explicados selecciono las actividades instrumentales que se definen operacionalmente como la capacidad que tiene el adulto mayor para llevar una vida independiente en la comunidad.

De la misma manera el adulto mayor debe ser capaz de responsabilizarse en el cumplimiento del tratamiento farmacológico indicado, tomando en cuenta que por lo general están asociados a enfermedades crónicas que exigen un tratamiento prolongado y continuo.

No obstante la Clasificación Internacional de la Salud, la Discapacidad y el Funcionamiento (CIF, 2001), Citado por Fernández N. y otros, hacen la distinción de actividades básicas e instrumentales y proponen otra taxonomía: Aprendizaje y utilización del conocimiento: experiencias sensoria-les intencionadas, aprendizaje básico, aplicación de cono-cimiento, resolución de problemas y toma de decisiones. Tareas y demandas generales: realización de tareas sencillas o complejas, organizar rutinas y manejar el estrés. Comunicación: recepción y producción de mensajes, llevar a cabo conversaciones y utilización de instrumentos y técnicas de comunicación. Movilidad: cambiar y mantener la posición del cuerpo; llevar, mover y usar objetos; andar y moverse y desplazarse utilizando medios de transporte Autocuidado: lavarse y secarse, cuidado del propio cuerpo, vestirse, comer, beber y cuidar la propia salud. Vida doméstica: conseguir un lugar para vivir, comida, ropa y otras necesidades; tareas del hogar (limpiar y reparar el hogar, cuidar los objetos personales y de los del hogar y ayudar a otras personas. Interacciones y relaciones interpersonales: llevar a cabo interacciones interpersonales, particulares y generales de manera adecuada al contexto y entorno social. Áreas principales de la vida: educación, trabajo y empleo, y vida económica. Vida comunitaria, social y cívica: participación en la vida social fuera del ámbito familiar. (10).


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En resumen, los rasgos distintivos que caracterizan a las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria se pueden establecer en torno a: Los objetivos: es decir, las básicas son un tipo de actividad sobre la que se sustenta algo fundamental, esencial en oposición a la cualidad de mediadoras de las otras, aquellas de las que nos servimos para hacer algo, que utilizamos para lograr algo, y que pueden ser delegadas en otros. La complejidad: las básicas se definen por su sencillez o simplicidad en contraposición con la mayor complejidad de procesos cognitivos y sociales que define a las actividades instrumentales. La privacidad: Las actividades básicas, son personales frente a las instrumentales que pueden ser colectivas en el sentido de realizarse para interactuar con el entorno, públicamente sin necesidad de intimidad.

Referencias Bibliográficas.

1. Marriner y Tomey (1994). Modelos y teorías en enfermería, tercera edición, española, editorial Mosby y Dayma libros.
2. Nuñez, R. Ariel Cesar, et al. (2000). Compiladores. Promoción de la salud y jóvenes: experiencias universitarias. Manizales: Universidad de Manizales, Alcaldía de Manizales, Universidad de Caldas. Colombia.
3. Fouacult M. (1987). Historia de la sexualidad: la inquietud de sí, México: Siglo XXI.
4. Kickbusch, Ilona. (1996). El autocuidado en la promoción de la salud: una antología. Publicación científica # 557. Washington: OPS.
5. Uribe, J. Tulia María. El autocuidado y su papel en la promoción de la salud. Obtenido en la Red el 9 de febrero/03: http://tone. udea.edu.co./ revista /sep99/ autocuidado. htm. Revisado Agosto 2009.
6. Phaneuf M. (1999). La planificación de los cuidados enfermeros. Editorial McGraw-Hill Interamericana. México.
7. Reed, K. L. y Sanderson, S. (1980). Concepts of Occupational Therapy. Baltimore: Williams & Wilkins. Disponible en: http://www.um. es/analesps/ v23/v23_2/ 13-23_2.pdf revisado Agosto 2009.
8. Kane, Robert, Ouslander, Joseph y Abrass Itamar (1997). Geriatría Clínica. Editorial McGraw-Hill Interamericana. México.
9. Poletti Rossete. (1980). Cuidados de enfermería, tendencias y conceptos actuales. Primera edición, Barcelona España.
10. Fernández N y Otros (2002). Polifarmacia en ancianos. La Habana, Cuba.
11. Moruno, P. (2006). Definición y clasificación de las actividades de la vida diaria. Masson. Barcelona, España.