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La mujer, viviendo en el tiempo del VIH/SIDA
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Autor: Msc. Leida C. Montero
Publicado: 30/08/2010
 

La Epidemia mundial del VIH/SIDA Afecta de manera desproporcionada a las mujeres, el número de casos en la mujer ha crecido hasta llegar a unos niveles abrumadores en todo el mundo. Si bien el VIH/SIDA es un asunto de salud, la epidemia es un asunto de género. Las estadísticas demuestran que tanto su expansión como su impacto no son aleatorios. En la Actualidad el 49,8 por ciento de las personas que viven en esta condición son mujeres, cuyas mayorías se encuentran en su periodo reproductivo más importante y a las jóvenes adolescentes, que son más vulnerables, tanto en el ámbito social, pues muchas veces son las que soportan la carga más pesada en sus distintos roles como trabajadoras, cuidadoras, educadoras y madres; como cultural, biológica y económicamente. El presente artículo pretende mostrar una visión el impacto de esta epidemia ha causado en la mujer del siglo XXI.


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La mujer, viviendo en el tiempo del VIH/SIDA

* Montero C., Leida C.
** Colmenares R., Zaida C.

* Docente Asistente de la Escuela de Enfermería Dra. Gladys Román de Cisneros, de la Universidad de Carabobo, Magíster en Enfermería Materno Infantil Mención Obstetricia. Cursante de la 5ª Cohorte del Doctorado en Ciencias Sociales, Mención Salud y Sociedad

** Docente Universidad de Carabobo, Master en Ciencias de la Enfermería, Mención Salud reproductiva. Cursante de la 5ª Cohorte del Doctorado en Ciencias Sociales, Mención Salud y Sociedad

RESUMEN:

La Epidemia mundial del VIH/SIDA Afecta de manera desproporcionada a las mujeres, el número de casos en la mujer ha crecido hasta llegar a unos niveles abrumadores en todo el mundo. Si bien el VIH/SIDA es un asunto de salud, la epidemia es un asunto de género. Las estadísticas demuestran que tanto su expansión como su impacto no son aleatorios. En la Actualidad el 49,8 por ciento de las personas que viven en esta condición son mujeres, cuyas mayorías se encuentran en su periodo reproductivo más importante y a las jóvenes adolescentes, que son más vulnerables, tanto en el ámbito social, pues muchas veces son las que soportan la carga más pesada en sus distintos roles como trabajadoras, cuidadoras, educadoras y madres; como cultural, biológica y económicamente. El presente artículo pretende mostrar una visión el impacto de esta epidemia ha causado en la mujer del siglo XXI.

Palabras Clave: Mujer, VIH/SIDA

SUMMARY:

WOMEN LIVING IN THE TIME OF THE HIV / AIDS.

The global epidemic of HIV / AIDS disproportionately affects women; the number of cases in women has grown to staggering levels around the world. While HIV / AIDS is a health issue, the epidemic is a gender issue. Statistics show that both its expansion and its impact are not random. Currently 49.8 percent of people living in this condition are women, whose majority are in their most important breeding season and young adolescents, who are more vulnerable both in the social field, since they are often who bear the heaviest burden in its various roles as workers, caregivers, educators and mothers, and culturally, biologically and economically. The present article offers a vision of the impact of the epidemic has caused in the twenty-first century woman

Keywords: Women, HIV / AIDS

INTRODUCCIÓN

La salud es uno de los aspectos esenciales en el desarrollo de los pueblos. En esta idea la Organización Mundial de la Salud propuso en el año 1978 “Salud para todos en el año 2000” (1) constituyéndose la Atención Primaria en Salud en el eje de la atención sanitaria a nivel mundial, por estar dirigida hacia la prevención de la salud, promoción, y a modificar los estilos de vida, según la condición de vida, por ser esta una de las determinantes de la salud y en consecuencia promocionar la vida para prolongar la existencia. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos que hacen los gobiernos por mantener elevados los índices de salud de la población, se evidencia lo contrario esto evidenciado actualmente por el repunte de muchas enfermedades consideradas erradicadas, sumándose a esta situación la aparición del virus de inmunodeficiencia humana, convirtiéndose en azote para la humanidad.

Se denomina Sida al acrónimo del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, que afecta a los humanos infectados con el Virus de Inmunodeficiencia humana. Una persona vive la condición del SIDA cuando su organismo, no es capaz de ofrecer una respuesta inmune adecuada contra las infecciones debido a la inmunosupresión causada por el virus. Esta condición emerge en el mundo contemporáneo como uno de los más graves problemas de salud pública, tanto por la magnitud y trascendencia e impacto social de la misma, como por no disponerse actualmente de una cura definitiva para prevenir y/ curar la infección.

La epidemia del SIDA, tiene impactos devastadores ya que repercute en la vida de las personas enfermas, sus familias y la sociedad; deteriora la supervivencia infantil, incrementa la orfandad, hace perder a la población años esperables de vida, y por el estigma que existe alrededor de la misma, genera rechazo familiar y social, sobrecarga los sistemas sanitarios y merma el ingreso de las familias y las personas por el alto costo del tratamiento. (2)

Las cifras de personas infectadas que viven con esta condición de vida, son verdaderamente alarmantes (según el Informe sobre la epidemia mundial del VIH/SIDA de julio de 2002), 37 millones de adultos (entre 15 y 49 años) que tienen el VIH en el mundo, de los cuales 18,5 millones son mujeres. En el Norte de África y en Oriente Medio, el 54 por ciento de los casos positivos de VIH en adultos corresponden a mujeres. En el Caribe, la proporción ha alcanzado el 52 por ciento. La incidencia del VIH/SIDA entre la mujer ha crecido hasta llegar a unos niveles abrumadores en todo el mundo. En 1997, el 41 por ciento de los adultos infectados por el VIH eran mujeres y esta cifra creció hasta el 49,8 por ciento. (3).

Nuestro país no escapa de esta situación de salud mundial, en la República Bolivariana de Venezuela, La epidemia de VIH, al igual que en la mayoría de los países de la Región Americana, se estima que es concentrada y que se mantiene contenida en los grupos que se consideran epidemiológicamente como más expuestos, a saber: hombres que tienen relaciones sexuales con otro hombres trabajadoras y trabajadores sexuales. Son también considerados vulnerables las mujeres y las personas privadas de libertad. (4)

En Venezuela se diagnosticó el primer caso de VIH/SIDA en el año 1982, notificándose hasta el año 2009, aproximadamente 89.875 casos. Para el periodo 2006-2009 se registraron 36.610 nuevos casos de los cuales 7450 fueron de sexo femenino, discriminados por anos de la manera siguiente: para el anos 2006, se registraron un total de 1913 casos, para el anos 2007, 1217 nuevos casos, para el 2008 1833 casos y para el cierre del año 2009, 2487 nuevas infecciones, siendo evidente el incremento de casos en pacientes femeninas durante el último año. Las cifras anteriormente expuestas son aproximaciones, porque, a pesar que la notificación de los casos es obligatoria desde el año 1987, los datos aportados por las coordinaciones regionales del programa nacional de SIDA/infecciones de transmisión sexual (ITS) presentan subregistros. (5).

Si bien el VIH/SIDA es un asunto de salud, la epidemia es un asunto de género. Las estadísticas demuestran que tanto su expansión como su impacto no son aleatorios. Afecta de manera desproporcionada a las mujeres, cuyas mayorías se encuentran en su periodo reproductivo más importante y a las jóvenes adolescentes, que son más vulnerables, tanto en el ámbito social, pues muchas veces son las que soportan la carga más pesada en sus distintos roles como trabajadoras, cuidadoras, educadoras y madres; como cultural, biológica y económicamente (3).

En este sentido, aún cuando se han difundido orientaciones ante las conductas que representan riesgos para contraer el virus, esfuerzos masivos en investigaciones para encontrar la vacuna y un tratamiento verdaderamente efectivo, todavía se considera una enfermedad mortal porque la fuentes de infección y las vías de transmisión son los factores más importantes para la propagación del Sida, más que el comportamiento biológico del mismo.

Mujer, Sexualidad y el VIH/SIDA

La transmisión del VIH/SIDA ocurre por vía sexual, parenteral y perinatal (6), siendo la principal vía de transmisión, la vía sexual, teniendo las mujeres más probabilidades que los hombres de contraer el VIH por esta vía, ya que biológicamente, las mujeres tienen de dos a ocho veces más probabilidades que los hombres de contraer el VIH durante el coito vaginal. (7). Las mujeres pueden adquirir la infección en un solo acto heterosexual sin protección con una pareja infectada, (8), situación que coloca a las mujeres de todo el mundo en una situación de riesgo, aunque la abstinencia, la fidelidad y el uso de un condón han sido promovidos como lema en todo el mundo, como modelo de comportamiento de prevención, como la clave para combatir la propagación del VIH, sin embargo las relaciones de poder desiguales entre géneros, ha hecho que este modelo de prevención no funcione para la mayoría de las mujeres y niñas.


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Por otro lado nos encontramos con las trabajadoras sexuales, la cuales Por mucho tiempo se ha considerado como vector de la infección del VIH. Sin embargo, las trabajadoras sexuales que no se inyectan drogas, tienen el mismo grado de infección con el VIH que la población femenina en general, a pesar de que tienen múltiples parejas sexuales. Estudios hallaron que el 80% de las prostitutas usan condones con sus clientes, situación que les permite mantenerse libres de la infección (9).

El riesgo más grande para muchas mujeres y niñas de adquirir del VIH / Sida parece ser el matrimonio, las estadísticas así lo demuestran: Más de cuatro quintas partes de las nuevas infecciones ocurren en mujeres en el matrimonio o en relaciones a largo plazo con parejas estables(10), en la India, alrededor del 90 por ciento de las mujeres que viven con el VIH dijeron que eran vírgenes cuando se casaron y se mantuvieron fieles a sus maridos(11), En Ghana, las mujeres casadas tienen casi tres veces más probabilidades de infectarse con el VIH que las mujeres que nunca se han casado(12). En África y América Latina, más del 80 por ciento de las mujeres jóvenes de 15-19 años que han tenido relaciones sexuales sin protección la semana pasada están casados(13) En Tailandia, el 43 por ciento de nuevas infecciones por el VIH en el 2005 correspondieron a mujeres, la mayoría de los cuales se cree que contrajeron el VIH de sus esposos o parejas que se habían infectado durante relaciones sexuales remuneradas peligrosas o mediante la inyección de drogas. (14)

Lo anteriormente expuesto se debe a que a menudo las mujeres experimentan sistemática y profunda discriminación por su sexo y género, que muchas veces las imposibilitan de La elección de abstenerse o practicar sexo seguro y/o en la negociación del uso del condón, en ocasiones por la dependencia económica de los hombres, el cual reduce las opciones sobre el sexo y puede obligar a las mujeres a participar en pago o transacción a prácticas sexuales de riesgo como medio de supervivencia. Otra situaciones también pudiese deberse a la violencia a las que son sometidas las mujeres y la coerción y/o presión para tener sexo ya que con mayor frecuencia, la violencia en contra de las mujeres es perpetrada por su pareja o esposo, lo que dificulta la negociación para tener sexo más seguro. En situaciones como esta en las que el hombre tiene más poder, es poco probable que la mujer insista en usar condones para protegerse del VIH. (15) Es por ello que el amplio rango de desigualdades relacionadas con el género tiene un impacto en la transmisión del VIH en las mujeres. (16).

MUJER, LA MATERNIDAD Y EL VIH/SIDA.

La incidencia del VIH/SIDA entre la mujer ha crecido hasta llegar a unos niveles abrumadores, el número de mujeres VIH positivas, está aumentando considerablemente y en la medida en que la infección por VIH se traslada cada vez más a la población femenina, así mismo, va en aumento el número de casos de mujeres seropositivas embarazadas y en consecuencia el incremento de casos de niños y niñas infectados.

En el año 2005 se estimó, que existían en el mundo una cifra significativa de 2,3 millones de niños infectados con el virus de inmunodeficiencia humana (17), situación alarmante si se considera a estos como futuro de la humanidad. Con respecto a los casos de pediatría, en el año 2001 se infectaron 800.000 niños lo que representó el 16% de la población mundial (18) de los cuales el 90% se debió a transmisión de madre a hijo, alrededor de un 15% a un 20% de los lactantes infectados con el VIH contrajeron el virus durante el embarazo, un 50% durante las labores de parto y el alumbramiento, y un 33% sufrieron la infección durante el amamantamiento. (19). Esta última cifra está relacionada con la capacidad que tiene el virus de transmitirse de madre a hijo, lo que se conoce como transmisión vertical, siendo este el modo dominante de la infección por VIH en la población infantil.

Aunado a la vulnerabilidad del grupo infantil, la infección también está relacionada con otros aspectos, tales como: el incremento en la tasa de infección por el virus de inmunodeficiencia humana en mujeres en edad reproductiva, la carencia de programas de tamizaje para VIH en mujeres gestantes y su repercusión sobre el feto o accesos a intervenciones terapéuticas a las mujeres seropositivas. Estos datos justifican porque la transmisión vertical se ha convertido en este momento en el centro para la prevención del Virus de inmunodeficiencia humana.

El 25% de los bebés que nacen de madres seropositivas desarrollan la infección del VIH. Muchos de estos niños fallecen antes de llegar al año o a los dos años de edad y, aunque algunos viven por años, su desarrollo se atrasa acompañado de infecciones oportunistas recurrentes. (18) Las madres embarazadas y seropositivas deben recibir tratamiento antirretrovirales para evitar que el virus se transmita a sus futuros hijos e hijas. Actualmente se dispone de mayor capacidad para admitir más mujeres embarazadas en los programas antirretrovirales y reducir el riesgo de transmisión en un 90%; ya que esta transmisión es prevenible si se detecta tempranamente en la madre la presencia del virus y si la madre y el recién nacido son sometidos oportunamente a tratamiento con drogas antirretrovirales y suspendiendo el amamantamiento.

En este marco de referencia, la clave de la prevención estaría en concienciar a la mujer ante la necesidad de realizarse la prueba para la determinación de su estado serológico ante el virus de inmunodeficiencia humana, sobre todo si desea ser madre y de esta manera, disminuir la posibilidad de la transmisión vertical. En el caso de las mujeres que viven con la condición de VIH/SIDA, y deseen ejercer su derecho a la maternidad, hacerlas conscientes de su condición de salud, explicándole los posibles riesgo de infección a su futuro hijo o hija y que se ella quien decida, y asuma a la vez el compromiso con este nuevo ser.

Aunque en muchas ocasiones las mujeres que viven con VIH/SIDA que tienen pareja y se encuentran en edad fértil se les induce a no procrear hijos. Respecto de la mujer embarazada, se viven situaciones absolutamente contradictorias que no se encuentran reguladas por ninguna política pública y que quedan al arbitrio de las consideraciones de cada médico tratante. Es así como algunos médicos consideran que la interrupción del embarazo es la única decisión moralmente aceptable que debería tomar una mujer en esa situación, mientras que otros se niegan a esterilizar mujeres seropositivas a pesar de las reiteradas peticiones por parte de ésta y muchas otras son víctimas de esterilizaciones forzadas (20). Violándose así sus derechos sexuales y reproductivos, como el Derecho a decidir si tener o no hijos/as, y el Derecho a la atención de la salud.

La Cultura Machista,
Riesgo para la mujer contraer VIH/SIDA

Las imágenes de la masculinidad construidas por la sociedad pueden fomentar los comportamientos de riesgo, como la violencia, la adopción de riesgos sexuales, el consumo excesivo de alcohol y el uso de drogas. Esas actitudes machistas, que en muchas culturas reciben el estímulo de la sociedad y hacen más vulnerable a la infección por el VIH a la mujer como consecuencia del desequilibrio en el poder de decisión, implican que muchas mujeres no puedan negociar el uso del preservativo y a menudo se vean forzadas a tener relaciones sexuales no deseadas. Además, esas actitudes hacen también más vulnerable a la infección por el VIH al varón, ya que suelen realzar las proezas sexuales, animar al varón a tener múltiples parejas sexuales e incitarlo a imponer su voluntad sobre la mujer. (21)

Dentro de los patrones culturales, que pudiesen influir podemos señalar las siguientes:

• Los varones están influidos por normas culturales acerca de la virilidad, algunas de las cuales son muy negativas en el contexto del VIH.
• Por motivos sociales, culturales y económicos, los varones suelen estar en una posición más fuerte en sus relaciones con las mujeres. Eso les da un mayor control a la hora de decidir cuándo y dónde se tiene una relación sexual, así como si se utiliza o no un preservativo.
• Las actitudes machistas que incitan a tener múltiples parejas sexuales y a adoptar riesgos exponen al varón –y a sus parejas- al riesgo de contraer la infección por el VIH.
• Con frecuencia el varón y la mujer tienen dificultades para hablar sobre el sexo y revelar su estado serológico respecto al VIH.
• Las actitudes, tradiciones y valores propios de cada cultura afectan al comportamiento sexual de los muchachos y los varones.
• En la mayoría de las culturas, los muchachos y los varones tienen más parejas sexuales que las muchachas y las mujeres.

Propugnar la abstención, la fidelidad y la utilización del preservativo puede ser difícil para muchas parejas. En la comunidad, discutir abiertamente sobre las infecciones de transmisión sexual puede implicar a menudo romper los tabúes locales, con lo cual se produce una pérdida de prestigio. Muchos varones tienen miedo de revelar su seropositividad porque temen perder su empleo y verse rechazados por su grupo social, o porque se sienten culpables con su pareja habitual.

Además, muchas culturas y religiones dan más libertad al varón que a la mujer. Por ejemplo, en algunas culturas se considera normal y a veces se fomenta que los varones jóvenes experimenten sexualmente antes del matrimonio. Asimismo, es aceptable que los varones incluso los que están casados tengan relaciones sexuales con profesionales del sexo.


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Así mismo, tradicionalmente se considera al varón el sostén de la familia, y él cree que debe cumplir esta función, muchos de ellos reaccionan negativamente cuando no pueden encontrar un empleo o son incapaces de sostener a la familia. El enfado o el sentido de falta de poder de los varones pueden conducir al abuso de alcohol o drogas, o a un comportamiento violento, con lo cual aumenta el propio riesgo de infección por el VIH y el de la pareja.

Las oportunidades de empleo para el varón pueden restablecer su autoestima y reducir su tendencia a adoptar tales comportamientos de riesgo. No obstante, el empleo también puede conllevar que las parejas deban vivir separadas, puesto que a veces los varones tienen que emigrar o ser móviles para trabajar, como ocurre con los conductores de camión de largo recorrido.

Como consecuencia de la soledad y de la disponibilidad de dinero, a veces esos varones pueden tener relaciones sexuales sin protección con otras mujeres o varones e infectarse por el VIH. A su vez, esos varones VIH-positivos pueden infectara sus esposas y a otras parejas sexuales.

Muchos varones que tienen relaciones sexuales con otros varones también lo hacen con mujeres: por placer, para cumplir con su deber marital, por auto negación o para ocultar sus preferencias sexuales a los demás.

Por todo lo anteriormente expuesto, es evidente que las actitudes culturales con respecto al sexo tienen como resultado, el riesgo de la infección por el VIH tanto en los varones como en las mujeres, que a menudo son las esposas de varones infectados, es por ello lo importante fomentar una discusión más amplia de las relaciones sexuales por ser esta una de las principales vías de transmisión del VIH, que a su vez trae como consecuencia el incremento de casuística en la población infantil.

Mujer, el mundo laboral y el VIH/SIDA

Las discriminaciones de que son objeto las mujeres que viven con VIH/SIDA evidentemente no se circunscriben al ámbito de la atención proporcionada el sistema público de salud, sino que se reproducen en todos los ámbitos de la vida social de quienes se encuentran en esta situación. El ámbito laboral representa uno de los espacios que reviste mayor vulnerabilidad. La discriminación laboral se recrudece especialmente cuando se utiliza la cuestión del VIH/SIDA para impedir acceso a los trabajos o el ascenso en ellos (22).

En Venezuela, La Resolución SG-439 del Ministerio de Salud, del 26 de agosto de 1994 (23), prohíbe someter a las personas a la práctica de la prueba del VIH sin su consentimiento libre, expreso y manifiesto; y el Dictamen del consultor jurídico del Inpsasel, del 8 de agosto de 2007 (24), en el que se recopila la normativa aplicable al VIH, las relaciones de trabajo y la discriminación.

Con respecto a la norma superior del ordenamiento jurídico venezolano, la Constitución Nacional garantiza el derecho a la igualdad y la no discriminación (artículos 19 y 21), (25) dado que todas las personas son iguales ante la ley, y en consecuencia, no se permiten discriminaciones que tiendan a anular o menoscabar sus derechos y libertades, siendo obligación del Estado garantizar el goce y ejercicio de los derechos humanos.

En cuanto a la exigencia de hacer las pruebas de despistajes del VIH, la Constitución (artículo 46, numeral 3), establece la prohibición de someter a las personas, sin su libre consentimiento a exámenes médicos (25).

Las leyes nacionales del trabajo (Ley Orgánica del Trabajo y su Reglamento, y la Lopcymat) también protegen a las personas con VIH. Además, a nivel internacional, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Convención Interamericana sobre DDHH impone a los Estados la obligación de respetar los derechos y libertades de las personas

Aunque en nuestro país existen suficientes herramientas legales que permiten impedir o dificultar el despido de las fuentes laborales por motivos vinculados con la condición serológica de las personas. Aún se sigue presentando esta problemática.

Por otra parte, a juicio de las agrupaciones de personas que viven con VIH, este instrumento legal no asegura que se ponga término a la discriminación laboral que les afecta, ya que sólo indica que los empleadores no podrán exigir la realización de exámenes de ELISA para postular a una fuente laboral. Desde la perspectiva de las personas que viven con esta condición de salud, este artículo deja abierta la posibilidad de que los empleadores busquen formas más sutiles de conocer el estado serológico de las personas, como “solicitarles” la realización de exámenes de salud.

La discriminación laboral de que son objeto las personas seropositivas puede expresarse, en los despidos arbitrarios al conocerse su estado serológico, en las dificultades para cambiar de fuente laboral por temor a ser sometidos/as a exámenes de salud y en el descubrimiento de la orientación sexual homosexual del trabajador.

Los vacíos y ambigüedades legales señaladas se combinan con la poco ética entrega de información que realiza el personal de salud a los empleadores sobre la situación serológica de los/as trabajadores/as. De este modo, se refuerza la vulnerabilidad laboral de quienes han adquirido el virus del SIDA. La discriminación laboral se conjuga con el rechazo social de que son objeto los familiares de las personas que hacen pública su seropositividad. La discriminación en algunas ocasiones también opera bajo la figura de la censura y de la imposibilidad de abordar laboralmente el tema del SIDA.


A Modo de Reflexión:

El Hecho mismo de ser mujer supone de entrada toda una serie de circunstancias, de valoraciones, de modos de entender su vida y la de los demás adecuada a la asunción de un rol o roles socialmente impuestos, si bien perfectamente cuestionables. En todo el mundo, las mujeres declaran estar expuestas a un riego superior de contraer el VIH/sida, en función de su falta de poder o capacidad para decidir sobre cuándo, dónde y cómo tener las relaciones sexuales, aunado a la promiscuidad en sus parejas sexuales.

Evitar la transmisión del VIH/sida es el único modo de impedir su expansión. Pero lograrlo comporta fundamentalmente dos exigencias: a) educar sin desmayo o la población en los modos de prevención, y b) poner en pie los recursos necesarios para ello: información, aprendizaje y alternativas a las vías de contagio (condones y programas de disminución de riesgos, en especial).

Esos procesos valen para todos los implicados y, por tanto, también para las mujeres de todas las edades. Pero ¿están las mujeres de toda edad y condición a lo largo y ancho del mundo en situación de imponer las conductas que evitan el contagio? Ciertamente, la respuesta no es única y depende de muchos factores como, por ejemplo, la educación de que disponen, los recursos y habilidades personales y sociales, la actitud de sus compañeros, la posición económica, etc.

En todo caso, la incidencia del VIH/sida entre ellas no depende exclusivamente (y menos en situaciones de dependencia socio-afectiva) de ellas mismas. De hecho nos compete a todos: padres, educadores, profesionales de salud y, dando un paso más, al desarrollo de una sistemática labor de actuación para la concienciación comunitaria.

Además La prevención del VIH en las mujeres debe hacerse desde diferentes enfoques, por una parte es necesaria la prevención de la violencia, en especial la violencia doméstica, y para ello existe en Venezuela un marco legal favorable, en el cual destaca la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia que busca “fortalecer las políticas públicas de prevención de la violencia contra las mujeres y de erradicación de la discriminación de género. Se debe establecer También “la protección a la dignidad e integridad física, psicológica, sexual, patrimonial y jurídica de las mujeres víctimas de violencia, en los ámbitos público y privado” y “la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer”. Para garantizar estos derechos se debe contar con un sistema que incluya personal capacitado y sensibilizado.

El otro enfoque de prevención del VIH en las Mujeres es el directamente relacionado con la salud sexual y reproductiva, donde la mujer consciente de sus derechos sexuales asuma la exigencia de la práctica del sexo seguro.


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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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