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Revision bibliografica. Disfuncion orgasmica femenina y ansiedad
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Autor: Lic. Diana C. Wharwood L.
Publicado: 11/10/2010
 

Las disfunciones sexuales son patologías que se relacionan directamente con la conducta, tanto del hombre como de la mujer, y en general está vinculado con una ausencia de placer frente a situaciones relacionada en el plano sexual, generando como consecuencia una disminución de su funcionalidad dentro de su ámbito biopsicosocial. Dentro de los trastornos sexuales se ubica la disfunción orgásmica, la cual es predominante en la población femenina, y está caracterizada por el retraso persistente o recurrente del orgasmo o una ausencia del mismo, después de una fase de excitación sexual normal, lo que puede generar tensión emocional y física, además de dificultades interpersonales en la mujer. La mujer que padece disfunción orgásmica presenta un conjunto de síntomas que perjudican su desempeño sexual, y entre estos frecuentemente se conjuga la ansiedad, que en algunos casos resulta desadaptativa, debido a que impide el desarrollo normal de la cognición y por ende, el de la conducta.


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Revisión bibliográfica. Disfunción orgásmica femenina y ansiedad

Literature review. Female orgasmic dysfunction and anxiety

Wharwood L. Diana C. Licenciada en Psicología. Profesora Universidad de Carabobo y Universidad Arturo Michelena, Venezuela.
Mónica Valera L. Licenciada en Psicología.
Ramírez Mérida Luis G. Prof. Asociado Universidad de Carabobo, Venezuela.

RESUMEN

Las disfunciones sexuales son patologías que se relacionan directamente con la conducta, tanto del hombre como de la mujer, y en general está vinculado con una ausencia de placer frente a situaciones relacionada en el plano sexual, generando como consecuencia una disminución de su funcionalidad dentro de su ámbito biopsicosocial. Dentro de los trastornos sexuales se ubica la disfunción orgásmica, la cual es predominante en la población femenina, y está caracterizada por el retraso persistente o recurrente del orgasmo o una ausencia del mismo, después de una fase de excitación sexual normal, lo que puede generar tensión emocional y física, además de dificultades interpersonales en la mujer. La mujer que padece disfunción orgásmica presenta un conjunto de síntomas que perjudican su desempeño sexual, y entre estos frecuentemente se conjuga la ansiedad, que en algunos casos resulta desadaptativa, debido a que impide el desarrollo normal de la cognición y por ende, el de la conducta.

Es probable que la intensidad de esta emoción empañe la percepción de la mujer con disfunción orgásmica ante la búsqueda de soluciones para su problema. Por lo tanto, la ansiedad agrava aún más el cuadro sintomático, por lo que resulta imprescindible tratar los niveles de la ansiedad como una estrategia terapéutica para lograr el bienestar de la mujer que sufre este trastorno. Un medio altamente efectivo para la intervención de la ansiedad, suele ser la terapia Cognitivo-Conductual, puesto que ataca directamente los patrones erróneos de pensamiento que mantienen la ansiedad y por ende, modifica las subsecuentes conductas no adaptativas. En consecuencia, el empleo de esta terapia en las mujeres con dificultad para alcanzar el orgasmo es una opción terapéutica que tiene por objeto mejorar la calidad de vida.

Palabras clave: Ansiedad, terapia cognitivo conductual, información sexual.

ABSTRACT

Sexual dysfunctions are disorders that are directly related to behavior, both men and women, and are generally associated with a lack of pleasure in situations related to the sexual plane, generating results in a decrease in their functionality within scope bio-psycho-social. Within sexual disorders orgasmic dysfunction is located, which is predominant in the female population, and is characterized by persistent or recurrent delay of orgasm or lack of it, after a normal sexual excitement phase, which can generate emotional and physical stress, as well as interpersonal difficulties in women. The woman who has orgasmic dysfunction is a collection of symptoms that affect their sexual performance, and between these often combines anxiety, which in some cases it is maladaptive because it prevents the normal development of cognition and hence, the behavior. It is likely that the intensity of this emotion cloud the perception of women with orgasmic dysfunction to the search for solutions to your problem.

Therefore, anxiety further aggravates the symptom picture, so it is essential to treat anxiety levels as a therapeutic strategy for the welfare of women suffering from this disorder. A highly effective intervention for anxiety, usually cognitive behavioral therapy, because it directly attacks the faulty thinking patterns that maintain anxiety and thus modify the subsequent adaptive behaviors. Consequently, the use of this therapy in women with difficulty reaching orgasm is a therapeutic option that is aimed at improving the quality of life.

Keywords: Anxiety, cognitive behavioral therapy, sexual information

Introducción

Las dificultades en la vida sexual de los individuos se conocen como disfunciones sexuales, y estas patologías afectan a una de las necesidades básicas de los seres humanos como es la sexualidad. En relación a esto, se señala como las disfunciones sexuales abarcan dificultades para responder en una relación sexual deseada. Según algunos de los casos, se puede tratar de una falta de interés, una imposibilidad de sentir placer, un fracaso en la respuesta fisiológica necesaria para una interacción sexual efectiva o una incapacidad para controlar o sentir un orgasmo.

A pesar de la importancia de la función sexual en la satisfacción y calidad de vida, la disfunción sexual femenina sigue siendo muy prevalente centrándose en el 20-50% de la población femenina (Basson y col., 2000). Un estudio epidemiológico de la National Health and Social Life Survey mostró que el 43% de las mujeres estadounidenses tienen algún tipo de disfunción sexual (Laumann y col., 1999). Un grupo de féminas estudiantes de medicina de Alemania presentaron un alto porcentaje de riesgo de padecer de disfunción sexual que afectaban su capacidad de producir orgasmo, así como afectaban el deseo, la satisfacción (Wallwiener y col., 2010). En la India, en un estudio realizado a 149 mujeres, se evidenció que el 72,3% presentaron algún tipo de disfunción sexual (Singh y col., 2009). En un grupo de ciudadanos de Brasil se detectó una prevalencia de 30% a través de un estudio de la conducta sexual, las principales quejas en este estudio fueron la falta de deseo femenino (34,65%) y dificultades para obtener el orgasmo (29,3%) (Abdo y col., 2002).

Carrera, (2003) investigó los factores que causan o influyen en la disfunción orgásmica y, ubicó en primer lugar las experiencias sexuales traumáticas durante la niñez. Por otro lado, el estudio indagó que las mujeres de la muestra poseían insatisfacción de su primera relación sexual; el no disfrute de las relaciones coitales ante la ausencia de orgasmos y por consiguiente ausencia del gozo sexual. De esta manera, los resultados obtenidos por el autor dejan en manifiesto parte del conocimiento que corresponde a los factores causales de la disfunción orgásmica, concerniente al basamento teórico de la investigación presentada.

Por otra parte, en la sexualidad intervienen factores físicos y psicológicos, en este último puede operar la ansiedad, que es una emoción que en muchas circunstancias es adaptativa para el individuo, debido a que le permite resolver situaciones de amenaza. No obstante, cuando se generan niveles excesivos de ansiedad en periodos prolongados de tiempo, la ansiedad puede llegar a ser desadaptativa hasta convertirse en una fuente de malestar, sufrimiento y hasta incapacidad. (Laurent y Simons, 2009).

Lo señalado anteriormente, impone la necesidad de contextualizar la ansiedad como patología, motivo por el cual se debe abordar psicológicamente los niveles de ansiedad que pueden protagonizar una amplia gama de consecuencias que van desde perturbaciones leves hasta trastornos severos. Dentro del campo de la psicopatología, los trastornos de ansiedad poseen un especial interés por su elevada prevalencia, siendo la ansiedad el trastorno psicológico más frecuente dentro de los contextos clínicos, que además, suelen tener implicaciones en otros problemas psicológicos y en múltiples facetas de la salud.

Las personas que padecen de ansiedad pueden manifestar dificultades en su desempeño sexual y disfunciones asociadas al mismo. Dentro de esta perspectiva, la sexología clásica argumenta que las causales pueden rastrearse como físicas en un 5% de los casos, o psicológicas en un 95% de los casos. (Rosen y col., 2009).


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La ansiedad y la dificultad para relajarse intervienen como un factor fundamental en las mujeres para alcanzar el orgasmo. Además, mayormente la ansiedad viene referida por estereotipos y actitudes asentadas en lo cultural que son incompatibles con el disfrute natural del propio placer de la excitación sexual. En síntesis, las disfunciones del orgasmo femenino se producen a causa de una ansiedad adquirida que interfiere en el funcionamiento normal de dicho reflejo. De igual manera, se considera que la disfunción orgásmica está asociada a distintos factores psicológicos, entre ellos: la inadecuada educación sexual, rigidez moral, primeras experiencias traumáticas, falta de información, o a ciertos aspectos culturales donde se enfatizan que en una relación es la mujer la que debe satisfacer al hombre, e incluso niega que la mujer pueda tener interés o deseos sexuales, por lo que en muchos casos la anorgasmia de la mujer tiene que ver con una estimulación inadecuada (Aslan y Fynes, 2008).

Una medida a tomar en el tratamiento de las mujeres con disfunción orgásmica debe ser el conocimiento de sí mismas. La mujer con disfunción orgásmica tiende a padecer de una sintomatología que le resulta displacentera, como es una preocupación debido a su trastorno sexual, ya sea en caso de una dificultad para alcanzarlo o la inexperiencia absoluta del mismo.

El tratamiento de la ansiedad y la disfunción orgásmica ofrece la posibilidad de generar un bienestar psicológico en la mujer, que probablemente influenciará de manera positiva en su funcionamiento sexual. Las investigaciones generan un conocimiento imprescindible para mantener el bienestar sexual, creando así nuevas vías para el logro de una salud integral en el ser humano, por lo cual resulta necesario manejar los avances en este campo como una medida más para optimizar la calidad de vida actual, y contribuir al desarrollo en el avance del campo de la psicología y la sexología.

La Sexualidad

Se puede señalar que la sexualidad es principalmente una actividad que fortalece la comunicación y las relaciones humanas. La sexualidad ha estado ligada de forma absoluta y constante con la conducta reproductiva, identificándose habitualmente ambos términos en la vida cotidiana. La sexualidad, posee tres aspectos básicos: el biológico, psicológico y social, que no se conocen por instinto, sino que se aprenden. La sexualidad incluye todas las dimensiones en las que se desenvuelve el hombre. Distintos aspectos, como el político, cultural y económico se encuentran íntimamente relacionados con la concepción de sexualidad. Sin embargo, aun cuando el aspecto sexual es universal, las personas experimentan ignorancia respecto al tema. La cultura ha restringido tanto la observación directa de la conducta sexual como el acceso a la información, y las personas se encuentran inmersas en una era sexual donde aún existen tabúes y prejuicios (Salonia y col., 2010; Aerts y col., 2009).

Ahora bien, la educación que adquieren los seres humanos sobre este aspecto, está comprendida por lo que ocultan los padres y compañeros, generando consecuencias como confusión, ignorancia, y sentimientos de culpa en la persona. Por lo tanto, una educación sexual adecuada pudiese fomentar a la adaptación y desechar la ignorancia o culpa que este aspecto engendra (Mc Cary, 1996).(Mc Cary, 1996).

Orgasmo

El orgasmo es descrito como una repuesta intensa tanto en el plano emocional como en el físico, que se manifiesta cuando los seres humanos practican el coito. La cópula o unión sexual entre dos individuos tiene dos objetivos fundamentales que se pueden presentar de manera individual o simultanea: el perpetuar la especie y/o perseguir el placer. (Mc Cary, 1996).

Como consecuencia de las terminaciones nerviosas presentes en la región del clítoris y la vulva muchas mujeres encuentran que la masturbación y otras modalidades de estimulación directa, sin el coito, le facilitan más orgasmos, en una forma más rápida y más intensa. No obstante, los orgasmos que se dan mediante el coito son considerados más satisfactorios emocionalmente y más relajantes en la vagina. Por lo general, una mujer requiere de 10 a 20 minutos de coito antes de que pueda llegar al orgasmo, sin embargo, con la estimulación manual, bucal o mediante vibrador de los órganos sexuales pélvicos, puede llegar al orgasmo en menos de 4 minutos. (Nowosielski y Skrzypulec, 2009).

La respuesta orgásmica manifestada en el coito es una fuente de placer, capaz de aliviar la tensión y de proporcionar satisfacción emocional y física; además, está acompañada fisiológicamente de un aumento de la presión arterial, frecuencia del pulso, respiración rápida y profunda, congestión de algunos tejidos y liberación de la tensión de los nervios. De igual manera, el orgasmo como una respuesta al coito, viene a ser la cima de la excitación en el acto sexual y probablemente es la forma más extrema de exaltación, a la vez emocional y física, conocida por la humanidad.

Dentro de esta perspectiva, es conveniente destacar el carácter subjetivo del orgasmo. Esto se debe a que las sensaciones experimentadas por las personas durante esta respuesta son muy variadas, y no es posible predecirlas a partir de la mera observación de su respuesta fisiológica. Es probable que una mujer considere que ha experimentado un orgasmo muy intenso a pesar de haber tenido de 3 a 4 contracciones, y viceversa, aun teniendo múltiples contracciones considere que su orgasmo ha sido de escasa intensidad, por lo cual se evidencia como consecuencia, que la información fisiológica y psicológica puede inferir el proceso. (Sexologia.org, 2007).

La sensación de placer que se percibe, y en general, la calidad de la experiencia sexual depende de la interpretación que la persona haga de sus propias repuestas fisiológicas. Esta interpretación va a depender más de condiciones personales y de la situación en que se realiza, que de una mecánica de estimulación más o menos adecuada. Por eso los esfuerzos deben centrarse más en estos aspectos personales que en variaciones o técnicas de estimulación. La sensación de placer del orgasmo va estar determinada por la interpretación que haga la persona de su situación, y dicho significado va estar más influenciado por aspectos personales y circunstanciales, que lo concerniente al proceso de estimulación para la obtención de la respuesta.

La mujer puede experimentar diferentes tipos de orgasmos, de los cuales se conoce el orgasmo vaginal, clitoral y mixto. El primero, resulta de una estimulación indirecta del clítoris, lo que se conoce como el mecanismo prepucial – glandal, como consecuencia del roce durante los movimientos de la penetración de los extremos de los labios menores y del capuchón del clítoris sobre éste. El segundo, se trata de una estimulación directa del clítoris, mientras que el mixto se conoce como el proveniente de la estimulación vaginal y del clítoris. (Sexologia.org, 2007).

En síntesis, se expresa que el orgasmo es el clímax o cúspide emotivo-sensorial, que representa para la mujer la culminación más completa y feliz del coito y de la masturbación, y que en el mismo instante la persona parece alcanzar una inmensidad que en ninguna ocasión había sentido. Así se puede vislumbrar, como este elemento corresponde a la esfera emocional y placentera que equivale a una de las funciones principales del coito.

Ciclo de la Respuesta Sexual en la Mujer

El ciclo de la respuesta sexual se constituye en cuatro fases, todas destinadas a un objetivo particular para crear una cadena de respuestas en la mujer que a nivel físico la dispongan para el coito. La primera fase corresponde a la denominada etapa de excitación y se inicia con un estimulo o deseo que entra en contacto con ella, que luego van a ser capaces de desencadenar en aproximadamente unos minutos una serie de cambios corporales, entre ellos se ubican: la lubricación vaginal, la aceleración del ritmo respiratorio y cardiaco, contracción muscular y aumento de la presión arterial (Nowosielski y Skrzypulec, 2009).


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Posteriormente surge la segunda fase, conocida como meseta, esta se logra si la mujer obtiene una cantidad de tensión sexual previa al orgasmo y su prolongación depende de la efectividad del estímulo y la continuidad del mismo. Entre los principales cambios que se da en la mujer se ubica una modificación de la turgencia del pezón debido a que crecen las glándulas mamarias y la areola sufre una intensa tumefacción, se extiende un rubor sexual por todo el cuerpo, se manifiesta tensión de los músculos voluntaria e involuntaria, contracciones semiespásticas en la cara, abdomen e intercostales, se incrementa el ritmo respiratorio casi al final, la presión arterial sube de 20-60 mmHg la sistólica y entre 10-20 mmHg la diastólica y por último, el clítoris, se eleva y retrae hacia el pubis, colocándose dentro del capuchón. (Brewster, 2010; Sarmientos y col., 1999).

De estos cambios, surge la tercera etapa denominada orgásmica, en donde el cuerpo de la mujer está implicado en su totalidad y a su vez ella con la respuesta de esta índole descarga múltiples tensiones funcionales y mentales. La intensidad del enrojecimiento sexual y las reacciones miotónicas resulta paralela a la intensidad del orgasmo. La mujer queda atrapada en su respuesta orgásmica y pierde el control volitivo de los músculos. Ella no está consciente de sus movimientos físicos, que en ocasiones son tan violentos que provocan dolor y fatiga al día siguiente. Hay contracciones involuntarias de la zona perineal, el recto y la parte baja de abdomen. También puede ocurrir enrojecimiento, edema y expansión de la caja torácica. (Ocampo y Arcila, 2006; Sarmientos y col., 1999).

De lo citado anteriormente, se puede ratificar que la etapa orgásmica mantiene una continuidad con la etapa anterior (meseta), debido a que la intensidad del enrojecimiento sexual y la reacciones miotónicas actúan en paralelo a la intensidad del orgasmo.

Ahora bien, la última etapa en el ciclo femenino de respuesta sexual es conocida como resolución y se describe como una fase caracterizada por la pérdida progresiva de la tensión sexual y un restablecimiento del organismo a su estado normal previo a la fase de excitación en un lapso de 15 a 30 minutos. En esta fase se observa un cambio corporal denominado perspiración sobre todo en la mujer donde una fina capa de sudor en el dorso, muslos y parte anterior del torso aparece. El clítoris en la mujer recupera su lugar, descendiendo a su posición pudenda en unos 5 a 10 segundos (Ocampo y Arcila, 2006; Sarmientos y col., 1999).

Disfunción Orgásmica y Tipos

Las disfunciones sexuales comprenden una alteración en cualquiera de las etapas del ciclo de la respuesta sexual. En general existe una disfunción sexual cuando alguna de las respuestas psicofisiológicas implicadas en el ciclo de respuesta sexual, o en la totalidad de ellas, no se produce, o solamente se produce de manera parcial. Específicamente la disfunción orgásmica femenina o anorgasmia es un problema que las mujeres experimentan cuando luego de haber tenido una etapa normal de excitación y meseta, no logran pasar a la etapa orgásmica, generando un alto grado de frustración psíquica, y que combinado con un retorno fisiológico al estado normal mucho más lento que la observada en la fase de resolución, puede llegar a producir irritabilidad pélvica y general (Jha y Thakar, 2010).

Por otra parte, este tipo de disfunción posee dos categorías principales. La disfunción orgásmica primaria, que identifica a la mujer que jamás ha alcanzado un orgasmo en su vida, ni siquiera mediante la masturbación, y que está ligada a menudo a una disfunción análoga de su consorte; y la disfunción orgásmica situacional esta categoría abarca a las mujeres que han tenido por lo menos un orgasmo, ya sea mediante el coito, la automanipulación, la penetración rectal o la estimulación bucogenital. (Lightner, 2002).

Cabe destacar que ciertos aspectos culturales pueden influir en la capacidad de alcanzar el orgasmo, dentro de los cuales se enfatiza que en una relación es la mujer la que debe satisfacer al hombre, e incluso niega que la mujer pueda tener interés o deseos sexuales. De igual forma, la disfunción orgásmica se relaciona con múltiples factores como son una inadecuada educación sexual, rigidez moral, primeras experiencias traumáticas y la falta de información. Entre otros orígenes, se puede puntualizar que dicha respuesta en la mujer puede haber adoptado un significado simbólico, representando quizás la sumisión hacia el hombre o la pérdida del autocontrol; también, es probable que la intensidad de la experiencia orgásmica aterre a la mujer. Sin embargo, cualquiera que sea la causa, el resultado funcional es una inhibición involuntaria del reflejo orgásmico (Lightner, 2002).

La disfunción orgásmica suele darse más a menudo en mujeres jóvenes, debido a que la capacidad orgásmica aumenta con la edad; además, dicha facultad no suele perderse, por lo tanto cuando se da el trastorno, normalmente existe desde siempre, y resulta más común en mujeres solteras que casadas (Goldstein, 2000).

Información sexual

La información sexual es el conjunto de conocimientos que se tiene en cuanto a sexo, su proceso de diferenciación y alteración de la función sexual, su proceso de activación, sus características fisiológicas y socioculturales, sus variantes y alteraciones. El marco de esta información sexual también debe presentarse de manera objetiva para así contribuir a cambios de conducta que provengan de una información sexual certera y que además, apunten a un bienestar sexual en los seres humanos.

Apuntando hacia el campo de las disfunciones sexuales en las mujeres, en un trabajo sobre los factores asociados a esta patología en una población femenina se encontró que son más frecuentes en las mujeres maduras motivadas por la influencia que sobre la sexualidad tienen las vivencias negativas relacionadas con el período menopáusico, con la sobrecarga de roles en la familia y con la desinformación sexual que muchas de ellas poseen. Estos elementos aumentan la angustia de la mujer y devalúan su autoimagen, a pesar de los cambios sociales en nuestra sociedad con respecto a ellas. (Guibert y col., 1998). Siendo así, se evidencia que la desinformación sexual puede llegar a incurrir, como ya se expresó anteriormente en la juventud, y además, en etapas del desarrollo posteriores. La desinformación sexual, es un factor que puede incidir en la disfunción orgásmica, tanto en el origen de la problemática como en su mantenimiento. Aún son cuantiosos los mitos que se transmiten de una generación a otra y todas estas creencias son las bases que determinan como se vive la sexualidad en la actualidad.

La Ansiedad y sus Síntomas

La ansiedad es una emoción de naturaleza adaptativa que viene a ser una emoción normal que se manifiesta con la finalidad de ayudar al hombre a enfrentar circunstancias amenazadoras y la considera como parte de la reacción evolutiva de supervivencia, de lucha o huida. Sin embargo, a pesar de ser normal, hay muchas circunstancias en las que la presencia de ansiedad constituye una mala adaptación o un trastorno psicológico. Ahora bien, el carácter negativo de la ansiedad estriba en la intensidad que mantiene esta emoción, capaz de generar dificultades en el ser humano por sus implicaciones físicas y psíquicas. Al respecto (Goldman, 2001).

Aunque padecer de ansiedad resulta algo normal para los seres humanos, resulta conveniente definir la diferencia entre la ansiedad normal y patológica. La diferencia básica entre la ansiedad normal y la patológica, es que ésta última se basa en una valoración irreal o distorsionada de la amenaza. La ansiedad es anormal cuando es desmedida y prolongada para el estímulo desencadenante. Se debe destacar la diferencia entre miedo y ansiedad, debido a que en la primera emoción el sujeto conoce el objeto externo y delimitando su amenaza, se prepara para responder, y en la segunda el sujeto desconoce el objeto, experimenta una amenaza interna y existe una dificultad para elaborar la respuesta. (Virues, 2005).


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La ansiedad responde a un sistema de respuesta que implica tres componentes, entre ellos el: subjetivo (o cognitivo), fisiológico (o somático) y motor (o conductual). El primero, proviene principalmente de una experiencia interna que incluye un amplio espectro de variables relacionadas con la percepción y evaluación subjetiva de los estímulos y estados asociados con la ansiedad, como es el miedo, pánico, alarma, inquietud, preocupación, aprensión, obsesiones, pensamientos intrusivos, etc. Dentro de esta secuencia, el proceso fisiológico somático aparece como respuesta del sistema nervioso autónomo y la experiencia de ansiedad suele acompañarse de un componente biológico. Los cambios fisiológicos se reflejan en cambios externos (sudoración, dilatación pupilar, temblor, incremento de la tensión muscular, etc.) como internos (aumento de la frecuencia cardiaca, descenso de la salivación, etc.). Igualmente, para engranar el sistema faltante, es preciso mencionar que el mismo corresponde a la motricidad del cuerpo, que corresponde a los componentes observables de conducta lo que implica expresiones faciales, movimientos y posturas, que generalmente son respuestas de escape y/o para evitar situaciones adversas (Virues, 2005).

En efecto, la ansiedad está relacionada al escape y/o a evitar situaciones adversas que le producen tal estado, por lo que en esta perspectiva el sistema múltiple de respuesta explica como los seres humanos ansiosos van a revelar una experiencia que involucra su cognición con sus procesos fisiológicos y motores. La experiencia de ansiedad tiene dos componentes: la conciencia de las sensaciones fisiológicas (como palpitaciones y sudores) y la conciencia de estar nervioso o asustado. Muchas personas se asombran al enterarse que los demás no se dan cuenta de su ansiedad, si lo hacen, no pueden apreciar la intensidad de la misma. Además de los afectos motores y viscerales, la ansiedad afecta al pensamiento, a la percepción y al aprendizaje. Tiene a producir confusión y distorsiones en la percepción, no solo respecto al tiempo y al espacio, sino también respecto de las personas y del significado de los sucesos. Estas distorsiones pueden interferir con el aprendizaje al disminuir la concentración, reducir la memoria, y alterar la capacidad de relacionar un tema con otro, es decir, de hacer asociaciones (Pérez de Alejo y Díaz, 2000).

Esencialmente, la ansiedad es una emoción displacentera que se presenta con una multiplicidad de síntomas o signos que varían en intensidad, por lo que puede llegar a permanecer baja, o aumentar sus niveles y conllevar a una serie de distorsiones que afectan la percepción, atención, concentración, pensamiento, memoria y aprendizaje.

Teoría cognitivo conductual

Es preciso apuntar como la terapia cognitivo conductual nace de un conjunto de teorías del aprendizaje, que luego se fusionaron para sustentarla como teoría y posteriormente aplicarla como una alternativa de solución ante la variedad de procesos que accionan en el hombre, como un ser bio-psico-social. Los cuatro pilares básicos de la terapia cognitivo-conductual son: aprendizaje clásico, aprendizaje operante, aprendizaje social y aprendizaje cognitivo. Particularmente, en lo que se refiere a la práctica de la terapia cognitivo-conductual, las técnicas utilizadas combinan en diversos grados principios provenientes de múltiples líneas de investigación. Dado el carácter científico de la terapia cognitivo-conductual, ella se nutre, sencillamente, de la investigación psicológica contemporánea. En este sentido, no es una teoría ni una escuela psicológica, sino que se caracteriza mejor como un marco metodológico. No importa tanto el origen de las hipótesis sino el que ellas hayan pasado por la prueba empírica que exigen los criterios metodológicos (Orgilés y col., 2003).

De una forma específica, la terapia cognitivo conductual aborda la conducta humana con el fin de aliviar trastornos de índole psicológico, como es el caso de la ansiedad, por lo que el conductismo ha desarrollado tratamientos eficaces que suele consistir en alguna forma de desensibilización, mediante la exposición continuada al estímulo ansiógeno, asociados a enfoques psicoterapéuticos cognoscitivos (Shortt y col., 2001).

De esta manera, cabe destacar como la desensibilización es un caso de contracondicionamiento, que significa la sustitución de una respuesta emocional apropiada o que se adapta a una situación determinada, por otra que es la desadaptación, que constituye la ansiedad misma como estado emocional, por lo que ha sido tratada frecuentemente por la terapias de la inhibición recíproca que incluye, la relajación, la conducta asertiva, y la sexual (Shortt y col., 2001).

En esta perspectiva, se entiende como la conducta es vista como el eje principal en la sexualidad, tanto para el aprendizaje de un comportamiento sexual como para eliminar estos mismos. Por ende, la modificación de la conducta en la mujer con disfunción orgásmica puede ser tratada mediante la modificación de la misma, con programas de tratamientos basados en terapias de grupo, donde se reciben claves e información acerca de cómo experimentar orgasmos con mayor facilidad, al igual que métodos para mejorar sus capacidades de respuesta sexual. De esta forma, las mujeres con dificultades sexuales son casi invariablemente las víctimas del condicionamiento sexual negativo que se va formando a través del tiempo. Por lo que la terapéutica debería enfocarse hacia la ayuda de los pacientes para que estos: 1) abandonen o alteren los aspectos negativos de sus sistemas de valores sexuales. 2) retengan y procesen los positivos, y 3) añadan nuevas y positivas experiencias a su vida sexual, al desarrollar nuevos valores, que los ayudarán al éxito de cada relación en desarrollo (Bitzer y Alder, 2010).

En este orden de ideas, las mujeres que tienen dificultades para experimentar un orgasmo presentan fantasías con respecto al mismo, por lo que deben ser analizadas durante las sesiones, puesto a que algunos miedos suelen estar centrados en el castigo por el placer sexual. De igual manera, en las sesiones terapéuticas se debe ofrecer la seguridad, de que las fantasías de cualquier naturaleza, son normales e incluso útiles como estimulo en la función sexual y pueden ser utilizadas como distractor de la ansiedad (Bitzer y Alder, 2010).

Ahora bien, frecuentemente las mujeres con disfunción orgásmica presentan esta dificultad porque no han sido debidamente estimuladas, principio básico para lograr el orgasmo, que consiste en llevar el estímulo al máximo y la inhibición al mínimo. Por lo tanto, para reducir los factores que influyen en la inhibición, es recomendable utilizar una estrategia de tratamiento, en donde la mujer se auto estimule cuando esta sola y sin presiones del cónyuge hasta lograr el orgasmo (para ello, es imprescindible ayudar a solventar la culpa y vergüenza en cuanto a la masturbación), posteriormente, se buscará alcanzar el orgasmo por estímulo del clítoris en presencia del cónyuge y por último, la maniobra de puente. Además del trabajo de la fantasía y la masturbación, se propone el trabajo de los músculos pubococígeos para la obtención de orgasmos más placenteros (Domoney, 2009).

Por otra parte, es significativo apuntar que las disfunciones sexuales muchas veces son acompañadas de cuadros ansiosos, motivo por el cual, para su tratamiento deben ser abordadas conjuntamente con un entrenamiento en la respuesta sexual.

Teoría Racional Emotiva de Ellis

La emoción se manifiesta como una combinación de fenómenos que se relacionan entre sí, lo que quiere decir que las cogniciones, emociones y conducta interaccionan en forma constante. Dicha teoría corresponde a la terapia racional emotiva pues comprende aspectos de índole: conductual-cognitivo-afectivo-global que perciben a la cognición y a la emoción de manera integrada. Dentro de este orden de ideas, se debe precisar que Ellis relaciona la salud psicológica directamente con las creencias racionales. Por lo que una emoción negativa va a ser patológica o no, dependiendo de su base cognitiva y el grado de malestar derivado de sus consecuencias.


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De esta forma, se distinguen entre las emociones inapropiadas en contraposición con las apropiadas, como puede ser: tristeza versus depresión, inquietud versus ansiedad, dolor versus culpa, disgusto versus ira. Es evidente, como la inquietud es una emoción apropiada que se vuelve inapropiada al ser manifestada en forma ansiedad (Echeburúa y Salaberría, 1991).

Básicamente, Ellis estructuró su teoría en lo que se denominó como el "ABC" recordando que "entre A y C siempre está B". Partiendo de que "A" (por "Activating Event") representa el acontecimiento activador, suceso o situación. Que puede ser tanto interno como externo, entre ellos: pensamiento, imagen, fantasía, conducta, sensación, emoción, etc. Asimismo, "B" (por "Belief System") consiste en el sistema de creencias, traducido en: pensamientos, recuerdos, imágenes, supuestos, inferencias, actitudes, atribuciones, normas, valores, esquemas, filosofía de vida, etc. Seguidamente, la "C" (por "Consequence") representa la consecuencia o reacción ante "A". Cabe destacar, que las "C" pueden ser de tipo emotivo (emociones), cognitivo (pensamientos) o conductual (acciones). Este concepto se grafica de la siguiente manera: A  B  C (Ellis y col., 1981).

En esta medida, Ellis en su terapia racional emotiva plantea tres focos del cambio, que se definen como: a) Aspectos situacionales o ambientales implicados en el trastorno emocional, que obedece a un cambio en el punto A del modelo A-B-C. b) Consecuencias emocionales, conductuales y cognitivas o sintomáticas del trastorno emocional y c) Se encuentra las evaluaciones cognitivas del sujeto que conllevan a una emoción como tal. Lo que corresponde a cambios en el punto B del modelo A-B-C. Para el citado autor, los tres focos se suelen trabajar conjuntamente en una terapia racional emotiva, aún cuando el elemento principal es el punto B del modelo A-B-C, puesto que el mismo se somete a cambio para la modificación de creencias irracionales. (Ellis y col., 1981).

Además de los focos de cambio, se manejan las técnicas cognitivas, dentro de las cuales se puede mencionar: la refutación de creencias irracionales, la refutación con cintas magnéticas, técnicas cognitivas para casa, biblioterapia, métodos semánticos, imaginación racional emotiva, proyección en el tiempo. Igualmente, se integran técnicas emotivas, que pueden ser: la aceptación incondicional, métodos humorísticos, inversión del rol racional, ejercicios de ataque a la vergüenza, ejercicios de riesgo calculado, repetición de frases racionales fuerte y apasionadamente. Por último, se encuentran las técnicas conductuales, como son: la implosión, las técnicas de condicionamiento operante y contratos conductuales y el entrenamiento de habilidades sociales y aserción. (MacInnes, 2004; Spörrle y col., 2006).

En este orden de ideas, es conveniente señalar que la mayéutica forma parte del estudio de las creencias y su fin es fortalecer e incrementar las herramientas de los terapeutas de directriz cognitiva. El terapeuta hace uso de la mayéutica a través del dialogo con el paciente con el objeto de que este llegue a las creencias racionales productivas que le permitan una conducta operativa, adaptativa y funcional. La mayéutica es un método apropiado en momentos en que el solicitante de ayuda psicológica experimenta confusión y el terapeuta se dispone a realizar una investigación que le permita encontrar definiciones más precisas dentro de la problemática del paciente (Leichsenring y col., 2006).

Es preciso dejar claro que, con respecto a la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) los problemas sexuales se originan esencialmente por el mantenimiento de ideologías exigentes y dogmáticas acerca de si mismo, los demás y la sexualidad, razón por la cual los especialistas en esta área deben apuntar a identificar y cambiar dichas ideologías por otras más racionales que le permitan a la persona lograr una sexualidad satisfactoria.

Terapia Cognitiva de Beck

Beck basa su terapia cognitiva como un procedimiento activo, directivo y estructurado que se utiliza en un tiempo definido para el tratamiento de diversos trastornos psiquiátricos, entre los cuales incluye la ansiedad. Básicamente, esta terapia tiene como supuesto teórico que los afectos y la conducta de un individuo están determinados en gran medida por la forma en que el sujeto estructura el mundo. Se debe señalar, que la procedencia de esta terapia aún cuando presenta conceptos teóricos que pudiesen parecer médicos, es cierto que su estilo tiende a ubicarse en el modelo educativo, donde prevalece la idea de aprendizaje de nuevas formas de conocimiento que permitan adquirir conductas más apropiadas para alcanzar las metas personales. En efecto, sus recursos se fundamentan esencialmente en las teorías del aprendizaje. (Beck, 2005).

Beck percibe a la personalidad como un reflejo de la organización y estructura cognoscitiva del individuo, las cuales son influidas tanto biológica como culturalmente. Los esquemas cognitivos son estructuras compuestas por creencias y supuestos centrales fundamentales del individuo acerca de la forma en que opera el mundo. Se desarrollan en edades tempranas de la vida a raíz de experiencias personales e identificación con otros significativos. Beck pone el énfasis en las experiencias tempranas para definir la forma en que la persona se ve en el mundo. Las personas adquieren conceptos respecto de sí mismos, los otros y el mundo. Los esquemas pueden ser adaptativos o desadaptativos, generales o específicos. (Knapp y Beck, 2008).

De una manera más específica, las creencias nucleares se definen como una representación a un nivel más general, profundo y rígido, que generalmente las personas no expresan ni siquiera a sí mismas. Los pensamientos automáticos que se representa en palabras e imágenes son relativos a las situaciones y son el nivel más superficial de las cogniciones. Entre ambos niveles esta las llamadas creencias intermedias, que son influidas por las nucleares y a su vez, afectan sobre los pensamientos automáticos. Dentro de este marco, el terapeuta tiene una doble función: como guía, ayudando al paciente a entender la manera en que las cogniciones influyen en sus emociones y conductas disfuncionales; y como catalizador, ayudando a promover experiencias correctivas o nuevos aprendizajes que promuevan a su vez pensamientos y habilidades más adaptativas. (Butler, 2006).

Una vez que se han determinado y definido los problemas del paciente, el siguiente paso consiste en generar un plan de tratamiento con el fin de modificar las distorsiones cognitivas y los supuestos personales. Para ello el terapeuta aplica técnicas tanto cognitivas como conductuales. Fundamentalmente, Beck propone que el terapeuta está en constante búsqueda de experiencias de aprendizaje altamente específicas, para enseñar a las pacientes operaciones como:

1) controlar los pensamientos (cogniciones) automáticos negativos,
2) identificar las relaciones entre cognición, afecto y conducta
3) examinar la evidencia a favor y en contra de los pensamientos distorsionados.

Tomando en cuenta que la modificación del contenido de las estructuras cognitivas de una persona influyen en el estado afectivo y en su conducta, se persigue que mediante esta terapia un paciente pueda llegar a darse cuenta de sus distorsiones cognitivas, y corregir los pensamientos erróneos (Beck, 2005).

Esencialmente, las técnicas cognitivo-conductuales buscan modificar las distorsiones cognitivas y supuestos personales. De una forma específica, la finalidad de las técnicas cognitivas, es facilitar la exploración y detección de los pensamientos automáticos, para comprobar su validez, así como a su vez, el objeto de las técnicas conductuales es proporcionar experiencias reales para desarrollar otras opciones de conductas más adaptativos o funcionales (Leichsenring y col., 2006).

Entre las técnicas cognitivas que se utilizan en el abordaje terapéutico se encuentran:


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1) la detección de pensamientos automáticos, en donde los pacientes son entrenados para observar la serie de sucesos externos con su respectiva reacción emocional ante los mismos, por lo que se utilizan situaciones del pasado y del presente enseñándoles a generar sus interpretaciones.

2) la clasificación de las distorsiones cognitivas, consiste en enseñar a los pacientes el tipo de errores cognitivos más frecuentes en su problema, para que sea capaz de detectarlos y afrontarlo efectivamente.

3) la evidencia para comprobar la validez de los pensamientos automáticos, se realiza a partir de: una recolección de datos a favor y en desventaja del hecho, por medio de un diseño de hipótesis para luego confirmarlos, utilizando evidencias contradictorias provenientes del terapeuta u otros significativos para hipótesis similares a las del paciente y el uso de preguntas para descubrir errores lógicos.

4) concretizar las hipótesis partiendo de las formulaciones vagas del paciente.

5) la retribución es usada para que el paciente deje de depositar en si mismo responsabilidades o culpas sin evidencia suficiente.

6) el descentramiento, se utiliza con el fin de que el paciente deje de creer que él o ella es el centro de la atención de otros, cuando dicha situación provoque vergüenza o suspicacia.

7) descatastrofización, se busca que el paciente deje de anticipar eventos temidos sin base real.

8) manejo de supuestos personales, a través del uso de preguntas, de lista de ventajas y desventajas y del diseño de un experimento para comprobar la validez de la sunción (Leichsenring y col., 2006).

En esta misma medida terapéutica, son usadas las técnicas conductuales: entre las cuales se encuentran:

1) la programación de actividades incompatibles, que consiste en que el paciente ejecute conductas alternativa a la que le ocasiona el problema,

2) la escala de dominio/placer, en donde el paciente lleva un registro de las actividades que realiza a lo largo del día y va anotando para cada una de ellas el dominio que tiene en su ejecución y el placer que le proporciona, con el fin de reprogramar las actividades que le sea necesario,

3) la asignación de tareas graduadas que se proporciona cuando se evidencia una dificultad por parte del paciente para realizar una conducta, por lo que se hacen aproximaciones de conductas hasta lograr la meta planteada,

4) el entrenamiento asertivo: se utiliza para que el paciente aprenda a expresar de modo no ofensivo ni inhibido, sus derechos, peticiones y opiniones personales,

5) el entrenamiento en relajación, viene dado para que el paciente aprenda a distraerse de las sensaciones de ansiedad y la inhiba a través de la distensión muscular,

6) el ensayo conductual y rol playing, en donde se recrean escenas que el paciente ha vivido con dificultad y mediante modelado y ensayo de otras conductas se van introduciendo alternativas para su puesta en práctica,

7) la exposición en vivo, en la cual el paciente se enfrenta gradualmente a las situaciones temidas para lograr desconfirmar sus expectativas atemorizantes. (Orgilés y col., 2003).

En síntesis, es relevante apuntar que la experiencia sexual positiva es el resultado de algo más que una buena técnica sexual; los bloqueos emocionales precedidos de las cogniciones disfuncionales y su conducción suelen ser el principal foco de la disfunción sexual. Las principales cogniciones implicadas en las disfunciones sexuales son: 1) Errores perceptuales (distorsiones cognitivas) y 2) Errores evaluativos (creencias irracionales o supuestos personales disfuncionales). Con respecto a las distorsiones cognitivas, se destacan la abstracción selectiva, inferencia arbitraria, sobre generalización y la polarización (Beck y col., 1979).

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