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La salud como valor y la evolucion de la Salud Publica
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Autor: MsC. Sebastián Suárez Soler
Publicado: 28/12/2010
 

Este Ensayo intenta dar una visión de la gran importancia de la Salud como valor y la trascendencia de la evolución de la Salud Pública, por lo que se hace necesario reformular la atención de la salud de las personas que incluya el aprendizaje para la prevención, busca alcanzar una preparación para la vida, definiendo claramente que la formación no es para la aceptación sino para generar cambios, de este modo, la educación para la salud basada en valores, corresponde a un proceso de humanización pluridimensional e intencionado, dedicado a crear conciencia de responsabilidad social que tiene el colectivo con su salud aprendiendo a ejercitar el autocuidado a través de la promoción de la salud y prevención de enfermedades.


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La salud como valor y la evolución de la Salud Pública.

Sebastián Suárez Soler. Magíster en Cuidado Integral del Adulto Críticamente Enfermo egresado de la Universidad de Carabobo. Doctorando del Doctorado en Enfermería Salud y Cuidado Humano de la Universidad de Carabobo (Venezuela). Jefe del Departamento de Enfermería del Ambulatorio del Comando Regional Nro. 4. Enfermero militar egresado de la Universidad Experimental de la Fuerza Armada Nacional (Venezuela).

Milagro Puertas de García. Dra. Ciencias de la Educación egresada de la Universidad Santa María. Profesora en Investigación en Enfermería Decanato de Medicina Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado UCLA (Venezuela). Directora Comisión Nacional de Cooperación y Gestión de Proyectos Cruz Roja Venezolana.

RESUMEN

Este Ensayo intenta dar una visión de la gran importancia de la Salud como valor y la trascendencia de la evolución de la Salud Pública, por lo que se hace necesario reformular la atención de la salud de las personas que incluya el aprendizaje para la prevención, busca alcanzar una preparación para la vida, definiendo claramente que la formación no es para la aceptación sino para generar cambios, de este modo, la educación para la salud basada en valores, corresponde a un proceso de humanización pluridimensional e intencionado, dedicado a crear conciencia de responsabilidad social que tiene el colectivo con su salud aprendiendo a ejercitar el autocuidado a través de la promoción de la salud y prevención de enfermedades.

Palabras clave: Salud, Valor, Salud Pública, Promoción, Prevención.

HEALTH LIKE VALUE AND THE EVOLUTION OF THE PUBLIC HEALTH.

ABSTRACT

This Test tries to give to a vision of the great importance of the Health like value and the importance of the evolution of the Public Health, reason why one becomes necessary to reformulate the attention of the health of the people that includes the learning for the prevention, it looks for to reach a preparation after the life, defining clearly that the formation is not for the acceptance but to generate changes, in this way, the education for the health based on values, corresponds to process of a pluridimensional and deliberate humanization, dedicated to create conscience of social responsibility that has the group with its health learning to exercise autocuidado through the promotion of the health and the prevention of diseases.

Key words: Health, Value, Public Health, Promotion, Prevention.

Introducción

La concepción de la salud ha sido uno de los fenómenos más discutidos en las profesiones que conforman su campo de estudio pasando por perspectivas clásicas positivistas a aquellas de corte fenomenológico y culturalista. En este proceso de intercambio y afianzamiento de concepciones sobre el tema, se han desarrollado nuevos conceptos que enriquecen el primero, dos de ellos son: la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. En términos históricos, es posible decir que la prevención como concepto es previa a la promoción de la salud. Para el comienzo de la revolución industrial, se cuenta por lo menos con cuatro versiones de la causalidad y la prevención de la enfermedad, simultáneas y en conflicto: ‘‘la teoría contagionista, la miasmática, la comportamental o de la higiene privada y la sobrenatural o religiosa, que nunca ha desaparecido’’ (1). En el siglo XIX (2), el estudio a profundidad del carácter etiopatológico de las enfermedades se conjuga con un intento de su erradicación que propicia la formulación de una epidemiología monocausal, en donde la intención de ubicar el elemento causal único se contemplaba como garantía de control y eliminación de la enfermedad, dirigido hacia el mantenimiento de la fuerza de trabajo en condiciones posibles y menos costosas, es decir que las acciones se encontraban vinculadas con los procesos económicos y políticos que vivían los Estados.

En el siglo XX la multicausalidad y desarrollo de la microbiología afianzan el estudio de la prevención de enfermedades a partir de la epidemiología clínica; el primer aspecto, relacionado con el mayor surgimiento de enfermedades crónicas y la dificultad para explicar su origen por una sola causa. De otro lado, Sigerist (3) fue quien en primera instancia diferenció conceptualmente la promoción de la salud de la prevención de la enfermedad al proponer los niveles de atención médica, en los que estos son parte junto con la recuperación del enfermo y la rehabilitación. Definía la promoción de la salud, como las acciones del Estado para mejorar las condiciones de vida, de los sujetos. Su propuesta de promoción incluyó: la educación libre, mejores condiciones de trabajo y de vida, recreación y descanso, un sistema de salud y asistencia médica accesible y efectivo y centros médicos de investigación y capacitación.

La salud como valor

El valor ha recibido diversas connotaciones a lo largo de la historia, entre otros el filósofo alemán Lotze afirmo que, los valores no son, simplemente valen. Su forma de ser justamente es: valer.

Basabe (4), señala que “la palabra valor viene del verbo valere, que significa estar sano, ser fuerte”. Los valores fundamentalmente son para el ser y actuar del ser humano, todas las personas piensan, sienten y actúan en forma de valores.

Zambrano (5), refiere que los valores están referidos al sujeto humano, no solo al hombre individual, sino al género humano, a aquella condición del ser que se halla presente en todas las personas y que constituye el objetivo de ser seres humanos.

De ahí, que la salud como valor es el fundamento esencial que apoya y nutre el crecimiento, el aprendizaje, el bienestar personal, la plenitud social, el enriquecimiento de los demás, la producción económica y la ciudadanía constructiva. La relación costo-beneficio de la investigación se ha vuelto popular para evaluar tanto el tratamiento médico como la medicina preventiva. Sin embargo, no debemos olvidar que una promoción exitosa de la buena salud posee valores intrínsecos y poderes potenciales que trascienden, con mucho, el simple presupuesto anual.

Jenkins (6), refiere que “la salud es la primera y más importante riqueza”. La salud física, mental y social de la totalidad de la población es un recurso natural fundamental de toda nación. Si se pasa por alto o se desperdicia, el cultivo agrícola se marchitara, las minas se cerraran, la producción de las fabricas caerá, las familias se desintegraran y la risa de los niños dejaran de escucharse en la comunidad.

Por lo tanto, siempre es mejor prevenir una enfermedad, que curarla cuando se presenta, la prevención les evita a las personas y a sus familias el dolor, el sufrimiento, la perdida de función, la discapacidad prolongada o la muerte. Como dijo Rose (7), “Es mejor estar sano que enfermo o muerto”. Este es el principio y el final del único argumento real de la medicina preventiva.

De ahí, que los valores generan en el individuo el desarrollo humanizador que fortalece la personalidad del mismo, su educación y moral, favorecen también el desarrollo del carácter y sus hábitos virtuosos, donde se destacan la importancia de la prudencia, disciplina, respeto y empatía, para obtener una educación para la salud integral del individuo, familia y comunidad. Sin embargo, se considera que la salud es un valor, definido por Llanes (8), como “La conservación del cuerpo y de la mente sanos, en correcto funcionamiento”, y como seres humanos, nuestra salud debe abarcar ambas facetas. Destaquemos que la salud es la base de todos los demás valores. Siendo la Salud un valor, el antivalor será la enfermedad definida por Potter y Perry (9) como “Un estado en el que el funcionamiento físico, emocional, intelectual, social y espiritual de una persona esta disminuido o alterado en comparación con la experiencia previa”.

Evolución de la Salud Pública

La medicina científica occidental, es decir, la medicina Hipocrática, surge en el siglo IV a. de C, en la Grecia Clásica. Su inicio es una de las consecuencias del desarrollo de las ciudades, de la democracia y del pensamiento racional (10). En este contexto el diálogo, la colaboración y la igualdad se encuentran presentes en el inicio de los conceptos científicos hipocráticos sobre la salud y la enfermedad.

El médico y el enfermo son, por lo general ciudadanos libres, iguales y de diferentes estratos sociales, según los casos, desenvolviéndose en un contexto social democrático con predominio del pensamiento epicúreo materialista dialéctico, lo que va a configurar una experiencia social única en esta relación a lo largo de la historia.

Fueron los antiguos pueblos de Egipto y Mesopotamia los que iniciaron poco a poco el cambio de los conceptos mágico-religiosos que caracterizaban a la medicina. La higiene personal y pública se desarrolló grandemente en esas civilizaciones y por lo que toca a la terapéutica, apartándose un tanto de la idea de que eran los espíritus malignos los causantes de las enfermedades. Grecia seguía inspirada en la mitología, se afirmaba que Asclepio o Esculapio, médico renombrado, fue enseñado a curar por Quifón, centauro mitológico, que tenía varias hijas: una de ellas Higea de donde deriva la palabra higiene, era la diosa de la salud. Otros nombres han quedado como ejemplo de la ciencia griega: Aristóteles, Asclepiades y Galeno, el último de los grandes médicos griegos.

En la Edad Media aparecen escuelas de medicina de tipo monástico, una de las famosas fue la de Salermo, en el sur de Italia. En ella se enseñaba la medicina Hipocrática y se practicaba la cirugía.

Según, Álvarez (11), los siglos del Renacimiento fueron testigos de grandes avances en la medicina: Paracelso, llamado el Lucero de la medicina, por sus ideas renovadoras; Vesalio, quien marcó el principio de la Anatomía moderna, Harvey, descubridor de la circulación de la sangre.


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El descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492, permitió conocer que los pueblos conquistados eran extraordinariamente limpios y que habían realizado grandes avances en Salud Pública; disponían de sistemas de drenajes que permitían una adecuada disposición de excretas; la basura se recolectaba y se quemaba fuera de los límites de las ciudades.

Junto con los importantes descubrimientos en la Medicina del siglo XVIII, aparece una de las contribuciones más grandes para la salud publica el comienzo de la aplicación de las primeras vacunas.

El siglo XX, marca una etapa de rápidos y extraordinarios avances en la Medicina en general y en la Medicina Preventiva y la Salud Pública en particular, se crean la Oficina Internacional de Salud Publica, la Oficina Sanitaria Panamericana y la Fundación Rockefeller, que apoyaron y siguen apoyando trabajos de Salud Pública y de Medicina preventiva en todo el mundo, haciendo que Osler llamara al periodo comprendido entre 1850 y la mitad del siglo XX, la Edad de Oro de la Medicina Preventiva por los avances obtenidos en este lapso.

En 1946 se constituyó la Organización Mundial de la Salud (OMS), que promueve junto a su filial en América, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), vastos programas de salud enfocados a los problemas que aquejan a la región.

Por otro lado, Wislow citado por Alvarez (12), elaboró un amplio concepto de la Salud Pública “Prevenir las enfermedades, prolongar la vida y fomentar la salud y la eficiencia”. Es por ello que la salud y la prolongación de la vida, nada valen por si mismas; valen en cuanto permiten bienestar, eficiencia y capacidad de desarrollar acciones útiles al individuo y a la sociedad. Tales objetivos solo pueden alcanzarse mediante el esfuerzo organizado de la comunidad.

Siendo la Medicina Preventiva parte de la Salud Pública, sus objetivos son los mismos de está: promover y conservar la salud y prevenir las enfermedades. A los aspectos básicos a los que se limitaba la salud pública en sus inicios, el saneamiento ambiental y la aplicación de medidas generales de prevención (aislamiento, cuarentena y desinfección), se agregaron medidas de prevención específicas dirigidas al individuo, para evitar las enfermedades infecciosas. Este hecho, resultado de los descubrimientos de la bacteriología en la segunda mitad del siglo XIX y en el XX, estableció la relación e integración de la ciencia sanitaria con la medicina.

Según, Frías (13), considera a la medicina preventiva, en tres niveles de prevención, descritos así:

Prevención Primaria: Esta dirigida al individuo sano o aparentemente sano. Sus objetivos particulares son: La promoción de la salud y la prevención de las enfermedades; para conseguirlos se dispone de la educación para la salud y de la prevención especifica.

Prevención Secundaria: Tiene como objetivo especiales, evitar que la enfermedades progresen, a si mismo limitar la invalidez; estos objetivos se alcanzan mediante el diagnóstico correcto y el tratamiento adecuado. En este nivel las acciones se dirigen ya al enfermo.

Prevención Terciaria: Corresponde a la rehabilitación, tanto en lo físico, como en lo mental y en lo social. La terapia física, la ocupacional y la psicológica, tratan de conseguir que los individuos se adapten a su situación y puedan ser útiles a sí mismo y a la sociedad.

Dos consideraciones se desprenden de la enunciación de los niveles de medicina preventiva: La primera es que contrariamente a lo que generalmente se piensa, la medicina preventiva puede aplicarse tanto a los sanos como a los enfermos. La segunda es que el personal de salud, médicos y enfermeras cuya labor se limita generalmente al segundo nivel, deben ampliar su campo de acción, llevando a cabo simultáneamente acciones del primer nivel y en lo posible del tercero. De esta manera contribuirán más eficazmente a la salud y bienestar de los individuos.

Antiguamente la mayoría de los individuos y de sociedades consideraban la buena salud, o bienestar, como un concepto opuesto al de enfermedad o a su ausencia. La salud es un concepto multidimensional y debe considerarse desde una perspectiva más amplia. Así mismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) (1.948), definió la Salud como un “Estado de bienestar físico, mental y social completo, no simplemente la ausencia de enfermedad o dolencia”.

Por otro lado, Pender citada por Potter y Perry (14), sugiere que “Para la mayoría de personas lo que define la salud, más que los estados patológicos, son las condiciones de vida”. Además refiere que Las condiciones de vida pueden incluir variables socioeconómicas como el ambiente, la dieta, y la práctica o las elecciones del estilo de vida, así como muchas otras variables fisiológicas y psicológicas.

De ahí que en la Conferencia Internacional de Atención Primaria de Salud, reunida en Alma-Ata el día 12 de septiembre de 1978, expresando la necesidad de una acción urgente por parte de todos los gobiernos, de todos los profesionales sanitarios y los implicados en el desarrollo, y por parte de la comunidad mundial, para proteger y promover la salud para todas las personas del mundo.

Así mismo, la Conferencia reafirma con decisión, que la salud, que es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad; es un derecho humano fundamental y que la consecución del nivel de salud más alto posible es un objetivo social prioritario en todo el mundo, cuya realización requiere la acción de muchos otros sectores sociales y económicos, además del sector sanitario.

Además afirma, todos lo gobiernos deberían formular políticas nacionales, estrategias y planes de acción para establecer y mantener la atención primaria sanitaria como parte de un sistema nacional de salud integrado y en coordinación con otros sectores. Para este fin, será necesario ejercitar voluntades políticas, a fin de movilizar los recursos del país y utilizar racionalmente los recursos externos disponibles.

De igual manera, puede conseguirse un nivel aceptable de salud para todo el mundo en el año 2000, mediante una utilización mejor y más completa de los recursos mundiales, una considerable parte de los cuales se gastan hoy día en armamento y conflictos militares. Una política genuina de independencia, paz y desarmamiento podrían ser bien empleados en objetivos pacíficos y, en particular, en la aceleración del desarrollo social y económico, entre los que la atención primaria sanitaria, como parte esencial, debería recibir su parte proporcional adecuada. La Conferencia internacional sobre atención primaria de salud realiza un llamamiento urgente y efectivo para una acción nacional e internacional a fin de desarrollar e implementar la atención primaria sanitaria en todo el mundo y, particularmente, en los países en vías de desarrollo.

Es por ello que para lograrlo es necesario contar con una comunidad informada, motivada y participativa, lo que supone que la educación para la salud, tiene que servir para proporcionar conocimientos que permitan el análisis crítico de la situación de salud – enfermedad, basada en los valores propios de cada individuo, familia y comunidad.

En Noviembre de 1986, se celebró la I Conferencia Internacional sobre la Promoción de la Salud con el subtítulo “Hacia una nueva Salud Pública”, patrocinada por la OMS, el gobierno de Canadá y la Asociación Canadiense de Salud Pública. A ella asistieron sobre todo personas de los países europeos, Canadá, Australia y Estados Unidos. Por eso estuvo basada en las necesidades sanitarias de los países industrializados, pero sin olvidar las de otras naciones. Se tomo como base la declaración de Alma Ata. Las ideas allí discutidas se recogieron en la llamada “Carta de Otawa” (15), donde considera la Promoción de la Salud como un recurso para la vida y no un fin en sí misma. También implica un importante cambio de objetivo y de visión que debe impregnar la actividad de los servicios sanitarios, en particular los de atención primaria de salud en su labor diaria.

En Abril de 1988, se celebro la II Conferencia Internacional de Promoción de la Salud en Adelaida, Australia, bajo el lema “Política Sana. Estrategias de Acción”, en ella se desarrolló lo acordado en Otawa, con especial énfasis en los puntos específicamente relacionados con la política. El documento titulado “Recomendaciones de Adelaida”, (16) define la política que lleva a la salud como la que se preocupa explícitamente por conseguir la salud y la equidad a través de todos los ámbitos (agricultura, comercio, industria, educación, trabajo, etc.) y que asume la responsabilidad del impacto que sus actuaciones puedan tener en la salud. Un aspecto que se pone de relieve es la necesidad de borrar las desigualdades en salud entre distintos grupos y clases sociales, discriminando positivamente a los más desfavorecidos y vulnerables a partir de un principio de equidad y aceptando las características culturales de las minorías étnicas y de los emigrantes.

En 1991 se realizó la III. Conferencia Sundsvall, (17) en este caso el énfasis se dedicó a Ambientes Saludables. Esta conferencia fue un buen preámbulo para la Conferencia Cumbre del Medio Ambiente de Río de Janeiro al año siguiente.

A los diez años de la I Conferencia celebrada en Otawa, tuvo lugar la IV Conferencia Mundial de Promoción de la Salud en Yakarta (Indonesia). Su título “Nuevos Actores para una nueva era. Conduciendo la promoción de la Salud al Siglo XXI”, quiere expresar la sentida necesidad de tener en consideración los principales cambios experimentados en la situación de la población mundial durante el decenio y sus tendencias hacia el futuro: envejecimiento progresivo de la población en todo el mundo y en especial, en los países económicamente más desarrollados, el crecimiento de las grandes ciudades, la mayor prevalencia de las afecciones crónicas y los problemas de salud mental, así como la aparición de nuevas enfermedades infecciosas, el abuso de las drogas, el desarrollo de la resistencia a los fármacos, el aumento del sedentarismo, la degradación ambiental y finalmente la globalización de la economía, el comercio y las comunicaciones.


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La V Conferencia Mundial de Promoción de la Salud se celebró en México en el año 2000, reunió a participantes de casi cien países. El programa ministerial culminó con la firma de la Declaración Ministerial de México para la promoción de la salud (18), en ella se reconoce la contribución de las estrategias de promoción de la salud al mantenimiento de las actividades de salud a todos los niveles, y se compromete a los países en el diseño de Planes de Acción para vigilar el progreso realizado en la incorporación de las estrategias de promoción de la salud en la política nacional y local.

La VI. Conferencia Mundial de Promoción de la Salud se realizó en Bangkok en el año 2005 (19), se retoma la inquietud del alcance de la Promoción de salud y subraya cuatro compromisos claves dirigidos a lograr que esta disciplina sea:

a) Un componente primordial de la agenda de desarrollo mundial.
b) Una responsabilidad esencial de todos los niveles de gobierno.
c) Un objetivo fundamental de las comunidades y la sociedad civil.
d) Un requisito de las buenas prácticas empresariales.

Visto la evolución del concepto de la promoción de la salud íntimamente ligado con la sanidad, la epidemiología y la ecología, así como sus relaciones especificas con la equidad en salud y con la participación de la comunidad. Cuando comparamos estas ideas con la realidad existente en la mayoría de los países y vemos la lentitud con que se están adoptando y la persistencia de situaciones contrarias a aquellas podemos preguntarnos si es que se trata de un objetivo utópico y por tanto, irrealizable (20).

Estamos convencidos de que no se trata de una utopía, sino de un cambio importante, que nos atreveríamos a calificar de revolucionario, en el sentido de que supone un enfoque totalmente diferente de una misma realidad, la vida humana. Partiendo, por otra parte, de unas circunstancias insostenibles (crisis de los sistemas sociales y por tanto sanitarios, crisis económica, insatisfacción de proveedores y usuarios, mala utilización de los recursos, etc.) constituye una propuesta más humana, que acepta a la persona en su integridad, más realista, ya que la ve inmersa en su realidad ecológica y más lógica, ya que antepone la promoción de la salud al simple tratamiento de la enfermedad. (21)

Pero las dificultades para llevarla a cabo son muchas, ya que requiere un cambio cultural importante que supone pasar de la cultura médica a la cultura de la salud. Además, hay que tener en cuenta que la cultura médica no solo es patrimonio de las profesiones sanitarias, fundamentalmente de la profesión médica, sino también de la sociedad, debido a la progresiva invasión por la medicina de muy diversos aspectos de la salud e incluso de los momentos más importantes de la vida, como el nacimiento y la muerte (22).

BIBLIOGRAFÍA

1.- HERNÁNDEZ, M. (1994). Historia y conceptualización en prevención. Memorias del Congreso Internacional sobre Prevención en salud; Medellín, Colombia.
2- HERNÁNDEZ, M. op.cit.
3.- RESTREPO, H. (2001). Antecedentes históricos de la promoción de la salud. En: Restrepo H, Málaga, H, editores. Promoción de la salud: como construir vida saludable. Bogotá: Editorial Médica Panamericana.
4.- BASABE, R. (1995). Los Valores y su Pedagogía. Caracas. Centro de Reflexiones y planificación educativa. Cerpe. Nro. 37. Cátedra Fundación Sivensa.
5.- ZAMBRANO, Amarilis. (2003). El Cuidar de si como valor en Enfermería. Universidad de Carabobo. Facultad de Ciencias de la Salud. Doctorado en Enfermería
6.- JENKINS, David (2005). Mejoremos la Salud a todas las edades. Washington. Organización Panamericana de la Salud.
7.- ROSE, G. (1992). The Strategy of Preventive Medicine. Oxford University Press.
8.- LLANES, Rafael (2001). Como enseñar y trasmitir Valores. Editorial Trillas. México.
9.- POTTER, Patricia y Perry, Anne (2002). Fundamentos de Enfermería. Ediciones Harcourt. España.
10.- FARRINGTON, B. (1976). Ciencia y política en el mundo antiguo. Madrid.
11.- ÁLVAREZ, Rafael (2002). Salud Pública y medicina preventiva. Editorial. El Manual Moderno. México.
12.- ÁLVAREZ, Rafael. op. cit.
13.- FRÍAS, Antonio (2004). Salud Pública y educación para la Salud. Editorial El Manual Moderno. España.
14.- POTTER, Patricia y Perry, Anne. Op. cit.
15.- Otawa Charter for Health promotion. Health promotion, 1986.
16.- Helthy Public Policy. II Intern. Conference on Health Promotion. Strategies for Action. Adelaida, 1988.
17.- Ambientes que apoyan la salud. Declaración de Sundsvall. III Conferencia Internacional sobre Promoción de la Salud. Sundsvall, 1991.
18.- Declaración Ministerial de México para la promoción de la Salud, Secretaria de Salud de México. 2000.
19.-VI Conferencia Mundial de Promoción de Salud. Carta de Bangkok [serie en Internet]. [Revisado 20 Julio 2007]. Disponible en: http://www.who.org
20.- MAZARRASA, L. (2004). Salud Pública y Enfermería Comunitaria. Editorial McGraw-Hill-Interamericana. Madrid. Vol. I.
21.- MAZARRASA, L. op. cit.
22.- MAZARRASA, L. op. cit.