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“Infoxicacion” en las Ciencias Medicas
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Autor: Dr. Oscar Norberto García-Roco Pérez
Publicado: 13/04/2011
 

Los continuos cambios científicos generan tal cantidad de información que los profesionales necesitan saber encontrar por sí mismos la información científica necesaria para el ejercicio profesional y las tareas de investigación ya que la mente se ve inmersa en un universo de datos, donde comienza a hacerse ardua la posibilidad de discernir. La llamada explosión informativa (“infoxicación”) continúa vigente y se ha agravado con la popularización de Internet, obligando al profesional a realizar búsquedas en múltiples fuentes, cuya existencia y manejo debe conocer, al tiempo que debe eliminar las redundancias o repeticiones. Las Ciencias Médicas no escapan a esta problemática actual, por ello nos proponemos describir algunos antecedentes y la actualidad de la temática en salud y su importancia dentro del proceso de la informatización del sector, para lo cual se realizó una revisión bibliográfica.


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“Infoxicación” en las Ciencias Médicas.

Dr. Oscar Norberto García-Roco Pérez. Doctor en Ciencias Médicas.
Institución: Complejo Hospitalario Universitario Insular- Materno Infantil de Gran Canaria. España.

RESUMEN

Los continuos cambios científicos generan tal cantidad de información que los profesionales necesitan saber encontrar por sí mismos la información científica necesaria para el ejercicio profesional y las tareas de investigación ya que la mente se ve inmersa en un universo de datos, donde comienza a hacerse ardua la posibilidad de discernir. La llamada explosión informativa (“infoxicación”) continúa vigente y se ha agravado con la popularización de Internet, obligando al profesional a realizar búsquedas en múltiples fuentes, cuya existencia y manejo debe conocer, al tiempo que debe eliminar las redundancias o repeticiones. Las Ciencias Médicas no escapan a esta problemática actual, por ello nos proponemos describir algunos antecedentes y la actualidad de la temática en salud y su importancia dentro del proceso de la informatización del sector, para lo cual se realizó una revisión bibliográfica.

INTRODUCCIÓN

El progreso de la ciencia, en general, y de la medicina, en particular, se basa en el acceso de la sociedad al conocimiento. Para ello se requieren dos premisas: los resultados de la investigación deben ser publicados y las publicaciones deben ser accesibles. En el caso concreto de la comunicación médica, se reúne y transmite información para promover el avance del conocimiento, el bienestar social y la salud de los pacientes (1,2).

La publicación y la difusión de los resultados de las investigaciones es, por tanto, una necesidad para mantener la formación profesional y/o para resolver las dudas que se plantean en la práctica habitual ante los pacientes. Desde hace décadas, los continuos cambios científicos generan tal cantidad de información que los profesionales necesitan saber encontrar por sí mismos la información científica necesaria para el ejercicio profesional y las tareas de investigación (3-5). La llamada explosión informativa (“infoxicación”) continúa vigente y se ha agravado con la popularización de Internet. Por otra parte, debido a la constante renovación de la ciencia, la información se hace obsoleta rápidamente; sin embargo, las nuevas publicaciones no sustituyen a las anteriores, sino que conviven con ellas. La dispersión de la información, consecuencia muchas veces de la cada vez mayor multidisciplinariedad de los equipos de investigación, obliga al profesional a realizar búsquedas en múltiples fuentes, cuya existencia y manejo debe conocer, al tiempo que debe eliminar las redundancias o repeticiones (1,6).

Un fenómeno básico de la producción de publicaciones biomédicas es su crecimiento exponencial. Este exceso de información médica imposibilita estar al día en cualquier tema sólo con lecturas o suscripciones personales, pues el flujo de ideas en biomedicina se ha hecho internacional, masivo y de gran velocidad de renovación. El médico ha dejado de ser un acumulador de información para convertirse en un buscador de fuentes de información, y cuyo reto es conseguir realizar una buena gestión de sobre el exceso de información médica actual (3,7).

En este trabajo nos proponemos describir la actualidad de la temática en salud y su importancia dentro del proceso de la informatización del sector de la salud, para lo cual se realizó una revisión bibliográfica.

DESARROLLO

La sobrecarga informativa es un concepto generalmente usado en conjunto con varias formas de comunicación e información ubicada en el ciberespacio. Se refiere al estado de contar con demasiada información para hacer una decisión o permanecer informado sobre un determinado tema, entraña una dificultad real para consumir y asimilar tanto volumen en tan poco tiempo, y ha devenido en un serio problema (5,8). Grandes cantidades de información histórica para analizar, una alta tasa de nueva información siendo añadida, contradicciones en la información disponible, una relación señal-ruido baja dificultando la identificación de información relevante para la decisión, o la ausencia de un método para comparar y procesar diferentes tipos de información pueden contribuir a este efecto. Todo es excesivo, inabarcable, agotador para nosotros, hoy. Y, por lo tanto, también rápidamente descartable (9,10).

El físico catalán Alfons Cornella acuñó una palabra que, en su devastadora ironía, lo define todo: infoxicación. La infoxicación sería, según el creador del neologismo, "todo este fenómeno de multiplicación de la cantidad de información que existe en el mundo y que se ha venido a llamar "la explosión de la información", aunque más bien tendría que llamarse "la explosión de la desinformación", indigerible y confundidora" -afirmó-.

Information overload, la llaman los norteamericanos. David Lewis (psicólogo inglés) inventó el término Information Fatigue Síndrome (IFS) para referirse al enorme estrés y a la gran ansiedad producidos actualmente por el inagotable caudal de información de los teléfonos celulares, la TV, los libros, Internet, etc. La respuesta anímica a todo esto sería inseguridad y temor por no poder manejar tanto material, y a veces hasta una parálisis en la capacidad analítica de la persona (3,5,11).

Antecedentes históricos:

El fenómeno de la explosión de la información se inicia con el auge de la imprenta. El número de manuscritos había crecido considerablemente desde el surgimiento de las universidades. Pero no es hasta que aparece y se multiplica el uso de la imprenta que el libro impreso y otras fuentes de información, adquieren su crecimiento exponencial (3,6).

Los científicos tenían por costumbre comunicar sus experiencias y observaciones en ferias y cartas, pero, para el siglo XVII, se estableció como vehículo de la comunicación científica, las revistas. El surgimiento de esta nueva fuente de información también provocó un aumento de la circulación de documentos impresos (5,12).

Algunas corrientes del pensamiento, como el romanticismo y la ilustración, fomentaron movimientos literarios, pero no es hasta la revolución industrial de la década del 90 del siglo XIX, que las patentes y otros documentos propios de este y de los negocios vuelven a provocar otro aumento importante de la documentación (4,11).

La segunda revolución industrial impulsó con sus innovaciones una particular relación entre ciencia y técnica. A su vez, la industria sufrió un vuelco sustantivo. Así, nació el interés de la industria y de los hombres de ciencia por la información novedosa y útil; ello provocó un nuevo aumento de la masa documental. Por tanto: obtener información se convirtió en una necesidad no sólo de la ciencia y la técnica, sino también de la industria y la economía de ese fin de siglo (3,5).

La creación del Instituto Internacional de Bibliografía (hoy FID), como resultado de estas circunstancias, es un intento por responder a esta nueva situación.

Hacia finales del siglo XIX, comenzaron a observarse importantes fenómenos dentro de la documentación. La vida media de los documentos se redujo de forma considerable. Perdieron terreno las bibliografías universales y retrospectivas. Se necesitaba de centros que tuvieran a su disposición información actualizada y de utilidad práctica inmediata. El hombre de finales de este siglo XIX tenía nuevas necesidades, que por sus características la biblioteconomía ni la bibliografía (ubicada dentro o fuera de ésta) podía resolver (13,14).
Terminada la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se erigieron como potencia dominante a escala mundial, mientras que el resto de las potencias capitalistas y la antigua URSS quedaron debilitadas. La guerra había demostrado el doble uso de la ciencia, ambos decisivos para el desarrollo y la seguridad nacional. Las dos guerras mundiales favorecieron el desarrollo científico. Se impulsó el desarrollo de varias disciplinas, por ejemplo, la física, la teoría de la información y la logística, la automatización, la navegación aérea y marítima; también se inauguraron nuevas profesiones como la cibernética, la biónica…. y nuevas tendencias en la ciencias sociales. Con la segunda guerra mundial, se demostró la necesidad de un acceso efectivo a la información; se dirigió la atención sobre la recuperación de la información y la creación de nuevos métodos de organización bibliográfica y tratamiento, en general, de la masa documental (3,15).

En la década de los 60, con la introducción de la computadora se produjo un salto en la producción documentaria equivalente al ocurrido cuando se estableció la imprenta de caracteres móviles. Moreira al respecto planteó: "Como la máquina de vapor actuó de motor en la revolución industrial, la computadora movió los engranajes de una nueva era", (1) permitió al hombre trazarse nuevas metas en este campo (16).

Se desarrollarían más tarde: las bases de datos y sus sistemas de gestión, los traductores automáticos y toda una amalgama de aplicaciones lingüísticas.

Sucesivamente se digitalizó la información impresa y hoy coexistan ambas. Las conjeturas sobre el fin del impreso se quedaron solo en posibilidad irreal, el crecimiento del consumo de papel tal vez sea el indicador más importante en este sentido.


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La década de los años 90 del siglo XX, como si la historia quisiera repetir su influjo 100 años después, volvió a convertirse en una década de impulso para el fenómeno de la explosión de la información. Internet generó un caos informacional sin precedentes, las industria editorial se democratizó a niveles antes insospechados, cada día se aparecen millones de nuevas páginas, y ni siquiera los potentes robots de Google, Yahoo, Altavista o los integradores como Copernic, son suficientes para la indización de la información publicada en Internet. Por poner solo un ejemplo, un buscador como Google, con sus millonarias respuestas a cualquier solicitud de información, se plantea que sólo indiza el 12 por ciento de la información disponible en Internet, y tarda alrededor de 6 meses en darle la vuelta al mundo para indicar nuevas direcciones (3,17,18).

La explosión de la información es el origen de muchas tendencias dentro del campo de la información, y de ella depende hasta la propia existencia de quiénes se encargan de su procesamiento, entre otras actividades. Aunque es un problema multidisciplinario, a los especialistas en información les compete buena parte de la búsqueda de los métodos para enfrentarla (3,9).

Encontrar la información pertinente, añadirle valor para diferenciarla de la que puede encontrar el usuario común, analizar la información que generan las fuentes personales y los flujos documentales, es una misión de los especialistas en información dentro de este universo creado por el hombre.

Por ello, la gestión del recurso "información" en el siglo XXI, o desde la década del 80 del siglo XX, para ser más precisos, se impone como una función esencial de la ciencia de la información. Se trata de una revolución basada en la información, porque los avances tecnológicos actuales permiten procesar, almacenar, recuperar y comunicar información en cualquiera de sus formas (voz, textos, imágenes) sin importar la distancia, el tiempo o el volumen, información 1,19.

¿Qué implicaciones tiene esta situación en las Ciencias Médicas?

Muchos autores y asociaciones científicas han llamado la atención a esta problemática. En el campo de las ciencias médicas es particularmente importante, porque pacientes, médicos, especialistas y otros profesionales de la salud, confluyen en la red, en la búsqueda de información validada científicamente que satisfagan sus necesidades informativas. 14-22 Antes de ofrecer algunas cifras sobre cómo está repercutiendo esta realidad, debemos destacar que cada 10-15 años se duplica el volumen de información publicada en las ciencias médicas, a diferencia de otras ciencias donde este fenómeno ocurre entre 45-50 años.

Es evidente que estos aspectos no pueden ignorarse por las organizaciones de información en la actualidad, en tanto, los resultados de investigaciones científicas y el conocimiento generado por la humanidad, se ha registrado en disímiles fuentes (publicadas o no) y portadores de información, como: libros, revistas científicas, actas de congresos, informes técnicos, manuscritos inéditos, tesis doctorales, etcétera; pero su inmensa mayoría lo está en soportes magnéticos (discos compactos, películas, videos, discos flexibles, etcétera), con una tendencia marcada hacia la digitalización de la información. En el caso particular de las ciencias biomédicas, existen cientos de publicaciones electrónicas a texto completo que han roto las barreras en la difusión y puesta al día de los nuevos descubrimientos científicos que, aproximadamente cada 5 minutos, se producen en éstas ciencias. La cantidad de información y conocimientos acumulados es inimaginable. Dentro de unos 30 años, el profesional que solo sepa lo que sabe hoy en su especialidad, no pasará de ser una especie de obrero calificado, a partir de lo que se supone que sabrán los que se gradúen para esa época. (3,21,22)

Algunos datos interesantes: (3,13,21)

1. El 80% de los científicos que han existido en el transcurso de la historia viven hoy en día.
2. Cada minuto estos especialistas añaden 2000 páginas a los conocimientos científicos que posee la humanidad. A una persona le llevaría 5 años leer la información que se genera en 24 horas.
3. Todos los días se transfieren por la Internet el equivalente a 300 millones de páginas.
4. Aproximadamente la mitad de los conocimientos de medicina pierden vigencia cada 10 años.
5. Se calcula que anualmente se publican unas 15 000 revistas nuevas y que a diario se editan alrededor de 1000 libros nuevos. Se estima que existen cerca de 40 000 revistas con perfil biomédico, que publican un promedio de cuatro millones de artículos, es decir, más de 75 000 semanales.
6. El 60% de la producción científica internacional en medicina es en idioma inglés, del 9-11% en ruso y el resto en francés, alemán y otros idiomas. En algunas especialidades médicas, se estima que el 95% de la información generada es en inglés.
7. Los profesionales de la salud que pretendan mantenerse actualizados en los avances científicos de la medicina, enfrentan una tarea titánica. Si un médico quisiera revisar toda la información relevante en el área biomédica, necesitaría leer 25 000 artículos en cada una de las 3 horas que ellos manifiestan disponer para la lectura semanalmente.

Es evidente que los científicos de la salud constituyen el grupo profesional que mayor cantidad de información produce y en consecuencia el que mayor cantidad de información consume. En medio de la hipertensión documentaria que se produce como consecuencia del exceso de información y la imposibilidad real de que científicos, gerentes de salud, médicos asistenciales, investigadores o estudiantes puedan consultarla o consumirla, ha surgido como tratamiento hipotensor, la actividad de información aplicada a la Medicina (2,22). De esta manera, la sociedad ha creado organizaciones encargadas de Recolectar, Procesar, Almacenar, Recuperar y Diseminar la información que deberá ser utilizada por los usuarios con el fin de generar nueva información, de modo que se completa el denominado Ciclo de Vida de la Información Científica (22,23).

REFLEXIONES FINALES

Los profesionales sanitarios necesitan “consumir” información científica adecuada, clara, rigurosa y accesible. Información que genere conocimiento, fácil de leer y de aplicar a la hora de mejorar la práctica clínica. El problema estriba en la falta de tiempo para realizar búsquedas bibliográficas exhaustivas y en la falta de conocimiento para filtrar con cierta agilidad la información válida y relevante en la maraña del exceso de información en Ciencias Médicas. Una potencial estrategia para combatir esta intoxicación de información a la que estamos sometidos (“infoxicación”) es conocer las fuentes de información existentes, saber acceder a ellas y manejar herramientas de gestión adecuadas: es decir, realizar búsquedas bibliográficas eficientes.

¿Cómo mantenerse al día en la información bibliográfica?

Si parece complejo obtener una información relevante en una especialidad, más difícil parece mantenerse actualizado en la información biomédica. Para ello se debe poner a trabajar Internet para nosotros, y es suficiente disponer de una cuenta de correo electrónico hasta donde nos llegarán las actualizaciones que se vayan produciendo, pues la mayoría de las fuentes citadas disponen de sistemas de alerta (1,19):

• La mayoría de las revistas biomédicas disponen del servicio eTOC (tabla electrónica de contenidos), lo que le permite conocer las novedades sin tener que abrir regularmente la página de dicha publicación; es oportuno activar el eTOC de las revistas biomédicas generales y de la especialidad de nuestro mayor interés.

• Alertas bibliográficas, para estar al día sobre un tema(s) concreto(s), y se nos devuelve a nuestro correo todo lo aparecido en las revistas seleccionadas (en Amedeo) o en Medline (en Biomail) con determinada periodicidad (en Amedeo de forma semanal y en Biomail con la periodicidad elegida).

• Alertas sobre Medicina basada en la evidencia: TRIP permite activar una alerta mensual de la temática que decidamos (utilizando como palabras clave los MESH), así como la National Guidelines Clearinghouse dispone de un boletín semanal que informa de las nuevas guías en su directorio.

• Participar en una lista(s) de distribución es una modalidad complementaria para compartir información científica y laboral relevante y de actualidad.

• Tener en cuenta el factor de impacto (FI) de las revistas biomédicas, el indicador bibliométrico más conocido y una valiosa herramienta para cuantificar y evaluar la actividad científica en las distintas áreas de trabajo, por medio del cómputo y el análisis de las distintas facetas de la comunicación escrita. El análisis bibliométrico constituye un método documental cuyos objetivos fundamentales son:

1) el estudio del tamaño, el crecimiento y la distribución de los documentos científicos; y
2) la indagación de la estructura y la dinámica de los grupos que producen y consumen dichos documentos y la información que contienen (6,11).

Los profesionales que quieran estar adecuadamente informados y actualizados deben utilizar Internet (no hace falta ser expertos, sino simplemente tener claro algunas estrategias y fuentes de información) y necesitan disponer de estrategias eficientes que mejoren el rendimiento de la búsqueda y recuperación de la información bibliográfica (3,15,23).


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