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Desafios eticos del cuidado enfermero en salud sexual reproductiva del adolescente
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Autor: MSc. Alicia Lozada de Vásquez
Publicado: 14/07/2011
 

La ética del cuidado es un constructo teórico y práctico que busca resaltar la vinculación esencialmente humana y emocional entre el profesional de la salud y el paciente. En este artículo se propone su instrumentación en el campo de la enfermería y la salud sexual reproductiva o procreación. La cual está orientada a propiciar el diálogo bioético entre los profesionales de la salud y los adolescentes que reciben su cuidado, puesto que la reciprocidad de conocimientos e información genera empatía y trato humanizado. Se consideran la definición de salud sexual, la reproducción y la ética de la sexualidad como elementos que se integran finalmente en la ética del cuidado del enfermero/a y las personas que acuden a los servicios de salud.


Desafios eticos del cuidado enfermero en salud sexual reproductiva del adolescente .1

Desafíos éticos del cuidado enfermero en salud sexual reproductiva del adolescente

Ethical challenges the well-taken care of nurse in reproductive the Sexual Health of the adolescent

Alicia Josefina Lozada de Vásquez. Magíster Scienciarium en Educación Superior Mención Docencia Universitaria, Profesora del Programa de Enfermería de la UCLA (Venezuela). Licenciada en Enfermería. Doctoranda Universidad de Carabobo. Facultad de Ciencias de la Salud – Venezuela. III Cohorte Doctorado en enfermería en Salud y Cuidado Humano.

Milagro Puertas de García. Doctora en Ciencias de la Educación egresada de la Universidad Santa María. Docente Ordinario Programa de Enfermería Decanato de Medicina Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado UCLA (Venezuela). Directora Comisión Nacional de Cooperación y Gestión de Proyectos Cruz Roja Venezolana. Miembro de la comisión de Enseñanza de Ética y Valores UCLA. Docente de Ética, Bioética y Valores. Cursos de Diferentes Especializaciones en el Ministerio del Poder Popular para la Salud

Resumen

La ética del cuidado es un constructo teórico y práctico que busca resaltar la vinculación esencialmente humana y emocional entre el profesional de la salud y el paciente. En este artículo se propone su instrumentación en el campo de la enfermería y la salud sexual reproductiva o procreación. La cual está orientada a propiciar el diálogo bioético entre los profesionales de la salud y los adolescentes que reciben su cuidado, puesto que la reciprocidad de conocimientos e información genera empatía y trato humanizado. Se consideran la definición de salud sexual, la reproducción y la ética de la sexualidad como elementos que se integran finalmente en la ética del cuidado del enfermero/a y las personas que acuden a los servicios de salud.

Palabras clave: ética del cuidado, salud sexual, salud reproductiva

Summary

The ethics of the care is construct theoretical and practitioner whom it looks for to emphasize the human and essentially emotional entailment between the professional of the health and the patient. In this article its instrumentation in the field of the infirmary and reproductive the sexual health sets out or procreation. This is oriented to cause the bioético dialogue between the professionals of the health and the adolescents who receive their care, since the reciprocity of knowledge and information generates empathy and humanized treatment. The definition of sexual health, the reproduction and the ethics of the sexuality like elementsthat are integrated finally in the ethics of the care of enfermero /ra and the people are considered who go to the services of health.
Key words: ethics of the care, sexual health, reproductive health

Key words: ethics of the care, sexual health, reproductive health

“No dejar en nuestros corazones esos sentimientos negativos que puedan atormentarnos, ir y comentarlo con los amigos, con un profesional o simplemente escribirlo en algún lugar y luego desecharlo aliviará el peso que pueda tanto agobiarnos internamente y sanará de inmediato la herida” Acosta, M (1) (2006)

El componente moral

“No tenemos hacia nuestra sexualidad, la reverencia apropiada. Es una invención humana única en el mundo de los seres vivos. Creo que en todo nuestro espléndido catálogo de invenciones. No hay ninguna que haya brindado tanta satisfacción a tantos miembros de nuestra especie, y con tanta imparcial generosidad y fue la hembra humana en evolución quien la invento”

Robert Ardrey (2) (1978).

El código moral que guía la conducta ética de las enfermeras y enfermeros está basado en el principio fundamental de la obligación, representado en los conceptos de servicio a las personas y respeto por la vida humana. El CIE (3) (2005) establece que “Las enfermeras tienen cuatro deberes fundamentales: promover la salud, prevenir la enfermedad, restaurar la salud y aliviar el sufrimiento”. La disciplina de la enfermería es considerada un servicio social valioso y esencial responsable de conservar la vida, apaciguar la angustia y promueve salud. Pero “el Código Deontológico” de ética no proporciona respuestas en términos de las decisiones morales individuales difíciles que deben ser tomadas en la enseñanza y practica de la enfermería.

En palabras de Carper´s (4) (1978) “la ética de la enfermería se refiere a los conocimientos de las normas de conducta aceptadas por la profesión. Se ocupa del tema de los deberes, de lo que hay que hacer”. La moral en enfermería; requiere una guía moral para cumplir con el fin primordial de servir al bien común, mejorar la salud de nuestro pueblo y prolongar la vida del hombre. Las raíces de la moral de las enfermeras (os) han sido legadas por la sociedad. De allí que, asociadas con la profesión, esta la vocación y la disciplina. En la atención al usuario; se pueden mencionar protección individual, proteger al usuario de causas externas que puedan producir enfermedad, mantener las funciones fisiológicas del usuario en parámetros normales, colaborar con la rehabilitación del usuario y su incorporación a la comunidad.

Ética de la sexualidad

“Los sexos no pueden explicarse sólo desde su finalidad reproductora –ni siquiera desde la del placer- sino desde y para la configuración de los sujetos. El interés por el individuo suplantó al interés por la especie”.

Efigenio Amezúa (5) (1999)

En la ética naturalista de la sexualidad, los actos son intrínsecamente buenos cuando respetan el orden interno de la naturaleza e intrínsecamente malos cuando no lo respetan. Además, la sexualidad se hace moral cuando se ejercita con moderación. Para esta ética, la naturaleza tiende siempre a un fin (telos) y todo órgano tiene también uno. Gracia (6) (1998) sostiene que en el caso de los órganos de la generación, sus fines son la reproducción y perpetuación de la especie, de tal manera que los usos no dirigidos a ellos serían inmorales. La virtud que acompaña el ejercicio de la vida sexual es la templanza, el justo medio aristotélico; por consiguiente, el exceso o abstinencia serían inmorales. La templanza tiene por objeto regular el uso de los placeres corporales, principalmente el tacto y el gusto.

La visión cristiana de la sexualidad adoptó estos elementos naturalistas de la sexualidad; no obstante, debió resolver el asunto de la abstinencia sexual como es un sujeto pasivo de sus pasiones, a diferencia de Dios que no tiene pasiones y es agente. El hombre sabio debe ser imitador de Dios y, en consecuencia, debe dedicarse a anular completamente los afectos (pathos) y las pasiones por la vía de la abstinencia. Quedaba así resuelto el asunto de la inmoralidad de ésta. Esta elaboración concluía que son deshonestas, es decir no se hayan bajo el control de la razón de un hombre sabio, todas las prácticas sexuales que alteran el orden de la naturaleza. Para Tomás de Aquino éstas serán más graves cuanto más contravengan el orden determinado por la naturaleza. Para demostrarlo construye una escala de vicios contra naturaleza donde los menos graves son el incesto, la fornicación, el estupro, el adulterio y el rapto de una virgen, mientras que los más graves son la masturbación, la bestialidad, la homosexualidad y las relaciones heterosexuales por vías distintas de las usuales, con lo que, según el razonar tomista, el sexo oral termina siendo más grave que el incesto.

No obstante, la sexualidad es una dimensión global de la persona; una dimensión no solo física, sino también psíquica y espiritual. En la narración de los orígenes se encuentra el fundamento bíblico sobre la sexualidad humana, según señala Tamiano (7) (2004) comenta que toda la escritura se refiere a esos pasajes y el mismo Hijo de Dios hace mención de ellos en el versículo cfr. Mateo 19, 8. La unión matrimonial del hombre y la mujer es indisoluble “Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”. Reich (1995) subraya aspectos necesarios para una comprensión específica de la sexualidad humana. Cuando afirma que en la tradición sacerdotal la sexualidad es vista, ante todo, como constitutiva e irrenunciable de la persona. El ser humano es hombre o mujer: no son dos realidades ontológicas, porque el ser se refiere al hombre en cuanto creado en su totalidad ontológica. Dos son, sin embargo, las expresiones de tal humanidad. En esta dimensión sexual el hombre actualiza la imagen divina y por ello es superior a los animales. En la tradición javhista emerge la prioridad afectiva-relacional. La mujer es para el hombre una ayuda adecuada señalada en el versículo cfr. Génesis 2, 18, que literalmente significa “apoyo frontal”. Hay una relación de paridad entre el hombre y la mujer, una semejanza que no es igualdad.

Más adelante, la modernidad planteó una oposición entre lo natural y lo moral. El hombre pasó a ser por sí mismo la fuente de lo moral donde, el hombre, y no la naturaleza determina lo bueno y lo malo. El ser humano se convierte en fuente de su propia moralidad, con la racionalidad como instrumento. La autonomía empieza a ser protagonista en el ámbito ético, con el respeto a la dignidad del ser humano como valor fundamental. Para la ética sexual de la modernidad, se obra ajustadamente cuando se actúa por deber, considerando a la otra persona como un fin y no solamente como un medio para el placer. La manera como esto se produce es por medio del vínculo, no sólo con el cuerpo o la sexualidad de la otra persona, sino con todo su ser íntegro.

En la modernidad, "la moralidad o inmoralidad de los actos dependerá del grado de respeto o agresión que supongan a la dignidad de los seres humanos, y no de su carácter natural o antinatural". Gracia (7) (Ob. cit.). En consecuencia, los actos sexuales respetan la dignidad del ser humano cuando se realizan entre personas autónomas que actúan con conocimiento, voluntad y libertad.


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En el siglo XX emerge la llamada "revolución sexual" disolviendo las conexiones entre sexualidad y reproducción, y consolidó el respeto humano como principio moral para los actos sexuales. Sepultando la ética de la responsabilidad. En el inicio de este siglo fue el principio del movimiento de liberación femenina de gran importancia por apuntar las bases para situar a la mujer en un plano de igualdad con el hombre. Es así como en estos nueve años del siglo XXI, la mujer comienza el conocimiento y desarrollo de su sexualidad de una manera más auténtica. Lentamente pero a paso firme se han empezado a descartar los tabúes sobre el cuerpo y su capacidad sexual. Las palabras de Gracia (7) (Ob. cit.) aseveran que el respeto humano por la sexualidad humana propone trascender la dicotomía entre naturaleza y razón porque ninguna puede dar cuenta completa de lo moral en sexualidad. La ética de la responsabilidad se ubica en un punto intermedio, en un proceso de "ponderación ambivalente".

En el ámbito privado, el respeto a los seres humanos se concreta en los principios éticos de autonomía y beneficencia. Prosigue la autora diciendo que, como la sexualidad es, en esencia, una actividad privada, "un acto será moralmente reprobable cuando viole la autonomía de las personas o éstas no lo consideren beneficioso para ellas". La no maleficencia y la justicia establecen los límites de la autonomía: "por maleficentes o por injustas, consideramos inmorales todas aquellas conductas que agreden, escandalizan, etc. a personas determinadas, sobre todo si son menores de edad o incapaces. La violación, la agresión sexual, el acoso sexual, el exhibicionismo y la provocación sexual, etc., son conductas moralmente negativas precisamente por eso".

Entonces, las conductas sexuales que quebrantan directamente el respeto a la dignidad humana están reguladas, en consecuencia, por los llamados deberes perfectos y generan un derecho correlativo para ser respetado en los demás seres humanos. Estos deberes se deben exigir a todos, incluso con el auxilio de la fuerza. Este es precisamente el ámbito del derecho en la sexualidad, identificar los deberes perfectos y hacerlos cumplir con la ley.

En el campo de la sexualidad, los deberes imperfectos pertenecen a la esfera de lo privado y se cumplen según el sistema de valores y el proyecto de vida particular de la persona. No generan un derecho correlativo ni puede exigirse su cumplimiento por la fuerza. "El derecho no puede ni debe inmiscuirse en el ámbito de los deberes imperfectos, sino que su función es asegurar ese marco mínimo y universal que permita que los seres humanos lleven a cabo, diferencialmente, la gestión de sus propios deberes imperfectos, es decir, sus proyecto de vida, de acuerdo con sus sistemas de valores y con sus ideas de perfección y felicidad".

En la trama social existen diversidad de proyectos vitales: múltiples individuos, con diversos proyectos catalogados como "extraños morales" pero que coexisten en un mismo sitio y en un mismo momento histórico. Cada uno se rige por sus deberes imperfectos engendrados en la privacidad e individualidad de su sexualidad. La propuesta consiste, entonces, en elevar al rango de deber perfecto el respeto al pluralismo y a la libertad de conciencia. Todo individuo tiene derecho a disfrutar de su sexualidad siempre y cuando no atente contra el imperativo de respeto a la dignidad de los seres humanos. Las leyes han de promover entonces el respeto por la diversidad sexual, como expresión del pluralismo, y procurar los medios para el respeto de la opción sexual de todos los miembros de una sociedad.

En correspondencia con el derecho y la ética de la responsabilidad en sexualidad, Gracia (7) (Ob. cit.) caracteriza:

"La sexualidad es un asunto privado, un deber imperfecto, que no puede ni tiene que estar rígidamente reglamentado por el Derecho. Y lo único que puede hacer es prohibir aquellas conductas que atenten contra los derechos y libertades de los demás, es decir, los deberes que sí son perfectos y que, por tanto, generan derechos en los demás, el ejercicio de la sexualidad pertenece a la esfera de lo privado, más aún, de lo íntimo, y por tanto está protegido por el derecho a la privacidad y a la intimidad, el respeto a la diversidad sexual y al ejercicio libre de la sexualidad, por supuesto dentro de ciertos límites que las sociedades tienen que establecer por consenso, es un deber perfecto, generalmente conocido con los nombres de derecho a la intimidad y a la privacidad".

En este sentido, la sexualidad humana y los derechos sexuales están supeditados a la ética de la responsabilidad. Ellos son instrumentos valiosos para la evaluación ética de las conductas sexuales dentro de la sociedad y el Derecho. Sin embargo, en el contexto particular de la atención en salud y en la promoción de los derechos sexuales, es pertinente introducir los elementos de la ética del cuidado, por las condiciones especiales de trato humano y cercanía personal que favorecen las acciones de promoción y prevención de la salud sexual.

Notas bibliográficas

1. Acosta, Marcos. Sanar las heridas del Corazón. Blog Zapatos Fuertes en el Camino blando. Disponible en: [Consultado el 26.6.2007].
2. Robert, Ardrey. La evolución del hombre: La hipótesis del cazador. Madrid: Madrid: Alianza Editorial, 1978; (101-102).
3. Concejo Internacional de Enfermería CIE. La Ética en la práctica de la enfermería – Guía para la toma de decisiones éticas. Código Moral de Enfermería Internacional. Ginebra, 2005. Disponible en: [Consultado el Consulto el 27.6.2009].
4. Carper`s, Bárbara. Fundamental patterns of knowing in nursing. Journal of Advances in Nursing Science. 1978; 1(1):13–24. Traducción al español de texto original PDF por Journal of Advances in Nursing Science en 1998. Disponible en: [Consulto el 27.5.2009].
5. Amezúa, Efigenio. Teoría de los sexos: La letra pequeña de la sexología. La Revista Española de Sexología. 1999; (95-96):17-265.
6. Gracia, Diego. Ética de los confines de la vida. Santa Fe de Bogotá: El Búho, 1998.
7. Tamiano, Elena. La visión cristiana de la sexualidad humana. Ecclesia Revista de cultura católica. 2004;18(4):509-518.