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Aspectos bioeticos en el tratamiento del cancer de mama
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Autor: Dra. Magaly Marión Luna Goza
Publicado: 26/03/2012
 

Se realizó una revisión y análisis del contenido que abarca los aspectos éticos del manejo en el paciente con cáncer de mama, previa explicación de cada variante de tratamiento y sus consecuencias. Se reflexionó sobre la relación médico-paciente, aspecto de suma importancia en el desempeño del médico, afirmando la importancia de la buena comunicación, que conlleva la utilización de un lenguaje adecuado que transmita confianza. Se abordó el relevante valor ético de la autodeterminación, considerando el derecho del paciente a decidir sobre el tratamiento que desea recibir y conocer sus secuelas; y la importancia de la ética médica frente al cáncer en la formación de pre y postgrado en la universidad médica cubana.


Aspectos bioeticos en el tratamiento del cancer de mama .1

Aspectos bioéticos en el tratamiento del cáncer de mama

Dra. Magaly Marión Luna Gozá*
Dr. Salvador Carbonell Paneque **

* Especialista II grado en Cirugía General. Máster en Urgencias Médicas. Profesora Auxiliar. Diplomada en Mastología Quirúrgica.
** Especialista en Anatomía Humana y Medicina General Integral. Máster en Urgencias Médicas. Profesor Asistente.

Policlínico Antonio Maceo. Municipio Cerro. Ciudad de la Habana. Cuba.

RESUMEN

Se realizó una revisión y análisis del contenido que abarca los aspectos éticos del manejo en el paciente con cáncer de mama, previa explicación de cada variante de tratamiento y sus consecuencias. Se reflexionó sobre la relación médico-paciente, aspecto de suma importancia en el desempeño del médico, afirmando la importancia de la buena comunicación, que conlleva la utilización de un lenguaje adecuado que transmita confianza. Se abordó el relevante valor ético de la autodeterminación, considerando el derecho del paciente a decidir sobre el tratamiento que desea recibir y conocer sus secuelas; y la importancia de la ética médica frente al cáncer en la formación de pre y postgrado en la universidad médica cubana.

Palabras clave: Ética, bioética, ética médica, cáncer de mama, neoplasia de mama, cirugía, quimioterapia, radioterapia.

Abstract

A review and analisys of the content envolving the ethical aspects of the management of the breast cancer patient was carried out with a previous explanation of every variant of the treatment and its consquences. Reflections were made on the doctor–patient relationship, which of paramount importance in the medical work reaffirming the importance of good communication that leads to the usage of the proper language to convey comfidence. It was also deal with self-determination, considering the patients´right to decide about the treatment he wishes to receive and to know the sequels and the importance of the medical ethics as oppossed to cancer in the formation in pre and post-graduate in cuban medical university.

Key words: Ethic, Bioethic, medical ethic, breast cancer, neoplasm of breast, surgery, quimiotherapy, radiotherapy.

INTRODUCCIÓN

La profesión médica tiene en general connotaciones muy especiales al actuar sobre individuos semejantes en los que la acción profesional tiene enorme ascendencia. Si bien existen variables en éstos hechos en relación a las diferentes especialidades médicas, siempre, los valores de la actuación médica son una herramienta muy delicada de manejar. (1)

Se trata de pacientes portadores de procesos graves que cuando puedan llevar a un desenlace fatal, el problema se complica mucho más. Dentro de estos procesos se encuentra el cáncer de mama, cuya evolución puede llevar al fallecimiento del paciente, aunque otras veces esa evolución es sólo temor, pues con la intervención de tratamientos efectivos, se puede superar la enfermedad de manera parcial o definitiva.

En primer lugar se debe aclarar el significado de la propia palabra "Cáncer" ya que la evolución de los conocimientos de los mismos procesos hasta los actuales logros terapéuticos alcanzados, llevan a la necesidad de tamizar dicha palabra en lo que se ha denominado "Cambios Conceptuales sobre el Cáncer", que se puede encontrar en la literatura. (2,3)

Cuando se habla de Cáncer se tiene en mente una situación, en general, muy mala y, con frecuencia, muy distante de la realidad. La palabra ¨Cáncer¨, tiene muchas connotaciones. Se le emplea como sinónimo de algo terrible, cercano a lo peor que le pueda suceder a alguien y es por ello que las personas tienen temor a padecerlo. La palabra se asocia a drama en su empleo habitual. Periodísticamente se hace alusión al "Cáncer" cuando se quiere significar algo trágico, incluso cuando se refieren a la enfermedad procuran no utilizarla y aludiendo a terminologías que ensombrecen más su significado tales como: ¨portador de una enfermedad incurable¨ ó ¨murió de una larga y penosa enfermedad ¨ (1)

El Cáncer comprende un conjunto de procesos de todo tipo, de acuerdo a numerosos factores, tal como sucede con todas las enfermedades. Desde situaciones iniciales, perfectamente solucionables con tratamientos simples, generalmente erradicativos hasta situaciones fatales.

Es trabajo del médico dar un enfoque lo más racional posible a la información que se debe dar al paciente y sus familiares sobre la enfermedad y el tratamiento a emplear, es aquí donde la ética médica juega un papel fundamental.
Nos proponemos con este trabajo revisar someramente el tratamiento del cáncer de mama y sus consecuencias, destacar la importancia de los aspectos éticos y bioéticos en la aplicación de la cirugía, quimioterapia y la radioterapia como tratamiento para el cáncer de mama, así como valorar la función de la comunicación como elemento imprescindible en la relación medico paciente y resaltar la determinación del paciente en el tipo de tratamiento que debe recibir, destacando finalmente la importancia de la ética médica en la formación de profesionales de la salud.

MÉTODO

Concepción de la investigación. Para dar salida a los objetivos del trabajo se aplicó la técnica de análisis de contenido, a partir de la cual se establecieron las unidades de análisis siguientes:

Aspectos éticos y bioéticos en la aplicación de la cirugía, quimioterapia y la radioterapia como tratamiento para el cáncer de mama. Función de la comunicación en la relación medico paciente. Autodeterminación del paciente. Ética médica en la formación de profesionales de la salud.

Procedimiento. A partir del análisis documental se establecieron las variables y el estudio de cada una de ellas permitiendo llegar a conclusiones.

La recogida de información se basó en los buscadores tales como MEDLINE, Hinari, Google, biblioteca médica nacional, Cochrane, con literatura sobre el tema perteneciente a los últimos 25 años tanto en idioma español como en inglés de cualquier latitud, que se aportaran a los objetivos de la revisión,

DESARROLLO

Sobre el tratamiento en el cáncer de mama

La cirugía en el cáncer de mama, implica algo más que la extirpación de un órgano, pues si se tratara de una víscera, de una porción amplia de la piel del tronco, sería menos mutilante, en el orden físico y psicológico que la de un órgano de la sexualidad femenina, de un símbolo de belleza y feminidad, que la mujer siempre se resiste a perder. Es por eso que el tratamiento quirúrgico de esta enfermedad, una vez informada de la forma menos traumática, es junto con la quimioterapia y sus efectos el primer reto que enfrentan los médicos que atienden el cáncer mamario.

En la actualidad la tendencia mundial es la cirugía conservadora de la mama, se ha demostrado que su supervivencia global y el periodo libre de enfermedad no tienen significativa diferencia con las cirugías radicales (4) y sí se ha documentado la respuesta más favorable a los tratamientos cuando las pacientes conservan su mama.

Por otra parte el vaciamiento axilar deja secuelas importantes, que deben ser informadas a la paciente, tales como: La impotencia parcial del miembro superior y trastornos en su sensibilidad, los seromas, el linfedema, el linfosarcoma y otros.

Este abordaje ha ido en desuso en el mundo por el importantísimo descubrimiento de la técnica del ganglio centinela, que evita realizar vaciamiento axilar en estadios tempranos de la enfermedad, alrededor del 75%, resultan innecesarios pues no tienen ganglios metastásicos y gracias al diagnóstico del ganglio centinela (primer ganglio de diseminación linfática del tumor), se evita la disección radical de la axila. (5)

La quimioterapia es parte del tratamiento sistémico contra el cáncer y tiene reacciones adversas que van desde las náuseas y los vómitos, la repulsión a determinados alimentos y por tanto lleva a la anorexia, diarreas, mucositis, hasta alopecia, aplasia medular, nefro-hepatotoxicidad y otros (6) hacia los que hay que orientar al paciente.


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La radioterapia es el uso de radiación de gran energía, primariamente radiografías generadas electrónicamente, para matar a las células de cáncer. La radiación usada para tratar el cáncer de mama se da en dosis muchas veces más altas que la utilizada por las radiografías. Este uso de la radiación de gran energía ha tenido un efecto positivo profundo en la supervivencia del cáncer en general y del cáncer de mama en particular como tratamiento loco-regional reduciendo las recurrencias a dicho nivel.

Las altas dosis de la radiación que dañan o destruyen las células malignas también pueden lastimar las células normales, causando efectos secundarios. Éstos variarán dependiendo del área tratada y de la dosis recibida. El riesgo de efectos secundarios es generalmente menos que las ventajas de matar a las células cancerígenas, además la mayoría son generalmente temporales y desaparecerán gradualmente cuando la terapia haya finalizado.

Los radioterapeutas ven a los pacientes por lo menos una vez por semana mientras que están bajo tratamiento. Esta visita con el equipo del cuidado médico sirve como oportunidad de hacer preguntas y de discutir cualquier efecto secundario que esté ocurriendo, e identificar cualquier cambio físico del tratamiento.

Los efectos secundarios se limitan generalmente a la región del cuerpo que se esté tratando, en este caso la región torácica alta y la axilar, además de lesiones en mucosa digestiva, la fatiga entre otros. (7) A los pacientes no se les restringe su actividad normal durante la radioterapia, y muchos continúan trabajando mientras que experimentan el tratamiento. Sin embargo, deben balancear la actividad normal con períodos de descanso.

De una manera u otra hay que comunicárselo al paciente antes del tratamiento.

Existe otra modalidad menos agresiva que es útil luego de realizar la cirugía conservadora de la mama que es la Braquiterapia: Esta palabra se deriva del griego, donde braqui significa cerca por tanto es la radioterapia donde la fuente radiactiva se encuentra en las cercanías e incluso dentro del tumor, que actualmente se efectúa durante el acto operatorio, como única vez.

Ética y Cáncer

La palabra Ética, según el diccionario de la lengua española Larousse, proviene del griego “ethikos” y se considera la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre; y por otra parte define a la Moral como la ciencia que enseña las reglas que deben seguirse para hacer el bien y evitar el mal, como el conjunto de facultades del espíritu. (8)

Otros autores plantean que el vocablo Ética significa costumbre o modo habitual de obrar (9) acción del hombre, libre, voluntaria y responsable cuyo objetivo es el bien, cualquiera que sea la corriente de pensamiento que la interprete.

Se ha definido la Moral como el carácter, es decir, como un modo peculiar de ser de una persona apoyado en sus cualidades morales, que por su condición natural, firmeza o energía lo hacen diferente de otros. Siendo esta interpretación de personalidad moral que expresa el carácter lo que interesa, pues es precisamente el carácter virtuoso del profesional de la medicina, en sus aspectos éticos y morales, el que inspira la necesaria confianza al paciente, que resulta tan necesaria en estos tiempos de dominio de la medicina por la ciencia y la tecnología, donde el profesionalismo es asimilado por el conocimiento científico y las habilidades técnicas y un poco el aspecto moral o ético, así entendido se relega o queda atenuado (9,10)

Si se suma a esto que también en Cuba, como en el resto del mundo, se ha enfatizado la autonomía del paciente, se corre el riesgo de que se pueda enfocar la práctica médica como la prestación de un servicio a petición del “cliente”, en este caso “paciente”, en el que sólo se aproveche del profesionalismo médico la vertiente del conocimiento científico y la tecnología en detrimento de una medicina moralmente buena, en la que se viole el valor central del aspecto ético -la benevolencia- que es el principio director de la práctica médica, máxime cuanto este paciente/cliente no está en condiciones de controlar si el servicio prestado es en su propio interés por el carácter tan especializado del mismo, en el caso del tratamiento con el paciente con cáncer.

Es por todo esto que se propone hacer un llamado al análisis de la conducta médica, a ese modo habitual de actuación del cirujano o del oncólogo ante el paciente enfermo con cáncer, aún cuando por razones propias, histopatológicas o de estadio de la lesión, se conozca o espere el buen pronóstico de la afección al proceder terapéutico.

Después del Código de Nuremberg (1947) y de la Declaración de Helsinki (1964), se crean las condiciones para que se establezcan los principios éticos de la investigación con seres humanos y de la actuación médica en general. Estos principios son internacionalmente reconocidos como. (11): El respeto a las personas o principio de autonomía, el principio de beneficencia (del que nace el próximo): el principio de la no-maleficencia y el principio de justicia.

El término Bioética fue acuñado por primera vez por Van Potter como un llamado a una forma de actuación moral ecológica que contrarrestara la creciente y desmedida capacidad de intervención del hombre sobre la naturaleza a través de la ciencia y la tecnología. Lo cierto es que durante el siglo XX y lo poco que ha transcurrido del XXI, la bioética ha encontrado en la medicina mucho más desarrollo que en la biología y la ecología. Es decir, la bioética ha venido a poner sobre la mesa los problemas morales que plantea la creciente capacidad de intervención de la ciencia y la tecnología médica en la salud y la vida de las personas, ha delineado la actuación médica actual y sus principios.
Esto se debió a cuatro grandes ejes de fuerza que modelaron la actual bioética médica. El primero de estos ejes es precisamente el desarrollo de la ciencia y la tecnología médica, el cual arranca desde los últimos años del siglo XIX y experimenta un desarrollo exponencial después de la segunda guerra mundial. Al decir de muchos la medicina avanzó en el siglo XX mucho más que en todos sus 25 siglos previos de historia. El problema se constituye en que este aumento de capacidad de intervención de los médicos, les concede un poder que hasta ahora no habían ni soñado; y este aumento de poder implica el aumento de la fragilidad de aquellos sobre los que se ejerce dicho poder, los pacientes. (12)

El segundo eje de fuerza lo constituye uno de los mecanismos de defensa de todo ser humano frente al poder, la rebelión, o dicho de otra forma, la autoafirmación. Aspectos que caracterizaron la década de los años 60 en cuanto a la rebelión de los ciudadanos frente a la sensación de que las estructuras políticas, institucionales, económicas y culturales habían desarrollado un poder capaz de controlar casi todos los aspectos de la vida humana. Por supuesto el engrandecido poder médico no podía quedar al margen de este proceso de cuestionamiento general y mucho más porque este poder tradicionalmente había venido siendo ejercido de una forma bastante despótica, siguiendo un modelo de corte paternalista.

Toda la ética médica y de enfermería había estado dominada por la tradición naturalista heredada de la ética médica hipocrática y de la mitológica de Esculapio, que no tenían en cuenta al enfermo. Para ella el profesional médico es la encarnación de lo perfecto, lo sublime, lo verdadero, lo bueno y lo bello, mientras el enfermo encarna lo desordenado, lo malo, lo falso y lo feo. El enfermo era moralmente incapaz de saber qué le conviene, cual es su “Bien”, y su única obligación es obedecer fielmente las instrucciones del profesional, que es el único que sabe qué debe hacerse cuando se pierde ese orden.

Nace aquí una relación humana casi igual a la que tienen los padres con los hijos, sin tener en cuenta que esta relación médico paternalista se lleva a cabo entre individuos adultos capaces de tomar sus propias decisiones. Es por ello que los ciudadanos de la década de los 60 no podían tolerar que el poder médico, además de haberse hipertrofiado siguiera ejerciéndose de esta forma, reivindicando su participación activa en el proceso de toma de decisiones clínicas que afectaran su salud o su vida. Comenzaron a exigir información sobre lo que se les iba a realizar, a demandar que se contara con su autorización, con su consentimiento. De aquí surge como una consecuencia judicial de confrontación médico-paciente el consentimiento informado.

El tercer eje de fuerza de la historia de la bioética lo constituye la socialización de la medicina y la equidad, como una necesidad que demanda la población de las instituciones estatales a partir también de la segunda guerra mundial, demanda de generalización del acceso a los sistemas sanitarios. (12)

El cuarto eje que permite situar correctamente el nacimiento de la bioética es el de concebir a esta disciplina como una ética aplicada, es decir, como una parte de la filosofía moral que permita una adecuación de la conducta médica a las nuevas exigencias, para las que la fundamentación naturalista de la ética médica tradicional resultaban insuficientes. En esta nueva concepción aplicada tuvieron mucha participación tanto los filósofos como los teólogos morales, abriéndose paso el argumento de la racionalidad discursiva y crítica que permitió alumbrar el camino de la bioética. (13)


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El paciente y el cáncer

El paciente oncológico tiene sus peculiaridades generales de reacción que caracterizan los rasgos más esenciales del mismo, ahora en el caso de la pérdida de la mama en la mujer no sólo significa una parte de su cuerpo si no un órgano de la sexualidad; y en los que sus resultados, aún en caso de remisiones o curaciones por mencionar sólo el lado positivo son lentos y a largo plazo; se den reacciones de derrumbe moral y depresión, o de agresividad y rebelión, o negación de aceptación de la realidad. La interrupción de los proyectos de vida, la imposibilidad de trabajar, la decadencia física, el sufrimiento, son aspectos existenciales de gran envergadura para el hombre, (14) por lo que le corresponde a los profesionales de la salud forma parte activa y positiva de este proceso.

El médico y el cáncer

Es por ello que en el caso del tratamiento de los enfermos de cáncer de mama; y nótese que se nombran enfermos y no enfermas, pues el hombre, aunque sólo en un 1%, la padece; resulten de extrema importancia cuatro aspectos esenciales del médico: su carácter, su formación, su entrenamiento y su sensibilidad, que son básicos para un manejo ético de este paciente: (14) ¿Cómo tomar decisiones correctas sin una adecuada formación?, ¿Cómo llevarlas a cabo sin un entrenamiento apropiado y una actualización de conocimientos?, ¿Cómo inspirar confianza sin una actitud madura, firme y segura que, sin embargo, se canalice a través de una comunicación y trato afectuoso y comprensivo?

Hay que considerar también que es precisamente el médico que trata pacientes con cáncer, dentro de las ciencias médicas, uno de los especialistas más presionado por la toma de decisiones. Acto de gran dramatismo y responsabilidad por la agresividad del tratamiento y la enorme cantidad de complicaciones que conlleva este proceder de forma general y que ponen a prueba todas las capacidades de la actuación del médico, ponen a prueba en definitiva su ética. El mismo cirujano, que cuando sea imprescindible tiene que llevar a cabo la nefasta mastectomía, lo que implica salvar la vida; y como informarle a la paciente que pierde "gran parte de su sexualidad". Es por ello que el adecuado diagnóstico y la identificación de los criterios terapéuticos deben ser sólidamente fundamentados, tener clara las posibles alternativas, valorar los posibles errores o fallos y siempre procurar el bien del enfermo, jamás hacer daño.

El médico debe estar actualizado sobre las conductas terapéuticas en el paciente con cáncer de mama. Es importante reconocer que los adelantos en la mastoplastia oncológica han variado lo que se consideraba estándar en la terapia quirúrgica, la cirugía y la quimioterapia mejoran los resultados de la radioterapia y a veces llegan hasta sustituirla.(15) También se ha comprobado que la cirugía es menos utilizada con fines diagnósticos gracias a múltiples técnicas, actualmente disponibles, que no son invasivas, o al menos son menos agresivas al paciente (5), como son la citología por aspiración con aguja fina (CAAF) y la biopsia por aspiración con aguja gruesa ( tru-cut).

La relación médico–paciente

La adecuada comunicación del médico con su paciente, utilizando un lenguaje apropiado y que transmita confianza, es vital para la comunicación diagnóstica, las orientaciones terapéuticas y la información pronóstica. Toda esta información que deberá hacerse a modo de diálogo pausado, tranquilo, afectuoso, aunque sin pérdida de carácter y firmeza, constituye el pilar de la comprensión por parte del paciente y evita posibles conflictos, suspicacia y confusiones.

Son múltiples los enfoques y modelos teóricos que se señalan de la actuación para una adecuada relación médico-paciente (16,17) modelo de relación activo–pasivo, de cooperación guía de participación, modelos de criterios de actuación acordes con costumbres o culturas, neohipocrático, contractual, de alianza y otros. No obstante se señala que en todos ellos el gran dilema transcurre en el debate entre la autonomía del paciente y el paternalismo médico siempre “benefactor” y en ocasiones “autoritario”.

No es ético que el cirujano se desentienda del seguimiento del paciente a quien ha aplicado un proceder. Él está obligado moral y técnicamente, tanto en los que se estime que van a lograr la curación, pero mucho más en aquellos en los que se sabe que no es posible la curación y lo que se propuso fue prolongar su vida. Precisamente en estos últimos es donde mayor énfasis requiere el seguimiento del cirujano, la necesidad de apoyo psicológico, el intercambio de opiniones con la familia para una menor contención o sumisión en el hogar, la conversación con el paciente que permita conocer sus valores frente al sufrimiento físico y espiritual, sus criterios ante la situación terminal terapéutica, prolongación artificial de la vida, todo esto constituye un verdadero reto ético, son desafíos al buen criterio médico.

Constituye una cruda realidad que la evolución del paciente quirúrgico oncológico es sumamente compleja y laboriosa, por lo que es necesario que la misma permita detectar oportunamente las complicaciones o las recidivas; esto exige un seguimiento conducido y coordinado principalmente por el propio cirujano que efectuó el proceder terapéutico, aunque no se niega la ayuda del equipo de cirujanos del servicio en cuanto al intercambio de opiniones, a consultas con otras especialidades que participen en tratamientos coadyuvantes (oncólogos, fisioterapeutas, psicólogos). Todo este equipo debe trabajar en conjunto en las consultas multidisciplinarias o centrales de cáncer de mama.

El consentimiento informado y la autodeterminación

Este dilema genera un enorme debate filosófico y hasta jurídico, no obstante como señala el profesor Fermín García Marcos (18) “lo rescatable de todo esto es el aspecto ético de respeto a la dignidad del paciente como persona, expresada en su autodeterminación, correctamente informado para ejercer su decisión de aceptar o rechazar la orientación propuesta por el médico”. El médico informa, propone, argumenta, persuade, convence, pero es el paciente, si está en plena capacidad de raciocinio, en plena lucidez y en sus cabales, quien decide, salvo algunas excepciones como por ejemplo: en la que la decisión del paciente pudiera afectar la integridad o la vida de otra persona o familiar o ante situaciones quirúrgicas de emergencias donde el actuar médico se vería menos limitado por el consentimiento.

En Cuba se manifiesta quizás, una arraigada costumbre hispano–latina familiar de que el paciente con cáncer no conozca su diagnóstico, lo cual trasciende al médico en la tradición de ocultarlo o de informar previamente a la familia para que esta decida. Esta práctica de ocultación, omisiones y hasta de mentiras piadosas no constituye una actuación o comportamiento médico ético. No se puede confundir la misericordia y la piedad con la mentira o el ocultamiento, y mucho menos cuando urge o es importante una conducta terapéutica, pues ésta no garantiza, en la mayoría de los casos, la curación total del paciente, y aún en los casos en que se lograra, dejará serias secuelas o limitaciones en la capacidad vital, funcional, laboral o social del paciente.

No puede concebirse por tanto tiramiento alguno sin la adecuada información inteligible y el consentimiento del interesado, y mucho menos en el paciente oncológico. Ahora bien, este último aspecto lleva al problema ético de la verdad cuando ésta conlleva la comunicación de malas noticias, del diagnóstico y más aún del pronóstico, pues en realidad es un serio problema ético cuando el médico no sabe cómo actuar, cómo comunicar la mala noticia. Cada médico imprimirá a esta comunicación su estilo propio y la misma dependerá en gran media de su carácter. Puede haber pautas, normativas, reglas de tipo general, pero no hay recetas individuales. Hay palabras muy duras y también formas de comunicación muy drásticas y contraproducentes que son imperativos a modular desde la formación básica de los estudiantes de medicina y en el transcurso de la enseñanza en el trabajo.

No siempre se ha de decir de forma cruda toda la verdad, es importante saber en cada momento cuanto soporta el paciente, ya que no todos soportan la verdad si ésta no es dicha en forma gradual y esto cobra especial importancia en el paciente oncológico, que en la mayor parte de las veces es él quien “descubre” la verdad. La verdad debe ser singular para cada caso, y es importante conocer previamente aspectos de su personalidad, hay que tener en cuenta su estilo, su cultura, sus patrones éticos, aspectos de su vida, especialmente el sentido espiritual y en los que proceda, el aspecto religioso. Señala Castillo Valery “la matización personal en la adecuación de la información a suministrar a cada persona enferma, de acuerdo a sus propias características, es uno de los aspectos en los que la medicina demuestra ser un arte” (19)

Conocer los valores del paciente e integrarlos en la toma de decisiones, contemplar lo social y la influencia del contexto y valorar los aspectos psicológicos para entender el mundo afectivo del paciente deben ser objetivos tan importantes en el trabajo como el manejo de los aspectos biológicos. (20,21) El paciente tiene el derecho de saber para poder decidir lo que quiere, para saber cómo y con qué enfrentar la enfermedad y elegir entre las posibilidades terapéuticas que se le ofrecen.

Se hace necesario desarrollar en los servicios oncológicos una adecuada relación de confianza y buena fe entre médicos y pacientes, que proporcione una toma de decisiones concertadas, donde los médicos sugieren tratamientos adecuados a los principios de beneficencia y no-maleficencia, y donde se respete la autodeterminación del paciente, correctamente informado en su consentimiento y que tome en cuenta los valores del enfermo y la apreciación que éste tenga de su calidad de vida.


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Ética en la formación profesional

La educación de la ética: enseñar y aprender son dos funciones de una misma situación, ambas constituyen una totalidad, de forma tal que nunca se da una sin la participación de la otra. El maestro al mismo tiempo que enseña a sus discípulos, a su vez está aprendiendo de ellos y esto es válido y aplicable a todos los profesores de las diferentes disciplinas de las ciencias médicas, incluyendo a los médicos. Cuando la tarea de educar se realiza en el ámbito estrecho de la universidad, la escuela o el taller, se denomina “docencia”, pero el educar o enseñar y el aprender se dan en cualquier ámbito y en todo momento para cualquier conocimiento, mucho más para la ética, entendida como una forma particular de actuación. Esta se aprende y se enseña dentro y fuera de los ámbitos académicos, en la vida misma y todos los escenarios del cotidiano vivir (21).

Se considera muy necesaria la adecuada formación integral de los médicos como personas, no solamente como médicos o especialistas. No obstante la educación y enseñanza de la ética médica, tanto en su formación de pregrado como durante su postgrado, es un aspecto importante que puede contribuir a la consolidación de su carácter y a la responsabilidad y madurez de su desempeño en la toma de decisiones y en su actuar en una especialidad que tradicionalmente se educaba en una concepción de paternalismo rígido y con características de una gran agresividad diagnóstica y terapéutica.

Es importante para el futuro profesional de las ciencias medicas la enseñanza y la formación junto al enfermo de verdaderos hábitos de razonamiento ético frente a los distintos tipos de tratamientos para el cáncer y de la posición que deberá adoptar frente a un problema filosófico fundamental de la práctica médica en las complejas y difíciles situaciones de la formación, sobre todo frente al paciente oncológico. Instruirlo en la comunicación efectiva con el paciente para que vaya conformando estilo y hábito de adecuado tacto, prudencia y delicadeza; por supuesto, conjugados con el sólido conocimiento y formación científico técnica que requiere la carrera de medicina.

La ética se enseña con el ejemplo y se aprende con el modelo. En el que enseña, la ética debe ser un producto no acabado, perfeccionable siempre, pero sí logrado, al menos hasta un determinado estadio, e incorporado a la forma de pensar, mientras que en el que aprende debe ser un producto a lograr. Conviene aquí recordar el viejo aforismo “nadie da lo que no posee”. (22) Hay que tener ética para brindarla como ejemplo, para que sea vista como modelo. Por supuesto el aprendiz al que nos referimos requiere de una educación ética básica que no se inicia en las aulas de medicina, ni en las prácticas de la enseñanza médica, la cual matizará su actuar cotidiano como estudiante y futuro médico o profesional de la salud. No obstante es necesario ejemplarizar la enseñanza de la ética médica acorde con los actuales principios que la rigen y de esto no escapa el modelo del cirujano educador por todo lo hasta aquí expuesto, especialmente en la actuación frente al paciente oncológico.

CONCLUSIONES

1. Como en todos los procederes médicos los aspectos bioéticos son de suma importancia, pero en el triple tratamiento (cirugía, quimioterapia y radioterapia) hay que ser muy cauteloso por la acción perjudicial transitoria y /o definitiva que tiene el mismo sobre el paciente.

2. La comunicación es un elemento imprescindible en la relación medico paciente, donde es preciso que los médicos tengan en cuenta las características individuales de los pacientes como su personalidad, estilo, cultura, patrones éticos, aspectos de su vida, especialmente el sentido espiritual y en los que proceda, el aspecto religioso.

3. El consentimiento informado en este tipo de tratamiento es de suma importancia ya que el paciente es el que tiene que decidir si se somete al mismo.

4. El estudio de la ética médica es de vital importancia en la formación de profesionales de la salud, y en cada disciplina debe ser un tema de obligado estudio ya que las particularidades de los pacientes son diferentes.

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