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Episodio IV. Carcinoma de recto. Mi propio caso clinico. Como se ha curado
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Autor: Dr. P. García Férriz
Publicado: 27/03/2012
 

A lo largo de todo el tiempo de investigación sobre la etiopatogenia del cáncer al que me he dedicado con irrefrenable tesón, con un entusiasmo y fe inquebrantable, mi camino ha abocado finalmente a tener que padecer yo mismo de una neoplasia de recto. Nunca temí por el final que pudiera tener. Presentía que el final sería esperanzador y punto de arranque para la consecución de nuevas y esperanzadoras expectativas.

He procurado ser rigurosamente respetuoso con la prescripción facultativa, por confiar ciegamente en la quimioterapia y radioterapia. El resto del tratamiento ha consistido en estar sometido a un especial plan alimentario y a tratar de conseguir el restablecimiento del equilibrio electroiónico, cuyo método aquí se expone.


Episodio IV. Carcinoma de recto. Mi propio caso clinico. Como se ha curado .1

Episodio IV. Carcinoma de recto. Mi propio caso clínico. Cómo se ha curado

García Férriz, P.

Nota importante

Cuantos estén interesados en conocer una mayor y ampliada información sobre la verdadera “causa de todo tipo de cáncer” les invito a que contacten con la bibliografía que en este trabajo aparece.

Gracias

Índice
Resumen-introducción. Palabras clave
Carcinoma de recto. Cómo se ha curado
Conclusión final
Anexo: neuroanatomía intestinal
Figura y fotografía
Bibliografía

Resumen-Introducción

A lo largo de todo el tiempo de investigación sobre la etiopatogenia del cáncer al que me he dedicado con irrefrenable tesón, con un entusiasmo y fe inquebrantable, mi camino ha abocado finalmente a tener que padecer yo mismo de una neoplasia de recto. Nunca temí por el final que pudiera tener. Presentía que el final sería esperanzador y punto de arranque para la consecución de nuevas y esperanzadoras expectativas.

He procurado ser rigurosamente respetuoso con la prescripción facultativa, por confiar ciegamente en la quimioterapia y radioterapia. El resto del tratamiento ha consistido en estar sometido a un especial plan alimentario y a tratar de conseguir el restablecimiento del equilibrio electroiónico, cuyo método aquí se expone.

El resultado del tratamiento ha sido que el carcinoma rectal ha desaparecido en menos de 25 días. Tres meses después, y con el mismo tratamiento, pero sin radioterapia, se vuelve a practicar la resonancia magnética y la colonoscopia. Su feliz diagnóstico ha sido inmejorable, confirmándose el resultado de la primera revisión.

Confío en aportar una nueva visión sobre un nuevo y original método de tratamiento. En este estudio trato de demostrarlo.

Palabras clave: Quimioterapia (con capecitabina), radioterapia, alimentación, agua, calcio + vitamina D, magnesio y electroimán.

Carcinoma rectal. Cómo se ha curado

Siempre he mantenido el criterio de que no es posible que un determinado cáncer sea producido por una causa distinta a los demás. Trataré de demostrar que todos los procesos tumorales tienen un origen común.

En toda investigación hay que basar todo el trabajo en unos pilares difícilmente destructibles. La verdad está siempre por encima de toda autoridad humana. Y debemos conservarla, pues sin ella no puede haber patrones objeto de la investigación ni crítica de nuestros propios conceptos, ni tanteos en lo desconocido, ni búsqueda del verdadero conocimiento.

He procurado siempre y en todo momento indagar sobre el origen inicial de todo proceso tumoral. Para ello, he creído conveniente tratar de encontrar un fuerte pilar debidamente consolidado. Y creo haberlo encontrado en el carcinoma de recto ya avanzado que he padecido. Actualmente me encuentro totalmente curado.

Todo mi esfuerzo ha consistido en dar una sólida validez al poder de la observación. Necesitaba encontrar un solo caso clínico que definiera a todos los demás cánceres, estén donde estén ubicados. Estoy viviendo un espacio de tiempo trascendental de mi propia existencia. He creído encontrar ese firme e indestructible pilar sobre el cual pueda construir y enlazar todos los eslabones posibles que encajen perfectamente en una misma cadena. Esta cadena la denomino la teoría electrobioquímica.

Durante toda mi vida, el más firme eslabón que he encontrado ha sido mi propio proceso tumoral, que ha sido eliminado totalmente ateniéndome a unas firmes convicciones y a unas ideas fuertemente arraigadas de las que nunca me he separado.

Decía Kart R. Popper: “La observación siempre es selectiva. Necesita un objeto definido, una tarea definida, un interés, un punto de vista o un problema. Y su descripción presupone un lenguaje descriptivo con palabras apropiadas. Presupone una semejanza y una clasificación, las que a su vez presuponen intereses, puntos de vista y problemas”.

Trato de abrir el ventanal que me proporcione la luz necesaria para así poder resolver los inmensos problemas que se nos plantean al intentar hallar la verdadera etiopatogenia de todo proceso tumoral, sea de tipo que fuere.

Con la total curación de la neoplasia de recto que he padecido creo haber encontrado esa ventana que me proporciona la suficiente luz y mayor claridad de ideas para intentar desentrañar todo lo escondido en esa indefinible oscuridad en la que se encuentra sumida la clave esencial de tan temible mal.

Nunca he afirmado que el trabajo de investigación que he venido realizando desde el año 1966 es el contenido de la irrebatible verdad. Me he limitado a exponer mis propias observaciones que daban paso a diversas teorías. Siguiendo la investigación con tesón creo que la teoría electrobioquímica es la que mayormente encaja con la realidad. Esta teoría está basada esencialmente en el estudio neuroanatómico y neurofisiológico. Pero de nada serviría todo este esfuerzo si no se aportan las imprescindibles pruebas. Y creo haber aportado las suficientes. Pero entre todas ellas he creído oportuno destacar el caso de mi propia enfermedad.

Como se sabe, no existen efectos sin causa. Si los efectos desaparecen es porque la causa ha quedado eliminada. En este caso concreto, las células malignas son los efectos y la causa radica en la hiperexcitabilidad de la membrana celular, tanto de la célula nerviosa como de la muscular. Esta hiperexcitabilidad lleva siempre consigo el peligroso desequilibrio electroiónico, que ha quedado comentado en los Episodios I, II y III.

He procurado en todo momento atenerme rigurosamente a la lógica de la investigación científica, es decir, no apartarme de la doctrina que marca la epistemología. He procurado que los fundamentos y métodos que he desarrollado encajen dentro del marco de la sencillez y fácil comprensión. Confío en haberlo conseguido. He tenido que salvar numerosos obstáculos para poder adentrarme en el difícil camino de la investigación, sabiendo que ninguna ciencia y ninguna técnica son posibles sin imaginación creadora.

Cuanto acabo de exponer me ha servido (así lo creo) para colaborar en la curación del cáncer de recto que he padecido. Siempre imaginé (y sigo pensándolo) que el cáncer puede ser vencido por mentes con visiones verdaderamente creativas. Pero toda creatividad siempre debe estar forjada y conducida por los cánones que exige toda investigación científica. Y más aún si se trata de vencer de forma radical a todo proceso tumoral.

Ateniéndome a estos esenciales principios, he tratado de demostrar que todos los cánceres tienen una misma
fase de iniciación: la hiperexcitabilidad de la membrana celular tanto de la célula nerviosa como de la célula muscular. Por lo tanto, para que este proceso se produzca es necesaria la presencia y acción de nuestra propia corriente eléctrica. Como lo he demostrado en anteriores trabajos; y me explico: si no hay electricidad no puede nunca producirse ningún proceso tumoral.

Si la electricidad es de poca intensidad, sí se puede producir una neoplasia, pero con mayor lentitud. La prueba efectuada con 30 ratas, de la cual fui testigo presencial, lo demuestra de forma contundente e irrebatible (10, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 21, 21). Y, finalmente, cuando la intensidad eléctrica es fuerte las células malignas aparecen antes y avanzan con mayor rapidez. En este último caso, los electrones son arrancados de la membrana celular y de la capa mielínica por la frecuencia de la radiación más que por la intensidad de la corriente (1).

Considero que ha quedado demostrado que el impulso nervioso (eléctrico) es un fenómeno de excitabilidad de la membrana celular (1) y también de las espinas dendríticas.

El estudio, la reflexión y un continuo razonamiento sobre este complicado proceso electrobioquímico, me ha inculcado y fijado una firme base. A partir de ella, y teniendo como aliada una fuerte dosis de fe, yo mismo he decidido llevarlo a la práctica para tratar de vencer al neoplasma de recto.

El resultado ya lo hemos visto: se ha derrotado totalmente a tan temible y repugnante enemigo. Y espero que no se reactive, porque el fortín que ya le tengo preparado no podrá ser invadido nuevamente. Mi defensa a ultranza será siempre la misma que he empleado para conseguir la victoria total y definitiva.


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He procurado colaborar fielmente con el extraordinario equipo médico de Oncología. Sin ellos nunca me podría haber curado. Todo es cuestión de actuar en equipo, de colaboración mutua y ser riguroso en tan delicado tratamiento.

Para que sea creíble cualquier proceso de investigación hay que demostrarlo y presentarlo sin la menor fisura. En mi caso concreto ya he procurado ser preciso y claro en la exposición de todo el proceso desde su inicio hasta el final, que es el que a continuación procedo a describir.

Con fecha 31 de enero de 2011 se me practicó una resonancia magnética a los veinticinco días de haber terminado con el ciclo del tratamiento quimioterapéutico y la radioterapia. El informe emitido sobre el resultado de la resonancia magnética dice: “Con respecto al estudio de septiembre de 2010 llama la atención una excelente respuesta al tratamiento, ya que ha disminuido significativamente la lesión del recto medio que ha quedado reducido a un ligero engrosamiento de aspecto fibroso de las paredes del recto a nivel de la reflexión peritoneal”.

Como resultado de este informe, la doctora Nuria Cárdenas Quesada me prescribe la continuación del mismo tratamiento con capecitabina y la misma dosis durante el mismo espacio de tiempo, pero sin radioterapia.

Nuevas pruebas dan como resultado un informe médico entregado a la oncóloga el 20 de mayo de 2011. Estos informes son tres: resonancia magnética, colonoscopia y diagnóstico anatomopatológico, que muestran lo siguiente:

RESONANCIA MAGNÉTICA. Hallazgo:

_En la exploración realizada no se aprecia un engrosamiento mural rectal significativo que sugiera de forma concluyente la existencia de una neoplasia. Por lo tanto, se sigue manteniendo el diagnóstico previo de aparente remisión completa de la enfermedad tumoral macroscópica. Tampoco se aprecian adenopatías meso ni extrameso rectales.

COLONOSCOPIA

Estenosis leve cicatricial de recto. No se aprecian otros hallazgos.

DIAGNÓSTICO ANATOMOPATOLÓGICO. Recto (biopsia):

Inflamación crónica inespecífica y fibrosis, compatible con cambios cicatriciales.

A la vista de estos informes sobre el resultado final y definitivo, la situación me obliga a entregarme a una profunda y detenida concentración. Pero una concentración salpicada de múltiples ideas y conjeturas, que, como es lógico, van centradas todas ellas en una misma dirección y hacia un mismo objetivo: demostrar cuál es el verdadero punto inicial o primera fase de arranque que se produce para la formación de cualquier proceso tumoral. Todos mis pensamientos me han conducido hacia el mismo punto causal, que ya conocemos: la hiperexcitabilidad de la membrana celular. Si ésta se produce y persiste de forma continuada, aparecen fuertes oscilaciones eléctricas que son precisamente las que arrancan los electrones de la membrana celular y de la mielina que envuelve al axón, y no las intensidades eléctricas, como en un principio se creía.

Ante este hecho real y suficientemente demostrado, me decidí a intentar frenar dichos impulsos nerviosos (eléctricos). Parece ser que lo he conseguido.

Al faltarles su principal aliado (la electricidad), las células malignas no pueden ejecutar sus habituales acciones bioquímicas. Como también se frena su avance por otro “frente”, dichas células mueren irremisiblemente. Este frente encargado de contener el avance de las células malignas lo constituye la acción conjunta entre la quimioterapia y la radioterapia, es decir, frenan el avance del “enemigo”. Pero simultáneamente se ha atacado a su “puesto de mando” (la causa) con el procedimiento que se describe en el Episodio III. En esta lucha para intentar vencer la causa, me decidí a usar un producto al que considero lo suficientemente capaz para frenar y disminuir las intensidades y oscilaciones eléctricas originadas por la referida hiperexcitabilidad celular.

Agradezco se me disculpe por este breve pasaje jocoso que he descrito sobre la lucha para vencer a tan temible y horroroso enemigo. Mi carácter es así, y así me manifiesto, incluso en estas situaciones tan delicadas y serias. Creo no estar en un error si pienso que el buen humor nunca debe estar ausente, aunque se trate de situaciones muy tristes y penosas.

Y volviendo al cauce normal del tema, y para poder concluir, considero que con el resultado obtenido con el tratamiento de mi enfermedad hemos conseguido dar con la causa. Y al desaparecer la causa principal (la hiperexcitabilidad de la membrana) desaparecen todos los efectos que de ella se derivan. Y entre los efectos, el principal, como es lógico, lo constituyen las células malignas.

Finalmente, y como colofón, he creído oportuno y necesario hacer un breve esbozo sobre la gran importancia que tiene la inclusión del electroimán para complementar el tratamiento de la neoplasia de recto en fase ya avanzada que he padecido.

El electroimán que me he aplicado consiste en una bobina de hilo conductor con núcleo de hierro dulce o de acero que se imanta cuando la corriente lo recorre, comportándose como un imán.

La corriente eléctrica que fluye a través de los nervios lleva consigo el 50% de magnetismo. Esta corriente magnética se desplaza hasta la superficie del cuerpo, y es la que contacta con el mismo imán que yo me he aplicado tanto en la fosa ilíaca izquierda como en la derecha. He de resaltar que cuando llevaba varias horas aplicando el imán, notaba una especie de rechazo que me inducía a retirarlo. Esto me hace pensar que el imán ha hecho efecto y que había que retirar el imán. Y así lo hacía.

Como se sabe, el campo magnético forma parte de las ondas electromagnéticas. La acción de un campo magnético consiste en variar la dirección de la velocidad de las partículas, manteniéndose constante su módulo (1).

Pero en nuestro organismo, el electroimán ejerce también una importantísima función: frenar el impulso nervioso (eléctrico), y con ello se consigue disminuir ostensiblemente la intensidad eléctrica, es decir, que se destruye la causa que ha provocado inicialmente el proceso tumoral.

Así tenemos que, por una parte, la quimioterapia y la radioterapia han frenado el avance de las células malignas (efectos); y, por otra, el régimen alimentario, el calcio + vitamina D, magnesio, 2 litros de agua (escasa de Na+) como mínimo y, sobre todo, el imán, han eliminado el factor causante del cáncer: la hiperexcitabilidad de la membrana celular y la excitación de las espinas dendríticas, que son los puntos más excitables de la neurona.

Pero sigamos con el campo magnético.

El campo magnético está generado por las cargas en movimiento y en consecuencia por la corriente eléctrica (1). Vuelvo a insistir: los imanes son materiales que producen campos magnéticos debido a las corrientes microscópicas de sus electrones y a los espines de sus partículas, tanto electrones como núcleos (1). Cada espín genera un campo magnético, al igual que lo haría una corriente microscópica (1).

Las corrientes eléctricas involucradas en los potenciales de acción generan (junto con las diferencias de potencial) campos magnéticos que se propagan hasta la superficie del cuerpo y pueden ser detectados (1). Ante esta situación, el imán que me he aplicado ha ejercido una labor claramente reparadora sobre dicha patología electrobioquímica de la región rectal en mi caso personal.

Las ondas electromagnéticas procedentes de la inervación rectal se dirigen a la superficie del cuerpo y al contactar con el imán, éste se imanta ejerciendo la función electromagnética. El electroimán (imán) colocado en ambas fosas ilíacas ha frenado los impulsos nerviosos; por tanto, disminuye ostensiblemente la intensidad eléctrica y sus aceleraciones. Las células malignas, como se sabe, mueren al faltarles la electricidad.

Yo me he aplicado el electroimán el mayor tiempo que me ha sido posible, tanto de día como de noche. El resto del tratamiento ya lo conocemos.

Como decimos, el campo magnético está generado por las cargas eléctricas en movimiento, es decir, por la corriente eléctrica. Y el magnetismo procedente de nuestra electricidad es el que contacta con el imán que yo me he aplicado. Su resultado ya lo hemos visto. Yo me he curado totalmente del cáncer en menos de 25 días, que fueron los días a los que me sometí al tratamiento con quimioterapia y radioterapia de forma simultánea.

Ante este hecho clínico, perfectamente cabe preguntarse lo siguiente:

¿Me hubiera curado en tan poco espacio de tiempo sin la aplicación del imán? Creo que no.


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¿Me hubiera curado empleando el habitual sistema consistente en la aplicación de radioterapia y quimioterapia? Creo que no, y menos aún en tan reducido espacio de tiempo.

El tratamiento al que yo me he sometido, lo considero un tratamiento completo. Con él se consigue un doble efecto: primero, frenar el avance de las células malignas (efectos) con la quimioterapia y radioterapia; y segundo, eliminar la causa mediante los medios que se han referido en los Episodios I, II y III, junto al empleo riguroso del imán.

Sólo me queda por anotar una amplia y adecuada epidemiología. En ello estoy.

No procede, en mi caso, alardear de un exceso de optimismo, ni tampoco de excesiva humildad. Sólo me limito a aceptar la realidad de los hechos debidamente demostrados. Y aquí tropezamos con un muy serio obstáculo: que no resido en EEUU y no domino el idioma inglés, imprescindible en la actualidad para poder alcanzar el privilegio de ser debidamente atendido.

¿Cuándo tendrá España una sólida y firme vía de investigación científica para poder definir y demostrar la verdadera etiopatogenia de todo proceso tumoral?

Esta es la inquietante situación en la que nuestra patria se ha visto siempre sumida. Sólo tengo un camino a seguir: RESIGNACIÓN, a la que creo no poder adaptarme.

Pero la verdad es que se ha obtenido un resultado capaz de proporcionarnos muchas más y mayores alegrías. La esperanza y la fe deben ser siempre nuestros aliados para no decaer en el desánimo. Seguro estoy de que en muy breve espacio de tiempo las “visitas al quirófano” se verán reducidas en un número ciertamente muy elevado. Al tiempo.

Conclusión final

Siempre he creído que para que se forme un proceso tumoral es necesario que se produzca inicialmente una permanente hiperexcitabilidad de la membrana celular, tanto en la célula nerviosa como en la muscular.

Si la membrana celular no es excitada, los canales iónicos que están insertados en ella pierden toda su actividad electroiónica. Su proyección a larga distancia no puede realizarse, por lo tanto las terminaciones nerviosas motoras (motoneuronas) no pueden ejercer actividad alguna, cesando por consiguiente toda actividad bioquímica. De lo que se deduce y puede afirmarse que donde no hay corriente eléctrica nunca podrá producirse la malignidad celular.

Soy consciente de que nada puede asegurarse si no se aportan las correspondientes y convincentes pruebas. Y a eso vamos.

Empiezo por decir y afirmar que es imposible que se produzca ningún cáncer en las extremidades de un parapléjico. (10, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 21), Estas partes de nuestro cuerpo, al no poder recibir corriente eléctrica, no pueden realizar sus habituales acciones bioquímicas. En cambio, cuando sólo existe poca intensidad eléctrica sí puede producirse el cáncer, aunque con mayor lentitud. Pero para que en esta circunstancia se produzca un proceso tumoral es necesaria una administración continuada de un tóxico excitante. La demostración la tenemos con la prueba de las 30 ratas (15 nutridas y 15 desnutridas) a las que el Profesor, Dr. Bartolomé Ribas Ozonas (Jefe del Área de Toxicología del Instituto de Salud Carlos III de Majadahonda, Madrid) les aplicó benzopireno. El resultado fue que a las 15 ratas nutridas les apareció el cáncer a los 7 meses, y a las 15 ratas desnutridas se les formó el proceso tumoral a los 12 meses. Fui testigo de esta importante prueba (10, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 21) (Foto 1).

Esta es la vital importancia que le damos a la ausencia o presencia de nuestra electricidad. En tal sentido, al final del Episodio I se expone la “Tabla PeGFer de Oncología Clínica” en donde resumo los efectos de las diferentes intensidades eléctricas.

Estas evidencias que acabo de comentar me han servido para fortalecer mis convicciones sobre la gran importancia que realmente tienen la presencia o ausencia de nuestra corriente eléctrica en la formación de todo tipo de cáncer.

Pero como normalmente nadie está exento de padecer de dicho mal, a mí mismo se me ha formado el proceso tumoral que ya he comentado sobradamente. Y, sin dudarlo un solo momento, decidí llevar a la práctica mi personal criterio. En el Episodio III ha quedado reflejado de forma clara y sencilla cómo se ha erradicado mi propio cáncer en menos de 25 días.

Indudablemente son muy numerosos los medios, factores o elementos capaces de producir una peligrosa hiperexcitabilidad de la membrana. Entre los elementos desencadenantes destaco muy especialmente a nuestra propia corriente eléctrica, por ser el mayor excitante que tenemos en el organismo. Pero existen otros: el tabaco, el alcohol, la mala alimentación (mucho peor si es abundante), el aire contaminado que respiramos, las radiaciones electromagnéticas a las que estamos expuestos en nuestro propio hogar, como la televisión y el microondas. También los teléfonos móviles que desprenden ondas electromagnéticas, y un largo etcétera, constituyen un continuo peligro que en otras épocas no existía.

Por lo tanto, la predisposición a padecer de cáncer actualmente es muy acusada. Por ello no es de extrañar que desde que se nace y en cualquier edad se pueda producir una hiperexcitabilidad de la membrana celular.

Y por estar plenamente convencido de todo este proceso electrobioquímico, he tomado la acertada determinación (así lo creo) de llevar a la práctica en mi propia persona el tratamiento que ya se ha descrito en los Episodios II y III. Estaba mi propia vida en juego. No dudé ni un solo momento en arriesgarme y el resultado ya lo conocemos.
Así pues, hay que pensar siempre en positivo. Y la definitiva erradicación del cáncer la tenemos al alcance de la mano. Al menos este es mi personal criterio.

¿Estaré actuando erróneamente? La prueba a la que yo mismo me he sometido nos dice todo lo contrario.

Esperemos y confiemos.

Anexo: Neuroanatomía intestinal

En este anexo, y para su mejor comprensión, he decidido poner en conocimiento de cuantos lectores deseen profundizar, un resumido estudio neuroanatómico y neurofisiológico. El conocimiento de dicho contenido me ha resultado muy útil y decisivo para poder esclarecer el mecanismo sobre el que gira la auténtica realidad y validez de la verdadera etiopatogenia de todo proceso tumoral que acontece en el paquete intestinal.

En él podrá comprobarse que donde existe mayor riqueza inervadora, mayor es la posibilidad de padecer de cáncer. Y donde no existe fuerte intensidad eléctrica, es decir, donde los potenciales eléctricos son débiles, la formación tumoral se hace muy difícil. Esto queda demostrado con las partes orgánicas que raramente son afectadas de un proceso tumoral, como son los casos del corazón, diafragma y yeyuno e íleon. También aporto la validez de dicho estudio. Y para demostrarlo, junto a la neuroanatomía esbozo con la mayor sencillez que me ha sido posible, el mecanismo de su correspondiente neurofisiología.

La neuroanatomía, la neurofisiología, pruebas clínicas y de laboratorio, junto a la epidemiología, han constituido los medios de investigación para intentar demostrar el verdadero origen de todo tipo de CÁNCER, esté donde esté ubicado.

Comienzo con la neuroanatomía extraída de Anatomía Humana (Latarjet-Ruiz Liard, 3ª edición).

Inervación

CIEGO (2)

Provienen del plexo solar por intermedio del plexo mesentérico superior. Los filetes nerviosos siguen a las arterias alrededor de las cuales forman plexos densos. Terminan en los planos musculares del ciego y del apéndice vermiforme en un plexo intramural que funcionaría como un centro motor ileocecal autónomo. Existe pues una normal inervación.

COLON ASCENDENTE (2)

Los plexos periarteriales proporcionan la inervación simpática y parasimpática.

COLON TRANSVERSO

Los nervios siguen a la distribución arterial


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ÁNGULO IZQUIERDO DEL COLON (2)

Los nervios provienen del plexo mesentérico inferior. Los nervios siguen, como en otros sectores, a las arterias. Existe buena inervación.

COLON DESCENDENTE (2)

Siguen a las arterias y reciben una cantidad muy importante de fibras simpáticas que proceden de los ganglios lumbares izquierdos que enriquecen el plexo nervioso inferior. Hay mayor inervación.

COLON SIGMOIDAL, PELVIANO (2)

El colon sigmoideo está interpuesto entre el colon descendente y el recto.
Los nervios provienen del plexo mesentérico inferior, que se considera que contiene más fibras simpáticas que parasimpáticos. Las fibras nerviosas siguen a las arterias y terminan en los plexos mesentéricos intraparietales. Buena inervación.

RECTO (2)

_Constituye la parte terminal del aparato digestivo que se continúa por el canal anal.
_La existencia de una musculatura esfinteriana estriada hace aparecer aquí una doble inervación: organovegetativa para el conjunto del tubo digestivo, y espinal de comando voluntario para el músculo estriado.
_Los nervios organovegetativos vienen del plexo hipogástrico superior e inferior y por ramas del simpático sacro; fibras parasimpáticos por los nervios erectores; 3ª raíz sacra.
_Los nervios espinales están representados de cada lado por el nervio rectal inferior (anal), nervio pudendo (interno); 3ª y 4ª raíces sacras. El nervio rectal inferior atraviesa la fosa isquiorrectal en compañía de los vasos rectales inferiores.
_La evacuación de las materias fecales parte de su último reservorio, el colon sigmoideo. El recto es sólo una vía de pasaje.
Tanto el recto como el colon poseen una rica inervación, mayor que en el ciego.

YEYUNO E ÍLEON (2)

_Son nervios mixtos que contienen fibras simpáticas y parasimpáticas. Proceden del plexo solar (celíaco). Están situados alrededor del origen de la arteria mesentérica superior. Los nervios disponen de dos plexos (prearterial y retroarterial) ampliamente anastomosados entre sí.
_Estos nervios forman una vaina periarterial espesa difícil de disociar, que envía ramas alrededor de las arterias en el espesor del mesenterio.
_Según André Latarjet se puede distinguir: Un pedículo de la 1ª asa delgada; los pedículos de las asas yeyunoileales y el pedículo ileocecal que contiene pequeños pedículos nerviosos.
_Esta inervación asegura la sensibilidad, el control de la motricidad y de las secreciones intestinales. Los movimientos peristálticos son producidos por la musculatura circular y longitudinal. Todos estos movimientos son automáticos. Plexos nerviosos mioentéricos (de Auerbachl), pero controlados por el vago (estimulador) y el simpático (inhibidor).

El yeyuno e íleon sólo reciben potenciales eléctricos débiles.

La fisiología correspondiente al yeyuno e íleon la exponemos a continuación, cuyo estudio ya ha sido publicado en PortalesMédicos.com, con el título “Nuevas aportaciones sobre la escasez de cáncer en el corazón, diafragma, yeyuno e íleon”.

En este trabajo trato de demostrar la poderosa influencia que ejerce una patología electroiónica para la producción tumoral. Si dicha patología no se produce es muy difícil que se forme ningún tipo de cáncer.

Por todo lo anteriormente expuesto sobre mi propia enfermedad (carcinoma de recto), llego a una conclusión que trato de demostrar.

Actualmente existe el universalizado criterio de que el origen del cáncer está esencialmente en una patología de índole genética. Considero que lo primero que se produce es la ya mencionada hiperexcitabilidad de la membrana celular, seguida de una patología electroiónica, dando lugar finalmente a un desequilibrio del cociente o índice de Loeb. Y al producirse todo este estallido electroiónico, lógicamente quedarán afectados los genes que codifican los canales iónicos.

Se sabe con certeza que los canales de K+, Na+ y Ca2+ están relacionados con un solo gen (3). Y este gen queda seriamente afectado por la patología electroiónica producida con anterioridad.

Si esta patología no se produce, el gen persiste en sus habituales funciones biológicas. Luego el gen no es donde se inicia el cáncer.

De aquí que podamos deducir que la predisposición a padecer de cáncer recae en un anormal proceso electroiónico producido por una hiperexcitabilidad celular, y no sobre una patología genética. No olvidemos que la neurofisiología también se hereda. Y para reforzar este personal criterio, pongo como ejemplo al corazón, al diafragma y al yeyuno e íleon, que al no recibir sus respectivas células fuertes potenciales eléctricos, dicho proceso electroiónico no se produce. Sus correspondientes genes permanecen inalterables.

No trato de revolucionar conceptos o teorías ya conocidas y aceptadas como ciertas. Sólo pretendo sacar una sencilla conclusión de mis propias concepciones. Ya me he referido al caso del corazón, diafragma, yeyuno e íleon donde es muy rara la formación tumoral. En dichas regiones existen también los canales iónicos y el gen que los codifica. Pero al no producirse grandes potenciales eléctricos, el gen permanece inalterable en sus habituales funciones. Este simple proceso me ha hecho pensar y creer en el concepto que acabo de apuntar.

¿Estaré o no en lo cierto? ¿Será la causa esencial una patología electroiónica provocada previamente por una permanente hiperexcitabilidad de la membrana celular?

Y concluyo: sin la aportación neuroanatómica, considero que hubiese sido muy difícil la investigación sobre la verdadera etiopatogenia tumoral. Para mí, ha constituido un imprescindible complemento de nuestra propia neurofisiología.

Figura 

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Fotografía 1

curacion_cancer_recto/pedro_garcia_ferriz

En la fotografía, el Profesor, Dr. Ribas Ozonas, B. y a su derecha me encuentro esbozando una leve sonrisa que refleja mi forma habitual de ser. El optimismo siempre ha supuesto para mí un arma valiosa para la convivencia, para el trabajo cotidiano y para la salud: relaja nuestro sistema nervioso, que no es poco.

El Doctor Ribas Ozonas (a mi izquierda) efectuó un trabajo experimental con 30 ratas; 15 desnutridas y otras 15 nutridas (ver fotos a continuación). Se demostró que un organismo desnutrido ofrece mayores dificultades para la formación y proyección de la malignidad celular, al disminuir el número de electrones (oxidación).

En las ratas bien nutridas se produce una mayor excitabilidad y mayores intensidades eléctricas, al abundar durante su trayecto gran cantidad de electrones (reducción), procedentes de la mielina (grasa, aminoácidos, proteínas, etcétera). Con esta prueba, se confirma también lo que propugnaba el Profesor, Dr. Sodi Pallarés, D., que precisamente fue propuesto para premio Nobel. Decía, que “las células malignas actúan con mayor rapidez cuando existen mayores intensidades eléctricas”. Con la prueba de las ratas se confirma una vez más su postulado.

A continuación ofrecemos como muestra del experimento efectuado en el Instituto de Salud Carlos III, de Majadahonda (Madrid), varias fotografías de ratas correspondientes a los dos grupos: nutridas y desnutridas. Lo presentamos en sus distintas fases del experimento.

En las ratas nutridas los efectos cancerígenos aparecen antes: a los siete meses. En las desnutridas, los mismos efectos y con las mismas dosis del cancerígeno empleado para los dos grupos, aparecieron a los doce meses.

Y concluimos con la siguiente interrogante:

¿Queda aún alguna duda sobre la corriente eléctrica como causa principal de todo proceso tumoral?

Bibliografía

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