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Desarrollo de la conducta criminal de niņos, niņas y adolescentes
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Autor: Lic. Anaid del Valle Marcano Benavides
Publicado: 29/05/2012
 

El presente artículo es un análisis crítico del desarrollo de la conducta criminal de niños, niñas y adolescentes considerando su desarrollo Humano desde el ámbito social, educativo, familiar y cómo ocurre la descomposición física, cognoscitiva, emocional y social determinando el desarrollo de la persona hacia conductas violentas que desencadenan una sociedad con altos índices de criminalidad. El estudio se realizó mediante una investigación documental con enfoque multidisciplinario con teorías psicológicas, filosóficas, y educativas, que confirman la existencia diversas causas para determinar la desviación de la conducta humana y llevarlo a la conducta criminal. Se determinó que existen características de un desarrollo familiar, educativo, social y personal que puede determinar la formación de una conducta criminal. Aunque ninguna característica específica de personalidad determina que esté dispuesto a la criminalidad, sin embargo puede ser más probable que los individuos con estas descripciones de vida desarrollen conductas criminales.


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Desarrollo de la conducta criminal de niños, niñas y adolescentes

Anaid del Valle Marcano Benavides. Lic. en Educación Mención Orientación.

Universidad de Carabobo, Facultad de Ciencias de la Salud. Escuela de Salud Pública y Desarrollo Social. Departamento de Ciencias Sociales.

Palabras Clave: Conducta criminal, desarrollo humano, violencia.
Keywords: Criminal conduct, developing human, violence.

RESUMEN

El presente artículo es un análisis crítico del desarrollo de la conducta criminal de niños, niñas y adolescentes considerando su desarrollo Humano desde el ámbito social, educativo, familiar y cómo ocurre la descomposición física, cognoscitiva, emocional y social determinando el desarrollo de la persona hacia conductas violentas que desencadenan una sociedad con altos índices de criminalidad. El estudio se realizó mediante una investigación documental con enfoque multidisciplinario con teorías psicológicas, filosóficas, y educativas, que confirman la existencia diversas causas para determinar la desviación de la conducta humana y llevarlo a la conducta criminal. Se determinó que existen características de un desarrollo familiar, educativo, social y personal que puede determinar la formación de una conducta criminal. Aunque ninguna característica específica de personalidad determina que esté dispuesto a la criminalidad, sin embargo puede ser más probable que los individuos con estas descripciones de vida desarrollen conductas criminales.

ABSTRACT

This article is a critical analysis of the development of the criminal conduct of boys, girls and adolescents considering its human development from social, educational, family and how physical, cognitive, emotional and social decomposition occurs determining the development of the individual towards violent behaviors that trigger a society with high rates of crime. The study was conducted through a documentary research; with a multidisciplinary approach based on philosophical, psychological y educational theory’s which in their studies confirm that there are several causes to determine the deviation of human conduct and bringing it to the criminal conduct. It was determined there are characteristic of a family, educational, social and personal development that can influence for the formation of criminal conduct. Although no specific feature of personality suggests or determines that it is prepared to crime although it is more likely that individuals with these descriptions of life become deviant social.

DESARROLLO DE LA CONDUCTA CRIMINAL DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES

“La violencia no es innata en el hombre. Ella se adquiere por la educación y la práctica social”. Françoise Héritier.

Atreverse a examinar el desarrollo de la conducta criminal de los seres humanos desde la niñez y adolescencia se circunscribe en estudiar las causas potenciales que la generan, y en las mismas hay que buscar explicaciones que giren en torno a los factores socioculturales que repercuten de una u otra manera decisivamente.

De raigambre social, la criminalidad va acompañada de la ausencia casi por completo de los valores y principios más elementales que norman la vida en colectivo, y a causa de la ruptura evidente que se experimenta entre las funciones inherentes a la familia, la escuela y la sociedad lo cual deviene en el eclipse del tan anhelado vínculo social en franca armonía.

Consecuencia de la crisis en las instituciones familiar y escolar, entre alguna, genera las condiciones necesarias para que la violencia se consolide y alcance sus máximos niveles de objetivación en las conductas criminales que se hacen ya presente en las poblaciones de niños y adolescentes de manera cada vez más alarmante.

Así, al observar detenidamente nuestro alrededor es posible capturar escenas y comportamientos de un colectivo juvenil que actúan conductas con altas dosis de agresividad, que al decir de Machado (2010), se hacen cada vez más evidentes en una sociedad en la cual la violencia se ha venido legitimizando como consecuencia del debilitamiento del aparato societal que al parecer ha relegado casi por completo los valores y las buenas costumbres para dar cabida, justamente, a comportamientos que están fuera de la norma y de las buenas costumbres.

Al parecer, “lo bueno es visto como malo, y lo malo es visto como bueno”, así reza una sentencia de algunas ideas del ideario santocristiano y marca una manera de apreciar el estado actual de descomposición y anomia por la que atraviesan las sociedades actuales. Así, siendo un problema sociocultural corresponde a las instituciones de igual naturaleza generar estrategias educativas tendentes a contrarrestar los efectos perversos de los factores condicionantes de las conductas agresivas y las delictivas desde temprana edad.

Sociedad, relaciones sociales e instituciones educativas y familiares

En todo país es necesario asegurar el desarrollo humano de los ciudadanos ya que de esto depende el crecimiento sostenido de una nación. En el ámbito popular siempre se escucha decir a la gente que los niños son el futuro de un país, si se analiza esta frase de lo general a lo particular la sociedad, la educación y la familia inciden en la formación de esos niños, niñas y adolescentes que en pocos años serán los ciudadanos que enfrentarán los retos que se presenten en el futuro y determinaran el destino del país, depende en gran parte de estas instituciones que los niños, niñas y adolescentes sean el futuro personas de bien o simplemente se conviertan en desviados sociales.

En tal sentido, para poder definir que dirección tomará el país se debe considerar con qué sociedad cuenta para alcanzar dichos fines. Partiendo del hecho de que es en el vínculo social donde se logran los objetivos, entonces se debe comenzar con una definición de sociedad para poder entender como ésta influye en la formación de los niños y niñas, presente y futuro de un país; pero no sin antes aclarar que aun en la actualidad en pleno año 2012, científicos y filósofos se encuentran con el dilema de que no existe una definición absoluta de “sociedad” en la cual estén de acuerdo ya que “…los distintos autores consideran o al menos destacan diferentes aspectos del mismo fenómeno”. (Chinoy, s/f, p.24).

En términos generales “Sociedad se refiere… al hecho básico de la asociación humana” (Chinoy, s/f, p.25). El autor busca con esta definición incluir toda clase y grado de relación en que el hombre se incluye en el medio social (organizada o no, directa, indirectas, conscientes, inconscientes, de cooperación o antagonismo) queriendo decir que los individuos no solo viven juntos sino que interactúan de manera continua y fundamenta su definición en que la sociedad está constituida en relaciones sociales donde unos influyen sobre otros y viceversa y que el concepto de relación social se basa en el hecho de que la conducta humana se halla orientada de innumerables maneras hacia otras personas, de esta manera este autor se apoya en otros autores que comparten esta perspectiva y quienes describen este hecho con otras palabras como es el caso de Simmel, Redfield, Rummey y Maiera.

Así, Chinoy (s/f), va describiendo en que consisten las relaciones sociales y amplía sus horizontes, explicando que las relaciones sociales van más allá de la interacción social entre individuos que comparten una vida común total, y que es más que una organización limitada a algún propósito o propósitos específicos y por tanto menciona que la sociedad es “la matriz de relaciones sociales dentro de la cual se desarrollan otras formas de vida de grupo”.

Bajo esta perspectiva se explica que la sociedad no solo son individuos que se interaccionan sino que también son grupos interconectados y superpuestos, por ejemplo una sociedad está constituidas por familias, además de individuos solos, multiplicidad de comunidades urbanas y rurales, de distintas profesiones, sectas y sistemas de religiones de la más variada naturaleza, partidos políticos, grupos étnicos, clases sociales y económicas, entre otros. En tal sentido, la interacción social se desarrolla desde el enfoque individual como también de grupos sociales. De allí la naturaleza compleja y dinámica de las agrupaciones humanas.

En este sentido, Chinoy (s/f), también refiere una definición de sociedad utilizada por muchos autores como lo es el concebir a la sociedad como un conjunto de instituciones que forman la trama de la vida social. Estas instituciones se componen de un cierto número de personas unidas por un sistema de relaciones sociales, donde sus miembros interactúan entre sí en una forma más o menos estandarizada dentro de normas aceptadas por el grupo, las cuales se trasmiten por medio de un aprendizaje social en donde los individuos según Bandura y Walter (1974), pueden modificar su susceptibilidad a la influencia social que ejercen el refuerzo o procedimientos del modelado. Considerando los autores el termino modelado en este contexto con el sentido de empleo de modelos o modificaciones de conducta mediante modelos.

Atendiendo a los basamentos teóricos de los autores antes consultados se puede inferir, entonces, que las instituciones sociales son las encargadas de prescribir determinadas reglas de conductas necesarias para el ordenamiento societal, así como también dictaminan los conocimientos y creencias sobre el hombre y el mundo, valores y sentimientos o actitudes pautadas. Estas deben ser consideradas, en consecuencia, como “…pautas normativas que definen los modos de acción o relación social, que se consideran apropiadas legítimos o esperados” (Chinoy, s/f, p.50).

Existen diversas instituciones sociales entre las cuales se encuentran las económicas, políticas, religiosas, recreativas, educacionales y familiares, pero es necesario destacar que las más influyentes y determinantes en el desarrollo del individuo son las instituciones educativas y familiares, ya que son las responsables directas en la formación, crecimiento sano y adecuación de los niños, niñas y adolescentes a su medio social.


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Las instituciones educativas son organizaciones creadas por el Estado con el fin de contribuir en la formación integral de los niños, niñas y adolescentes de una nación, y tienen la misión de llevar en sus manos de manera paulatina la educación de los individuos que en el presente y futuro próximo serán los hombres y mujeres que forjarán el futuro del país. Por eso, la educación es un aspecto esencial del desarrollo humano según lo menciona el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en el cual se expresa que ser educado es disfrutar de una vida plena y es disponer de un rango más amplio de oportunidades (alternativas ocupacionales, de información, de recreación…) (PNUD, 1998) para así servirle a la sociedad de manera útil, para el beneficio y bienestar social.

En Venezuela los principios de la educación están establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), en su artículo 103, en la que cabe destacar que son profundamente democráticos y progresistas, en cuanto al derecho que tiene todo ciudadano a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades.

De allí que, la educación es un proceso abierto y constante, que compromete a todas las personas, en su papel esencial e irrenunciable. Pero educar es también una tarea decisiva de la institución familiar y esta labor no puede ser eficaz sin la participación, apoyo y la supervisión de la misma. En este caso, los adultos deben motivar el desarrollo personal y ciudadano de los integrantes de dicho núcleo, y la obligación de cultivar al máximo las potencialidades y una personalidad cuya base esté constituida por los valores y principios necesarios para asegurar la armonía dentro del colectivo social, manteniendo el empeño permanente de aprender.

Educar, entonces, una función social primordial del aparato estatal, de la cual la institución de la familia es corresponsable con la institución de la educación y se puede considerar que es en la familia donde recae dicha responsabilidad aun mayor que la institución antes mencionada ya que es en el grupo familiar donde el niño pasará mayor parte de su vida y de su tiempo por tanto el destino de los niños, niñas y adolescentes dependerá enormemente de lo que sus representantes decidan al velar por ellos.

La institución de la familia ha sido estudiada y definida por diversos filósofos y científicos como es el caso de Morgan citado por Engels acucioso investigador que realizó exhaustivos análisis de tribus y civilizaciones de diferentes países del mundo entre los que se observan tribus de los Estados Unidos, la India y las Islas Polinesias, donde se destaca en sus escritos que para aquella época que el concepto de familia se define por los lazos de consanguinidad existente entre sus miembros (Marx y Engels, 1974).

En Venezuela la Ley Orgánica de Protección de Niños Niñas y Adolescente define la institución familiar como “…la que está integrada por el padre y la madre, o por uno de ellos y sus descendiente, ascendientes y colaterales hasta el cuarto grado de consanguinidad”.

De allí que, las estructuras familiares son la base fundamental de la sociedad, en ella deberían irradiar los derechos más nobles y virtudes que conforman una sociedad que hace grande a una nación, que en el ideal deberían trabajar en equipo para obtener el logro de los objetivos comunes planteados en función de las necesidades presentes. Esta institución familiar debe estar ligada por lazos de amor, respeto, autoridad, obediencia, necesario para el desenvolvimiento del individuo en todos los ámbitos de la vida.

En la familia es necesario que tanto la madre como el padre compartan un compromiso íntimo e interpersonal donde los miembros consideren su identidad como apegada de modo importante al grupo con identidad propia ya que los niños, niñas y adolescentes viven un proceso de socialización por medio del cual aprenden los estilos de comportamientos de la sociedad o los grupos sociales de modo que puedan funcionar dentro de ellos Rice (citando a Kalmuss y Seltzer, 1989).

Los niños aprenden valores de la sociedad por medio del contacto con los individuos que le rodean. Por medio del modelamiento o aprendizaje por observación, debido a que los niños imitan la conducta de los modelos que se encuentran a su alrededor Bandura (1976). Lo importante no siempre es lo que dicen los padres; si no lo que los padres hacen, ya que los niños modelan la conducta de sus progenitores.

La institución familiar como base del desarrollo humano de niños, niñas y adolescentes

El Estado venezolano considera tan importante a la institución de la familia en cuanto a la tutela de los menores que ha determinado en el ordenamiento jurídico que este grupo de personas unidas por vínculos legales o consanguíneos que componen la familia tengan obligaciones generales que se encuentran establecidas en la Constitución Nacional y la Ley Orgánica de Protección de Niños Niñas y Adolescente (artículo 5), mencionando la responsabilidad de los padres de forma prioritaria, inmediata e indeclinable, de asegurar a los niños, niñas y adolescentes el ejercicio y disfrute pleno y efectivo de sus derechos y garantías. El padre y la madre tienen responsabilidades y obligaciones comunes e iguales y por tanto a ambos les corresponde la tutela y la educación integral de sus representados.

La familia en estos inicios de tercer milenio se observa diversa y cambiante en cuanto a su estructura, por lo tanto se consiguen desde la tradicional familia nuclear conformada por la madre, el padre y sus hijos así como las familias con un solo padre o madre (llamado matricentrismo), la familia extendida que comprende la familia nuclear más otros miembros de la familia con quienes conviven, la familia mixta o reconstruida que consiste en la ausencia de uno de los padres por muerte o divorcio y que se ve sustituido(a) por un nuevo miembro que ocupa su rol.

La familia compuesta que consiste en la formación de una familia donde ambos cónyuges tienen hijos de sus respectivos primeros matrimonios, la binuclear la cual es dividida en dos por el divorcio, la homosexual conformada por adultos del mismo sexo, que viven junto con sus hijos y comparten la expresión y el compromiso sexual, y la familia cohabitantes que consta de una pareja heterosexual que llevan vida sexual, tienen hijos y no han formalizado el matrimonio legal (Rice, 1997).

En cada tipo de familia el rol de los progenitores juega un papel preponderante en la figura del infante. En las familias nucleares tradicionales la figura paterna tiene como función ser un proveedor, el hombre es el responsable de garantizar los ingresos necesarios a la familia a fin de brindarle el sustento que permita al hogar contar con los recursos necesarios por los miembros del hogar para satisfacer sus demandas y así desarrollarse a plenitud siendo él, la figura de autoridad, que inculca disciplina, refleja poder y representa a la familia como el jefe del hogar, Bethencourt (citado por González y Martínez, 2004).

En esta familia nuclear tradicional la mujer es más obediente y sumisa ante el marido y por tanto se ubica en la jerarquía de poder en el hogar en un segundo lugar con respecto al esposo, en este modelo de familia la madre tiene como función ser reproductora, dedicarse a las labores del hogar como son lavar, planchar, cocinar, limpiar la casa, mantener el orden y la operatividad, dar de comer a los miembros de la familia, ocuparse de la salud de los niños, de su vida escolar y velar por el desarrollo humano de sus hijos, es ella quien preside los procesos afectivos, se hace cargo de socializar a los niños y de identificarse fuertemente con los hijos, brindándoles el apoyo emocional que requiere el grupo familiar para su buen desenvolvimiento.

En la actualidad también se presenta la familias nucleares modernas donde tanto el padre como la madre trabajan, y la mujer comienza a ejercer un rol en la sociedad, rol protagónico en el contexto laboral político, económico y personal lo cual la obliga a cumplir con una jornada de trabajo fuera del hogar permitiéndose obtener ingresos económicos e incluso ocupar cargos a veces superiores a los de su esposo ubicándola en la jerarquía del poder familiar en una posición igual a la del padre como proveedora y jefa de hogar, siendo aquí la mujer ya no obediente y sumisa sino una negociadora conciliadora que logra sus objetivos llegando a acuerdos con su pareja.

Este hecho implica que ya la mujer no tiene el mismo tiempo para dedicarse al hogar y al cuidado de los hijos y por tanto a veces traslada determinadas funciones que ejerciera ella en el hogar a terceros, como son el cuidado del mismo a una domestica y parte de la formación de los niños a un familiar o institución educativa. Dedicándose ella a lo más estratégico de su casa.

En Venezuela se observa de manera común la existencia de la familia donde la figura de la mujer y madre juega un papel protagónico y tan preponderante que se puede decir que la familia se proyecta centrada alrededor de ella, a este hecho Hurtado (citado por González y Martínez, 2004), lo denomina matricentrismo. Término que se refiere a la estructura familiar donde la madre es la figura primordial de la familia.

El matricentrismo se produce dentro de la sociedad por diversas causas como son el desempleo, disolución de la pareja, la pérdida del marido o esposo, situaciones que ponen en riesgo la integridad del hogar razón por la cual la mujer asume el liderazgo dentro de su hogar y decide tomar las riendas del mismo, es allí cuando las mujeres ocupan el rol del padre, asumiendo la autoridad, la disciplina, el poder y su función como proveedora de su hogar.
Es importante resaltar que indistintamente del tipo de familia a que se refiera es la mujer quien se hace cargo del hogar se ocupa de las labores domesticas, de atender al marido y a los hijos siendo ella el pilar fundamental donde el niño se cobija para ser educado, es la madre la figura más comprometida con la formación del niño ya que ella es una de las principales garantes del buen desarrollo humano de sus hijos(as).

Al respecto Romero (2010), hace planteamiento alusivos al rol modelador de las madres en materia de consolidar patrones de convivencia sana dentro de los contextos comunitarios, enfatizando que sólo ellas tienen el “poder” de emancipar las conductas delictivas que se convertirán –de no lograrse un control de sus causas- en francas conductas criminales, lo cual convertirá a los sujetos que la proyectan como reproductores de agresividad como vehículo a través del cual poder sobrevivir en medio de una sociedad cada vez más violenta.

El desarrollo humano es el proceso de crecimiento del individuo y se inicia desde la concepción del ser hasta llegar a su fin que es la muerte. El desarrollo humano es el proceso de crecimiento y la forma en que se transforma ante el hacer, pasando por la infancia, niñez, adolescencia, llegando a la vida adulta y como los factores endógenos y exógenos influyen en este ser y lo convierten en la persona que es en la actualidad.


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Éste es un proceso complejo que va evolucionando lentamente y se logra de manera idónea cuando existe la tutela de los representantes y es más óptima si se encuentran ambos progenitores, este desarrollo humano se lleva a cabo en cuatro dimensiones que son interdependientes de manera considerables ya que cada área requiere de la otra, estas dimensiones son: desarrollo físico, cognoscitivo, emocional y social.

El desarrollo físico, cognoscitivo, emocional y social, tienen influencias que son determinantes en el desarrollo de una persona psicológica y socialmente sana. El desarrollo físico se refiere a las bases genéticas del desarrollo; el crecimiento físico de todos los componentes del cuerpo, desarrollo motor, los sentidos y los sistemas corporales y se relaciona con temas de salud, como nutrición, sueño, abuso de drogas y funcionamiento sexual.

El desarrollo cognoscitivo incluye todos los cambios en los procesos intelectuales del pensamiento. Las influencias tanto hereditarias como ambientales en el proceso de desarrollo. El desarrollo emocional se refiere a una variedad de sentimientos, emociones y temperamentos. El desarrollo de uno mismo y de la autonomía, las perturbaciones emocionales y la conducta de representación. Y el desarrollo social se basa en el proceso de socialización y el desarrollo moral.

Según el desarrollo de las dimensiones estas se inician con el periodo prenatal que comprende el proceso de desarrollo que tiene lugar entre la concepción y el nacimiento, durante estos primeros meses el organismo es más vulnerable a las influencias ambientales tanto negativas como positivas que en cualquier otro periodo de crecimiento.

En la infancia de los dos primeros años de vida, el niño se apega a los miembros de la familia y otras personas que lo atiendan, aprende a confiar o a desconfiar y a expresar o reprimir amor y afecto. Aprenden a expresar sentimientos y emociones básicas y desarrollan cierta independencia y sentido de sí mismo. Manifestando considerables diferencias de personalidad y temperamento.

En la niñez temprana de 3 a 5 años, empiezan a desarrollar un autoconcepto así como identidad, adquieren roles de género y se muestran interesados en jugar con otros niños. La calidad de la relación padres e hijos es importante en el proceso de socialización que tiene lugar en este periodo. Durante la niñez intermedia de 6 a 11 años el logro académico adquiere una importancia vital, lo mismo que un ajuste exitoso con los padres. Tanto el desarrollo psicosocial como moral proceden rápidamente. La calidad de las relaciones familiares sigue ejerciendo una gran influencia sobre los ajustes emocionales y sociales.

En la adolescencia de los 12 a los 19 años ocurre la preparación para ingresar al mundo de los adultos. Una tarea psicosocial importante de esta etapa es la formación de una identidad positiva. A medida que los adolescente buscan una mayor independencia de los padres, también desean un contacto, sentido de pertenencia y compañía de sus pares.

En tal sentido, la niñez y la adolescencia son las etapas más importantes del desarrollo integral de él, y de allí la decisiva influencia de los padres que traerá consigo el advenimiento de hombres y mujeres de bien.

Descomposición social y su influencia en el desarrollo humano

El origen de la conducta criminal en la sociedad venezolana es complejo, y el mismo es atribuible a diversos factores hegemónicos que se circunscriben casi por exclusividad en el seno del núcleo familiar y en cuyo escenario se fermentan toda una gama de conflictos que van desde aquellos que gravitan en la incomunicación de los integrantes de la misma, hasta aquellos inherentes a la violencia de los mismos lo cual se convierte en uno de los elementos asimilados por los infantes a la hora de establecer las necesarias interacciones con sus semejantes.

La gama de problemas que se derivan de la incomunicación o comunicación fracturada entre los integrantes de cualquier comunidad trae consigo consecuencias notables que se traducen en la reproducción de relaciones conflictivas, en la cual la agresión pasa a convertirse en un poderoso medio para hacerse entender e interactuar sin considerar casi en lo absoluto los derechos de los demás, ocasionando como es de esperar buscar la satisfacción individual en detrimento de los derechos y bienestar de la otredad.

Para comprender la complejidad de la conducta violenta y criminal que se ha gestado en el grueso de la población infantil y adolescente es necesario, dirigir la mirada acuciosa a los condicionantes potenciales de la misma y, en este sentido De Freitas (2010) plantea que:

Debe realizarse, entonces, una especie de disección social, para observar desde allí que esas formas de expresión de la violencia se ramifica en una trama tan amplia, que pareciera no tener fin. Hablamos así de violencia urbana, violencia de género, violencia familiar, violencia psicológica, violencia política, violencia cotidiana o estructural, y hasta violencia simbólica, entre otras, reconociendo apenas una parte de este complejo tejido (p.5).

De esta manera es comprensible que la conducta criminal está consustanciada en elementos previos que la van consolidando, concretamente en la violencia objetivada en todas sus manifestaciones. En dichas expresiones del comportamiento humano hostil el niño va adquiriendo los patrones actitudinales carentes de valores, principios y sentido común, reproduciéndose así tanto los actos violentos enriqueciendo con ello la conducta criminal por excelencia.

Ahora bien, las conductas violentas y criminales que se observa a nivel individual y en los distintos grupos sociales que buscan satisfacer sus necesidades por otros medios que no sean los mecanismos regulares, refleja una realidad de la cual es difícil escapar dada la naturaleza compleja y dinámica de las causas potenciales que la generan, sin olvidar que aun cuando coexisten los mecanismos jurisdiccionales para su control el problema se agrava inexorablemente como consecuencia del franco deterior de las funciones de la familia y de la sociedad.

En sociedades cimentadas en una cultura de la corrupción producto de las bondades que brinda la gran burocratización los individuos o grupos sociales recurren a ciertas conductas no deseadas que violan o pasan por encima de los canales regulares en el caso de los organismos públicos y privados utilizan tráfico de influencia a través del amiguismo u otros, y en casos sobrados se hace uso de la extorsión y el chantaje, vicios de la sociedad venezolana que en caso extremo se observa en una degeneración social, aun peor, ya que determinados grupos sociales por sus ambiciones de poder y riquezas desmedida utilizan mecanismos más deplorables y violentos como el robo, el asalto, la violación, el secuestro, entre otros, que para colmo de males se encuentran con entes del estado que por omisión o complicidad resguardan su conducta inadecuada.

Lo anterior es un minúsculo panorama de una realidad de la sociedad venezolana que ha hecho de la violencia, de la corrupción y de la conducta criminal una costumbre, poniendo de manifiesto la agresión sin freno para todo tipo de acciones a llevar a cabo, legitimizándose así la misma. A esto hay que sumar otro elemento clave que nutre progresivamente la violencia y la criminalidad, es decir la llamada crisis por la que atraviesan las instituciones socializadoras del colectivo humano, la cual acentúan el déficit en el cumplimiento de los roles socializadores.

La institución educativa y la institución familiar también se ve afectada por esto y como son vértices fundamentales de la calidad de la estructura social se observa su deterioro en las realidades especifica que vive cada niño, niña y adolescente que demuestra la ausencia de valores definidos, de esperanzas y autenticidad debilitando los vínculos que se forman en el individuo que deberían ser adquiridos por él y por los demás.

La institución educativa no escapa de esta degeneración social y se observa en Venezuela que la cantidad de instituciones educativas existentes no satisfacen la demanda poblacional cada vez más creciente, la mayoría de estas instituciones no cuentan con una infraestructura adecuada, debido a la falta de mantenimiento, a la negligencia de sus directores y docentes así como del estado que no envía a los planteles los recursos necesarios a tiempo para su buen funcionamiento.

Por otra parte, el grupo docente no siempre cuenta con las competencias idóneas para ejercer su cargo, tampoco poseen con los recursos necesarios para llevar a cabo un proceso de enseñanza, reciben bajos sueldos, se encuentran en condiciones de trabajo deplorables, y además tienen hasta más de 40 alumnos en un aula cuando el número debería ser 20. Todo esto merma la calidad de la enseñanza en Venezuela afectando negativamente al alumno.

El docente desmotivado y con afectada autoestima refleja en clase y en su trato diario con los estudiantes su descontento convirtiéndose en un modelo significativo poco apropiado para el alumno, el educando que asiste a las instituciones educativas en la mayoría de los casos es un niño o niña con falta de motivación y estimulación hecho que aunado a lo antes expuesto incide negativamente en su desarrollo cognoscitivo, emocional y social que por una causa u otra o todas a la vez pierde el deseo de seguir estudiando ocasionando ausentismo, bajo rendimiento, repitencia, falta de prosecución hasta llegar al abandono por parte del niño, niña o adolescente de la escuela y que sí el mismo no encuentra en su hogar apoyo y ayuda terminará abandonando el sistema educativo (PNUD, 1998).

Es aquí donde la institución familiar reclama a la escuela las fallas, por sus incumplimientos con la sociedad en general, sin considerar que las responsabilidades son compartidas a manera de un contrato tácito, ya que es en la familia donde está la crisis que afecta más al desarrollo social. Es en el entorno familiar donde los individuos aprehenden sus primeros valores de cohesión social, los primeros abc éticos, luego, en consecuencia, la desarticulación del núcleo familiar acarrea severas consecuencia en la formación elemental de los individuos. Ninguna sociedad sobrevive a una crisis de la institución familiar sin pagar un alto costo en conflictos tales como la criminalidad, el desarraigo y la violencia.


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La institución de la familia independientemente de la tipología que sea tradicional, moderna o matricentrista, puede presentar fallas en su estructura que afecten el desarrollo humano de sus hijos(as). En el caso de la familia nuclear tradicional existen hogares en que los padres a pesar de estar presentes tienen entre sí conflictos o intereses que hacen que descuiden la atención de sus hijos(as), en la familia nuclear moderna se observa que los padres avocados al trabajo abandonan sus hijos y los dejan a la deriva, ellos por su soledad pueden buscar estar con grupos inadecuados. Y en el caso de la familia matricentrista se observa una situación similar, en este caso obligada por la ausencia del padre a asumir el rol de proveedora, lo que le impide ser la guía del proceso de formación de sus hijos. Si esta madre llegara a conseguir una nueva pareja, centraría sus interés primordiales en la atención del marido sustituyendo y restándole importancia el niño, niña o adolescente, situación que afecta enormemente el desarrollo emocional, cognitivo y social de este individuo.

Estas situaciones familiares exponen al niño, niña o adolescente a grupos de pares por los cuales es influido en un ambiente donde obtienen mucha información, convirtiendo sus carencias en sentimientos negativos como son el rencor, la rabia, la tristeza, el dolor y la violencia, creando relaciones conflictivas en su medio social. Sintiendo la necesidad de huir de sus hogares ya que estos se convierten en un medio que lo llena de insatisfacciones y que le recuerdan constantemente sus vacíos.

Estos escenarios de vida pueden arrojar al niño, niña o adolescente en gran medida a la deriva viéndose en la necesidad de ser miembro de grupos de personas con sus mismas carencias, en donde corre el riesgo de entrar en contacto con la desadaptación social, la drogadicción y la criminalidad. Siendo así una víctima de la influencia de su medio social.

Desarrollo de la conducta criminal de niños, niñas y adolescente

Existen diversas causas para determinar la desviación de la conducta humana y llevarlo a la conducta criminal. Para observar las causas se explicaran las dimensiones físicas, cognoscitivas, emocionales y sociales del desarrollo humano, evidenciando y describiendo como determinados daños ocurridos en cada uno de los periodos pueden exponer considerablemente al niño, niña o adolescente a ser un desviado social.

La conducta desviada se manifiesta en la dimensión de desarrollo físico en niños, niñas y adolescentes a través de los daños congénitos (ocurridos durante el embarazo o en el parto), que son ocasionados por exposición a ambientes de contaminación ambiental, por defectos, mutaciones, anormalidades físicas, accidentes, traumas fisiológicos o daños cerebrales. En este caso debe hacerse una evaluación clínica médica que pueda confirmar o descartar la presencia de alguna de estas condiciones, antes de partir a diagnosticarla como conducta de causas psicológicas.

Si se confirma la causa orgánica, la persona se considera enferma y no debería ser tratada como un delincuente común ya que la raíz de su conducta está determinada por impulsos y condiciones deterministas que nada tendría que ver con sus capacidades mentales, su raciocinio, o libre voluntad. Estas condiciones orgánicas le harían no responsable de sus actos, por tanto podría cualificar para defensas tales como “…culpable pero incompetente mental” (Vázquez, s/f), incluso el Código Orgánico Procesal Penal (2001), hace mención de casos similares como, en el artículo 128.

La dimensión de desarrollo emocional es la más vulnerable en los individuos en la infancia debido a traumas, complejos, conflictos no resueltos que quedan archivados en el inconsciente. Personas que sufren maltrato infantil, crianzas rígidas o extremadamente flexibles (sin estructura ni reglas parentales), relaciones inadecuadas con los adultos, dificultades en la identificación sexual correcta, tienden a desarrollar respuestas emocionales disfuncionales mientras crecen. Desarrollando reacciones neuróticas, psicóticas en algunos extremos, que habrán de manifestarse en la vida a partir de la adolescencia mostrando una conducta antisocial.

Para muchos psicólogos freudianos la conducta antisocial es la base de la conducta criminal, y para que esto ocurra la persona debe haber desarrollado una personalidad antisocial. La persona que comete delitos es una persona con un problema médico-psicológico y se considera enferma emocionalmente. Estas características son las que se toman en cuenta para las defensas legales por locura, ya que no contempla que la persona sea responsable de sus actos, y de serlo, no concibe que la persona, por su enfermedad, tenga capacidad de reconocer las implicaciones de la misma.

La dimensión cognoscitiva plantea que en principio todo en el ser humano, menos los reflejos, es producto del aprendizaje, y que el conocimiento es un proceso acumulativo de cambios que ocurren en el organismo de acuerdo a la experiencia. Las conductas que buscan un objetivo adaptativo dependiente y relativo a los estímulos que se reciben del ambiente social externo en el cual está insertada la persona. La personalidad y la conducta es el conjunto de reacciones aprendidas por premiación de acuerdo a las contingencias externas.

Por tanto, en este modelo, la conducta criminal es adquirida mediante aprendizaje si resultara útil, adaptativo e instrumental hacia metas (que también son aprendidas). Esta concepción es mecánica y plantea que el ser humano, cuando comete delitos, lo hace como reflejo de lo que ha aprendido en su ambiente social. En el sistema penal, la persona es responsable de su conducta aprendida y debe ser sometida a los procesos correspondientes de justicia.

La dimensión social se refiere a que el ser humano adquiere la conducta mediante un proceso de exposición, modelamiento e internalización de valores, actitudes, conductas y normas impartidas en las distintas instituciones como lo son la educativa y la familiar. Se plantea que la conducta puede ocurrir por imitación buscando un modelo que indique la dirección del cambio para comportarme como el, en la búsqueda de un beneficio personal (Bandura, citado por Rice, 1997). En este proceso el individuo puede perder el equilibrio o consistencia, generando reacciones de frustración e incongruencias que pueden inducirlo hacia la violencia o realización de cualquier acto delictivo (Vázquez, s/f).

Una vez descrita cada una de las dimensiones del desarrollo humano y como en cada una de ellas el individuo se ve afectado por situaciones desfavorables que lo empujan de manera exponencial a una conducta criminal, resulta importante describir también como se va originando este hecho en los diferentes periodos del individuo.

La conducta criminal en los diferentes periodos del desarrollo humano

Es importante acotar que antes de desarrollarse los periodos del desarrollo humano existe una etapa previa al primer periodo llamado “prenatal”, antes de este periodo los padres del bebe de manera consciente deben realizar la planificación familiar y decidir si están en capacidad de tener un bebe o no, en muchos hogares tener hijos se planifica en muchos hogares no. En tal sentido el objetivo de esta planificación es prevenir embarazos no deseados o accidentales, siendo esta una de las causas principales por las cuales hay un rechazo de la madre o padre hacia el niño o niña, que más adelante influirá notablemente en desarrollo el ser. Esta situación creará un impacto psicológico en el padre y la madre que no están preparados para darle la bienvenida al niño en su nacimiento.

La paternidad y maternidad no planificada es un factor importante en la negligencia o abuso infantil, donde recae en el niño, todas las culpas de sus progenitores por el tener que asumir la responsabilidad de la carga familiar (Rice, 1997).

El Periodo prenatal transcurre en el embarazo donde el embrión o feto al no recibir un buen cuidado desde que se sospecha su existencia hasta el termino del nacimiento, traerá complicaciones menores o graves que pueden constituir una amenaza seria a nivel orgánico para la salud y vida del embrión o feto que más adelante en su crecimiento puede afectar su desarrollo emocional, cognoscitivo o social.

Las madres que no realizan su control prenatal desconocen si el niño viene con problemas de salud o algún defecto congénito, que pueda presentar al momento del nacimiento que sea resultado de factores hereditarios, condiciones durante el embarazo (causado por defectos ambientales), daños sufridos durante el nacimiento o una combinación de causas.

Después de la concepción el ambiente en que crece el feto es crucial, una mala nutrición y salud de la madre determinarán el desarrollo de su hijo. La mujer embaraza puede estar expuesta a cualquier sustancia que puede dañar al bebe, la utilización de fármacos sin prescripción médica como narcóticos, sedantes y analgésicos actúan como depresores del sistema nervioso central, si la madre es adicta a cualquiera de estos fármacos el niño podría estar empezando a sufrir las consecuencias mucho antes de su nacimiento. También la ingesta de alcohol, tranquilizantes, antidepresivos, cigarrillo, cocaína y marihuana de manera frecuente incrementará sustancialmente el riesgo de malformaciones, así como retardo físico y mental, bajo peso neonatal, retardo en el crecimiento, nacimientos prematuros y daños en las vía respiratorias entre otras consecuencias graves (Rice, 1997).

La herencia y el medio ambiente juegan un papel determinante en el desarrollo del niño considerando las influencias negativas que en algunos aspectos, es determinada por la herencia y otros por el medio ambiente. Una dieta inadecuada, enfermedades, drogas y restricciones físicas pueden retardar o complicar el proceso, sin poder obtener en el niño un desarrollo óptimo (Rice, 1997).

En el periodo de los 0 a los 2 años en el nacimiento del bebe cuando los padres no están preparados física, social, intelectual y emocionalmente el niño comienza a percibir un ambiente desfavorable para su crecimiento. No hay una preparación social del hogar y la familia, no percibe un ambiente seguro en el que pueda crecer, no hay una preparación intelectual que asegure la instrucción adecuada y la comprensión del proceso por parte de los padres, y todas sus emociones se enfocan en el miedo y la tensión. Todas estas razones le reflejan al niño que no hay una preparación y que la experiencia de convertirse en padres no es gratificante (Rice, 1997).


Desarrollo de la conducta criminal de niņos, niņas y adolescentes .5

En la niñez temprana de los 3 a los 5 años el niño se percibe como una carga, no como una bendición, significa para sus padres un cuerpo más que vestir, atender y una boca más que alimentar (Rice, 1997). Este niño que empieza a crecer en un ambiente familiar inseguro desarrolla un poder adaptativo como lo denomina Darwin (1936), proceso de selección natural y supervivencia del más apto, donde el niño logra desarrollar características de personalidad diferentes a las que desarrollaría en un ambiente seguro. Los temores de caer, a la oscuridad o a ser abandonados se consideraban miedos irracionales de la niñez, pero tienen sentido en un ambiente en que la proximidad de los padres especialmente de la madre es esencial para sobrevivir Rice, 1997).

Muchos aspectos de la conducta infantil, como el reflejo de búsqueda y la formación de vínculos de apego también son necesarios para la supervivencia del niño. En el transcurso de su desarrollo el niño aumenta sus conocimientos y sus habilidades para percibir, la forma en que piensa, comprende y utiliza estas habilidades para resolver problemas prácticos de la vida cotidiana.

En este proceso de recopilación de información de un hogar desestructurado que el niño recibe, percibe y recuerda influye en los cambios de su personalidad y actitudes, la formación de una conducta inadecuada en situación de riesgo. En el periodo de los 6 a los 11 años estas situaciones vividas empiezan a generar sentimientos en el niño, empezando a sentir la necesidad de expresar sus pensamientos, deseos e intenciones esto lo realiza por la imitación de las conductas vividas en el hogar y el manejo de las situaciones.

La atmósfera familiar emocionalmente cargada, hablará por sí sola en las expresiones diarias del niño dificultándosele las interacciones sociales. Por estas razones cuando el niño ingresa a algún tipo de programa educativo, se le dificulta más el proceso de adaptación y aprendizaje, mostrando un bajo desempeño académico, social o ambos inclusive. Mostrando de hecho problemas específicos de aprendizaje por ejemplo: dificultades en la expresión oral o escrita, desenvolvimiento corporal y diversidad de enfermedades (Rice, 1997).

Estas deficiencias del niño en el proceso de aprendizaje y desempeño escolar son una de las causas más significativas que pueden producir problemas conductuales, agresión, deserción y enajenación social. Debido al desinterés y perdida de la motivación.

En el caso de las familias disfuncionales es más probable que se ocasionen efectos negativos sobre su éxito personal y académico, ya que el conflicto, la tensión familiar, el abuso físico o emocional, el rechazo, descuido de los padres, sus criticas u hostilidad y mal manejo de las situaciones socavan la seguridad y la autoestima del niño, creándoles ansiedades, tensiones y temores que interfieren con su buen desarrollo humano (Rice, 1997).

Cuando el niño llega a la adolescencia en el periodo que abarca de los 12 a los 19 años, luego de haber vivido cada una de estas carencias, llega a esta etapa de cambios físicos, biológicos y psicológicos que generan grandes trastornos e incapacidad emocional mucho más susceptible y vulnerable en el medio social. Freud (1964), caracterizaba la adolescencia como un periodo de desequilibrio psíquico, conflicto emocional y conducta errática. Si a esta definición se le suma todo lo vivido anteriormente aquí señalado en las etapas prenatal y de la niñez los resultados pueden ser nefastos, evitando el logro de una identidad sana, que se define como ser reconocido por sus características físicas, apariencia, figura, por su sexo y representación de roles de género, por sus habilidades en la interacción social y pertenencia a grupos, por su elección de carrera y logro académico, por su militancia política, afiliación religiosa, moral, valores, filosofía y entidad étnica (Phinney y Alipuria, 1990).

Esta falta de identidad hace que el adolescente considere no poder satisfacer las demandas sociales y personales. Se siente fracasados ante las tareas del desarrollo que abarcan los conocimientos, actitudes, funciones y habilidades que los individuos deben adquirir en su desarrollo por medio de la maduración física, esfuerzo personal y expectativas sociales. Este fracaso para dominar las tareas del desarrollo da por resultado desaprobación social, ansiedad e incapacidad para funcionar como persona social y emocionalmente sana para una sociedad (Rice, 1997).

Todas estas características antes mencionadas de un desarrollo familiar, educativo, social y personal pueden incidir en niños, niñas y adolescentes para la formación de una conducta criminal. Aunque ninguna característica especifica de personalidad indica o determina que un niño, niña o adolescente está dispuesto a la criminalidad pero es más probable que los individuos con estas descripciones de vida se conviertan en desviados sociales por el hecho de ser impulsivos, destructivos, suspicaces, hostiles, resentidos, ambivalentes ante la autoridad, desafiantes y carentes de autocontrol (Ashford y Le Croy, 1990) (Thompson y Dodder, 1986).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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