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Los herbicidas frente a una catastrofe ambiental, social y humana, en Colombia
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Autor: Dr. Jaime Altamar Rios
Publicado: 31/07/2012
 


En el presente estudio se infiere, que con el arribo de la era de la modernidad, el hombre, en su locura, persiguiendo el progreso industrial, desarrolla una permanente actitud agresiva, frente a la naturaleza, utilizando diferentes mecanismos. Entre ellos: la deforestación, la contaminación ambiental de aguas, tierras y aire. Y para ello utiliza compuestos químicos liberadores de gases tóxicos de efecto invernadero, como el CO2 con el respectivo cambio climático. Igualmente, en la agricultura y contra los narcocultivos, se emplean los tóxicos herbicidas glifosato, paraquat, etc). Estos tóxicos, así como los usados en la minería como el Hg, As y CN producen las enfermedades no transmisibles, desplazamiento y miseria en el campo.


Los herbicidas frente a una catastrofe ambiental, social y humana, en Colombia .1

Los herbicidas frente a una catastrofe ambiental, social y humana, en Colombia

Jaime Altamar Rios. Médico, especialista en O.R.L. Hospital Departamental. Villavicencio, Colombia

RESUMEN

En el presente estudio se infiere, que con el arribo de la era de la modernidad, el hombre, en su locura, persiguiendo el progreso industrial, desarrolla una permanente actitud agresiva, frente a la naturaleza, utilizando diferentes mecanismos. Entre ellos: la deforestación, la contaminación ambiental de aguas, tierras y aire. Y para ello utiliza compuestos químicos liberadores de gases tóxicos de efecto invernadero, como el CO2 con el respectivo cambio climático. Igualmente, en la agricultura y contra los narcocultivos, se emplean los tóxicos herbicidas glifosato, paraquat, etc). Estos tóxicos, así como los usados en la minería como el Hg, As y CN producen las enfermedades no transmisibles, desplazamiento y miseria en el campo.

Otro mecanismo usado para atacar los cultivos de coca es el hongo Fusarium oxysporum, plaga para la agricultura y que destruye el cogollo de la palma africana. Todo ello con efectos de un genocidio y un ecocidio. Se expone una ligera disquisición de los efectos catastróficos de los herbicidas (glifosato, paraquat, etc). Igualmente, se señalan las falsas justificaciones en que se apoyan sus defensores para usar éstos, así como los intereses económicos que los mueve. Y, a pesar de su fracaso y consecuencias, se insiste en continuarlos.

SUMMARY

In this study we are deducing, that with the arrival of the modernity era, the humanity, with his folly, it’s looking for the industrial advance. So, it develops a permanent and aggressive attitude in front the nature, with different mechanisms. Between these mechanisms are the deforestation and the environmental contamination of the waters, the grounds and the air. For these mechanisms the man utilizes chemist compounds with liberation of CO2 and other gases. These gases have a winter quarters effect, that produce a climatic change. Equally, some powerful toxic products as the herbicides (glyphosate, paraquat and other) very used in the agriculture and against the farming of coca, marihuana and amapole. These toxics and the Hg, As, and CN produce the non transmittable diseases, displacement and misery in the country.

Other mechanism used to attack the farming of coca is the fungus Fusarium oxysporum, that destroys the cultivation and the shoot of the african palm. All these mechanisms have a criminal effect against the man and the nature. We expose a slight explanation about the pathologic effects of the herbicides and the fungus FO in the nature. We also point out the false justifications that use the defending to utilize these poisons as also their economic interests. Nevertheless of their failure and consequences, everybody persist in their use.

PALABRAS CLAVE: Herbicidas, narcocultivos, síndrome metabólico, genocidio, ecocidio.

INTRODUCCIÓN

Al arribar la humanidad al Renacimiento, se creyó, por un momento, que la barbarie que la acompañaba desde el origen mismo del hombre pensante, por fin había llegado a su fin. Pero, no, ello no fue más que un rapto de idealización humanista, de olvido pasajero lleno de optimismo. El jolgorio humanista, bullicioso y alegre no habría de durar mucho, pues llevaba intrínseco el germen malvado que acabaría con la alegría de esa alegoría pasajera portado por dos hombres: Cervantes y Shakespeare anunciando la proximidad de la ‘racionalidad’ maldita. Al tiempo, el dramaturgo presagiaba la llegada del “destino trágico” que esperaba impaciente al hombre, en un futuro cada vez más incierto y próximo. Shakespeare habló de ese destino que marcó al hombre desde el momento mismo en que se hizo pensante, razón por la cual hubo de abandonar el Paraíso Terrenal pero, como sucedió a Casandra, en Troya, nadie escuchó al pensador. Abandonado a su suerte, ese hombre debió acudir a los recursos que le proporcionaba su recién estrenada mente. Crea, de esa manera, entre otras cosas, el Comercio, aprendiendo, en consecuencia, a ‘contar’.

Es ese el momento en que le surgió, por inspiración defensiva, el sentido del ‘lucro’, de donde brotaría la ambición, la codicia, la envidia, la falsedad, la mentira, el engaño, la hipocresía, el odio, la venganza, la agresividad, etc. Constituyó esta actitud la primera maldición que desde entonces atormenta a la humanidad, llenándola de miseria, dolor, destrucción y muerte; continuando sin interrupción hasta la actualidad. Por ello, el Renacimiento solo constituyó una especie de pausa, un respiro reflexivo. La barbarie se replegó temporalmente para dar paso transitorio al culto humanista.

Pero ella sufrió una especie de mutación para convertirse en una sombra paralela a la cultura. Y al arribar al s.XVII el hombre recibe con desconfianza la llegada de la Modernidad surgida de la racionalidad cartesiana. Pero, ya en el Iluminismo, esa prevención se vuelve alborozo, llena de esperanzas al trocarse en ‘ciencia moderna’ cuando aspira la esencia del utilitarismo que portaba la Revolución industrial para convertirse en el motor de la industria. Fue ese Iluminismo un período de ensoñación en que el hombre ve en la máquina un ilusorio alivio a su dura brega. “Un mundo mejor y un mejor estar” parecía ofrecer la ciencia. Pero hubo algo que solo Goethe llegó a detectar, que la ciencia, al ser absorbida por el movimiento utilitarista de la Revolución industrial, quedaba supeditada a los intereses de la nueva sociedad, la Burguesía, que surgía en esos momentos, y que había tenido la audacia de dar al traste con el absolutismo monárquico, con la toma de la Bastilla, como símbolo de la Revolución Francesa. En ello Goethe vislumbró un mal presagio: “Una catástrofe amenaza el mundo de los hombres”. Sin embargo, el optimismo era arrolladoramente ciego, y la Burguesía buscaba alejar a la ciencia de su orientación socialmente humanista; porque para ella, la ciencia debía convertirse en una entidad rentable y lucrativa, sin control moral ni ético en su desarrollo, según la concepción positivista comtiana de mediados del s.XIX.

Simultáneamente, la filosofía pragmática le imprimía la práctica de la teoría ética de la utilidad, como móvil de la actividad mercantil de la sociedad, al tiempo que el mercado se convertía en árbitro de toda conducta humana. En esos momentos de mediados del s.XIX, cuando comienza la era consumista, conocida como de la Decadencia de la Modernidad, porque se rompen los valores morales y éticos, así como los ideales sociales soñados durante la Ilustración. Constituye esta etapa racional la cara oscura de la Modernidad, esto es, la segunda maldición del hombre después de su expulsión del Paraíso. De esa manera, la ciencia moderna se convirtió en el mayor desafío del hombre contra el hombre. Y ese consumismo, henchido de una intensa y agresiva propaganda, va forjando nuevas necesidades artificiales e introduciendo rápidos cambios en las costumbres, en los hábitos y en las ideas que chocan entre sí. Y para dar validez a su concepción inicial de traer un mundo mejor, nos ha invadido con miles de sustancias y productos, muchos de ellos superfluos y tóxicos; tal es el caso de los Herbicidas, que hacen parte de los llamados ‘agrotóxicos’.

DESTRUCCIÓN AMBIENTAL

Con la llegada del industrialismo consumista, en la primera mitad del s.XIX, se expande la producción industrial en serie, surgiendo dos víctimas propiciatorias: el Medio ambiente y el hombre. Hoy, 200 años después, ese hombre, en una actitud alienante, no se detiene en su locura bosquicida, antes la incrementa y perfecciona. Los niveles de O2 disminuyen progresivamente, al tiempo que se acumula el CO2 y otros gases con sus efectos invernadero de calentamiento global y los cambios climáticos respectivos, así como sus consecuencias económicas, patológicas y sociales. La deforestación se convirtió en una actitud incontrolable. Para colmo, en las últimas cuatro décadas debemos sumarle la enloquecida voracidad de ese descarriado hijo legítimo del Consumismo neoliberal, el narcocultivo. Para sembrar una hectárea (ha) de coca se requiere deforestar 2.5 ha de bosque y cuatro si es para amapola (1,2). A ello habría que asociarle otros procedimientos en los cultivos ‘ilícitos’, cual es el de las quemas con erosión secundaria (3).

Igualmente, a la contaminación con Glifosato (GP), debe agregársele el empleo de insumos en la elaboración de la base de coca, como son, entre otros: gasolina, ácido sulfúrico, permanganato de potasio, amoníaco, cemento y aguas residuales contaminadas (2). Pero a esta conducta que afecta la flora, la fauna acuática y silvestre y al hombre, se van a sumar los herbicidas de amplio espectro derivados del petróleo (4): Glifosato (GP), Paraquat y el Atrazine, utilizados desde hace cinco décadas. Los dos últimos, altamente tóxicos, para los cultivos lícitos, como arroz y soya. El Glifosato (GP) es el más empleado y el menos tóxico, se usa a dosis de 2.5 L/ha al 1% (5) unas ocho a diez veces al año, a veces se intercala con el Paraquat, básicamente como preemergente. Además, a todo este trasegar venenoso debemos añadir el proceder del gobierno colombiano, desde 1978, para la erradicación química de los cultivos ‘ilícitos’. Pero como estos no son hierbas sino arbustos, ellos exigen una mayor capacidad para destruirlos. De esa manera, se utiliza la potente mezcla de Roundup Ultra (2) a dosis y concentraciones altas de Glifosato (GP), asociado a otros herbicidas muy tóxicos: Paraquat, Tebuthiuron, Imazapyr y Hexasinona. Estos tres últimos muy solubles en agua, con vida media en el suelo de un año y no deben ser empleados por vía aérea (6).

El año 2001, el señor David Sand (7), miembro de la Junta Directiva del Plan Colombia y productor del hongo Fusarium oxysporum (FO), quien visitó al país para proponer al gobierno experimentar y usar dicho hongo, sumado a los herbicidas señalados, como alternativa para erradicar dichos cultivos ‘ilícitos’, sin un previo conocimiento sobre sus consecuencias ambientales y humanas. Su aplicación se inició al año siguiente. La dosis empleada del Glifosato (GP) actualmente es de 60 L/ha al 44%. Los otros herbicidas superan con creces las dosis indicadas por el fabricante. Para ello se ha venido utilizando el Glifosato (GP), cuya forma comercial es el Roundup Ultra (2), potencializado con surfactantes: Polioxietilamina (POEA), Cosmoflux-411f y Cosmoín-D. Estos activan unas seis veces la acción del Glifosato (GP), lo fijan a la hoja y abren los poros de la cutícula de las mismas y los frutos para que penetre el herbicida.


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Estudios realizados sobre esta fórmula química-biológica macabra han determinado que por cada 100 ha que se fumiga con esta mezcla sólo se destruyen 5-15 ha del cultivo (3), o sea, el 10%. El resto va a ser llevado por el viento para afectar otras áreas destruyendo los pastos, los cultivos de pancoger, contaminar las aguas que utiliza el campesino y los animales domésticos y silvestres (2). Destruye, en consecuencia, el fitoplancton, interrumpiendo la cadena trófica y esteriliza los suelos (1). El ganado, al comer ese pasto envenenado los transmite en la leche a los humanos, que al tiempo consumen el agua y el pescado que porta el tóxico. De ahí la alta prevalencia de las enfermedades catastróficas. El Glifosato (GP), de igual manera, favorece el crecimiento del hongo F.O. (8), al tiempo que destruye los hongos benéficos para las plantas (2).

Por esta razón, los herbicidas determinan impactos ambientales, sociales, humanos, económicos y políticos, sin afectar el negocio de la droga (6). Igualmente, el Glifosato (GP) inhibe la síntesis de aminoácidos esenciales como el Triptófano, la fenilalanina y la tirosina (2), impidiendo la síntesis de enzimas defensivas, como la Lisozima, fundamental como factor supresor tumoral (9). Es esta una verdadera bomba química de acción multifactorial ambiental inmediata y retardada en el hombre.

IMPLICACIONES Y FRACASO DE LOS HERBICIDAS.

Entre los miles de productos tóxicos que nos brinda el Consumismo para alcanzar un supuesto mundo mejor, tomamos los herbicidas como patrón, basándonos en un estudio nuestro realizado entre 1985 y 1995 (10). Además, en un artículo que publicamos anteriormente: Dilemas éticos entre la ciencia y la cultura, señalamos que: “En sus comienzos los agroquímicos, como hoy lo son los cultivos transgénicos, fueron acogidos con una gran esperanza redentora para remediar el hambre en el mundo. Pero cuánta decepción, el hambre se ha incrementado con el Crecimiento económico…” Ahora bien, el tema de los herbicidas que tomamos como modelo en nuestra disquisición es, con razón, mucho más complejo y profundo de lo que se piensa, en general. Y esto es así, debido a las implicaciones que de ellos se derivan: económicas, políticas, jurídicas, filosóficas y morales.

Tabla 1. Comportamiento de los cultivos ‘ilícitos’ desde 1978 al 2007 y los herbicidas utilizados. 

herbicidas_catastrofe_ambiental/dosis_concentracion_hectareas

Datos tomados del Informe de las Naciones Unidas- Oficina contra la Droga y el Delito. Censo y cultivos de coca en Colombia, Junio 2005. El UNDCP, COLOMBIA, Annual coca cultivation, Survey 2001.

Mirando desprevenidamente, estas implicaciones las podemos dividir en dos grupos: 1- Las tres primeras revisten un carácter inmediatista y en ellas se apoyan los defensores de la erradicación química, como única alternativa válida, según ellos, para la eliminación de los mal llamados cultivos ‘ilícitos’. Pero este empeño, durante más de 30 años, ha mostrado ser, no sólo infructuoso, por su fracaso (Tabla 1), sino contraproducente desde el punto de vista ambiental, social y la salud humana.

CONSECUENCIAS DE LAS FUMIGACIONES

Derivado de lo anterior, existe hoy:

1- Una mayor deforestación.

2- El desplazamiento ambiental forzado determinado por la simbiosis de los once factores involucrados en el conflicto colombiano: narcos, paras, guerrilla, políticos, empresarios, comerciantes, fuerza pública, multinacionales, instituciones del Estado, Iglesia y Estados Unidos con sus fumigaciones con herbicidas de la coalición del Plan Colombia. Estas aspersiones tienen como objetivo, sobre todo, destruir las selvas y los cultivos de pancoger, bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, para forzar la huida del campesino y sus tierras ocuparlas ganaderos y palmicultores.

Es esta la pieza clave de su estrategia bélica y con ello argumenta la obtención de más dinero extranjero. “Nos fumigan como a cucarachas”, gritaba una niña campesina en una marcha de protesta en Putumayo, hace unos años. Ahora, a estos desarraigados no se les reconoce el estatus de ‘desplazados’ (2), porque así las tierras no les son devueltas y, por otro lado, no pueden acogerse a los beneficios que les ofrece la Ley. Además, las fumigaciones van determinando la exposición de la capa terrestre que se lava por el viento y la lluvia.

Ello conduce a una degradación tanto humana como ecológica, política y moral (11). Siendo ello así, porque ese campesino o ‘raspachín’ se ve precisado a desplazarse hacia el área urbana, son los llamados desplazados ambientales, donde se suman a los desplazados de la violencia, en los barrios marginales, los cordones de miseria o pasar a engrosar las filas de la delincuencia común; pero fundamentalmente se integran a la guerrilla o a las AUC, donde se sienten más seguros o como simples sicarios (11).

3- Las enfermedades catastróficas más frecuentes, que hacen parte del Síndrome metabólico son: malignas, autoinmunes, cardiovasculares, malformaciones congénitas, diabetes-2, psicóticas, psíquicas, estrés, etc (9,10). Derivan ellas del proceso etiopatogénico que surge de la acción tóxica de estas sustancias, a largo plazo, en la respiración celular que ocurre en la mitocondria celular con una baja síntesis de moléculas energéticas de adenosintrifosfato (ATP). Determina ello una alteración de la bomba de Na/K, seguida por edema intra y extracelular con una cascada de reacciones que constituye la Inflamación Crónica Inespecífica (ICI). De ella se liberan múltiples sustancias tóxicas lideradas por los factores epigenéticos (FE), nombre con que se ha reemplazado el de los radicales libres, causantes de las enfermedades señaladas (9,10,13,14).

En el caso del Glifosato (GP), Paraquat y Tebuthiuron el proceso se inicia por una acción de competencia con algunas vitaminas que actúan como coenzimas en el Ciclo de Krebs. Por ejemplo, el GP desplaza la Vitamina B2 (Flavinadeníndinucleótido: FAD) del Ciclo, sustituyéndola. Igualmente, el Paraquat y el Tebuthiuron hacen lo mismo con la Nicotinamida (nicotinadeníndinucleótido: NAD) en dicho Ciclo, además de otras reacciones. De esa manera, se altera el Ciclo con depleción en la síntesis de ATP, para continuar con el resto del proceso que termina en la ICI liberadora de dichos factores patógenos.

El segundo grupo de las implicaciones o sea, las filosóficas y morales, han sido consideradas por ambientalistas y demás pensadores, desde hace ya más de cuatro décadas, pero dentro de una concepción reflexiva y amplia. Esto es, con una visión futurista que comprende una dinámica filosófica y, por tanto, clarividente, en que se muestra preocupación por el bienestar y la supervivencia de la especie humana. Por ello, estas sustancias tóxicas pueden mirarse desde la perspectiva de la filosofía de la ciencia y la filosofía política. La primera nos aclara cómo la ciencia y la tecnología desbordan las fronteras de la moral y la ética. Sin embargo, esa moral y esa ética de la vida o Bioética no están en capacidad de frenar ese desbordamiento de la tecnociencia. La filosofía política, por su parte, nos revela de qué manera la ciencia y la tecnología se ponen al servicio aberrante de intereses, sean políticos o económicos liderados por el mismo jinete, el Consumismo, para lesionar y destruir a la naturaleza y al hombre. Pero la fuerza de esos intereses es infinitamente más poderosa que la que puede ofrecer la moral y la ética. El lucro no cree en nada ni en nadie. De ahí que el hombre mismo, a través de la tecnociencia, se destruya a sí mismo.

BASES EN QUE SE APOYA LA JUSTIFICACIÓN DE LAS FUMIGACIONES

Las autoridades, cumplido el hecho, han buscado justificar la erradicación química de los cultivos ‘ilícitos’ apoyándose en estudios carentes de rigor y seriedad científica cuyos autores buscan ser complacientes con intereses económicos y políticos. Uno de ellos, tal vez el primero, fue un estudio de 85 páginas, en el 2000, propiciado por la ONU y realizado por los físicos Garay Williams, de N.Y, Robert Kroes, de Holanda e Ian C. Murro, de Canadá. Dicho estudio se basaba en pruebas de toxicidad del Glifosato (GP) puro en ratas. Su conclusión fue que este era “inocuo”. En el 2002, el Dpto. de Estado de USA, buscando la aprobación del Plan Colombia, presentó ante el Congreso de su país un informe en que se aseguraba “Que el Glifosato (GP) era inofensivo para animales y humanos y, además, que la erosión terrestre era mínima, por lo que no revestía riesgo para el ambiente”. Por supuesto, hubo fuertes críticas de la comunidad científica internacional a este informe, considerado sesgado.

A pesar de ello, el Congreso aprobó el Plan Colombia basado en este informe presentado por el Dr. Charles S. Helling, consultor de la Secretaría de Agricultura y de la Oficina Internacional de Asuntos sobre Narcotráfico del Dpto.de Estado de USA. Pero este autor sólo aceptaba lo dicho por él en su estudio, rechazando los análisis publicados que contradecían sus conceptos. Dicho estudio de Helling se basaba en los mismos experimentos sobre toxicidad en animales de laboratorio que habían practicado los físicos de la ONU.

Estos investigadores esperaban una reacción aguda ocasionada por el Glifosato (GP) puro, sin surfactante. Pero los herbicidas no dan lugar a este tipo de lesión (salvo altas dosis con intentos suicidas), por lo que lo consideraban inocuo. Desde luego, todo depende de la dosis. También debe tenerse en cuenta que para la erradicación química la utilizada es una mezcla de herbicidas con activadores.


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En consecuencia, estos investigadores no tuvieron en cuenta que esos tóxicos deprimían en la mitocondria la síntesis energética de ATP (9), origen a largo plazo de las patologías señaladas. Igual sucede con la nicotina, esta no ocasiona ninguna lesión aguda a las dosis consumidas, pero al cabo de un tiempo va dando lugar a los problemas conocidos. Sin embargo, en 2002, el investigador M.D. Alvarez (15) evidencia una disminución de aves en las áreas aledañas a los cultivos de coca y amapola, en comparación a la que había dos años atrás. Ello debe considerarse como una grave lesión a la biodiversidad.
 
Ahora, ante las insistentes protestas de campesinos contra las fumigaciones debido a sus efectos negativos sobre sus cultivos lícitos de pancoger y la salud, el gobierno, en el 2004, se vio precisado a adelantar un estudio sobre el impacto del Glifosato (GP) en el medio ambiente y la salud. ¿Pero por qué solo del Glifosato (GP) cuando se trata de una mezcla con surfactantes potencializadores? Nunca se ha respondido esta pregunta, pero se presume: el Glifosato (GP) es el herbicida menos tóxico, pero no atóxico.

El estudio, dirigido por Keith Solomon et al. (2005): Estudio de los efectos del programa de erradicación de cultivos ilícitos en la salud humana y en el medio ambiente. Estudio este preparado a instancias de la Comisión Interamericana para el Control del abuso de Drogas (CICAD). En las conclusiones, los autores aseguran que el Glifosato (GP) no es lesivo para la salud humana ni para el ambiente. En esta afirmación, un tanto aventurada y temeraria, que costó US$1.500.000 y muy cuestionada por los organismos científicos, en particular la U. Nacional de Colombia.

No hicieron otra cosa que repetir el método empleado por los anteriores sobre las concentraciones del Glifosato (GP) simple empleado en las prácticas agrícolas lícitas. No siendo, por supuesto, este el caso respecto a las dosis, concentraciones y otros componentes empleados para los cultivos ‘ilícitos’. Y aun así, es lesivo para la salud sin manifestaciones inmediatas, sino a largo plazo, a través de un proceso metabólico, como hemos señalado. En lo que respecta a la salud el estudio debe ser, en consecuencia, de tipo estadístico, epidemiológico, al igual que se hace con el tabaco, y debe realizarse en un tiempo prudencialmente largo, no en pocos meses. En nuestro estudio epidemiológico realizado entre 1985 y 1995 (10), en áreas de cultivos lícitos, en el Dpto. del Meta, Colombia, encontramos un aumento de la prevalencia de malformaciones congénitas de 97 a 189 casos x 100.000 habitantes, así como el incremento de patologías malignas, autoinmunes y cardiovasculares.

Debido al mecanismo cómo estos tóxicos ocasionan estas patologías no existe ninguna prueba de laboratorio que incrimine a ninguno en particular. Estos investigadores debían saber esto. Aun sabiéndose que los radicales libres son los causantes de dichas lesiones tampoco se puede indicar qué factor de riesgo los produjo, porque ellos son inespecíficos.

El profesor Pedro Eslava Mocha et al, del Instituto de Acuicultura de Unillanos, Villavicencio, Meta, Colombia, en su obra (2), nos informa que Néscovik et al. (16), observaron “edema subepitelial branquial en carpas expuestas al Glifosato (GP) (5mg/L), seguido por infiltración linfocitaria y fibrosis incipiente en el hígado”. Señala igualmente, que Szarek et al, (17) encontraron que el Glifosato (GP) a concentraciones altas de 205 y 410mg/L ocasiona “tumefacción mitocondrial y desaparición de la membrana mitocondrial interna”. Estos hallazgos de Néskovik et al, y Szarek et al, son precisamente algunas de las observaciones encontradas en el proceso de la ICI producida por los herbicidas y demás factores ambientales indicados.


INTERESES ECONÓMICOS DETRÁS DE LAS FUMIGACIONES.

Llama la atención que mientras el Congreso de USA, en 1978 (gobierno de Carter), prohibía apoyar los programas de fumigación en otros países (Enmienda Percy), en ese momento, en Colombia comenzaban las mismas en la Sierra Nevada de Santa Marta. Y tres años después, el gobierno de Reagan, no sólo anulaba dicha Enmienda Percy, sino que aprobaba US$37.700.000 para el empleo de herbicidas en los cultivos ‘ilícitos’ durante un año, cuyo contrato se le asignaba a la empresa Dyn-Cor, de USA. Carter pensaba que el deber de USA era evitar la exportación a los países desinformados los productos prohibidos en su país. Pero otra cosa pensaban los mercaderes de la muerte detrás del trono.

Recordemos que en esos tiempos, salían de Nicaragua los aviones de la CIA cargados de coca colombiana hacia USA y regresaban llenos de armas para los Contras. Vemos que durante esa década del 70 las fumigaciones no disminuyeron las áreas de cultivo, sino todo lo contrario, parecían promoverlas. Por ello debemos preguntarnos, ¿quién o quienes se beneficiaban con todo ese dinero, tanto en USA como en Colombia? (6). Esto indicaba que intereses ajenos al gobierno, la Monsanto (de la Junta Directiva del Plan Colombia), entre ellos, presionaban sobre Reagan, quien argumentaba que controlar las exportaciones perjudicaba a su país.

He ahí la filosofía que ha movido siempre la moral de USA para reactivar los agrotóxicos. Pero la estrategia no sólo iba dirigida a la “erradicación” química de los cultivos, sino a destruir los laboratorios y las pistas (Interdicción), así como a interceptar los negocios de lavado de activos dentro y fuera de USA, la sanción a los narcotraficantes y a los consumidores. Se buscaba frenar el ingreso de drogas a territorio norteamericano con el propósito de elevar el precio al consumidor con el supuesto de disminuir el consumo.

Pero ello no sucedió así, la demanda se incrementaba, por lo que la producción crecía. Ello indicaba que se estaban moviendo por debajo otros intereses económicos, como el de la industria aérea, los pilotos desocupados en USA, así como los precursores químicos para la elaboración de la pasta de coca y las armas. Pero mientras ellos satisfacían sus intereses, a nosotros nos dejaban los problemas ambientales y de salud con las enfermedades catastróficas altamente costosas. Y ello se patentizaba en el presupuesto para el Plan Benneth, en 1989. En él se establecía el 45% para los programas de erradicación, un 35% para cumplir con las interdicciones y 36% para la sustitución de cultivos, que también son fumigados, y desarrollo, que no se cumple. Debemos indicar que las F. Armadas se reservan grandes recursos financieros que no son reportados. En 1995, el presidente Samper anunció, con gran optimismo, acabar con los cultivos ‘ilícitos’ para 1997, al tiempo que hacía fuerte inversión (US$300.000.000) en infraestructura rural.

Sin embargo, dichos cultivos se incrementaron, al tiempo que su productividad; quedándonos la deuda, la pobreza y la inseguridad. Colombia se convirtió así, en el primer productor de cocaína, a pesar de las fumigaciones.

GENOCIDIO Y ECOCIDIO

Las enfermedades que se producen como consecuencia de la exposición a estos factores, son las llamadas catastróficas. Y quien produce y vende esos venenos que las generan, es el mismo que fabrica y vende los equipos para su diagnóstico y los medicamentos para tratarlas, con los resultados y consecuencias conocidos. La historia no registra en sus anales antecedentes semejantes. Pero esta no es una actitud involuntaria, inconsciente. No. Ella es premeditada, exquisitamente calculada, por lo que ello constituye un genocidio que se comete impunemente contra nuestros pueblos indefensos, como ayer se hizo en Vietnam a nombre del anticomunismo, al tiempo que se convierten los ríos, mares y lagunas en verdaderas cloacas y los bosques en desiertos. Un ecocidio, cubierto con el manto de la lucha contra el narcotráfico.

No es menos cierto que los psicotrópicos son perjudiciales para la salud, así como los herbicidas e insumos utilizados para el cultivo y la elaboración de la pasta de coca. Pero rechazamos la afirmación de Klaus Nyholm (1), representante de UNDCP para Colombia y Ecuador, de que “El daño causado por los herbicidas para erradicar esos cultivos ‘ilícitos’ es menor que el causado por el cultivo y producción de psicoactivos”. Ello no es cierto, y así lo fuera, ello es inmoral.

Con la erradicación química se agravan cien veces los daños ocasionados por el cultivo y elaboración de los estupefacientes, al tiempo que es más grave que la drogadicción, si tenemos en cuenta que esas drogas sólo afectan a quienes las consumen, y ello es voluntario. El mal no está en las plantas. Ellas no son dañinas; son medicamente benéficas, ricas en aminoácidos, Vitaminas del Complejo B, etc. La coca es sagrada para los indígenas americanos, pues ella les permitió sobrevivir a la ruda naturaleza y a la crueldad en la Conquista, la Colonia y la Modernidad.

El malo es el hombre que, a través de un proceso racional (segunda maldición), transforma sus hojas en un producto maléfico, la cocaína. La droga es, entonces, una consecuencia de la decadencia de la Modernidad utilitarista, iniciada en el s.XIX. Y si ella es un efecto de esa era consumista, debía ser esta la prohibida, en lugar de su consecuencia. Antes se fomenta el Consumismo. De ahí que al cabo de más de 30 años de prohibiciones y de guerra química, el fracaso es incuestionable; sumado ello a una insalvable devastación ambiental y las pavorosas enfermedades catastróficas.

De ahí que en la reciente Cumbre para el control del narcotráfico, en Cartagena (31/Jul/08), el centro de investigación International Crisis Group, señaló que: “USA y países de A.L. están perdiendo la guerra contra el narcotráfico por la diseminación del comercio y los mejores métodos de siembra y nuevas variedades más productivas”. El lucro es indetenible.

Mientras a todos se nos obliga consumir estos venenos, por cuanto están ahí, en los alimentos y en el agua que debemos consumir. Por ello, es el más cruel genocidio que se haya cometido en la historia de la humanidad. Desde luego, la droga, como hija del Consumismo, ocasiona un deterioro de los valores morales y éticos, así como de los ideales sociales que, a su vez, determinan una perversión de las facultades humanas.

Es ahí, en el Consumismo, donde se encuentra el origen del conflicto, porque la ansiedad que determina induce al consumo de drogas que degradan la naturaleza humana y ambiental. Es él quien crea las condiciones propicias para el surgimiento de organizaciones criminales asociadas a estos eventos ilícitos. Habría que empezar por combatir el mercantilismo consumista, para detener la corrupción y prevenir las enfermedades no transmisibles que padece la población colombiana.


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La lucha contra estos cultivos siempre se ha asociado a una conducta prohibitiva y medidas represivas contra la población civil y el campesino, sin atender sus propias necesidades y problemas (18). Conducta esta que va en contravía de los objetivos que se persiguen, porque las condiciones represivas del Estado le hace perder legitimidad política a las instituciones, por cuanto induce a la destrucción de hogares, al desplazamiento forzoso, la marginalidad económica, social y cultural. Todo este delineamiento carente de una planeación estratégica organizativa y futurista va marcando un acelerado empobrecimiento, al tiempo que propicia la acumulación de la propiedad rural en pocas manos. El Estado colombiano nunca ha explicado qué va a hacer con esos campesinos, ‘raspachines’ y con los desplazados (11).

Desde 1978, el control y erradicación de esos cultivos quedó bajo el mando de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE), pero con la supervisión norteamericana que siempre exige la aspersión aérea (2). En 1980 pasaba el boom de la amapola, al tiempo que aumentaban los cultivos de coca, por lo que se introdujo el Tebuthiuron y el Imazapyr (6). En 1995 se presentó una polémica entre los defensores de las aspersiones y sus contradictores: organizaciones científicas, académicas y ambientales, por lo que el gobierno decidió suspenderlas temporalmente, mientras preparaba su Plan de Manejo Ambiental. En 1997 se buscó detectar los cultivos, que se desplazaban con gran movilidad, por el Sistema Integral de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (SIMCI), que ya en el 2001 cubría todo el territorio nacional, identificando los cultivos de coca y amapola usando imágenes satelitales y fotografías aéreas.

En Agosto de 1998, recién posesionado, el presidente Pastrana se reúne con el presidente Clinton para dar nacimiento al Plan Colombia y con ello afianzar la lucha antinarcótica. Claro que este veía las cosas con una visión más compleja en la que incluía la protección de los Derechos humanos, la inversión privada y la ayuda militar. Después de largas y tediosas discusiones, ya en el gobierno de Uribe, se elaboró un primer borrador en inglés. Lo cierto fue que al final, el texto en español fue completamente diferente al original en inglés. Se asignó un presupuesto de US$7.500.000.000 por etapas. En él, el 68% de la ayuda de USA estaba dirigida a la esfera militar, en la guerra antisubversiva y contra las drogas. Ya en el 2001, el presidente Bush había asignado a Colombia US$380.000.000 para el programa antinarcóticos.

En el 2004 desembolsa otros US$463.000.000, helicópteros y aviones, y se incrementan los asesores militares a 800 más 600 “contratistas”. El Plan Colombia fue motivo de controversias con ONG, académicos y ambientalistas. Pero la reacción se exacerba cuando visita al país, en 2001, el seño David Sand (7) proponiendo el uso del FO y el gobierno anuncia la reanudación de las fumigaciones suspendidas temporalmente. En esos momentos los gobernadores de los departamentos del sur se dirigen a Bogotá para entrevistarse con el presidente. Pero se les dijo, por parte de éste y la embajadora Anne Patterson, que las fumigaciones iban porque ello hacía parte del Plan Colombia. Había nacido la era de la simbiosis de la guerra química con la guerra biológica, con destrucción de las cosechas de pancoger, trayendo más miseria a los campesinos y la eliminación del cogollo de la palma africana.

En lo que respecta a la salud nadie logra despejar las dudas de hechos concretos y todo se resuelve con jornadas carnestoléndicas y Tv a bordo en todo el territorio nacional varias veces al año para intervenir quirúrgicamente cientos de pacientes con labio y paladar hendido. Y todo continúa sin explicación y sin un estudio epidemiológico, de algo que ya la población tiene focalizada la causa, pero que ignora el mecanismo, por lo que pide solución preventiva. Pero siempre se impone la voluntad de los mercaderes de la muerte, los criminales dispensadores de esos agrotóxicos que llevan la bendición divina del libre comercio. De esa manera, con una mano por encima de la mesa esgrimen el ‘arma’ contra los cultivos ‘ilícitos’, el narcotráfico y su corrupción, y por debajo de esa mesa, con la otra reciben los emolumentos de la venta de los mismos, al tiempo que retroalimentan el narcocultivo. Es este el doble rostro de Jano.

El tema es, en realidad, complejo, por cuanto tras él se intrincan poderosos intereses económicos y políticos, no resultando fácil ver con claridad los efectos tóxicos y sus consecuencias en el hombre, como sí lo es en el ambiente. Con ello se logra confundir a la población. Los herbicidas no se absorben por la piel sino por las mucosas respiratorias y digestivas, a través del aire, el agua y el alimento (verduras, arroz, frutas, leche, etc). De esa manera, todos estamos expuestos permanentemente. Estos tóxicos, salvo intento de suicidio, no ocasionan lesión clínica aguda, con mucho, alguna alergia o irritación de los ojos sin gravedad alguna. Es por ello por lo que los consideran “inocuos”.

CONCLUSIONES.

Teniendo en cuenta lo expuesto sobre la destrucción ambiental y el envenenamiento de la población con las consecuencias ambientales, sociales y la salud humana, nos permitimos proponer lo siguiente para alcanzar una paz con desarrollo sostenible:

1- Recuperar la soberanía política y económica.
2- Garantizar la salud, la educación y la seguridad alimentaria
3- Control estatal de las semillas e insumos agrotóxicos.
4- Devolución de las tierras a sus verdaderos propietarios.
5- Rechazar las semillas transgénicas por propiciar la contaminación y la dependencia alimentaria.
6- Suspender las aspersiones aéreas con herbicidas e implementar la erradicación manual.
7- Desarrollar los medios orgánicos sustitutivos de los agrotóxicos.
8- Sustituir los cultivos ‘ilícitos’, establecer vías de comunicación, luz eléctrica, salud, educación, centros de acopio, asistencia técnica, etc.
9- Corregir la desigual tenencia de la tierra cambiando la estructura organizativa de esta.
10- Creación de granjas cooperativas y establecer créditos, mercadeo y comercialización etc.
11- Propender por la legalización de la droga como un mal menor.
12- Resolver y superar las causas del conflicto social interno.

BIBLIOGRAFÍA

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2- Eslava, P. et al. –Sobre los efectos del glifosato y sus mezclas: impacto en peces. Universidad de los Llanos. Villavicencio, Colombia, 2007.
3- Ministerio del Medio Ambiente. –Concepto técnico sobre riesgos ambientales del uso del herbicida Tebuthiuron en la erradicación de cultivos ilícitos. Ambiente y paz, 184, 1998. Col.
4- Alibhai, M.F. and Stallings, W.C. –Closing down on Glyphosate inhibition –with a new structure for drug discovery. PNAS. 8: 2944-2946, 2001.
5- BINLFA. –Report on issues related to the aerial erradication of illicit coca in Colombia. Released by the Bureau for International Narcotics and Law Enforcement Affers. 2002.
6- Nivia, E. -Impactos ambientales y sociales de la guerra química contra los cultivos ilícitos.
Ambiente para la paz, 185-187, 1998. Colombia.
7- El Espectador (diario). 15 Oct. 2000.
8- Nosanchuk, J.D. et al. –Glyphosate inhibits melanization of Crptococcus neoformans and prologs survival of mice after systemic infection. J. Infect. Dis. 183: 1093-1099.
9- Altamar Ríos, J. –Factores ambientales de riesgo y enfermedades no transmisibles. Revista electrónica de www.portalesmedicos.com Vol. VII, No. 4, 2012.
10- Altamar Ríos, J. –Los herbicidas y las malformaciones congénitas en el Meta, Colombia.
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11- Maya Ponce, E. –Sostenibilidad e ilícitos. Ambiente para la paz. 153-157, 1998. Colombia.
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13- De Ross, A.J. et al. –Cancer incidence among glyphosate-exposed pesticide aplicators in the
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14- Marc, J. et al. –A glyphosate-based pesticide impinges on transcription. Toxicol.Appl.
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