Revista Electronica de PortalesMedicos.com - https://www.portalesmedicos.com/publicaciones
Un parametro que puede valorar el riesgo de enfermedades cronicas no transmisibles. Proteina C Reactiva ultrasensible
https://www.portalesmedicos.com/publicaciones/articles/4581/1/Un-parametro-que-puede-valorar-el-riesgo-de-enfermedades-cronicas-no-transmisibles-Proteina-C-Reactiva-ultrasensible.html
Autor: Josefina Ruiz Esparza C.
Publicado: 28/08/2012
 


La proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) es un biomarcador que ha generado interés en los últimos años, la metodóloga actual para su determinación es factible. La importancia de esta proteína, radica en su relación con procesos inflamatorios subclínicos y asintomáticos que se asocian con el incipiente riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, principalmente cardiovasculares y diabetes. Estos procesos se favorecen con los factores de riesgo modificables como la dieta y el estilo de vida. De ahí la importancia de considerar la cuantificación de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) para establecer estrategias en programas de prevención.


Riesgo de enfermedades cronicas no transmisibles. Proteina C Reactiva ultrasensible .1

Un parámetro que puede valorar el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles: Proteína C Reactiva ultrasensible.

Josefina Ruiz Esparza C (*). Octavio Robinson Navarro (*), Raúl Díaz Molina (*).
(*) Facultad de Medicina Mexicali, Universidad Autónoma de Baja California, México.

Palabras clave: proteína C Reactiva ultrasensible, Dieta, estilo de vida. High sensitivety C-reactive protein, diet, lifestyle.

Resumen:

La proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) es un biomarcador que ha generado interés en los últimos años, la metodóloga actual para su determinación es factible. La importancia de esta proteína, radica en su relación con procesos inflamatorios subclínicos y asintomáticos que se asocian con el incipiente riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, principalmente cardiovasculares y diabetes. Estos procesos se favorecen con los factores de riesgo modificables como la dieta y el estilo de vida. De ahí la importancia de considerar la cuantificación de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) para establecer estrategias en programas de prevención.

Abstract.

The ultrasensitive C-reactive protein (hs-CRP) is a biomarker that has generated interest in recent years. The current methodologist for its determination is feasible. The importance of this protein is its relationship with subclinical and asymptomatic inflammatory processes associated with the emerging risk of developing chronic diseases, especially cardiovascular disease and diabetes. These processes are favored with modifiable risk factors such as diet and lifestyle. The importance of considering the measurement of hs-CRP is to establish strategies for prevention programs.

Introducción.

La proteína C Reactiva (PCR) es un biomarcador que ha generado interés en los últimos años. Pertenece a una familia de proteínas pentaméricas dependientes de calcio, la molécula funcional está compuesta por cinco subunidades polipeptídicas idénticas asociadas de manera no covalente en una configuración anular con simetría cíclica (figura 1). Sin embargo hay grandes variaciones en la organización de las subunidades, en el ensamblaje proteico y en la cinética de las especies, por lo que se deben extremar precauciones al extrapolar al humano los datos obtenidos en modelos animales (1).

Figura 1 Proteína C Reactiva 

deteccion_PCR_ultrasensible/proteina_C_reactiva

(Tomada de http://www.jci.org/articles/view/18921/figure/1 )

Tradicionalmente se ha utilizado la medición en suero o plasma, como reactante de la fase aguda para el diagnóstico y monitorización de procesos inflamatorios. La proteína C Reactiva (PCR) fue descrita en 1839 dentro del grupo de las betaglobulinas, se sintetizada en el hígado. La síntesis de novo de la PCR principia a las 6 horas después de iniciado el estímulo inflamatoria y alcanza su máximo a las 24-72 horas. Su vida media es relativamente corta (19 horas), pero su concentración plasmática es constante. Una vez finalizado el estímulo la proteína C Reactiva (PCR) regresa a sus valores normales al cabo de 7 días. La concentración de esta proteína refleja en forma directa la intensidad de los procesos patológicos que estimulan su síntesis (2).

Debido al desarrollo de ensayos ultrasensibles, la medición de concentraciones relativamente bajas ha sido posible, además de equipos automatizados, por lo que se ha denominado proteína C reactiva ultrasensible (PCR-us), o por sus siglas en ingles hs-PCR (3, 4). En condiciones normales la concentración de ésta proteína debe ser menor a 1 mg/L. Ridker y cols han propuesto una clasificación de riesgo bajo, medio y alto para concentraciones menores a 1 mg/L, de uno a tres mg/L y de tres a diez mg/L respectivamente (5). Se han encontrado valores de medianas de acuerdo a la raza de 2.26 mg/L para blancos no hispanos, Asiáticos 0.97 mg/L y 2.77 mg/L en población hispana (6).

¿Es factible medir la PCR-us?

Uno de los ensayos más utilizados es el inmunoanálisis automatizado, con el nefelómetro Dade-Behring, desarrollado en Alemania en 1996, utilizado ampliamente en Europa y otros países (3). Otro ensayo inmunoenzimático es el ELISA, fue desarrollado para proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) por Macy y cols en 1997 (4), ambos aprobados por la FDA, entre otros. Estos métodos son de uso frecuente, para realizar otras determinaciones de proteínas principalmente, en laboratorios públicos y privados, por lo que es una metodología factible de utilizar.

¿Cómo se asocia con enfermedades crónicas no transmisibles?

Los procesos de inflamación se asocian con la edad y enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), en particular las asociadas a sociedades industrializadas, incluyen enfermedades tales como: cardiovasculares (ECV), diabetes mellitus tipo 2 (DM2), Alzheimer y algunos tipos de cáncer (7). Estos procesos de inflamación, en una etapa inicial, no presentan sintomatología aparente, de ahí la relevancia de considerar a la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) como un indicador, de acuerdo con Ridker y cols, entre otros autores, han medido esta proteína en grupos de población aparentemente sanos de ambos géneros, mostrando asociación de la concentración de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) con el riesgo de padecer ECV y DM2, entre otras (5, 7, 8), estas evidencias sugieren que la cuantificación de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) puede ser un indicador de riesgo de dichas enfermedades, sin dejar de lado otros parámetros tales como el colesterol total, lipoproteínas de baja densidad (LDL), interleucina-6 entre otros. Estos hallazgos sugieren que esta determinación puede ser manejada en programas de prevención de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) (8, 9).

Por otro lado, se ha investigado la asociación de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) con ECV en grupos de personas con Síndrome Metabólico (SM) y Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2) (10, 11, 12) en estos casos se suma la determinación de la Hemoglobina glucosilada (HbA1c), la cual provee información del control metabólico en dichos pacientes, en un periodo anterior al ensayo de tres meses, es relevante para un buen control metabólico (5)

¿Cómo influye la dieta con la PCR-us?

La proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) parece tener relación con el estilo de vida, la dieta y el peso corporal. El incremento de Índice de masa corporal (IMC), a valores correspondientes a obesidad, el tabaquismo y la edad se han vinculado con mayor concentración de la PCR-us. (13, 14). Uno de los principales factores que contribuyen a modificar la concentración de la PCR-us es el patrón alimentario. Quienes consumen cantidades suficientes en su dieta diaria cereales elaborados de granos enteros, frutas y vegetales los cuales son ricos en fibra y de moderado o bajo índice glucémico (IG) presentan menor concentración de proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) (15, 16). Esta relación con el consumo de las frutas y vegetales puede ser por el contenido de ácido fólico y vitamina C, esta última por su capacidad antioxidante además de la Vitamina E, carotenos (alfa y beta-caroteno, luteína y zeaxantina) y flavonoides (17, 18,19, 20). Estas evidencias se han presentado en personas con síndrome metabólico y enfermedad cardiovascular (21) además en personas saludables (22).

La concentración de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) ha sido asociada inversamente con fibra de la dieta, con el consumo de 16-25 g diarios (23), o bien cuando las personas han tomado suplementos (24).

Los alimentos con alto contenido de aceites y grasas tales como papas fritas, filetes fritos, galletas, pasteles, y alimentos fritos se asocian con mayor concentración de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us), se ha explicado de acuerdo con el contenido de ácidos grasos saturados y ácidos grasos trans principalmente (25, 26). Con el grupo de lácteos un autor encontró asociación significativa inversa con el consumo de al menos dos raciones de leche o derivados con la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us), sin embargo es un dato aislado que sugiere mayor investigación al respecto (27).


Riesgo de enfermedades cronicas no transmisibles. Proteina C Reactiva ultrasensible .2

Otras investigaciones han enfatizado el patrón de consumo de alimentos de acuerdo al estilo que prevalece en la región. Fung y cols han encontrado asociación con mayor concentración de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) en un grupo de población que consume una dieta estilo oeste de Estados Unidos, el cual se basa en abundante carne procesada, papas fritas, bebidas endulzadas y postres, datos contrarios se presentaron en otro grupo de población que sigue una dieta moderada basada en frutas, verduras, pescado, cereales elaborados con granos enteros y leguminosas. Las concentraciones de proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) encontradas en el primer grupo, fueron de 2.5 ± 0.3 mg/L en los consumidores, correspondiente a la dieta estilo del oeste, por otro lado en la moderada resultaron de 1.6 ±0.3 mg/L (28).

Un grupo de estudio, cuyo estilo de dieta es la vegetariana, mostro valores promedio de concentración de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) de 0.72 mg/L correspondientes a bajo riesgo, de acuerdo a la clasificación de la AHA (29). Una explicación parece ser el consumo de la proteína de soya y el pescado en estas dietas, por otro lado están relacionados con menores concentraciones otros marcadores de inflamación, pero los resultados no son concluyentes (30)

En la dieta mediterránea, ha sido estudiada por su asociación con el bajo riesgo de enfermedades cardiovasculares y utilizada para prevención principalmente, sin embargo se han presentado evidencias que quienes siguen este estilo de alimentación presentan menor concentración de la PCR-us, en esta dieta destaca el aceite de oliva, las nueces, cereales y futas (31, 32).

Conclusiones.

Es una realidad que las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) son la principal causa de muerte en el mundo. El conocimiento de la cuantificación de la proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us) puede considerarse para establecer estrategias en programas de prevención. La metodóloga para su determinación es factible. Las estrategias radican en cambiar el estilo de vida, reducir la obesidad, el tabaquismo, la diabetes, el sedentarismo y la dieta desequilibrada ya que están asociados a concentraciones elevadas de proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us).

Hacer algunos cambios en la dieta puede llevar gradualmente a mejorar este indicador, reducir el consumo de cereales refinados por cereales elaborados con granos enteros, aumentar el consumo de frutas y verduras, ya que está asociada a menores concentraciones de proteína C Reactiva ultrasensible (PCR-us), por otro lado reducir los alimentos ricos en grasas saturadas y trans que tiene un efecto contrario. La mayoría de las investigaciones refieren que faltan evidencias, que los resultados se deben interpretar con cautela y que falta mayor investigación.

Referencias bibliográficas:

1. Pepys MB, Hirschfield GM 2003. C-reactive protein: a critical update. J Clin Invest. Jun; 111(12):1805-1812.
2. Amezcua G, LM, Springall R, Bojalli R 2007. Proteína C reactiva: aspectos cardiovasculares de una proteína de fase aguda. Archivos de Cardiología de México. 77(1) 58-66.
3. Rifai N, Tracy RP, Ridker PM 1999. Clinical efficacy of an automated high-sensitivity C-reactive protein assay. Clin Chem. 45(12):2136-41.
4. Macy EM, Hayes TE, Tracy RP 1997. Variability in the measurement of C-reactive protein in healthy subjects: implications for reference intervals and epidemiological applications. Clin Chem. 43(1):52-8.
5. Ridker PM, Buring JE, Cook NR, Rifai N 2003. C-reactive protein, the metabolic syndrome, and risk of incident cardiovascular events: an 8-year follow-up of 14 719 initially healthy American women. Circulation. 107(3):391-7.
6. Shah T, Newcombe P, Smeeth L, Addo J, Casas JP, Whittaker J, et al 2010. Ancestry as a determinant of mean population C-reactive protein values: Implications for cardiovascular risk prediction. Cir Cardiovasc Genet . 3: 436-444.
7. Galland L 2010. Diet and Inflammation. Nutr Clin Pract. 25(6): 634-640.
8. Ridker PM 2010. Establishing a clinical basis for hsCRP in the prevention and treatment of cardiovascular disease. Clin Chem. 56(7):1186-7.
9. Buckley DI, Fu R, Freeman M, Rogers K, Helfand M 2009. C-reactive protein as a risk factor for coronary heart disease: a systematic review and meta-analyses for the U.S. Preventive Services Task Force. Ann Intern Med. 151(7):483-95.Review.
10. Kim KS, Hong NS, Jacobs DR Jr, Lee DH 2012. Interaction Between Persistent Organic Pollutants and C-reactive Protein in Estimating Insulin Resistance Among Non-diabetic Adults. J Prev Med Public Health. 45(2):62-69.
11. Efstratiadis G, Tsiaousis G, Athyros VG, Karagianni D, Pavlitou-Tsiontsi A, Giannakou-Darda A, Manes C 2006. Total serum insulin-like growth factor-1 and C-reactive protein in metabolic syndrome with or without diabetes. Angiology. 57(3):303-11.
12. Asegaonkar SB, Marathe A, Tekade ML, Cherekar L, Bavikar J, Bardapurkar J,Ajay R 2011. High-sensitivity C-reactive protein: a novel cardiovascular risk predictor in type 2 diabetics with normal lipid profile. J Diabetes Complications. 25(6):368-70.
13. Serrano M, Morte S, Alvarez V, Zugarramurdi P, Palacios M 2001. The inflammatory process of cardiovascular disease: new markers. An Sist Sanit Navar. 24(3):315-26.
14. Yamamoto K, Okazaki A, Ohmori S 2011. The relationship between psychosocial stress,age, subjects. J Physiol Anthropol. 30(1):15-22.
15. Pereira MA, Swain J, Goldfine AB, Rifai N, Ludwig DS 2004. Effects of a low-glycemic load diet on resting energy expenditure and heart disease risk factors during weight loss. JAMA. 292(20): 2482-2490.
16. Gaskins AJ, Mumford SL, Rovner AJ, Zhang C, Chen L, Wactawski-Wende J et al 2010. Whole grains are associated with serum concentrations of high sensitivity C-reactive protein among premenopausal women. J Nutr. 140: 1669-1676.
17. Gao X, Bermudez OI, Tucker KL 2004. Plasma C-reactive protein and homocysteine concentrations are related to frequent fruit and vegetable intake in Hispanic and non-Hispanic white elders. J Nutr. 134: 913-918.
18. Haldar S, Rowland IR, Barnett YA, Bradbury I, Robson PJ, Powell J, Fletcher J 2007. Influence of habitual diet on antioxidant status: a study in a population of vegetarians and omnivores. Eur J Clin Nutr. 61(8):1011-22
19. Basu A, Devaraj S, Jialal I 2006. Dietary factors that promote or retard inflammation. Artherioscler Thomb Vasc Biol. 26: 1-7.
20. Nanri A, Moore MA, Kono S 2007. Impact of C-reactive protein on disease risk and its relation to dietary factors: literature review. Asian Pac J Cancer Prev. 8(2): 167-177.
21. Esmaillzadeth A, Kimiagar M, Mehrabi Y, Azadhakht L, Hu FB, Willett WC 2006. Fruit and vegetable intakes, C-reactive protein, and the metabolic syndrome. Am J Clin J Nutr. 84: 1489-1497.
22. Oliveira A, Rodriguez-Artalejo F, Lopes C 2009. The association of fruits, vegetables, antioxidant vitamins and fiber intake with high sensitivity C-reactive protein: sex and body mass index interactions. Eur J Clin Nutr. 63: 1345-1352.
23. Esposito K, Marfella R, Ciotola M, Di Palo C, Giugliano F, Giugliano G, et al 2004. Effect of a Mediterranean-style diet on endothelial dysfunction and markers of vascular inflammation in the metabolic syndrome. JAMA. 292(12): 1440-1446.
24. King DE, Arch G, Mainous AG, Buchanan TA, Pearson W 2003. C-reactive protein and glycemic control In adults with diabetes. Diabetes care. 26:1535–1539.
25. Arya S, Isharwal S, Misra A, Pandey RM, Rastogi K, Vikram NK et al 2006. C-reactive protein and dietary nutrients in urban Asian Indian adolescents and young adults. Nutrition. 2(9):865-71.
26. Kennedy A, Martinez K, Chuang CC, LaPoint K, McIntosh M 2009. Saturated fatty acid-mediated inflammation and insulin resistance in adipose tissue: mechanisms of action and implications. J Nutr. 139(1):1-4.
27. Panagiotakos DB, Pitsavos CH, Zampelas AD, Chrysohoou CA, Stefanadis CI 2010. Dairy products consumption is associated with decreased levels of inflammatory markers related to cardiovascular disease in apparently healthy adults: the ATTICA study. J Am Coll Nutr. 4:357-364.
28. Fung TT, Rimm EB, Spiegelman D, Rifai N, Tofler GH, Willett WC et al 2001. Association between dietary patterns and plasma biomarkers of obesity and cardiovascular disease risk. Am J Clin Nutr. 73(1): 61-67.
29. Krajcovicova-Kudlackova M, Blazicek P 2005. C-reactive protein and nutrition. Bratisl Lek Listy. 106(11):345-7
30. Hilpert KF, Kris-Etherton PM, West SG 2005. Lipid Response to a Low-Fat Diet with or without Soy Is Modified by C-Reactive Protein Status in Moderately Hypercholesterolemic Adults. J. Nutr. 135: 1075–1079
31. Salas-Salvadó J, Garcia-Arellano A, Estruch R, Marquez-Sandoval F, Corella D, Fiol M, et al 2008. Components of the Mediterranean-type food pattern and serum inflammatory markers among patients at high risk for cardiovascular disease. Eur J Clin Nutr. 62(5): 651-659.
32. Norman AJ, Suter-Zimmermann K, Bucher HC, Shai I, Tuttle K, Estruch R et al 2011. Meta-analysis comparing Mediterranean to low-fat diets for modification of cardiovascular risk factors. The American Journal of Medicine. 124: 841-851.