Es frecuente que los médicos le soliciten a los pacientes análisis de laboratorio sin un mínimo de recomendaciones previas a la toma de las muestras, llevando lo anterior a la obtención de resultados erróneos, y a la consecuente hechura de diagnósticos equivocados, con la subsiguiente prescripción de tratamientos impropios. Parecería que todo lo anterior es algo impensable, pues, se supone, que nunca debería ocurrir; sin embargo, basten dos ejemplos para ilustrar lo dicho: ¿Cuántas horas de ayuno se requieren para la cuantificación de glucosa, y de triglicéridos?; si un paciente está recibiendo antibióticos, ¿Cuántos días antes de la toma de un urocultivo debe suspenderlos?