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Reflexiones sobre el sistema de evaluacion del programa de Higiene de los Alimentos I
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Autor: Dr. Orestes Gonzalez Capdevilla
Publicado: 6/07/2007
 


Se efectuaron  algunas consideraciones  sobre la aplicación del Sistema de Evaluación del  programa de Higiene de los  Alimentos I que se imparte en el Perfil de Nutrición y Dietética de la Carrera Licenciatura en Tecnología de la Salud a partir de una valoración previa de su estructura y del cumplimiento de las funciones que se le atribuyen al mismo, transitando además  por el análisis de algunos de los instrumentos aplicados en los dos últimos cursos académicos y la revisión del tema en la literatura científica. Este análisis permitirá perfeccionar nuestro trabajo pedagógico y responder con mayor calidad al proceso de Universalización de la Educación Médica Superior.


Reflexiones sobre el sistema de evaluacion del programa de Higiene de los Alimentos I

Resumen

Se efectuaron algunas consideraciones sobre la aplicación del Sistema de Evaluación del programa de Higiene de los Alimentos I que se imparte en el Perfil de Nutrición y Dietética de la Carrera Licenciatura en Tecnología de la Salud a partir de una valoración previa de su estructura y del cumplimiento de las funciones que se le atribuyen al mismo, transitando además por el análisis de algunos de los instrumentos aplicados en los dos últimos cursos académicos y la revisión del tema en la literatura científica. Este análisis permitirá perfeccionar nuestro trabajo pedagógico y responder con mayor calidad al proceso de Universalización de la Educación Médica Superior.

Introducción
 
La evaluación se ha convertido en los últimos tiempos en un tema recurrente en cada debate didáctico, para muchos es un tema de difícil solución pero indudablemente nos compromete diariamente en los desafíos similares de esta hermosa tarea de educar.

Siendo la educación una práctica social y la evaluación uno de sus principales actos que se lleva a cabo en las instituciones educativas, debemos abordarla desde distintos aspectos: ideológicos, sociales, pedagógicos, psicológicos y técnicos.

Tiene connotaciones ideológicas ya que está relacionada con las concepciones históricas y sociales que predominan en el contexto y que sin duda la condicionan; tiene connotación social porque se relaciona con la promoción y la deserción escolar; tiene connotación pedagógica porque tiene peso en la conducta de los diferentes actores sociales involucrados en el proceso enseñanza aprendizaje y tiene connotación técnica, porque es necesario que el personal docente sea capaz de diseñar instrumentos válidos y confiables que le permitan autoevaluar su gestión en el proceso pedagógico y valorar los resultados obtenidos por sus alumnos. (1)

Habitualmente, cuando se habla de evaluación se piensa, de forma prioritaria e incluso exclusiva, en los resultados obtenidos por los alumnos (evaluación del aprendizaje). Hoy en día éste sigue siendo el principal punto de mira de cualquier aproximación al hecho evaluador. El profesorado, los padres, los propios alumnos y el propio sistema, se refieren a la evaluación como instrumento calificador.

Esta concepción es una herencia del sistema tradicional que ponía énfasis en medir las adquisiciones o la mejora de las habilidades. Dada la importancia concedida a los resultados, el alumno justificaba la actividad docente únicamente como una forma para mejorar dichos resultados, es decir, el profesor justifica socialmente su función en la medida que acredita resultados -óptimos, por supuesto- de sus alumnos.

Hoy la evaluación adquiere un nuevo sentido, superior a la mera recogida de datos, convirtiéndose en una pieza clave imprescindible para que el profesor preste al alumno la ayuda necesaria, y en consecuencia, pueda valorar las transformaciones que en él se han ido produciendo. (2)

Muchos autores en el mundo se han pronunciado a favor de que se produzca un cambio en el proceso de evaluación y que cada vez la didáctica que se aplica en nuestras universidades vaya dirigida al desarrollo de la personalidad lo cual puede lograrse si se transforma la evaluación tradicional en una evaluación personalizada y desarrolladora.

Para lograrlo resulta de vital importancia la autoevaluación la cual permite al alumno emitir un juicio propio del desarrollo alcanzado; tomar conciencia de lo que sabe; descubrir por si solo sus limitaciones y elevar su sentido autovalorativo, todo lo cual sin lugar a dudas estimula su autoaprendizaje y desarrolla sus funciones cognitivas.

El docente por su parte focalizará la evaluación más sobre el cómo (el proceso), que sobre el qué (el resultado) y el examen dejará de convertirse en un acto estresante, puramente cognitivo, para transformarse en un proceso cognitivo-afectivo de expresión del desarrollo de la personalidad y creatividad en sus diferentes niveles.

La evaluación será más personalizada, integral, formativa y sistemática desarrollándose de esta forma la personalidad y creatividad del estudiante: quién será capaz de valorar y tomar decisiones sobre si mismo, los demás y de su actividad. (3)

Teniendo en cuenta las transformaciones educacionales que se están produciendo en la formación de los profesionales de la salud y los esfuerzos que se realizan en nuestros Centros de Educación Médica Superior para alcanzar la excelencia académica, resulta novedoso realizar algunas consideraciones sobre la Evaluación del Aprendizaje, uno de los componentes más estudiados del proceso pedagógico.

En nuestra Universidad Médica los asesores metodológicos del Vicerrectorado Docente en controles efectuados al desarrollo del proceso de formación de nuestros profesionales de la salud han detectado las siguientes dificultades (4):

 - La evaluación no se aplica con la sistematicidad requerida de manera tal que permita darle un seguimiento al proceso de forma oportuna y preventiva para propiciar los niveles de ayuda necesarios y suficientes; salvando dificultades y potenciando el desarrollo de las posibilidades de cada alumno. 

 - Es limitado el empleo de formas, tipos, procedimientos y herramientas para evaluar en las nuevas condiciones del proceso de formación del profesional. 

 - El proceso evaluativo que dirige el profesor no contribuye a la autorregulación del sujeto en formación por lo que la función reguladora de la evaluación no se cumple a los niveles deseados. 

 - Son deficientes las destrezas profesionales para asumir la evaluación formativa de manera tal que no solo se considere la obtención del conocimiento sino que se logre evaluar habilidades, actitudes, sentimientos y/u orientaciones valorativas como una totalidad no dividida en el desarrollo de la personalidad.

Teniendo en cuenta las premisas anteriores es que hemos decidido realizar el presente trabajo, planteando como objetivo general efectuar algunas reflexiones sobre la aplicación del Sistema de Evaluación del programa de Higiene de los Alimentos I que se imparte en el Perfil de Nutrición y Dietética de la carrera Licenciatura en Tecnología de la Salud a partir de una valoración previa de su estructura y del cumplimiento de las funciones que se le atribuyen al mismo, transitando además por el análisis de algunos de los instrumentos aplicados en los dos últimos cursos académicos y la revisión del tema en la literatura científica. Este análisis permitirá perfeccionar nuestro trabajo pedagógico y responder con mayor calidad al proceso de Universalización de la Educación Médica Superior.

Desarrollo

Consideraciones epistemológicas de la evaluación: Delimitación conceptual. 

 Definir evaluación puede llegar a ser tan complejo como delimitar el número de autores, corrientes y teorías que lo han hecho. A continuación se relacionan diferentes conceptos de diversos autores encontrados en la literatura científica: 

 - “Comparar lo deseado con lo realizado” 
 - “Estimar cuantitativamente y cualitativamente el valor, la importancia o la incidencia de determinados objetos, personas o hechos” 


Reflexiones sobre el sistema de evaluacion del programa de Higiene de los Alimentos I 2.

 - “Medio que permite observar y describir con mayor precisión los aspectos cuantitativos y cualitativos de la estructura, el proceso y el producto de la educación. Su finalidad es facilitar una predicción y un control lo más exacto posible del proceso educativo” 
 - “Etapa del Proceso educacional que tiene por fin comprobar de modo sistemático en qué medida se han logrado los resultados previstos en los objetivos que se hubieran especificado con antelación” 
 - “Actividad valorativa e investigadora, que facilita el cambio educativo y el desarrollo profesional de los docentes. Su finalidad es adecuar o reajustar permanentemente el sistema escolar a las demandas sociales y educativas. Su ámbito de aplicación abarca no sólo a los alumnos, sino también a los profesores y los centros educativos...” 
 - “Interpretación mediante pruebas, medidas y criterios, de los resultados alcanzados por alumnos, profesor y proceso de enseñanza-aprendizaje en la ejecución pormenorizada de la programación” 
 - “Proceso por medio del cual los profesores buscan y usa información procedente de diversas fuentes para llegar a un juicio de valor sobre el alumno o sistema de enseñanza en general o sobre alguna faceta particular del mismo” (2) 
 - "un proceso sistemático para determinar hasta qué punto los objetivos educativos han sido logrados por los alumnos" 
 - "fase importante del diseño instructivo que consiste en poner, en forma de tarea a resolver por el discente, los objetivos propuestos" 
 - "actividad sistemática, continua, integrada en el proceso didáctico, cuya finalidad es conocer y mejorar el propio proceso didáctico en general y al alumno en particular" 
 - "la emisión de un juicio tras la recogida de información suficiente" 
 - "permite controlar el nivel de calidad de cada programa, proporciona información para introducir las modificaciones oportunas para alcanzar los objetivos previstos y mide el efecto generado en los alumnos" (5)

Como se puede observar la mayoría de las definiciones anteriormente expuestas reconocen en la evaluación dos procesos básicos: la recogida de información y emisión de un juicio valorativo, pero existen discrepancias en cuanto a la inclusión de aspectos tales como la toma de decisiones derivada de ella, su ejecución y resultados.

A través de la evaluación se pretende y de hecho se alcanzan cuatro resultados, que serían las funciones principales que se le asignan en la regulación de todo el proceso educativo: (6)

1. Juicio de valor sobre la realidad del aprovechamiento por parte del alumno de los inputs del proceso educativo.
2. Constatación de la coherencia entre los objetivos y los resultados o, dicho de otra forma, entre el nivel deseado (objetivos) y el real (resultados).
3. Aportación de información para la toma de decisiones, no sólo respecto al funcionamiento del sistema en su conjunto, sino especialmente en relación con los distintos elementos que lo componen.
4. Puesta en relación concreta o regular de todos los elementos personales que intervienen en el proceso educativo y ocasión para que se compartan información y expectativas y se hagan coherentes los criterios de intervención sobre el alumno desde todos los ámbitos.

La evaluación tiene varias facetas. Por un lado, está la evaluación de los alumnos. Pero además, también es preciso evaluar a los profesores y al proceso de formación, para comprobar tanto su efectividad como las posibilidades de mejora. La evaluación de los alumnos es necesaria para establecer las correspondientes calificaciones y para medir el nivel de aprovechamiento, al mismo tiempo que constituye para éstos un elemento motivador y de información. A su vez, la evaluación del profesor contribuye a su perfeccionamiento como docente (5)

Principios que fundamentan una buena práctica de la evaluación del aprendizaje de los estudiantes

Un proceso de evaluación no fundamentado en valores educativos corre el riesgo de convertirse en un proceso de medición más que en un proceso de mejora. La evaluación no es un fin en sí mismo sino un medio para el mejoramiento educativo. Los valores educativos han de guiar no solo que evaluar sino como evaluar.

La evaluación no sólo ha de dar cuenta de lo que el alumno sabe, sino qué es lo que puede hacer con aquello que sabe. Esto implica que, además de atender a los conocimientos, es necesario también atender a las habilidades, actitudes y valores que inciden en el éxito académico más allá de contexto del aula.

Es un proceso orientado a determinar la consecución de objetivos. Implica contrastar el desempeño de los estudiantes con respecto a los objetivos y las expectativas educativas que se derivan de la misión institucional y de las intenciones y objetivos educativos planteados tanto en un plan curricular como en un curso en particular.

Ayuda a entender qué condiciones favorecen el aprendizaje de los estudiantes. Conocer, por ejemplo, qué actividades de enseñanza-aprendizaje (bajo qué técnicas o estrategias didácticas), qué enfoques, procedimientos/técnicas de evaluación favorecen el aprendizaje del alumnado.

No es un asunto que compete a un pequeño grupo de expertos; es una actividad colaborativa en la que intervienen los diferentes actores del proceso educativo. En el caso particular del proceso de enseñanza-aprendizaje: alumnado y profesorado.

Aporta evidencias confiables y útiles para la toma de decisiones. Esto implica considerar para qué y por quién será utilizada la información. No se trata de recopilar datos y devolver "resultados", sino de recopilar e "interpretar" datos que informen y sirvan de guía en un proceso de mejora continua.

Contribuye a la calidad en aquellas instituciones en las que el proceso de enseñanza-aprendizaje es visiblemente valorado. En tales contextos, la información que se obtiene acerca del aprendizaje de los estudiantes es visto como una parte integral del proceso de toma de decisiones y una herramienta de trabajo muy útil y valiosa.

Es una actividad determinante en el proceso de formación de los estudiantes al permitirles conocer aquellas áreas que son necesarias fortalecer en su proceso de aprendizaje para incidir así en un mejor desempeño profesional. (7)

Funciones de la evaluación

Las funciones de la evaluación del aprendizaje se han tratado reiteradamente en la literatura pedagógica -a veces con distintas denominaciones pero similar contenido- y han sido objeto de diversas investigaciones. En las obras de insignes pedagogos cubanos, como Félix Varela, Enrique José Varona, José de la Luz y Caballero, se encuentran valiosas ideas acerca de las funciones de la evaluación que mantienen plena vigencia.

En la práctica, sin embargo, se constata con frecuencia, una lamentable reducción de la evaluación solo a algunas de sus funciones, como la de comprobación de los resultados finales y la acreditación del nivel alcanzado, lo que altera su esencia y limita sus potencialidades formativas.


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Según Miriam González a la evaluación se le atribuyen dos funciones generales:

La social relacionada con la certificación del saber, acreditación, selección y promoción. Los títulos que otorgan las instituciones educativas, a partir de los resultados de la evaluación, representan un símbolo del saber y la competencia, lo cual se vincula a las políticas educacionales que buscan una mayor calidad de la educación para un número mayor de personas.

La pedagógica está dada por sus funciones orientadora, de diagnóstico, pronóstico y de retroalimentación. La función formativa constituye un medio para la formación de estudiante e implica que sirva para corregir, regular, mejorar y producir aprendizajes.

Esta misma autora en otro de sus trabajos profundiza en cada una de ellas y declara como la primera función:

Determinar el nivel de partida, para conocer el nivel inicial de la actividad cognoscitiva de los estudiantes, sus intereses, actitudes y motivación por el estudio y la materia a aprender, así como otros datos relevantes que permitan orientar la enseñanza y el aprendizaje de los estudiantes. Esta función da lugar a un tipo de evaluación denominada preliminar o de diagnóstico inicial que se realiza al comenzar un nivel de enseñanza, una asignatura, un tema.

En realidad no se realiza con frecuencia, quizás porque se asume cierta uniformidad en los estudiantes o porque los profesores suponen que obtendrán la información pertinente a lo largo del curso, aun cuando ya no sea oportuna.

Función de retroalimentación. Esta función se relaciona estrechamente con la dirección o conducción del aprendizaje y debe entenderse como retroinformación no solo para el profesor sino también para el estudiante como ente activo de su aprendizaje. Es sin duda una de las funciones más importantes, pues permite el monitoreo de la actividad de aprendizaje durante su desarrollo y realizar los ajustes y correcciones que se requieran.

Si el control es realizado solo por el profesor y sus resultados no llegan al estudiante existe retroalimentación muy limitada que implica solo al profesor. Si se lleva a cabo por el estudiante o con su participación, entonces además de retroalimentar se cumplen funciones motivadoras.

Uno de los obstáculos con que se enfrenta el cumplimiento de esta función está relacionado con la masividad de la enseñanza que limita el conocimiento y atención al trabajo individual del estudiante por parte del profesor. Otro problema señalable es la poca y pobre utilización de esta función de la evaluación por parte de los profesores, quienes, con frecuencia, no abren un espacio en sus clases para discutir y valorar con los estudiantes los resultados de la evaluación y someter a análisis la marcha del proceso de aprendizaje.

Función educativa, motivadora: La evaluación oportuna, necesaria y bien organizada favorece el incremento de la actividad cognoscitiva del estudiante, propicia el trabajo independiente, contribuye a la consolidación, sistematización, profundización y generalización de los conocimientos y la motivación por el estudio. Asimismo, favorece que el alumno se plantee mayores exigencias, defienda y argumente sus explicaciones contribuyendo a la formación de convicciones, formación de hábitos de estudio, el desarrollo del sentido de la responsabilidad y la autoevaluación.

De importancia resulta, además, la garantía de la participación individual y colectiva de los estudiantes en todo el proceso evaluativo y en el análisis de los resultados. Ello, junto con el uso de la estimulación y la crítica del trabajo, favorece la motivación y la formación de estrategias de autoevaluación y regulación por parte de los alumnos, al contar con información e incluso participar en la determinación de objetivos de evaluación, criterios, indicadores, formas de proceder.

En la práctica docente, sin embargo, estas funciones de la evaluación son poco atendidas, encontrándose por debajo de los niveles deseables y factibles.

Función de comprobación: Posiblemente la más conocida y utilizada de las funciones de la evaluación y que está ligada a la constatación del aprendizaje logrado y su acreditación para diversos fines (promoción, egreso). También es conocida como función sancionadora, evaluación sumativa.

En nuestra consideración la función de comprobación no debe limitarse a los resultados finales de un curso o de los estudios, sino que puede estar presente en diversos estadios y momentos del proceso (comprobación del nivel inicial, niveles parciales, final). Si la evaluación es adecuadamente elaborada y aplicada, sus resultados informan:

a) Sobre el aprendizaje logrado por los estudiantes: este aspecto permite verificar si los estudiantes han adquirido la preparación requerida conforme con los objetivos propuestos (u otros resultados no previstos inicialmente pero que se producen en el proceso).

b) Sobre la efectividad de la enseñanza: este aspecto conduce a evaluar, reforzar o enmendar la estrategia didáctica empleada. (8,9)

Halcones y col. (2) plantean que según se trata del aprendizaje o la enseñanza, la evaluación cumple unas funciones claras y determinantes en nuestro sistema educativo:

DEL APRENDIZAJE:

a) Función Orientadora: En la medida que ayuda para elaborar proyectos y orientar sobre aspectos básicos que el alumno debe alcanzar. Esta función está íntimamente ligada al momento de evaluación inicial y a los efectos que de ella se extraen: diagnóstico y pronóstico. Diagnóstico porque determina situaciones reales y de partida en un momento determinado. Pronóstico porque permite aventurar hipótesis de trabajo.

b) Función Formativa: La evaluación ayuda a tomar medidas en el momento oportuno sin esperar a situaciones de riesgo. Implica la detección de cómo cada alumno se sitúa en la actividad escolar, dificultades o facilidades que encuentra, influencia que aporta la estructura docente.

c) Función Sumativa: La evaluación permite comprobar los resultados alcanzados y valorar el grado de consecución. Va asociada al momento de evaluación final.


DE LA ENSEÑANZA:

a) Función Formativa: La evaluación ayuda a tomar medidas en el momento oportuno sin esperar a situaciones de riesgo. Implica la detección de cómo cada alumno se sitúa en la actividad escolar, dificultades o facilidades que encuentra, influencia que aporta la estructura docente.

b) Función de Calidad: La evaluación de la enseñanza permite abordar cambios e innovaciones en las programaciones educativas y acciones didácticas, basado en percepciones rigurosas de la realidad, lo que contribuye, sin lugar a dudas, en una mejora de la calidad de la enseñanza, al mejorar la acción docente.


Reflexiones sobre el sistema de evaluacion del programa de Higiene de los Alimentos I 4.

Calidad de los instrumentos de Evaluación

La evaluación, como se ha señalado, es un concepto complejo por la pluralidad de significados que comporta y, además, ha de cumplir una serie de condiciones para que sea eficaz. En este sentido, se han pronunciado diferentes autores. Así, Tyler señala que los instrumentos que sean utilizados para la realización de la evaluación deben cumplir, especialmente, los siguientes requisitos: (5)

a) objetividad
b) confiabilidad
c) validez, según Tyler el requisito más importante.

Para la correcta aplicación del sistema de evaluación se debe atender un conjunto de premisas básicas que debe satisfacer y que están óptimamente relacionadas entre sí. Entre estos principios se destacan:

La validez, entendida como la correspondencia entre la evaluación y los objetivos y contenidos de la enseñanza que se desean verificar. Se refiere tanto a las exigencias del control como a la determinación de los índices valorativos que permiten la calificación.

Se pueden distinguir dos tipos de validez: conceptual y funcional. La validez conceptual esta vinculada con los conocimientos de las asignaturas y exige que en el contenido del control están reflejados los principales conceptos, hechos, fenómenos, procesos, principios, leyes y teorías que son objeto de asimilación por parte de los estudiantes.

La validez funcional está vinculada con la correspondencia que debe existir entre la evaluación y las habilidades sujetas a la misma; y ello es imprescindible, debido a que los mismos conocimientos pueden ser utilizados en diferentes tipos de actividad.

Para cumplir con las exigencias de la validez funcional y conceptual hay que diseñar los controles a partir de los objetivos de la enseñanza, bajo la condición de que estos últimos están formulados con la precisión requerida. N.F.Talizina plantea que "para satisfacer las exigencia de la validez funcional, se debe programar un tipo de tarea cuya solución requiera la utilización de aquellos métodos (habilidades) específicos y lógicos que están contemplados en los objetivos. La realización simultánea de las exigencias de la validez conceptual y funcional requiere de un trabajo previo encaminado al análisis del sistema de conocimientos y del sistema de métodos específicos y lógicos de la actividad cognoscitiva".

El resultado del aprendizaje incluye no solo los nuevos conocimientos y habilidades, sino también, la adquisición de nuevas cualidades en los conocimientos y habilidades de los estudiantes. En consecuencia es indispensable delimitar cuales son las cualidades esperadas las que sirven también de indicadores al valorar el logro de los objetivos.

La confiabilidad, entendida como la estabilidad de los resultados obtenidos, al repetir la evaluación o al ser calificada por distintos profesores.

Este concepto es relativo en el sentido de que al decursar el tiempo, la calidad de los conocimientos puede variar; pero es evidente que la evaluación debe estar dirigida a verificar la apropiación por parte de los estudiantes de aquellos conocimientos y habilidades esenciales que constituyen fundamentos y herramientas básicas para el estudio de nuevos contenidos o para el quehacer profesional.

La falta de confiabilidad por las diferencias, a veces pronunciadas, entre las calificaciones que se otorgan por distintos profesores a un mismo control realizado, esta estrechamente vinculado a la insuficiente precisión de los objetivos a lograr y de los indicadores para valorarlos.

Entre la confiabilidad y la validez existen estrechas relaciones. Una evaluación que cumple las exigencias de la validez tiene un alto grado de probabilidad de ser confiable, pero no necesariamente ocurre así a la inversa. Es posible que los resultados obtenidos se confirmen al repetir el control o al ser calificado por varios profesores de modo independiente y, sin embargo, que la evaluación no responda a los objetivos de enseñanza previstos.

Tanto la confiabilidad como la validez son principios importantes para lograr la necesaria objetividad en la evaluación del aprendizaje.

No podemos dejar pasar por alto la generalizabilidad de estos instrumentos la cual está dada porque un mismo examen pueda ser utilizado en otros territorios.

Stufflebeam y Shinkfield (10), no se alejan de los requisitos expuestos por el autor anterior. Así, para ellos, las condiciones que ha de cumplir la evaluación son:

a) Una evaluación debe ser útil. Ha de servir para identificar y examinar aspectos positivos y negativos del proceso de enseñanza-aprendizaje. Debe poner muchísimo énfasis en plantear las cuestiones de mayor importancia.

b) Debe ser factible. Utilizar procedimientos evaluativos que no presenten dificultades que la hagan inviables. Y ser dirigidas de un modo eficiente.

c) Debe ser ética. Debe estar basada en compromisos explícitos que aseguren la necesaria cooperación, la protección de los derechos de las partes implicadas y la honradez de los resultados. Además, debe proporcionar un informe equitativo que revele todas las virtudes y defectos.

d) Debe ser exacta. Debe describir con claridad el objeto de la evaluación en su evolución y en su contexto. Debe estar libre de influencias y debe proporcionar unas conclusiones válidas y fidedignas.

Además, la evaluación debe ser congruente con los objetivos marcados y los procesos de enseñanza seguidos y, debe estar debidamente programada, esto es, preparada o pensada previa y adecuadamente. Una correcta evaluación es particularmente útil para comprender cómo están aprendiendo los alumnos, y orientar la enseñanza en la dirección correcta cuando el aprendizaje no es satisfactorio. A través de la práctica de la evaluación, los profesores son capaces de entender y promover el aprendizaje de sus alumnos.

Así, la evaluación puede ser considerada tanto como un sistema de control como un mecanismo que permite introducir medidas correctoras en el proceso enseñanza-aprendizaje. Completando lo expuesto por los autores anteriores, Escudero (11) apunta que, entre otros, los principios u orientaciones que deberían guiar la práctica evaluadora se pueden resumir, fundamentalmente, en:

a) La evaluación debe centrarse en la mejora más que en el control. Este proceso debe utilizarse para la mejora y comprensión de la enseñanza y del aprendizaje.


Reflexiones sobre el sistema de evaluacion del programa de Higiene de los Alimentos I 5.

b) La evaluación debe prestar más atención a los procesos que a los productos, es decir, a los procesos que se desarrollan y cómo se desarrollan, que al producto final obtenido.

c) La evaluación debe ser lo más integral posible. Esto es, poner el énfasis en construcción de un proceso de evaluación en torno a una visión lo más integral posible de todos los aprendizajes que el alumnado haya desarrollado.

La evaluación del aprendizaje debe ser formativa, promocionando la formación del alumno más que la mera adquisición de conocimientos. Por ello, interesan las relaciones entre los conceptos, la utilización del lenguaje en definitiva, las habilidades cognitivas de orden superior: la resolución de problemas, el análisis y síntesis.

La evaluación debe ser objetiva, justa, imparcial, mitigando al máximo la posible subjetividad que pueda surgir; a ello contribuirá que se señale, con anterioridad, los criterios de valoración a aplicar. Eso hace que el alumno aprecie el intento por parte del profesor de asegurar la objetividad en la valoración de los exámenes. Este último aspecto es de gran importancia, pues aunque la evaluación se real al final del proceso enseñanza-aprendizaje, debe diseñarse con anterioridad (11).

En cualquier caso, y sin olvidar las lógicas limitaciones a las que actualmente se enfrenta el profesor universitario que imparte materias con un elevado número de alumnos, sería muy positivo poder enriquecer el sistema de evaluación que utilice con apreciaciones en relación con cuestiones tales como la atención del alumno en las clases, su calidad de expresión oral y escrita, la fluidez de su redacción, su habilidad para organizar el trabajo o el tiempo empleado en la resolución de los supuestos y problemas; además, de los ejercicios, trabajos y prácticas que pudiera
realizar fuera del aula.

También, sería de gran utilidad para el proceso enseñanza aprendizaje la realización de pruebas escritas teóricas y prácticas a lo largo del tiempo que se imparte la asignatura, a fin de que los alumnos puedan percibir su estado actual de conocimientos de la materia, permitiéndoles "tomar conciencia" de su actuación hasta el momento y de si ésta ha de cambiar o no, para poder llegar a superar la asignatura. (5)

Por otro lado, y en lo que se refiere a la elaboración correcta de un examen, hay que decir que no es una tarea fácil, y esta dificultad es sólo uno de los aspectos de los numerosos existentes por los que el sistema de evaluación a través de un examen es criticado. Así, entre otras cuestiones a tener en cuenta al elaborar un examen, se debe buscar el equilibrio entre todos los aspectos básicos de la asignatura, evitando "preguntar siempre lo mismo, olvidando continuamente ciertos temas".

Debe contener cuestiones que obliguen a relacionar conceptos, eludiendo lo puramente memorístico, permitiendo aplicar conceptos teóricos a la resolución de casos prácticos. Las cuestiones que se planteen deber ser muy claras, evitando que lleven a confusión a los alumnos.

Las técnicas de las que se puede valer el profesor para evaluar a los alumnos son varias. La elección de una u otra vendrá condicionada por una serie de factores entre los que cabe citar los objetivos fijados, los métodos pedagógicos utilizados para alcanzar dichos objetivos, y especialmente, el número de alumnos a evaluar.

Análisis del Sistema de Evaluación del Programa de la Asignatura Higiene de los Alimentos I

No pretendemos hacerle una crítica exhaustiva al sistema de evaluación del programa que impartimos ni a su implementación pues nos sumamos al criterio de Ileana Dopico Mateo quien plantea que en la práctica la Evaluación tiene dos grandes adversarios: el tiempo y la subjetividad. Evaluar es un proceso complejo y difícil de cumplimentar en un tiempo limitado. Es prácticamente imposible que un programa pueda ser evaluado pormenorizadamente y, a la perfección y que a su vez ese proceso este exento de deficiencias y de subjetividad de las partes implicadas ya sea de los evaluadores o de los evaluados, los primeros por no estar dentro del mundo en que se desarrolla el programa y los segundos por no tener una perspectiva externa del mundo. (12)

El Sistema de evaluación de la Asignatura Higiene de los Alimentos I comprende:

a) Evaluaciones frecuentes, las cuales permiten determinar el cumplimiento de los objetivos específicos y fortalecen la relación estudiante-profesor y le permiten al docente seguir, ayudar y conducir oportunamente al estudiante, se efectúan en la clase y en la educación en el trabajo y tributan al carácter sistémico de la evaluación. A nuestro juicio de gran importancia en el Nuevo Modelo Pedagógico ya que propicia el estudio sistemático y el autoaprendizaje, evita el finalismo y eleva los resultados docentes del grupo.

b) Una evaluación Parcial (TCC) en la semana 10 la cual permite comprobar los objetivos de los dos primeros temas de la asignatura, el nivel de asimilación de los conocimientos así como las habilidades adquiridas por los alumnos.

c) El encuentro comprobatorio el cual va encaminado a verificar el logro de los objetivos de uno o varios temas en los cuales el estudiante haya presentado dificultades. En éste el profesor no solo verifica el aprendizaje del estudiante sino que discute y analiza sus métodos de estudio, señala las dificultades y efectúa las orientaciones correspondientes.

Esta actividad evaluativa permite al docente precisar y profundizar en el conocimiento y dominio real que tienen los estudiantes sobre los contenidos teóricos impartidos y las habilidades que demostraron no dominar en las evaluaciones frecuentes o parciales realizadas con anterioridad.

d) Un Examen Final Escrito para comprobar el logro de los objetivos más generales y esenciales del contenido de la asignatura. Mediante este el profesor puede evaluar los conocimientos, hábitos, habilidades y modos de actuación adquiridos por el estudiante así como su capacidad para integrar, generalizar y aplicar esos contenidos de acuerdo con los objetivos declarados en el programa.

En el programa se declara que en la evaluación se deben contemplar sus funciones de comprobación y control, retroalimentación, instructivas y educativas y que la misma tiene como base la atención a las particularidades de cada alumno a través de la observación, análisis y valoración de las posibilidades reales de aprendizaje; además de establecer el tratamiento diferencial a los alumnos de alto y bajo rendimiento.

Esta constituye una de las características más importantes de la evaluación y que cobra una vigencia extraordinaria en estos momentos si se tienen en cuenta las diferentes vías de ingreso de nuestros estudiantes a la educación médica superior.

Uno de los retos actuales es precisamente que la evaluación sea personalizada y que responda a las características y al ritmo de aprendizaje de cada sujeto, predeterminado a partir del resultado del diagnóstico individual y grupal.

Los docentes estamos llamados a desarrollar una evaluación contextualizada, que se aplique según las condiciones y características en que transcurren los procesos formativos.

El colectivo de asignatura considera que se deberían incluir dos seminarios evaluativos para comprobar los objetivos de los cinco temas restantes de la asignatura que no se evalúan en el TCC, los cuales están muy vinculados al ejercicio de la profesión del tecnólogo en Nutrición e Higiene de los Alimentos. Otra alternativa sería utilizar Trabajos Extraclases donde el estudiante se vea obligado a profundizar en el tema orientado por el profesor.


Reflexiones sobre el sistema de evaluacion del programa de Higiene de los Alimentos I 6.

Tenemos que decir que el Programa de Estudio de Higiene de los Alimentos I se viene aplicando desde hace dos cursos, en los diferentes Talleres de Rediseño Curricular que se han efectuado se han planteado estas dificultades y el mismo es susceptible de modificaciones previo análisis y aprobación de las instancias superiores.

Los instrumentos que se han venido aplicando en nuestro perfil responden a los objetivos declarados en el programa de la asignatura, los contenidos evaluados son una muestra representativa de los conocimientos impartidos. El colectivo de profesores tiene en cuenta a la hora de evaluar la expresión oral y escrita del estudiante, su capacidad organizativa, las habilidades, hábitos, conocimientos y modos de actuación adquiridos.

Los exámenes revisados son comprensibles, con un adecuado equilibrio entre la cantidad de preguntas e incisos, las mismas están formuladas con claridad y sin ambigüedad, el nivel de asimilación utilizado es adecuado, no existe relación entre las preguntas de un mismo cuestionario. Y se pudo corroborar la aplicación de preguntas de asociación donde el estudiante está obligado a utilizare interpretar los conceptos estudiados en clases.

Sin embargo podemos decir que en dos casos el enunciado de la pregunta no guarda relación con algunos de sus incisos. Uno de los cuestionarios presentaba una pregunta con cinco incisos para completar y además una pregunta colateral que respondía al mismo objetivo que la anterior.

Hay que destacar que las preguntas de ensayo aplicadas están muy vinculadas al ejercicio de la profesión del tecnólogo en Nutrición y Dietética lo que permite evaluar los conocimientos y habilidades adquiridos por el estudiante en el semestre cursado.

En uno de los exámenes aplicados se abusa de las preguntas de ensayo (dos) lo cual no habla a favor del equilibrio que debe existir entre los diferentes tipos de preguntas, consideramos que pudo haberse utilizado una pregunta de selección múltiple (complemento simple o agrupado) u otra de completar espacios en blanco, redactadas desde luego con claridad evitando con ello ambigüedad en las respuestas o dudas al responderlas.

Si se analizan el resto de las cualidades que debe poseer un instrumento de evaluación podemos decir que los dos exámenes aplicados hasta la fecha son objetivos, pertinentes, con un alto grado de equidad y eficiencia, sin embargo, uno de ellos no permite distinguir, al dar respuesta a sus preguntas, al estudiante de alto rendimiento; aspecto que deberá considerarse al diseñar los exámenes venideros.

Conclusiones.

 - El Sistema de Evaluación del Programa de Higiene de los Alimentos I si bien declara las funciones de la evaluación resulta necesario añadirle algunos seminarios que permitan comprobar los objetivos de los temas 3, 4, 5, 6 y 7 de la asignatura.

 - A pesar de que el claustro de la asignatura es joven y posee una insuficiente preparación pedagógica existe voluntad e intencionalidad de que se cumplan en el Proceso Enseñanza Aprendizaje cada una de las funciones de la evaluación.

 - Los instrumentos revisados son válidos y confiables pero susceptibles de ser mejorados en la medida que se vaya elevando la competencia pedagógica de los profesores del perfil.


Bibliografía

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Autor:

Dr. Orestes González Capdevilla.
Profesor de Higiene de los Alimentos. ISCM VC.

INSTITUTO SUPERIOR DE CIENCIAS MÉDICAS DE VILLA CLARA. “Dr. SERAFIN RUIZ DE ZÁRATE RUIZ”