La intención de hacer daño es, sin duda, el elemento central de la definición de este tipo de comportamientos. Hay que diferenciar dos tipos de comportamientos: agresión afectiva u hostil en la que el fin último es provocar un daño y la agresión instrumental que es una agresión dirigida a conseguir algún objetivo o un fin que no es el daño en sí mismo. La agresión afectiva suele ser reactiva, ya que con frecuencia es precedida de una investigación previa y la agresión instrumental se considera deliberada, racional y no guiada por la ira.