Inicio > Medicina Interna > Factores de riesgo, una mirada reflexiva en los pacientes con enfermedades cerebrovasculares isquémicas

Factores de riesgo, una mirada reflexiva en los pacientes con enfermedades cerebrovasculares isquémicas

Factores de riesgo, una mirada reflexiva en los pacientes con enfermedades cerebrovasculares isquémicas

Resumen.

Se realiza una revisión sobre los factores de riesgo asociados a la morbimortalidad por enfermedades cerebrovasculares isquémicas, entre los factores de riesgo modificables más relacionados están la hipertensión arterial (HTA), la diabetes mellitus (DM), hábito de fumar y los trastornos del metabolismo lipídico

Factores de riesgo, una mirada reflexiva en los pacientes con enfermedades cerebrovasculares isquémicas

Autores: MSc. Dr. Luis Antonio Rodríguez Sánchez. (1) Danays Rodríguez Castillo (2)

  1. Médico especialista de primer y segundo grado en Medicina Interna. Diplomado en cuidados intensivos del adulto. Máster en urgencias médicas. Profesor auxiliar.
  2. Estudiante de segundo año de Medicina. Institución: Hospital “Capitán Roberto Rodríguez Fernández”

Introducción.

Uno de los problemas de salud que más contribuyen en la morbi – mortalidad de los países desarrollados y en vías de desarrollo, son las enfermedades crónicas no transmisibles, debido al gasto de recursos en su prevención y control, la lucha contra sus secuelas, el costo social de la rehabilitación y los cuidados que requieren los sobrevivientes son de gran importancia en el momento de diseñar programas dirigidos a enfrentar estas enfermedades (1, 2).

La Organización Mundial de la Salud estima que ocurren 20,5 millones de ictus anuales en todo el mundo y 5 millones son fatales, aportan el 60% de las muertes y es la primera causa de invalidez en personas mayores de 65 años, los que sobreviven pueden quedar con dificultades motoras, sufrir problemas emocionales o padecer trastornos del habla, la memoria o el juicio (3,4).

La Asociación Americana del Corazón ,calcula que cada año en Estados Unidos sufren un primer accidente cerebrovascular o una recurrencia aproximadamente 700.000 estadounidenses y ocurren de 50 – 100 defunciones por cada 100000 habitantes al año, incrementándose la mortalidad exponencialmente con la edad y duplicándose virtualmente cada 5 años (5).

En la mayoría de los accidentes cerebrovasculares cerca del 70% de las personas afectadas tienen más de 65 años y el 30% menos de 35 años de edad, debido a las previsiones de población en las que España sería en el año 2050 una de las poblaciones más envejecidas del mundo, se prevé un incremento de la incidencia y prevalencia de esta patología en los próximos años (6).

En Cuba el comportamiento epidemiológico, de las enfermedades cerebrovasculares isquémicas es similar al de la mayoría de los países industrializados, ocasionan alrededor del 10% de las muertes, además, es la principal causa de incapacidad a largo plazo en el adulto lo que supone un enorme costo económico, mostrado la mortalidad un incremento progresivo a nivel nacional, reportándose una tasa bruta de 75,4 x, 100000 habitantes en el años 2006 (7).

En los últimos cinco años en Cuba mueren como promedio anualmente unas 7900 personas por esta causa, de ellos alrededor del 85% tienen 60 años o más, lo que hace a estas edades la de mayor riesgo de morir por estas enfermedades. Según datos de la encuesta de morbilidad hospitalaria se produce un incremento constante de pacientes ingresados en nuestro país con el diagnóstico principal al alta de enfermedades cerebrovasculares isquémicas, alcanzando en el año 2006, la cifra de 114.498 casos (7, 8,9).

Sin embargo, a pesar de estos datos, los expertos coinciden en que las enfermedades cerebrovasculares son prevenibles de forma integral siguiendo hábitos de vida saludables, estimándose que un 75% de las causas de estas enfermedades están relacionadas con factores de riesgo modificables como el tabaquismo, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y la obesidad, entre otros (10,11).

Hay estrategias para reducir la mortalidad por ictus y disminuir su incidencia, lo cual depende de un mejor control de los factores de riesgo, en especial la hipertensión arterial, diabetes mellitus y hábito de fumar, en el contexto de la atención primaria de salud (12). Las estrategias para la prevención de las enfermedades cerebrovasculares han tenido una gran evolución y hoy se conocen acciones efectivas para su control, a la par del desarrollo de nuevas tecnologías para su tratamiento y diagnóstico temprano, diversos trabajos han demostrado que las acciones de tipo comunitario y particularmente la ejecución de políticas saludables ,son intervenciones altamente costo-efectivas y de gran impacto que han demostrado tener efecto sobre la prevención de enfermedades no transmisibles, ya que actúan en el nivel individual, grupo y ambiente social que determinan los comportamientos (13).

Desarrollo.

Las enfermedades cerebrovasculares constituyen una veta inagotable para la investigación neurológica siendo una de las patologías que más tributo cobra a la salud del género humano, tanto en el aspecto de la mortalidad como en el de la discapacidad e invalidez. (8,14).

El doctor Charles Miller Fischer, especialista canadiense afincado en Boston Estados Unidos desde 1950 a quien se reconoce como el descubridor y «padre de la enfermedad cerebrovascular», la denomino «apoplejía», un término que deriva del griego «plesso» y que significa «golpear: «En esa época, ya se pensaba que el taponamiento de las carótidas –las dos arterias principales que llevan la sangre a la cabeza era la causa más común de trombosis cerebral», la arteria se achicaba adentro del cerebro y por eso, la gente se quedaba hemipléjica (con parálisis de la mitad del cuerpo) (8, 14,15). Fischer llegó a su conclusión inducido por el comentario de un paciente que le confesó su confusión por el hecho de quedar momentáneamente ciego del ojo derecho, mientras se la paralizaba la mano izquierda , la explicación ésta dado porque la carótida derecha irriga el hemisferio cerebral derecho que controla la mano izquierda, pero la arteria que va al ojo, es la arteria que sale directamente de la carótida derecha entonces, cuando un paciente tiene tapada la carótida derecha, puede perder la visión del ojo derecho y la fuerza de la mano izquierda; o viceversa, en el caso de que la afectada sea la carótida izquierda (16).

Fischer, quien también era patólogo, comenzó a seccionar y a observar los cuellos de sus pacientes muertos después de una hemiplejia, y no sólo descubrió el taponamiento de las carótidas con placas, sino que sugirió que destaparla con cirugía podía ser una solución para ese problema. Asimismo, registró esas señales, que luego