La administración de fármacos broncodilatadores y corticoides por vía inhalatoria es conocida desde hace 4000 años. Los primeros nebulizadores de cristal aparecieron hacia el 1829, y ya en el siglo XX se descubrieron los compresores, para llegar finalmente en 1956 a utilizar el primer cartucho presurizado.
Los continuos avances nos han llevado hasta las cámaras de inhalación y posteriormente a los inhaladores de polvo seco, con ello se ha conseguido controlar los síntomas con los mínimos efectos sistémicos.