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Terapias alternativas para la cefalea tensional

Terapias alternativas para la cefalea tensional

La Cefalea Tensional es el tipo de cefalea más frecuente en el ser humano, siendo un importante problema de salud pública por su elevada prevalencia y su alto impacto socioeconómico. El tratamiento habitual para tratarla, se centra en determinados fármacos que llegan a crear tolerancia o incluso reacciones adversas en algunos casos, sin lograr aliviar el dolor por completo o a largo plazo.

Terapias alternativas para la cefalea tensional

AUTORAS:

Magdalena I. Rojo Cánovas (Diplomatura en Enfermería)

Inmaculada Martínez Reche (Diplomatura en Enfermería)

Consuelo González López (Diplomatura en Enfermería)

Servicio de Urgencias. Hospital Universitario Rafael Méndez. Lorca. Murcia.

RESUMEN:

El objetivo de este trabajo es informar de otras terapias alternativas a la farmacológica para el tratamiento de la cefalea tensional.

Para ello se ha realizado una revisión bibliográfica en distintas bases de datos como PubMed, Dialnet y Medline, y consulta de artículos en Google académico, teniendo en cuenta criterios de inclusión, y usando las siguientes palabras clave: dolor de cabeza, cefalea tensional, fisioterapia y osteopatía.

Según los artículos analizados, las terapias manuales con técnicas de osteopatía y/o fisioterapia, parecen provocar una mejora en la frecuencia e intensidad del dolor de cabeza y en la calidad de vida de los pacientes.

PALABRAS CLAVE: dolor de cabeza, cefalea tensional, fisioterapia y osteopatía.

INTRODUCCIÓN:

La cefalea es el motivo más frecuente de consulta en neurología y uno de los más habituales en atención primaria; y ello, aún contando que, de acuerdo con los estudios epidemiológicos, una importante proporción de personas que sufren dolor de cabeza no consultan nunca por ello (1-2).

Cefalea es el término médico utilizado para el dolor de cabeza. Habitualmente no es más que un síntoma benigno de una enfermedad banal, pero a veces puede ser el modo de presentación de una patología grave y urgente o de una enfermedad en sí misma. De este modo, se puede hablar de:

  • Cefaleas primarias: suponen el 95% de los casos, no objetivándose causa orgánica, incluyéndose en este tipo la cefalea tensional, migrañas, cefalea en racimos y hemicránea paroxística nocturna.
  • Cefaleas secundarias: asociadas a causa orgánica, como neoplasias, traumatismos, infecciones, trastornos metabólicos, trastornos psiquiátricos, etc.

En el enfoque inicial de un paciente con cefalea es importante descartar una serie de patologías que van a tener como síntoma clave la cefalea. Éstas serán, por ejemplo, la meningitis, la hipertensión intracraneal, la arteritis de la temporal, etc. El tejido cerebral no duele. Son estructuras sensibles y, por tanto, susceptibles de producir dolor de cabeza, la piel, las mucosas y las partes blandas, los músculos, las meninges y los vasos sanguíneos (3).

En esta revisión bibliográfica nos centraremos en la Cefalea Tensional (CT).

La Cefalea Tensional es la más frecuente de todas. Suele aparecer por la tarde, tras el estrés laboral o emocional del día, por contracción de los músculos del cuello y del cuero cabelludo. Clínicamente se presenta como una cefalea occipital bilateral, continua, sorda, que se irradia hacia la zona anterior del cráneo, por lo que en ocasiones, los enfermos la describen como una banda que les oprime la cabeza. No es un dolor severo, no molesta al enfermo para dormir ni se asocia a otros síntomas acompañantes. Supone la forma de presentación más habitual (3).

La Cefalea Tensional está reconocida por la Organización Mundial de la Salud como un importante problema de salud pública debido a su elevada prevalencia y el alto impacto socioeconómico (4,5). La prevalencia de la CT en Europa (80%) parece ser más alta que en otros continentes, mientras que a nivel global se ha estimado que alcanza un 40% aproximadamente (6). Es más frecuente en las mujeres que en los hombres (ratio 5:4) y tiene un pico entre los 30-39 años (7).

La Cefalea Tensional es la cefalea primaria más común y la Asociación Internacional de la Cefalea (IHS) la divide en episódica infrecuente, episódica frecuente y crónica.

La IHS establece como criterio diagnóstico haber presentado 10 o más ataques de una duración entre 30 minutos y 7 días, acompañados de dolor con al menos 2 de las 4 características siguientes: bilateral, no pulsátil, de intensidad leve a moderada y que no se agrava con la actividad física normal. No cursa con náuseas ni vómitos, pero si puede aparecer fonofobia o fotofobia pero sin coincidir en el mismo episodio (8).

El Dr. Isaac Mosquera, diferenció las causas según los dos tipos de cefaleas que presentó Brain en 1934 (9):

  • Cefalea Tensional tipo 1: Cefalea de larga evolución (meses o años) que se presenta en la mañana al despertarse, con duración de varias horas, intermitente y luego continuo, cuya distribución en el cráneo es señalada por el dedo índice o con la mano extendida de localización hemicraneal o bilateral con sensación de comienzo en el cuello o región occipital e irradiada hacia el vértex y raras veces a la frente. Mencionan hipersensibilidad al tacto en la región cervical, el calor lo alivia y el frio lo agrava, los movimientos del cuello lo exacerban, a menudo puede ir acompañado de bruxismo y extenderse hacia las fibras musculares superiores del trapecio y los hombros, puede irradiarse hacia la parte anterior o posterior del pabellón de la oreja. Se comprueba su origen orgánico por su alivio parcial o total con analgésicos.
  • Cefalea Tensional tipo 2: La característica fundamental es el dolor difuso o sensación de presión. La historia se extiende por meses o años. Los síntomas son intermitentes y aparecen tardíamente todos los días de la semana, desde que se levanta el paciente hasta que se acuesta, la descripción del dolor en estos pacientes es imprecisa a diferencia del tipo 1. Estos pacientes suelen referir estar sometidos a estrés y describirlo no como un dolor en sí, sino una molestia permanente tipo presión. No responde a analgésicos comunes, sin embargo el paciente insiste en ellos y los va cambiando con la esperanza de que alguno le alivie, lo que le lleva a la automedicación y posibles efectos secundarios.