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Paludismo humano

Paludismo humano

El paludismo o malaria es una enfermedad parasitaria conocida desde la más remota antigüedad. En el antiguo Egipto (aprox. 1500 años a.C.) ya se pueden encontrar papiros con descripciones de procesos febriles y hepatomegalia que hacen referencia, sin duda, al paludismo; así mismo, se indicaba el carácter intermitente de estas fiebres que aparecían tras las inundaciones del Nilo. En los escritos de la Grecia y Roma antiguas, se señala la existencia de estas fiebres, que denominaban tercianas y cuartanas, y que relacionaban con las aguas dulces y con los mosquitos.

Paludismo humano

José Iglesias Moya (enfermero), Pedro Luis López Carmona (enfermero) María Antonia Huertas Ortas (enfermera)

1        INTRODUCCIÓN.

La constante relación histórica de las zonas pantanosas con las fiebres dio origen a los dos nombres con los que se conoce la enfermedad: paludismo (del latín palus = pantano) y malaria (del italiano malaria = mal aire). El parásito no fue descubierto hasta 1880, cuando el médico francés Laveran lo vio en los eritrocitos de un soldado de Argel; la aparición de las coloraciones de Romanowsky (1891) permitió el estudio de la morfología del parásito. El vector, el mosquito Anopheles, no fue identificado como tal hasta las observaciones de Ross (1897), Grassi (1898) y Manson (1900).

El paludismo, a lo largo del tiempo, ha hecho acto de presencia en gran parte de nuestro planeta, influyendo o alterando todas las actividades humanas. En la actualidad, la OMS estima que más de 2.000 millones de seres humanos (el 40% de la humanidad), repartidos por más de 100 países, están expuestos a contraer paludismo. Alrededor de 270 millones de seres humanos están infectados, y cada año aparecen unos 100 millones de casos nuevos. Las muertes anuales se estiman en 1 ,5 millones.

El hombre puede ser parasitado, de modo natural, por cuatro especies del género Plasmodium: Plasmodium vivax, Plasmodium ovale, Plasmodium falciparum y Plasmodium malariae. Las tres primeras especies son agentes del denominado antiguamente paludismo terciano, porque sus accesos febriles se repiten cada 48 horas, aproximadamente; Plasmodium malariae es la causa del paludismo cuartano y sus accesos febriles se repiten aproximadamente cada 72 horas. Las cuatro especies se diferencian entre sí por varios aspectos, como la morfología, la duración de las fases de su ciclo vital y por las alteraciones producidas en los eritrocitos a los que parásita.

Las características morfológicas son referidas a las observadas en frotis sanguíneos teñidos con el colorante de Giemsa u otro de la gama de Romanowsky. Los seres humanos pueden ser parasitados simultáneamente por dos o más especies; este tipo de infecciones palúdicas mixtas son relativamente frecuentes en áreas endémicas. Así, por ejemplo, la infección por Plasmodium falciparum y Plasmodium vivax es habitual en ciertas zonas subtropicales, en tanto que en África tropical no es extraña la combinación de Plasmodium falciparum con Plasmodium malariae.

2        CARACTERÍSTICAS DE LOS PLASMODIOS HUMANOS.

Plasmodium sp. requiere, para realizar su ciclo vital, dos hospedadores: el hombre y el mosquito Anopheles hembra. En eritrocito se la realiza la reproducción sexual del parásito y es, por tanto, el hospedador definitivo; en el hombre se realiza multiplicación asexual, siendo el hospedador intermediario.

2.1       Ciclo parasitario.

2.1.1       En el hombre

El hombre se infecta, de modo natural, cuando un mosquito hembra del género Anopheles infectado le pica para succionar sangre. Al picar introduce junto con la saliva millares de esporozoitos, que pasan a la corriente sanguínea Los esporozoitos (miden 10-15µm. y tienen la característica forma de banana) vagan durante, un cierto tiempo arrastrado por la sangre hasta que un momento dado (entre 1 h y media hora), desaparecen de la sangre circulante. Muchos de los esporozoitos son destruidos por las células fagocitarías sanguíneas, pero otros penetran en las células del parénquima hepático (hepatocitos) para iniciar la denominada fase pre-eritrocítica.

FASE PRE-ERITROCÍTICA (fase tisular, fase hepática).

Cuando los esporozoitos entran en los hepatocitos, sufren un proceso de desarrollo y multiplicación conocido como esquizogonia pre-eritrocítica o esquizogonia exoeritrocítica primaria. Una vez en la célula hepática, el esporozoíto se, transforma en trofozoíto y después en esquizonte (esférico u ovoide de 50-100 µ. de diámetro), que tras la rotura libera miles de merozoitos (de 10.000 a 50.000 según la especie), que pasan a la sangre de los sinusoides hepáticos. Este proceso dura 10-15 días, según la’ especie del plasmodio.

En las infecciones por Plasmodium vivax y Plasmodium ovale, algunos de los esporozoitos que entran en las células hepáticas tras la picadura del mosquito, permanecen en el citoplasma del hepatocito sin evolucionar, recibiendo el nombre de hipnozoitos. Pasado un cierto tiempo, estos hipnozoítos pueden entrar en actividad y realizar una esquizogonia que recibe el nombre de esquizogonia exoeritrocítica secundaria, que causa las llamadas recidivas (recaídas).

Cuando los merozoítos entran en la sangre, procedentes del hígado, algunos son destruidos por los fagocitos, pero otros invaden los glóbulos rojos iniciándose la llamada fase eritrocítica.

FASE ERITROCÍTICA (fase sanguínea)

La fase eritrocítica se inicia con la entrada de los merozoítos procedentes de la esquizogonia hepática en los glóbulos rojos. El periodo prepatente (tiempo transcurrido desde el momento de la infección (picadura) y la detección del parásito en la sangre) es variable, según la especie del plasmodio.

El merozoíto penetra en el glóbulo rojo, maduro o reticulocito, según la especie del plasmodio. La entrada implica una serie de procesos activos, tanto por parte del parásito como de la célula hospedadora. Durante la entrada el parásito pierde algunas de sus estructuras, queda englobado en una vacuola parasitófora y se transforma en trofozoito. Al principio el trofozoito tiene forma redondeada, con una vacuola central que desplaza al núcleo y citoplasma a la periferia, adquiriendo forma de anillo (trofozoíto o anillo joven); a medida que el trofozoíto crece o madura, pierde el aspecto de anillo y adquiere forma ameboidea, al tiempo que la vacuola se va reduciendo hasta desaparecer (trofozoíto o anillo maduro).