Dilemas eticos de la eutanasia
Autor: Dra. Nurmy C. Martinez Zamora | Publicado:  24/09/2007 | Etica, Bioetica. Etica medica. Etica en Enfermeria | |
Dilemas eticos de la eutanasia 3.

Aún existen muchos aspectos indeterminados en torno a la Eutanasia, cabe mencionar algunos como la dignidad humana y la autonomía, el no tomar al ser humano desde un punto de vista eminentemente biológico, la calidad de la vida y la libertad de elección y no podemos olvidar la ambigüedad a la que se puede llegar con su eventual legalización.

Hemos mencionado la dignidad humana en varias ocasiones, hagamos entonces un análisis de este aspecto.

Con el fin de profundizar el significado de este vocablo y lograr una mayor comprensión del origen e importancia del concepto de dignidad humana, me voy a remitir a un autor clave, fundamental, del que arranca directamente la concepción actual del concepto de dignidad humana, este es Kant. El filósofo de Könisberg, en sus obras "Fundamentación de la metafísica de las costumbres" y "Principios metafísicos del Derecho" utiliza, como soporte de la dignidad de la persona humana el argumento según el cual "...Los seres cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen, cuando se trata de seres irracionales, un valor puramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas; en cambio, los seres racionales se llaman personas porque su naturaleza los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como algo que no puede ser usado como medio y, por tanto, limita, en este sentido, todo capricho (y es objeto de respeto). Estos no son pues, meros fines subjetivos, cuya existencia, como efectos de nuestra acción, tiene un valor para nosotros, sino que son fines objetivos, esto es, realidades cuya existencia es en sí misma, un fin...".

Ese elemento teleológico, no puramente negativo, consustancial a la dignidad de la persona humana es la que permite afirmarla como sujeto. La dignidad significa para Kant -tal y como expresa en la "Metafísica de las costumbres"- que la persona humana no tiene precio, sino dignidad: "Aquello -dice Kant- que constituye la condición para que algo sea un fin en sí mismo, eso no tiene meramente valor relativo o precio, sino un valor intrínseco, esto es, dignidad".

También es importante recordar lo expresado por el filosofo Jacques Maritain en su obra "Los derechos del hombre y la ley natural", en esta nos explica el significado de la dignidad del hombre según la perspectiva de la filosofía cristiana, expresando "...decir que el hombre es una persona, es decir que en el fondo de su ser es un todo, mas que una parte. Este misterio de nuestra naturaleza es el que el pensamiento religioso designa diciendo que la persona humana es la imagen de Dios. El valor de la persona, su libertad, sus derechos, surgen del orden de las cosas naturalmente sagradas que llevan la señal del Padre de los seres. La persona tiene una dignidad absoluta porque esta en relación directa con lo absoluto...". (26)

A la vez que forma parte del mundo, el hombre lo trasciende y muestra una singular capacidad - por su inteligencia y por su libertad - de dominarlo. Y se siente impulsado a la acción con esta finalidad. Podemos aceptar por tanto que el valor del ser humano es de un orden superior con respecto al de los demás seres del cosmos. Y a ese valor lo denominamos "dignidad humana". (26)

También encontramos el concepto emitido en Referencias definición (27) que plantea:

Dignidad Humana: Inviolabilidad de cada persona, reconocimiento de que no puede ser utilizada o sacrificada por los demás como un mero instrumento para la realización de fines generales. Es además el reconocimiento de la autonomía de cada cual para trazar sus propios planes en la vida y sus propios baremos de excelencia sin otro límite que el derecho semejante de los otros a la misma autonomía y el reconocimiento de que cada cual debe ser tratado socialmente con su conducta, mérito o demérito personales, y no según aquellos factores aleatorios que no son esenciales a su humanidad: raza, etnia, sexo, clase social, etc.

La dignidad propia del hombre es un valor singular que fácilmente puede reconocerse. Lo podemos descubrir en nosotros o podemos verlo en los demás. Pero ni podemos otorgarlo ni está en nuestra mano retirárselo a alguien. Es algo que nos viene dado. Es anterior a nuestra voluntad y reclama de nosotros una actitud proporcionada, adecuada: reconocerlo y aceptarlo como un valor supremo (actitud de respeto) o bien ignorarlo o rechazarlo.

Este valor singular que es la dignidad humana se nos presenta como una llamada al respeto incondicionado y absoluto. Un respeto que, como se ha dicho, debe extenderse a todos los que lo poseen: a todos los seres humanos. Por eso mismo, aún en el caso de que toda la sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una realidad presente en cada ciudadano. Aún cuando algunos fueran relegados a un trato indigno, perseguidos, encerrados en campos de concentración o eliminados, este desprecio no cambiaria en nada su valor inconmensurable en tanto que seres humanos.

Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, por su particular potencial genético - que la enfermedad sólo es capaz de esconder pero que resurgirá de nuevo si el individuo recibe la terapéutica oportuna -, todo ser humano es en sí mismo digno y merecedor de respeto.

La preocupación por la dignidad de la persona humana es hoy universal: las declaraciones de los Derechos Humanos la reconocen, y tratan de protegerla e implantar el respeto que merece a lo largo y ancho del mundo. Los errores que pueda haber en la formulación de esos derechos no invalidan la aspiración fundamental que contienen: el reconocimiento de una verdad palmaria, la de que todo ser humano es digno por sí mismo, y debe ser reconocido como tal. El ordenamiento jurídico y la organización económica, política y social deben garantizar ese reconocimiento. (25, 28, 29)

Cuanto más fijamos la mirada en la singular dignidad de la persona, más descubrimos el carácter irrepetible, incomunicable y subsistente de ese ser personal, un ser con nombre propio, dueño de una intimidad que sólo él conoce, capaz de crear, soñar y vivir una vida propia, un ser dotado del bien precioso de la libertad, de inteligencia, de capacidad de amar, de reír, de perdonar, de soñar y de crear una infinidad sorprendente de ciencias, artes, técnicas, símbolos y narraciones.

Por eso, dignidad, en general y en el caso del hombre, es una palabra que significa valor intrínseco, no dependiente de factores externos. Algo es digno cuando es valioso de por sí, y no sólo ni principalmente por su utilidad para esto o para lo otro. Esa utilidad es algo que se le añade a lo que ya es. Lo digno, porque tiene valor, debe ser siempre respetado y bien tratado. En el caso del hombre su dignidad reside en el hecho de que es, no un qué, sino un quién, un ser único, insustituible, dotado de intimidad, de inteligencia, voluntad, libertad, capacidad de amar y de abrirse a los demás.(30)

De esta dignidad se derivan varios principios:

Principio de respeto. La primera actitud que sugiere la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de respeto y rechazo de toda manipulación: frente a él no podemos comportarnos como nos conducimos ante un objeto, como si se tratara de una "cosa", como un medio para lograr nuestros fines personales.
Principios de no-maleficencia y de beneficencia. «En todas y en cada una de tus acciones, evita dañar a los otros y procura siempre el bienestar de los demás».
Principio de doble efecto: «Busca primero el efecto beneficioso. Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con respeto, asegúrate de que no son previsibles efectos secundarios malos desproporcionados respecto al bien que se sigue del efecto principal». 
Principio de Integridad. «Compórtate en todo momento con la honestidad de un auténtico profesional, tomando todas tus decisiones con el respeto que te debes a ti mismo, de tal modo que te hagas así merecedor de vivir con plenitud tu profesión». Ser profesional no es únicamente ejercer una profesión sino que implica realizarlo con profesionalidad, es decir: con conocimiento profundo del arte, con absoluta lealtad a las normas deontológicas y buscando el servicio a las personas y a la sociedad por encima de los intereses egoístas.
Principio de Justicia. «Trata a los otros tal como les corresponde como seres humanos; sé justo, tratando a la gente de forma igual. Es decir: tratando a cada uno de forma similar en circunstancias similares».
Principio de Utilidad. «Dando por supuesto que tanto en tu actuación como en tu intención tratas a la gente con respeto, elige siempre aquella actuación que produzca el mayor beneficio para el mayor número de personas».

Basados en lo anterior muchos esgrimen a la eutanasia como el arma ideal para no dejar que aquellos que aquejan enfermedades incurables lleguen a “perder su dignidad”, otros en cambio abogan por una atención adecuada, rodeada de cariño, con alivio del dolor que no le resta dignidad, al contrario hace este proceso mas llevadero y digno.(6,7,10)

Arturo Ramos (31) opina: “Pero hay muchos modos de entender la dignidad humana, según la mentalidad de cada época, cada sociedad, o cada persona. No obstante, pienso que se pueden hacer algunas consideraciones, para intentar comprender qué quieren decir los políticos, cuando hablan de dignidad humana, o qué deberían querer decir. Para ello, en primer lugar hay que preguntarse: ¿En qué consiste o qué es la dignidad humana? Entiendo que la dignidad humana consiste esencialmente en el profundo respeto hacia sí mismo y hacia los demás. Evidentemente, si el ser humano comienza por no respetarse a sí mismo, y se auto-desprecia, no puede pretender poseer la dignidad necesaria para desenvolverse en sociedad con naturalidad, y mantener unas relaciones humanas plenas y respetuosas con otras personas. Por otra parte, un hombre que no sabe o no quiere respetar a los demás, se convierte en indigno de ser apreciado y respetado…Una exigencia fundamental de la dignidad humana es la responsabilidad. Sin ella, no es posible tampoco tener dignidad y que se la respeten a uno los demás. El ser humano debe ser plenamente responsable de sus obras y de sus actos, puesto que, a mayor responsabilidad, más dignidad se posee. Otra cosa es que todo ser humano sea digno de respeto por el hecho de ser persona, independientemente de su grado de responsabilidad, o de la situación de indigencia material o moral, en la que se encuentre. Por desgracia, hay casi infinitas maneras de perder la dignidad, que tienen que ver con las diversas vicisitudes que la vida humana nos presenta a cada uno, y ante las cuales debemos reaccionar adecuadamente, para no perderla.

La dignidad humana no debe confundirse con la calidad de la misma, según Bucci (17) la vida humana es digna no es digna porque tenga ciertas cualidades físicas o psíquicas; por el contrario, precisamente, porque la vida tiene su propia dignidad interior, un significado inmanente, se debe hacer todo lo posible por darle calidad, por llenarla de bienes incluso teniendo que renunciar uno mismo a parte del propio tiempo, salud, bienestar a favor de los hermanos.

Muchos, basados precisamente en la dignidad humana, apoyan el uso de la eutanasia, pero otros, por suerte la mayoría, hablan de cuidados paliativos, cuidados al enfermo terminal, abogando por el uso de medicamentos que alivien el dolor, una asistencia médica y social adecuada sin encarnizamiento terapéutico y sin causarle la muerte, es esta la opinión mas generalizada en torno a la eutanasia tanto dentro del personal medico como no medico. (2, 5, 6, 7, 10, 11, 12, 13, 14, 17, 19, 20, 24, 26, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41)

Clowes (42) se aferra a si tiene sentido el sufrimiento humano y defiende la sedación terminal.

Algunos de los dilemas fundamentales que se plantean en cuanto a la eutanasia son:

- ¿Es ético provocar la muerte a un ser humano porque esté enfermo o discapacitado?
- ¿Puede disponer una persona, basados en el principio de la autonomía, el momento en que debe morir?
- ¿Tiene derecho una persona a pedir a otra, en este caso a un médico, que le provoque la muerte?
- ¿La dignidad humana se pierde con una enfermedad incurable o discapacitante?
- ¿Puede el hombre predecir los resultados de la despenalización y/o legalización de la eutanasia?

CONCLUSIONES

Hasta el momento me he limitado a exponer los criterios de algunos autores con los que puedo o no estar de acuerdo, manifestando algunos criterios propios, a continuación emito mi opinión personal y médica, sobre la eutanasia.

No concibo a un médico que esté de acuerdo en aplicar la eutanasia, ese no es el fin de la medicina, nos formamos con la ilusión y el deber de salvar vidas, no para segarlas por el simple hecho de que padezcan una enfermedad incurable o incapacitante.

Analizando los principios de la bioética considero:

Beneficencia: Nunca haremos un bien arrancando la vida a un ser humano, ni aun cuando sea por piedad. Lograremos cumplir este postulado si le atendemos con amor y dedicación, mitigando sus dolores, ofreciéndole compañía, haciéndole sentir que aun en sus condiciones tiene gran valor para nosotros y la sociedad, que el hecho de estar enfermo no le quita su condición humana y por tanto su valor intrínseco.

No maleficencia:
Si el mayor bien que poseemos es la vida y actuamos contra ella, ¿cómo podemos hablar de no maleficencia en la eutanasia? Sería por tanto antiético e iría contra los valores más dignos del ser humano.

Justicia:
Si todos tenemos los mismos derechos seria justo que por el simple hecho de estar enfermo y no ser “socialmente útil” nos “eliminen” de la sociedad.

Autonomía: He escuchado a algunas personas sanas comentar que el día que se enfermen no desean ser un peso para su familia y prefieren morir, muchas de ellas las he visto enfermar gravemente, sin esperanzas de curación y han luchado contra la muerte hasta el final, apoyados por su familia, sin mencionar el deseo de que le provoquen la muerte. Considero que el deseo de morir acude en aquellos que no son atendidos correctamente y en los que la familia realmente los hace sentir una carga pesada, por tanto podríamos preguntarnos si esa decisión es realmente fruto de lo que realmente desea esa persona o de lo que le hacemos sentir. Los cuidados paliativos en los estadios finales de la vida no solo deben darse en el seno familiar, deben socialmente existir redes de apoyo que brinden no solo la asistencia sanitaria sino también aquella que en lo psicológico atienda al enfermo unido a su condición cultural y espiritual.

Considero que despenalizar y/o legalizar la eutanasia es un error que se pagará muy caro por la humanidad, aun con las regulaciones que muchos autores proponen ya se ha visto que en aquellos países que lo han hecho se viola flagrantemente lo establecido y se utilizan estos procederes en casos que no caen dentro de los permitidos, incluyendo niños y enfermos mentales que no poseen la capacidad para dar un consentimiento válido y a los que obviamente no se les solicita el mismo.

Podría emitir muchos criterios pero prefiero solo agregar lo que ha quedado implícito en mis opiniones anteriores:

No estamos de acuerdo con la eutanasia, ni como ser humano, ni como médico ni como católicos, nos sumamos a los que luchan en todos los rincones del mundo por la vida y en contra de este flagelo que se llama eutanasia.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Autores:

Dra. Nurmy C. Martínez Zamora.

Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral.
Especialista de Primer Grado en Medicina Legal.
Profesor Instructor. ISCM-VC

Dr. Baldomero H. Loy Vera.
Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral.
Especialista de Primer Grado en Medicina Legal.
Profesor Instructor. ISCM-VC

Dra. Bárbara R. Lugo Jáuriga.
Especialista de Primer Grado en Medicina General Integral.
Especialista de Primer Grado en Medicina Legal.

Santa Clara. 2007. HOSPITAL UNIVERSITARIO “ARNALDO MILIAN CASTRO”.


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