El virus de inmunodeficiencia humana, con el cual convivimos desde hace casi tres décadas, es el causante del SIDA, enfermedad compleja y debilitante adquirida más comúnmente por relaciones sexuales desprotegidas que, sin tratamiento, es capaz de vencer nuestras potencialidades en un plazo de tiempo más o menos largo y llevarnos a la debilidad extrema y, eventualmente, a la consunción y la muerte.