Los hallazgos encontrados resaltan que es necesario que se abran los espacios y creen los contextos necesarios para que los niños y niñas “vivan el lenguaje”; que aprendan a hablar, leer y escribir en diferentes situaciones reales. En la medida en que el docente comprenda mejor estas interacciones, es probable que creando ambientes más efectivos se puedan propiciar el aprendizaje los niños con síndrome Down.