Alcanzar ese equilibrio, entre ayudar a los adolescentes a reflexionar y analizar cada situación y, a la vez, entender que la autoridad de sus padres es un elemento establecido que debe respetarse (en forma proporcional a la edad), es una misión muchas veces desgastante y de suma importancia para el desarrollo de los hijos. (Bolaños, 2001; Calderón, 1991)