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Conocimientos y actitudes de estudiantes de carreras silvoagropecuarias de la universidad austral de chile en relación al hantavirus
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Autor: Ana Luisa Cisternas Muñoz
Publicado: 11/10/2007
 

La enfermedad por Hantavirus es una afección emergente considerada endémica en el sur de Chile. El reservorio del virus es el ratón Oligoryzomys longicaudatu. Dada la dificultad de la erradicación de dicho reservorio y la ausencia de vacunacion contra este germen, se hace necesaria la implementación de planes de Educación para frenar dicha enfermedad.


 


Conocimientos y actitudes de estudiantes de carreras silvoagropecuarias sobre Hantavirus.1


Conocimientos y actitudes de estudiantes de carreras silvoagropecuarias de la universidad austral de chile en relación al hantavirus. Noviembre y diciembre de 2006

 

Profesora Ana Luisa Cisternas Muñoz.

Enfermera Universitaria. Docente del Instituto de Enfermería. Escuela de Enfermería. Facultad de Medicina. Universidad Austral de Chile. E. U .Magister en Gerontología. Magister en modulado del conocimiento para entornos virtuales educativos.

 

María Pilar Jaramillo Martínez.

Eu licenciada en Enfermería.

 

 

INTRODUCCIÓN

 

La Medicina a través de su historia ha respondido a las diversas problemáticas contingentes que se han suscitado en diversos períodos.  Como ejemplos cabe mencionar el desarrollo de antibióticos, quimioterapias, y especialmente campañas de educación que han generado cambios conductuales y de hábitos sanitarios que han llevado al control de enfermedades tales como la tuberculosis en algunos países (Rapport y col 2002).


A pesar de los grandes éxitos asociados a diversos programas a nivel mundial, muchas enfermedades han logrado mutar (por ejemplo a los antibióticos), y especialmente importante en estos tiempos, muchas enfermedades han surgido, o resurgido en lo que se conoce como enfermedades emergentes (Daszak y col 2000).  Uno de los agentes infecciosos involucrados es el Hantavirus, género de vasta distribución, y que posee un representante en Chile: el virus Andes.

 

El virus Andes es un problema que fue conocido a mediados de la década de los noventa (Sotomayor y Aguilera 2000), y que ha adquirido importancia debido a la elevada letalidad que caracteriza al cuadro clínico asociado.  Es así como el Ministerio de Salud de Chile (MINSAL) ha impulsado campañas de prevención de esta enfermedad, focalizadas principalmente en minimizar el riesgo de contacto con el roedor reservorio, a través de campañas de educación (Sotomayor y Aguilera 2000).

 

Dada la importancia de desarrollar estrategias de educación que sean a la vez de bajo costo y de elevado alcance, se evaluará el potencial rol que los futuros profesionales del área silvoagropecuaria podrían desempeñar en la prevención de la enfermedad.  Para esto se aplicará a una muestra representativa de los estudiantes de Medicina Veterinaria, de Agronomía y de Ingeniería Forestal, un cuestionario estructurado que permitirá evaluar tanto conocimientos referentes a la enfermedad como predisposición a incorporar la prevención de esta enfermedad a las responsabilidades profesionales, esto será medido en términos de actitudes.

 

Los conocimientos que posean los futuros profesionales del área silvoagropecuaria son de especial interés por cuanto, debido a las competencias que les son propias, constituyen población de riesgo y a la vez tienen un elevado contacto con trabajadores agroforestales, grupo que ha sido reconocido como el de mayor riesgo de contraer la enfermedad (Sotomayor y Aguilera 2000).

Los resultados de este trabajo permitirán determinar si es necesario dedicar esfuerzos de educación a los estudiantes de estas carreras como parte de las estrategias de prevención de esta y otras enfermedades.  Esta alternativa resulta atractiva, por cuanto podría constituir una opción de bajo costo, de amplio alcance y de elevada perduración en el tiempo, y complementaria a las acciones realizadas a través de centros de atención.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

 

TIPO DE ESTUDIO.

 

El estudio fue de tipo cuantitativo, descriptivo y transversal.

 

POBLACIÓN Y MUESTRA.

 

La población muestral estuvo constituida por los estudiantes de 3 carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile: Medicina Veterinaria, Agronomía e Ingeniería Forestal. El tamaño muestral fue determinado para cada carrera utilizando la siguiente fórmula (Zar 1999)

 

n= Z2 pq e2                                                            

 

Donde

 

Z =          corresponde al valor tabulado de z para un nivel de confianza del 95%., en este caso 1,96.

p =         corresponde a la probabilidad de que una respuesta sea positiva y q a la probabilidad de que sea negativa. Dado que no se tienen datos previos, se estimarán ambos parámetros como un 50%, para maximizar el tamaño muestral y no correr riesgos de que las muestras sean demasiado pequeñas.

e =         corresponde al máximo error admisible, que para este trabajo será del 10%    

De acuerdo a la fórmula anterior debieran haberse encuestado 96 estudiantes por carrera, sin embargo este tamaño muestral fue corregido por el tamaño de la población objetivo, que corresponde al número de estudiantes por carrera, es decir 576 alumnos en Medicina Veterinaria, 405 en Agronomía y 170 en Ingeniería Forestal, de acuerdo a la siguiente fórmula (Zar 1999).

 

n =      n’      .

                      1+ (n’/N)

 

Donde

 

n’ =        corresponde al tamaño muestra requerido para una población de referencia grande (obtenido con fórmula anterior).

N =         tamaño de la población de referencia.

               

De este modo se determinó que se requería un total de 82 estudiantes de Medicina Veterinaria, 77 de Agronomía y 61 de Forestal.

 

Empleando las listas de estudiantes matriculados se determinó al azar quienes serían encuestados asignándoles un número aleatorio con el programa Microsoft Excel. Luego se determinaron las asignaturas en que se aplicaría el cuestionario de modo de no alterar la selección. Cuando la persona encuestada no se encontró presente se encuestó al siguiente estudiante presente en la lista. En diversos cursos esto no pudo ser aplicado por cuanto el tiempo fue insuficiente. En dichos casos se entregó el número de cuestionarios requeridos de acuerdo a la selección previamente hecha de modo de no afectar la representatividad de cada nivel de avance.

 

MÉTODO DE RECOLECCIÓN DE LA INFORMACIÓN.

 

Se elaboró un cuestionario para cuantificar conocimientos y actitudes de los estudiantes de carreras silvoagropecuarias frente al Hantavirus. Para esto se utilizó como referencia el cuestionario “En mi trabajo yo me cuido”, material diseñado para la evaluación de conocimientos en la prevención del  Hantavirus (MINSAL, sin fecha b) el cuál fue modificado adaptándolo a los objetivos de este estudio. Para adecuar aspectos de formato, lenguaje y contenido, del instrumento, este fue probado en 15 estudiantes de las carreras objetivo en la Universidad Austral de Chile.

 

El cuestionario final (Anexo 1) fue dividido en 4 secciones. La Sección A recopiló información general del encuestado. La Sección B evaluó conocimientos generales sobre Hantavirus, enfatizando aspectos epidemiológicos en Chile. La Sección C considerará aspectos referentes a medidas de prevención. La Sección D evaluó actitudes hacia la enfermedad, particularmente actitudes relacionadas con responsabilidad profesional.

 

Para la medición de los conocimientos se aplicaron preguntas de verdadero y falso, así cómo preguntas abiertas. Para la medición de las actitudes se aplicará una escala tipo Likert de cinco categorías (Earl 1988). A las respuestas de estas preguntas se les asignó un puntaje de acuerdo a la Tabla 4.



Tabla 4. Puntaje asignado a las respuestas posibles de obtener en las preguntas evaluadas utilizando escala de Likert.

 

Respuesta                    Puntaje

 

Muy en desacuerdo          1

En desacuerdo                 2

Indiferente                        3

De acuerdo                      4

Muy de acuerdo               5

 

 

El uso de la escala de Likert se justifica por su capacidad para evaluar la fuerza relativa de las aseveraciones y para generar índices en torno a un aspecto en particular que es evaluado a través de varias preguntas para las cuales se ofrece una misma pauta de respuesta, que posteriormente pueden ser resumidas y evaluadas para el aspecto de interés (Earl 1988).

 

El instrumento fue aplicado por la alumna tesista, así como por estudiantes de las tres carreras que colaboraron con el estudio, durante noviembre y diciembre del año 2006. Para esto se entregó a los alumnos seleccionados los cuestionarios en una modalidad similar a una prueba, previa coordinación y autorización por parte del profesor responsable de la asignatura en que este se aplicó.

 

ANÁLISIS ESTADÍSTICO

 

Los datos provenientes de los cuestionarios fueron analizados a través de distribuciones de frecuencia. Los análisis estadísticos fueron realizados utilizando el programa Statistica 6.0 (StatSoft Inc, Tulsa OK, USA). Para comparar nivel de conocimientos y actitudes entre carreras se empleó un análisis de varianza cuando se cumplía el supuesto de normalidad, o la prueba Kruskal-Wallis cuando este supuesto no se cumplía. Los conocimientos y actitudes entre quienes habían tenido clases y quienes no fueron comparados empleando la prueba de t cuando los datos se distribuían normalmente y la prueba de Mann-Whitney en caso contrario (Zar 1999).  Para evaluar cambios en actitudes o conocimientos según avance académico se empleó el análisis de correlación de Spearman (Zar 1999).


RESULTADOS

 

Un total de 220 alumnos respondieron el instrumento, de los cuales el 37,3 % correspondió a estudiantes de Medicina Veterinaria, 35,0% a estudiantes de Agronomía y el 27,7 % restantes a estudiantes de Ingeniería Forestal. El 55,0% de los encuestados correspondió a hombres en tanto que el 45,0% de los encuestados correspondió a mujeres. La representación de género en los estudiantes muestreados fue similar a lo observado en sus respectivas carreras (Tabla 5).

 

Tabla 5. Diferencias en representación de géneros entre estudiantes encuestados (muestra) y sus carreras de origen.

 

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La mayoría de los encuestados se ha informado con respecto a la enfermedad a través de medios de comunicación masiva tales como la radio y la televisión. Las fuentes a través de las cuales los estudiantes se han informado con respecto a la prevención y epidemiología del Hantavirus son similares para las tres carreras, sin embargo la mayoría de los estudiantes de Medicina Veterinaria había tenido clases en la Universidad a diferencia de las restantes carreras en las cuales menos del 10% declaró haber asistido a clases referentes a esta enfermedad durante la carrera (Gráfico1).

 

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Gráfico 1: Fuentes a través de las cuales estudiantes de las carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile se han informado con respecto al Hantavirus.


La mayoría de los estudiantes mencionó que el reservorio del Hantavirus es el ratón de cola larga (70,9%) o roedores en general (11,0%). Casi la totalidad de los alumnos de Medicina Veterinaria mencionaron al ratón de cola larga (91,5%) y los restantes mencionaron roedores en general. En Ing. Forestal y Agronomía si bien la mayoría mencionó al ratón de cola larga (60,7% y 53,3% respectivamente), una fracción dio respuestas en que no se mencionaron roedores (26,2% y 20,8% respectivamente). (Gráfico 2)

 

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Gráfico 2: Reservorios de Hantavirus de acuerdo a la opinión de los estudiantes de carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile.

 

Tan solo el 60,8% de las preguntas de verdadero y falso fueron respondidas correctamente. Se presentaron diferencias significativas entre los alumnos de las carreras evaluadas (F(2, 217)=52,574; P< 0,00001), donde los estudiantes de Medicina Veterinaria respondieron en forma más acertada que las restantes carreras (Gráfico 3). Sin embargo no existieron diferencias significativas en los conocimientos de los alumnos de primer año de las tres carreras (F(2, 51)=4,6222, P=,01429) (Gráfico 4)

 

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Gráfico 3: Promedio de respuestas correctas en relación a conocimientos generales sobre la transmisión de la enfermedad, según carrera. Las barras de error indican error estándar.


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En Medicina Veterinaria se observó que mientras mayor el avance académico de los estudiantes, mayor es la tasa de respuestas correctamente respondidas (Spearman, rs: -0,331; t(N-2): 3,14;  P= 0,002). Esta asociación no se observó en Agronomía (Spearman, rs: 0,098; t(N-2): -0,853;  P: 0,396) ni en Ingeniería Forestal (Spearman, rs: -0,117; t(N-2): -0,907;  P: 0,368) (Gráfico 4). Los estudiantes de Medicina Veterinaria que declararon haber tenido clases de Hantavirus en la Universidad respondieron más acertadamente que aquellos que dijeron no haber tenido clases (t: 3,562; g.l.: 80; P: <0,001) (Gráfico 5).

 

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Gráfico 4: Asociación entre porcentaje de respuestas correctas y avance académico en estudiantes de carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile.

 

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Gráfico 5: Diferencias en conocimientos sobre Hantavirus entre estudiantes de Medicina Veterinaria que tuvieron clases de esta enfermedad con respecto a aquellos que no.

 

Los conocimientos referentes a epidemiología de la enfermedad fueron mayoritariamente de nivel medio en las tres carreras. Los niveles de conocimiento alto fueron más frecuentes entre los estudiantes de Medicina Veterinaria que habían tenido clases, en tanto que los niveles de conocimiento bajo fueron más frecuentes en los estudiantes de Agronomía (Gráfico 6)

 

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Gráfico 6: Nivel de conocimientos con respecto a la epidemiología del Hantavirus. El símbolo (CC) indica que habían tenido clases de Hantavirus durante la carrera. En el caso de los aspectos referentes a prevención de la enfermedad, más del 40% de los estudiantes mostraron niveles altos de conocimiento. Los niveles bajos de conocimientos fueron poco frecuentes entre los estudiantes de las carreras silvoagropecuarias (Gráfico 7).

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Gráfico 7: Nivel de conocimientos con respecto a la prevención del Hantavirus en estudiantes de carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile. El símbolo (CC) indica que habían tenido clases de Hantavirus durante la carrera.

 

Un total de 42 medidas de prevención fueron consideradas, de las cuales 28 eran medidas adecuadas para la prevención de la enfermedad, y 14 eran medidas inespecíficas o erróneas (Gráfico 8, Tabla 6). Los estudiantes de Medicina Veterinaria respondieron más medidas adecuadas para la prevención de la enfermedad que los de las restantes carreras (Kruskal-Wallis, H= 52,247; P< 0,001). No se observaron diferencias significativas entre aquellos que habían tenido clases y aquellos que no (Mann-Whitney, U= 802,5; P= 0,738).

 

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Gráfico 8: Tipos de medidas de prevención de infección por Hantavirus mencionadas. El símbolo (CC) indica que habían tenido clases de Hantavirus durante la carrera.

 

Tabla 6. Medidas de prevención de infección por Hantavirus mencionadas por estudiantes de carreras silvoagropecuarias. AG, Agronomía; IF, Ingeniería Forestal; MV, Medicina Veterinaria (sin clases); MVCC, Medicina Veterinaria (Con clases).

 

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Exceptuando el caso de la fiebre que fue mencionado por la mayoría de los estudiantes, los demás signos de la enfermedad fueron mencionados en forma poco frecuente. Sólo los estudiantes de Medicina Veterinaria que habían tenido clases mencionaron mayoritariamente dificultad respiratoria como síntoma de la enfermedad (Gráfico 9).

 

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Gráfico 9: Frecuencia (porcentual) de mención de signos de Hantavirus por estudiantes de las carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile.


 


Conocimientos y actitudes de estudiantes de carreras silvoagropecuarias sobre Hantavirus.3

 

La mayoría de los estudiantes estuvo de acuerdo o muy de acuerdo con que es un deber de sus profesiones colaborar en planes de prevención de Hantavirus, que la formación profesional debiera incluir capacitación para su prevención, con el hecho de que ellos como profesionales podrán contribuir a la prevención de la enfermedad y con que estarían dispuestos a educar a quienes los rodean con respecto a la enfermedad. Si bien la mayoría también manifestó interés en asistir a capacitaciones durante su vida profesional, sobre el 15% se mostró indiferente ante esta idea (Tabla 7).

 

Tabla 7. Respuestas a las preguntas elaboradas para la medición de actitudes hacia la prevención del Hantavirus en el desempeño profesional. MA, muy de acuerdo; A, de acuerdo; I, indiferente; D, en desacuerdo; MD, Muy en desacuerdo.

 

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De acuerdo a las respuestas a las preguntas presentadas en la tabla 8, las actitudes de la mayoría de los estudiantes hacia la prevención del Hantavirus fueron positivas (Gráfico 10). No se detectaron diferencias en los puntajes de actitud entre alumnos de distintas carreras (Kruskal-Wallis, H= 2,233; P= 0,327) ni entre aquellos que habían tenido clases previamente con respecto a aquellos que no (Mann-Whitney, U=2994; P= 0,717). El avance académico no se correlacionó con actitudes hacia la prevención del Hantavirus en ninguna de las tres carreras (Agr.: rs: -0,103; t(N-2): -0,900; P: 0,371; Ing. For.: -0,113; t(N-2): -0,874; P: 0,386; Med. Vet.: rs: -0,099; t(N-2): -0,891; P: 0,376).

 

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Gráfico 10. Distribución porcentual de actitudes hacia la prevención del Hantavirus según carrera.

 

DISCUSIÓN

 

Los efectos de diversas estrategias de educación sobre los conocimientos de la población objetivo han sido evaluados en trabajos tanto en Chile como en otras áreas (Soto y col 1995, Apt y col 2000, Alvarado y col 2006) mostrando resultados diversos, pero coincidiendo en la importancia de los programas educativos. En el caso del Hantavirus en particular, existen en Chile diversas iniciativas llevadas a cabo tanto por el MINSAL como por organizaciones no gubernamentales (ONG), cuyos efectos a la fecha no han sido evaluados. De acuerdo a los resultados de este trabajo los estudiantes de las carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile se informan con respecto al Hantavirus principalmente a través de medios de comunicación masiva, afiches y en el caso de Medicina Veterinaria a través de clases en la Universidad. La mayoría de los estudiantes de carreras silvoagropecuarias mostraban un nivel medio de conocimientos con respecto a la epidemiología y prevención del Hantavirus. La adquisición de estos conocimientos se podría deber a las campañas de prevención de la enfermedad impulsada por el MINSAL, así como probablemente a la cobertura periodística dada a los casos de Hantavirus. Si bien  esto refleja un cierto efecto de las campañas estatales, el promedio de respuestas contestadas acertadamente (47%) indica que estos conocimientos serían insuficientes, especialmente si se pretende que estos futuros profesionales contribuyan a la prevención de la enfermedad en el medio rural.

 

El hecho de que no existían diferencias en nivel de conocimiento entre estudiantes de primer año en las tres carreras, implica que existe un nivel basal de conocimientos que en el caso de los estudiantes de Agronomía e Ingeniería Forestal no se modifica a lo largo de la carrera, en tanto que en Medicina Veterinaria se incrementa. Considerando que con la excepción de clases universitarias, los estudiantes de las distintas carreras han estado sometidos a los mismos medios de información con respecto a la enfermedad, las diferencias entre carreras podrían atribuirse a la asistencia a clases. Esto se demuestra en que  existen diferencias significativas entre Medicina Veterinaria y las demás carreras, y además en el hecho de que los estudiantes de Medicina Veterinaria que habían tenido clases respondieron en forma significativamente más acertada que aquellos que no habían tenido clases. Experiencias similares han sido reportadas en campañas de educación sanitaria para la prevención de otras enfermedades. Por ejemplo, en una evaluación de una estrategia educativa para la prevención de la malaria en Colombia, los autores concluyen que “las estrategias educativas pueden mejorar las prácticas de prevención de las comunidades, y esto traducirse en menor frecuencia de malaria” (Alvarado y col 2006), para una campaña donde se capacitaron facilitadores que a su vez educaron a la población en general. El trabajo de Alvarado y col (2006) es interesante para los objetivos del presente trabajo, por cuanto no sólo demuestra que la capacitación se traduce en un aumento en el nivel de conocimientos, sino que también en el aumento efectivo del nivel de conocimientos de las personas educadas por los facilitadores. Otro caso similar fue reportado en un estudio realizado en la séptima región de Chile, donde se evaluaron conocimientos en relación a la Hidatidosis en familias campesinas del sector y además se evaluó el impacto de una intervención educativa sobre el tema. Se determinó que luego de la intervención, los conocimientos de las personas se veían incrementados pero que además estas mismas se comprometieron a difundir sus conocimientos a las demás personas del sector que no habían sido intervenidas y cumplieron, transformándose así en fuentes primarias de conocimientos en relación a la prevención de la enfermedad para otras familias. (Apt y col 2000). Ambos trabajos respaldan la idea de emplear a los profesionales de las carreras silvoagropecuarias como facilitadores para la prevención de la enfermedad.

 

Por otro lado el hecho de que los estudiantes de Medicina Veterinaria aumentan su nivel de conocimientos con el avance académico sugiere que el hecho de tener clases en distintos puntos de la carrera tiene efectos positivos sobre los conocimientos. De este modo los estudiantes de quinto año, que hipotéticamente tuvieron al menos 3 clases, saben más que los de tercero que han tenido sólo 2 clases. En el caso de Medicina Veterinaria, las clases se realizan en las asignaturas Enfermedades Infecciosas, en IV semestre, Epidemiología Veterinaria (V semestre) y Salud Pública Veterinaria (IX semestre). Probablemente el hecho de tener clases en distintos puntos de la carrera, actúa proveyendo distintos tipos de información acorde a los objetivos de la asignatura, y por otro lado reforzando los conocimientos entregados en cursos más básicos. Considerando que la primera clase de Hantavirus se efectúa en IV semestre, y que el cuestionario fue aplicado al final del semestre, hubiese sido esperable que  casi el 80% de los estudiantes de esta carrera hubiese declarado haber tenido clases, lo que contrasta con el 52,4% que mencionó las clases como fuentes de información. Las diferencias entre lo observado y lo esperado podría deberse a inasistencias y a no recordar el haber tenido dichas clases.

 

Casi la totalidad de los estudiantes de Medicina Veterinaria, así como un alto porcentaje de los estudiantes de las otras carreras conocían que el reservorio de la enfermedad es el ratón de cola larga. Por otro lado el hecho de que estudiantes principalmente de Agronomía e Ingeniería Forestal hayan respondido que el reservorio de la enfermedad es la quila, u otras respuestas de ese tipo, puede deberse a que no hayan entendido el concepto de reservorio utilizado en el cuestionario. La respuesta a esta pregunta debe ser contrastada con la pregunta 7 del cuestionario, donde exceptuando quienes habían tendido clases casi un 50% respondió que la enfermedad también puede ser transmitida por roedores urbanos tales como el guarén o la laucha, especies que si bien transmiten enfermedades como la leptospirosis (Riedemann y Zamora 1998), no se encuentran asociadas al Hantavirus en Chile. Si bien la capacidad de reconocer teóricamente al reservorio es alta, es probable que la capacidad de reconocer al roedor en la práctica sea muy baja por cuanto otras especies de roedores también tienen cola larga (Muñoz-Pedreros 2000). En términos de prevención, es importante el hecho de que los estudiantes relacionen a la enfermedad con roedores, independiente de si son capaces o no en la práctica de reconocer a la especie, esto por el hecho de que los roedores transmiten además del Hantavirus otras enfermedades como la ya mencionada leptospirosis, e incluso pueden llegar a atacar, particularmente a niños menores de 5 años de edad (Hirschhorn y Hodge 1999), constituyendo como grupo un problema de salud pública. De este modo al evitar el contacto con roedores en general se evitan diversos problemas sanitarios.

 

Otro aspecto interesante es que exceptuando los estudiantes de Medicina Veterinaria que habían tenido clases, la mayoría de los encuestados no asoció la enfermedad a sintomatología de tipo respiratoria cuando se consultó por síntomas de Hantavirus. Esto es de importancia por cuanto el Hantavirus variedad Andes causa el llamado Síndrome Pulmonar por Hantavirus que se caracteriza por “cuadro febril (Tº superior a 38,3º C), que ocurre en una persona previamente sana, con un pródromo de síndrome gripal y que evoluciona con distress respiratorio sin causa que lo explique” (Sotomayor y Aguilera 2000). Las implicancias de esto es que al encontrarse frente a un trabajador que presenta este tipo de síntomas, los futuros profesionales no serían capaces de reconocer signos que indican la necesidad de trasladar a un trabajador o a ellos mismos a un centro asistencial. El hecho de que quienes tuvieron clases hayan asociado con mayor frecuencia el Hantavirus a un cuadro respiratorio, refuerza el hecho de que las clases como estrategia de educación sanitaria tienen efectos en términos de aumentar el nivel de conocimientos de quienes asisten a estas.


En términos de conocimientos, los estudiantes tenían mayor dominio de los aspectos relacionados con prevención de la enfermedad que de los aspectos referentes a epidemiología. Esta diferencia probablemente se explica por el hecho de que las campañas están enfocadas a la prevención de la enfermedad, más que en el conocimiento de la epidemiología. Aún cuando se ha reportado que las campañas se enfocan tanto en el conocimiento de la epidemiología de la enfermedad, como a su prevención (Sotomayor y Aguilera 2000), diversos afiches muestran que gran parte de la campaña se concentra casi exclusivamente en la prevención, lo que respalda los hallazgos de este trabajo. En ambos casos, prevención y epidemiología, los conocimientos fueron más altos en los estudiantes que habían tenido clases. Sin embargo, esta diferencia no se reflejó en las preguntas abiertas referentes a prevención, donde si bien los estudiantes de Medicina Veterinaria dieron más respuestas acertadas que las restantes carreras, no se evidenciaron diferencias en el número de menciones entre quienes habían tenido clases y quiénes no. Estos resultados son aparentemente contradictorios, sin embargo, al analizar las respuestas entregadas se observa que esto no es así. Las respuestas se diferenciaron en que los estudiantes que habían tenido clases respondieron en frecuencias más altas medidas tales como mantención de vegetación baja alrededor de las casas, desratización y uso de cloro, mientras que quienes no habían tenido clases respondieron en forma más frecuente (que quienes no) medidas asociadas a mantener alimentos en lugares herméticos y orden e higiene de las casas. Si bien todas estas medidas son adecuadas (MINSAL, sin fecha a), las medidas en que quienes habían tenido clases se diferenciaban de aquellos que no, podrían ser consideradas de mayor importancia por cuanto evitan que los roedores se aproximen a las casas y otras construcciones, en tanto que las mencionadas más frecuentemente por quienes no habían tenido clases se encuentra exclusivamente dirigida al interior de los hogares.

 

En el caso de las actitudes hacia la prevención de la enfermedad, se observó que estas no eran afectadas ni por el avance académico ni por el hecho de haber asistido a clases. La no detección de cambios se debe a que las actitudes hacia la prevención de la enfermedad eran positivas en la mayoría de los estudiantes, independiente de la carrera, avance u otras variables. La teoría de motivación de protección predice que la percepción de riesgo es el punto de partida para cambios conductuales (Maddux y Rogers 1983). De acuerdo a esto, las actitudes favorables podrían deberse a que los estudiantes se consideren a si mismos potenciales víctimas de la enfermedad, lo que es respaldado por el hecho de que más del 90% consideró que la mayoría de las infecciones se producen en el medio rural, donde estos profesionales ejercen. Sería esperable que estas actitudes se tradujeran en la implementación de medidas de prevención en el ejercicio profesional, así como en transferencia de conocimientos a quienes comparten el espacio de trabajo. Por ejemplo en estudios relacionados con la prevención de la Hidatidosis en la Región del Maule (Apt y col 2000), se observó que “la gran mayoría (de quienes fueron educados) cumplió con difundir el conocimiento aprendido, lo que favorece la multiplicación de esfuerzos, transformándose en las fuentes primarias de conocimientos para otras familias”. Algo similar se espera con los estudiantes que han sido educados para la prevención del Hantavirus: que traspasen sus conocimientos a quienes se desempeñen junto a ellos en el campo laboral, y que esto a su vez se traduzca en prácticas que contribuyan a reducir la incidencia de la enfermedad. Esta disposición fue manifestada por el 95,4% de los estudiantes que se mostró de acuerdo o muy de acuerdo con la frase “si yo tuviera un conocimiento adecuado sobre medidas de prevención del Hantavirus, me preocuparía de educar a quienes me rodean para disminuir el riesgo de que enfermen”.

 

A pesar de que las actitudes son favorables hacia la participación en la prevención de la enfermedad, los estudiantes de Agronomía e Ingeniería Forestal no poseerían un nivel de conocimiento adecuado como para ser efectivos transmisores de conocimiento hacia la población rural. Esto apoya la idea de implementar clases, para incrementar el nivel de conocimientos en los estudiantes, para su posterior difusión en el campo laboral. De este modo, los profesionales podrían actuar como “facilitadores” estrategia que se ha empleado en la prevención de otras enfermedades tales como la Malaria (sin recurrir a profesionales) (Alvarado y col 2006). Si bien se podría especular que un mayor conocimiento no necesariamente se va a traducir en prácticas concretas, se ha observado que cuando se incrementa el nivel de conocimiento en la población en riesgo, la incidencia de enfermedades disminuye, tal como ha sido reportado en los casos de Malaria y Dengue (Soto y col 1995). Más adelante se podría evaluar la posibilidad de educar a otras carreras tal como Pedagogía para que así sean agentes promotores en la prevención de enfermedades, ya sea Hantavirus u otras enfermedades infecciosas tales como la Leptospirosis y la Hepatitis.


Conocimientos y actitudes de estudiantes de carreras silvoagropecuarias sobre Hantavirus.4

Diversas estrategias son empleadas para la prevención de enfermedades, entre lo que se cuentan medidas que van desde la vacunación, hasta la educación de la población en riesgo. Este trabajo muestra que la educación a través de clases tiene efectos positivos sobre los conocimientos de las enfermedades, en este caso Hantavirus. La implementación de sistemas de clases universitarias para la prevención del Hantavirus y otras enfermedades, podría ser una estrategia de bajo costo y de elevado efecto. Sin embargo, el diseño de estos programas debe ser evaluado con cautela, ya que la efectividad de los programas de salud es muy dependiente de la forma en que estos son llevados a cabo (Whitehead y Russell 2004). Por ejemplo en Medicina Veterinaria, los estudiantes son capacitados por Médicos Veterinarios que se desempeñan en el área de Salud Pública y virología, es decir profesionales muy ligados al área en que los estudiantes son formados, lo que podría facilitar la comunicación estudiante-alumno. Sin embargo, es posible que la formación entregada a Medicina Veterinaria, no tuviese igual efecto sobre estudiantes de las demás carreras silvoagropecuarias, por cuanto estas no centran el proceso formativo en el área de la salud, y por lo tanto es esperable que la asimilación de la información entregada sea distinta. Bajo ciertas circunstancias es sabido que algunas personas pueden resistirse a las intervenciones educativas (Whitehead y Russell 2004), especialmente cuando estas pasan a llevar cuando no se toman en cuenta aspectos culturales. Para evitar esto es importante que el enfoque de las medidas preventivas sea acorde a la realidad laboral del profesional. De esta forma, es inviable que profesionales forestales no entren a matorrales de quila, o que loas agrónomos y trabajadores agrícolas no entren a bodegas cerradas, por cuanto es parte de la realidad laboral de dichas carreras. Sin embargo, las medidas pueden ser adaptadas a dichas realidades, en la medida que se trabaje en equipos multidisciplinarios En este sentido, la capacitación de estudiantes en aspectos de salud específicos implica la colaboración entre académicos de diferentes disciplinas (área de la salud y área objetivo), de modo de mejorar el traspaso de información.

 

Otro aspecto de importancia para la inclusión de profesionales de áreas distintas a la salud en programas de prevención de enfermedades, es la capacidad de trabajo en equipos multidisciplinarios. Este aspecto es de crucial importancia para la implementación de programas de prevención de enfermedades en el medio rural, que requieren para ser exitosos un enfoque multifactorial, multisectorial y multiprofesional (Apt y col 2000). Por ejemplo, para la implementación de una intervención educativa para la prevención de la hidatidosis Apt y col (2000) reportan que “partiendo de acuerdos con autoridades locales se capacitó a profesionales y técnicos agropecuarios, de salud y de educación, prestando especial atención a los aspectos del conocimiento que cada uno de estos grupos de profesionales está más capacitado para aplicar de acuerdo con sus competencias. Se trabajó en los hospitales provinciales coordinando acciones con médicos y enfermeras para la acogida y control de pacientes e implementando técnicas diagnósticas con los expertos de laboratorios clínicos. Sobre el terreno se mancomunaron esfuerzos entre médicos, veterinarios, técnicos agrícolas, técnicos paramédicos y educadores, coordinados con personal de los servicios de salud del ambiente, equipos de salud de atención primaria, especialmente postas rurales, y escuelas rurales”. Esta experiencia refleja la complejidad asociada a la implementación de programas preventivos, la diversidad de disciplinas que se involucran, especialmente en el medio rural, y por ende el valor que tiene una formación previa en aspectos preventivos por parte de estudiantes no sólo de las carreras silvoagropecuarias, sino que también de las pedagogías, y por otro lado el alto valor que implica para el futuro desempeño profesional la experiencia de trabajo en equipos multidisciplinarios desde la Universidad.

 

Del análisis de las mallas de las 3 carreras (ver en UACh 2007) se desprende que la formación en aspectos básicos de salud es precaria. Además de las recomendaciones con respecto al Hantavirus, se debe agregar la ausencia de capacitación en primeros auxilios a profesionales que frecuentemente se desempeñan en zonas aisladas, y supervisando actividades que implican riesgo para los profesionales y trabajadores. Si bien la formación de los Médicos Veterinarios es más completa, en términos de que su malla incluye cursos tales como Salud Pública y Epidemiología, y a la formación médica propia de la carrera, no existe capacitación en primeros auxilios.

 

La prevención de zoonosis como el Hantavirus, influenza aviar y otras que pudieran emerger en el futuro requieren no sólo que se involucren profesionales de otras áreas, sino que una formación más amplia de los profesionales de la salud, que permita el trabajo con profesionales de otras disciplinas. En este contexto, algunas universidades de Estados Unidos y Canadá, han incorporado el área de la salud ecosistémica a las mallas de sus carreras relacionadas con salud pública (por ejemplo universidades de Harvard y John Hopkins). Estos cursos integran efectivamente conocimientos relacionados con medicina, ética, economía, ecología y manejo ambiental (Rapport y col 2002). Estos cursos han sido introducidos en las mallas de pre y postgrado por cuanto “se ha reconocido que en forma cada vez más frecuente los desequilibrios ecológicos son la raíz de muchas enfermedades humanas” y segundo que “los profesionales de la salud no sólo deben ver la relación profesional-paciente en aislamiento, sino que en el contexto físico y social en el cual el paciente y el profesional se encuentran inmersos”. Esta formación más amplia permitirá a los profesionales de la salud enfrentar de mejor manera el creciente interés de los pacientes con respecto a los riesgos sanitarios resultantes de la degradación local y global del ambiente (Rapport y col 2002), e interactuar adecuadamente con profesionales de otras disciplinas para mejorar la eficiencia de los programas de prevención de enfermedades.

 

CONCLUSIONES

 

Los estudiantes de las carreras silvoagropecuarias de la Universidad Austral de Chile poseen conocimientos de nivel medio sobre aspectos de epidemiología y prevención del Hantavirus.


Los estudiantes de Medicina Veterinaria poseen un nivel de conocimientos más alto que los estudiantes de Agronomía e Ingeniería Forestal.

 

En el caso de Medicina Veterinaria, la formación académica incrementa el nivel de conocimientos, lo que no ocurre en las restantes carreras. Esto se explicaría porque los estudiantes de Medicina Veterinaria tienen clases que tratan temas relacionados con Hantavirus, lo que no ocurre en las restantes carreras.


Los estudiantes que habían tenido clases de Hantavirus, respondieron el cuestionario en forma más acertada que aquellos que no, lo que refleja la utilidad de estas como medio de educación en salud.


Las actitudes de los estudiantes hacia incorporar la prevención del Hantavirus en su quehacer profesional, fueron positivas, independientemente de la carrera y el avance académico.


Aún cuando los resultados referentes a los efectos de las clases sobre los conocimientos son predecibles, por cuanto el rol de las clases es educar y formar estudiantes; los resultados son de valor puesto que no sólo corroboran el efecto de las clases, sino que muestra que las actitudes de los estudiantes son favorables, lo que hace que la aplicación de este tipo de métodos para capacitar profesionales de otras disciplinas sea una buena alternativa. Futuros estudios deberán evaluar si el incremento en conocimientos se traduce en prácticas adecuadas.

 

Por último, el trabajo multidisciplinario es fundamental para el desarrollo de planes de educación y prevención de enfermedades, y por lo tanto los estudiantes debieran ser formados en estos aspectos. Esto debería incorporar a los profesionales de la salud (en particular enfermeras) por ser actores relevantes en la educación sanitaria, lo que facilitaría la creación de equipos multidisciplinarios en el desempeño profesional.

 

 

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