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Medicina de Familia y entrevista clínica

Medicina de Familia y entrevista clínica

Articulo original

Autor: Jiménez Cuadra, Enriqueta (Médico Antequera), Gonzalez Guerrero (médico centro salud Antequera El Centro

RESUMEN: Analizaremos la entrevista clínica y la relación asistencial, con la atención que debe ser centrada, sobre todo, en la persona. El proceso asistencial se realiza en una serie de sucesos de encuentros clínicos, en los que se logra una mejor visión compartida sobre la mejor estrategia preventiva, diagnóstica y terapéutica a seguir. Observaremos sus modelos relacionales, la entrevista clínica en su dimensión social y humana. Las modalidades de la entrevista entre otras cosas, todo en relación con la medicina de familia.

PALABRAS CLAVE: entrevista, medicina, paciente.

INTRODUCCIÓN: La entrevista es una atención (1) centrada en la persona, siendo aquella que proporciona un profesional de medicina de familia, cuando delimita las necesidades y problemas de salud de sus pacientes.

Tenemos que ver la entrevista clínica en su dimensión social; ver los protagonistas del acto asistencial; ver la entrevista en su parte exploratoria y resolutiva.

El profesional reactivo es simpático con el paciente que le cae bien; sin embargo, es antipático con el que le cae mal.

La confianza es el capital más preciado para el médico, si se logran aspectos en una proporción adecuada.

Los sanitarios que trabajamos en atención primaria debemos ser capaces de reconocer todas aquellas circunstancias y elementos que pueden distorsionar nuestra relación con los pacientes pues, en última instancia, pueden acarrear la no resolución de problemas y la sensación de malestar y frustración tanto en el paciente como en nosotros mismos.

Señalaremos, entre otras:

  • las que dependen del medio y del entorno, donde se podrían incluir la inadecuada accesibilidad a las consultas, esperas inadecuadas, ruidos e interrupciones, etc.;
  • las que dependen del propio paciente, donde incluiríamos aspectos de tipo psicológico como minusvalías físicas, etc., y
  • las que dependen del profesional sanitario, donde incluiríamos la personalidad disfuncional para el desarrollo de actividades clínicas, interferencias de tipo emocional, falta de formación, falta de habilidades para la comunicación, etc.

En todo caso, cualquier trabajador de la salud debería intentar mejorar la comunicación interpersonal, y para ello es necesario estar familiarizado y aplicar las habilidades que citamos y que, a grandes rasgos, podemos asimilar con las características que definen a un buen profesional:

  • empatía, entendida como capacidad de solidaridad emocional con el paciente, así como expresión de la misma;
  • calidez-cordialidad, entendida como proximidad afectiva;
  • respeto, entendido como la capacidad de mantener una relación terapéutica con cualquier persona de modo independiente a los sistemas de valores y creencias;
  • concreción, entendida como la capacidad de adaptarse al nivel comunicacional del paciente; asertividad, entendida como la seguridad con que desempeñamos nuestra labor;
  • autenticidad, o capacidad de reconocer nuestros errores; contención emocional.

Para(3) ello describiremos un modelo llamado entrevista semiestructurada, que se adapta a los tiempos reales de trabajo, en éste ámbito. Los contenidos de este tipo de entrevistas, son parcialmente determinados por el profesional de la salud, brindando a su vez, un espacio para la atención libre del paciente. Básicamente podemos dividir la entrevista en dos fases: exploratoria y resolutiva.

Fase exploratoria de la entrevista clínica:

En ésta fase se comprende la delimitación de los motivos de la consulta, su adecuada valoración, y la exploración física o procedimientos técnicos derivados de ellos.

Si la entrevista está encuadrada dentro de un sistema, que permite la atención longitudinal, Esta primera entrevista puede determinar, en gran parte, si el paciente retornará o no, a una próxima. Éste factor no es menor, dado, que cualquier tratamiento, tiene más posibilidades de éxito, si está sostenido por una relación médico-paciente.

Organización de la consulta:

Se intentará delimitar el motivo de la consulta, a través, de una pregunta abierta, con escucha activa e intentando prevenir, el ya que está.

La exploración del síntoma guía se hará a través de preguntas abiertas, recomendando dejar al paciente hablar libremente. Inmediatamente después del saludo, se invitará al paciente que exponga los motivos de la consulta, así definimos la relación como un encuentro profesional y fijamos los temas a través de la entrevista. La sensación de que el tiempo ha sido suficiente está más relacionada con el tipo de atención que el paciente recibe del profesional, que con el tiempo realizado en la visita.

Fase resolutiva de la entrevista clínica: Se inicia en el preciso momento, (5) en que el entrevistador, se ha formulado una idea de aquello, que le pasa al paciente, o bien de la conducta más adecuada, para llegar a un diagnóstico. Para resumir, diremos que en la fase resolutiva, se definen conjuntamente los problemas, los objetivos, y el plan a seguir. Los objetivos fundamentales de ésta fase, son: determinar de forma conjunta, los objetivos, y otras situaciones, que distorsionan la realidad asistencial.

Estrategias comunicacionales: Prevención del ya que está, como conclusiones, Como profesionales de la salud realizamos entrevistas clínicas una y otra vez, consideramos que las herramientas que hemos descrito deben utilizarse.

En forma rígida analizaremos su aspecto social y humano, El encuentro médico-paciente es el momento central de la práctica médica. En la entrevista el médico accede tanto a los síntomas, que denotan la presencia de la enfermedad, como a la subjetividad, a la perspectiva del paciente, a su experiencia y su conducta de enfermedad; es decir, a la percepción de estado de salud o de enfermedad que posee el paciente, a la valoración que hace de ello, al impacto emocional que acusa, a sus creencias y expectativas, a su actitud respecto a cómo afrontarlo.

La entrevista es también ocasión para la educación para la salud, para modificar creencias erróneas, y actitudes inadecuadas, disfuncionales; también para prestar apoyo emocional u otras intervenciones psicosociales dirigidas al paciente o a personas de su entorno. De la calidad de la comunicación depende la precisión del diagnóstico, y buena parte de los resultados de la eficacia de la intervención médica.

La buena relación y comunicación médico-paciente puede prevenir la insatisfacción de pacientes y de médicos, reducir el creciente número de no cumplidores y de litigios por mala práctica, además de contribuir a mermar los efectos estresantes de la actividad clínica y prevenir la frustración y el «queme» de los médicos 1,2. Por esto es muy llamativo el descuido de la formación del médico en estos aspectos nucleares de la clínica.