La obesidad ha sido reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un problema de Salud Pública. Su implicación y su asociación con las dislipidemias, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo II y algunos tipos de cánceres así lo han determinado. Además, el costo social y económico que supone para los países, conlleva una responsabilidad no sólo institucional sino también estatal.