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Enfermedad de Hodgkin. Cuidados de Enfermería

Enfermedad de Hodgkin. Cuidados de Enfermería

La enfermedad de Hodgkin es una entidad maligna caracterizada por la proliferación de células gigantes anormales y multinucleadas, las llamadas células de Reed- Sternberg que se localizan en los ganglios linfáticos. Nos centramos en la etiología y la fisiopatología, las manifestaciones clínicas, los estudios diagnósticos y sobre todo los cuidados enfermeros.

Enfermedad de Hodgkin. Cuidados de Enfermería

Mari Carmen García García. Diplomada en Enfermería, Servicio Andaluz de Salud.

Resumen

Se ha realizado una revisión de la literatura científica en las bases de datos Scielo, Elsevier, Cochrane y Medline con los descriptores: enfermedad de Hodgkin, ganglios linfáticos, células de Reed- Sternberg, atención de Enfermería.

La enfermedad de Hodgkin

La enfermedad de Hodgkin es una entidad maligna caracterizada por la proliferación de células gigantes anormales y multinucleadas, las llamadas células de Reed- Sternberg que se localizan en los ganglios linfáticos. La enfermedad presenta una incidencia bimodal específica por edades teniendo su frecuencia máxima entre los 15 y los 35 años y a partir de los 50 años de edad. Es dos veces más frecuente en hombres que en mujeres.

Etiología y fisiopatología

Todavía se desconoce la causa de la enfermedad de Hodgkin, aunque los principales factores relacionados son el virus de Epstein-Barr, la predisposición genética y la exposición laboral a sustancias tóxicas.

En condiciones normales, los ganglios linfáticos están constituidos por un tejido conjuntivo que rodea a una delicada red de fibras y células reticulares. En la enfermedad de Hodgkin desaparece la estructura normal de los ganglios linfáticos debido a la hiperplasia de los monocitos y macrófagos. El rasgo diagnóstico principal de este linfoma es la presencia de células Reed-Sternberg en las muestras de biopsia de las adenopatías.

La enfermedad se origina en una sola localización y posteriormente se disemina a los ganglios adyacentes. Finalmente acaba por infiltrar otros órganos, concretamente los pulmones, el bazo y el hígado. En la mayoría de los pacientes los primeros ganglios que se afectan son los cervicales.

Manifestaciones clínicas

El comienzo de los síntomas de la enfermedad de Hodgkin a menudo es insidioso. El primer signo suele ser la aparición de adenopatías cervicales, axilares o inguinales. El paciente puede presentar adelgazamiento, fatiga, debilidad, fiebre, escalofríos, taquicardia y sudoración nocturna. Hay un grupo de signos iniciales, constituido por la fiebre, los sudores nocturnos y la pérdida de peso (los denominados síntomas B) que empeoran el pronóstico.

Después de ingerir pequeñas cantidades de alcohol, los pacientes con enfermedad de Hodgkin pueden quejarse de dolor de aparición rápida en los ganglios afectados. En ocasiones se produce un prurito generalizado. La aparición de tos, disnea, estridor y disfagia puede indicar una afectación de los ganglios mediastínicos.

En las fases más avanzadas de la enfermedad hay hepatoesplenomegalia. La anemia se debe a un aumento de la destrucción y a una hipoproducción de eritrocitos. Otros signos físicos varían dependiendo de la localización de la enfermedad. La afectación intratorácica puede dar lugar a un síndrome de la vena cava superior, las adenopatías retroperitoneales, la ictericia y paraplejía.

Estudios diagnósticos

Los análisis de sangre periférica, la biopsia de ganglios linfáticos, el examen de la médula ósea y las exploraciones radiológicas son las pruebas más importantes para evaluar la enfermedad de Hodgkin.

Cuidados de Enfermería

El estadío de la enfermedad hace referencia a la extensión de la enfermedad. Esto tiene su importancia, ya que la enfermedad de Hodgkin puede ser localizada o difusa (avanzada). El tratamiento depende de las características y el alcance de la enfermedad.

Una vez establecido el estadío de la enfermedad, la atención se centra en seleccionar el plan terapéutico. La radioterapia aplicada sobre las zonas afectadas durante 4 a 6 semanas consigue la curación de los pacientes con enfermedad en estadío I o II. La quimioterapia combinada se utiliza en algunos estadíos iniciales cuando los pacientes presentan un linfoma resistente o tienen un riesgo elevado de recaídas. El estadio IIIA se trata con radio y quimioterapia.

La utilidad de la radioterapia como complemento de la quimioterapia en los estadios III y IV varía según las localizaciones de la enfermedad. La quimioterapia intensiva, con o sin trasplante de médula ósea o de células madre y factores de crecimiento hematopoyético, es el tratamiento de elección para los estadios avanzados de la enfermedad de Hodgkin (estadios IIIB y IV)

Una consecuencia grave del tratamiento de la enfermedad de Hodgkin es la aparición tardía de tumores malignos secundarios. Los tumores malignos secundarios más frecuentes son la leucemia no linfoblástica aguda, el linfoma no Hodgkiniano y los tumores macizos.

Los cuidados enfermeros para la enfermedad de Hodgkin se dirigen fundamentalmente al control de la pancitopenia (disminución de los elementos celulares de la sangre) y de otros efectos secundarios del tratamiento.

El paciente que va a someterse a radioterapia tiene unas necesidades enfermeras especiales. La radioterapia y la quimioterapia pueden producir secuelas a largo plazo denominadas efectos fisiológicos tardíos que aparecen meses a años después del cese del tratamiento. Los efectos de la radiación sobre los tejidos corporales están causados por la hipoplasia celular de las células madre y las alteraciones en la vasculatura fina y el tejido fibroconectivo.

Los supervivientes al cáncer también pueden tener un riesgo de leucemias y otras neoplasias secundarias resultado del tratamiento del cáncer primario. Las leucemias agudas que aparecen como neoplasias secundarias han sido ampliamente comentadas después del tratamiento de la enfermedad de Hodgkin, pero también aparecen en supervivientes del cáncer de ovario, pulmón y glándula mamaria. No obstante, las neoplasias secundarias son generalmente resistentes al tratamiento.

Los aspectos psicosociales tienen la misma importancia que en la leucemia. Se deben abordar las consecuencias físicas, psicológicas, sociales y espirituales de la enfermedad del paciente. Las alteraciones de la fertilidad plantean un problema especial, ya que la enfermedad afecta a menudo a adolescentes y a adultos jóvenes.

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