El embarazo también puede afectar las características o la severidad del trauma.
Las prioridades del tratamiento en la embarazada traumatizada siguen siendo las mismas que para la no embarazada. El mejor tratamiento para el feto es tratar a la madre. Sin embargo, la resucitación y estabilización deben modificarse para adaptarse a los cambios anatómicos y fisiológicos únicos del embarazo.