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Disfunción familiar y su relación con la depresión en adolescentes

Disfunción familiar y su relación con la depresión en adolescentes

Fundamento: La depresión constituye una patología que por su elevada prevalencia debe ser diagnosticada a temprana edad. Su incidencia y prevalencia ha ido en aumento entre los adolescentes; entre los factores que pueden desencadenar la depresión se encuentra la disfunción familiar.

Disfunción familiar y su relación con la depresión en adolescentes

Mario Alberto Ordóñez Trelles 1, César Fabián Juca Aulestia 2

1 Médico General, Posgradista R3 en Medicina Familiar y Comunitaria de la Universidad Nacional de Loja. Loja, Ecuador.

2 Doctor en Medicina y Cirugía. Posgradista R3 en Medicina Familiar y Comunitaria de la Universidad Nacional de Loja. Loja, Ecuador.

Resumen:

Cuando la familia no se llega a adaptar a los constantes cambios del sistema familiar e individual de sus miembros, es cuando empiezan los problemas, la familia se enferma, y se manifiesta a través de uno de sus miembros, los hijos principalmente, lo que a su vez posibilitará o no la presencia y/o mantenimiento de problemas psicológicos y emocionales, como la depresión.

Materiales y métodos: se realizó la búsqueda de artículos científicos en las bases de datos de Pubmed, ScienceDirect, Elsevier, Scielo y en revistas científicas, utilizando los descriptores MESH: depresión, desordenes depresivos, funcionalidad familiar y adolescentes.

Conclusiones: la disfunción familiar constituye un factor de riesgo importante en la génesis de la depresión en los adolescentes, que en la mayoría de los casos no es valorada, lo que conlleva a que la familia y su funcionalidad, que supone ser el soporte para el adecuado desarrollo emocional y psicológico del adolescente, se mantenga como una causa enmascarada. Al no evaluar la disfuncionalidad familiar, el tratamiento que debería ser integral, se continua basando en el manejo cognitivo conductual, que por sí mismo solo trata la depresión, pero no la causa primordial.

Palabras Clave: depresión, adolescentes, funcionalidad familiar, familia.

Introducción.

La depresión constituye una patología identificada y descrita desde la antigüedad, pero es desde finales del siglo XX, que por su elevada prevalencia, se vuelve importante su diagnóstico a temprana edad, por lo que se inician estudios en niños y posteriormente en adolescentes (Suárez, 2013).

Los jóvenes en condiciones más conflictivas muestran tasas más elevadas de depresión. Si bien los trastornos depresivos son más prevalentes en las mujeres, en los hombres sus consecuencias pueden tener repercusiones de gravedad aún mayores que en las mujeres. El estigma hacia la depresión en los hombres puede conducir a que se intente enmascarar los síntomas mediante conductas de alto riesgo. Las mujeres tienen mayores tasas de intento de suicidio, pero en los hombres los intentos son más letales (González-Forteza, Torre, Vacio-Muro, Peralta, & Wagner, 2015).

Desde un enfoque sistémico la familia es de vital importancia puesto que la forma como están organizados sus miembros, el papel que juega cada uno de ellos, la forma en la que se comunican, y su funcionamiento, van a determinar el tipo de relaciones que se establecen en dicho sistema familiar, lo que a su vez posibilitará o no la presencia y/o mantenimiento de problemas psicológicos y emocionales, como la depresión, en alguno de sus miembros.

Cuando la familia no se llega a adaptar a los constantes cambios del sistema familiar e individual de sus miembros, es cuando empiezan los problemas, la familia se enferma, y al suceder esto generalmente la familia manifiesta su enfermedad a través del miembro de la familia catalogado como “paciente designado”, que puede ser uno de los hijos. Entre los factores que pueden “enfermar” a la familia se incluyen: la resistencia a los cambios evolutivos del hijo, la resistencia a los cambios del ciclo vital de la familia, el mantenimiento de actitudes educativas erróneas.

Al preguntarnos si hay familias enfermas llegamos a la conclusión de poder afirmar que lo que está «enfermo» es el tejido de las relaciones que vinculan a unos miembros con otros. El efecto inmediato de esta realidad es que debemos hablar más bien de familias que hacen enfermar en cuanto que ponen en juego elementos dinámicos que lejos de contribuir a cuanto se ha señalado como positivo, se convierten en elementos desencadenantes de nuevos conflictos y deterioros posteriores (Ríos, 1999).

De esta manera, el manejo de la depresión va más allá del manejo emocional y conductual del adolescente (Stice, Shaw, Bohon, & Marti, 2010) se requiere de un manejo sistémico de la depresión que va encaminado a tratar la causa que en este caso va a ser la “familia que enferma” (Ríos, 1999).

Materiales y métodos.

Para la realización del presente trabajo se realizó la búsqueda de artículos científicos en las bases de datos de Pubmed, ScienceDirect, Elsevier, Scielo y en revistas científicas como The New England Journal of Medicine, Journal of Adolescent Health, Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry, Journal of affective disorders, entre otras revistas, utilizando los descriptores MESH: depression, depressive disorder, family functioning y adolescent en inglés, funcionalidad familiar, depresión y adolescentes en español.

Depresión en la adolescencia.

La depresión constituye un problema común en la salud mental de los adolescentes en el mundo (Thapar et al, 2012). Además es un importante factor de riesgo para el suicidio, constituye la segunda o tercera causa de muerte en este grupo de edad (Windfuhr et al., 2008).

La enfermedad depresiva durante la adolescencia, con frecuencia no recibe la atención debida. Los adolescentes deprimidos no reciben atención de los padres, además no buscan ayuda en ellos y evitan consultar a un profesional de la salud. Cuando recurren a la atención médica, lo hacen con quejas primariamente somáticas (Agreda, 2013).

Epidemiologia.

La Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud en el año 2014, determinaron que la depresión constituye la principal causa de morbilidad y discapacidad en los adolescentes (Salud, 2014). Se estima que afecta a 350 millones de personas y comienza a menudo a temprana edad, reduce el funcionamiento y frecuentemente es recurrente (Marina M., Yassami T., Ommeeren M., Chislom D., 2012).

La prevalencia aumenta desde la niñez a la adolescencia (Kaltiala-Heino, Rimpela, Rantanen, & Laippala, 2001) y varía con el tiempo y de una región a otra. Así en Europa en el año 2004 tuvo una prevalencia de 12,8% (Alonso et al, 2004); en España la prevalencia de depresión mayor se estimó en un 2,3% en