Inicio > Enfermería > El rol enfermero y la gestión del dolor en la tercera edad

El rol enfermero y la gestión del dolor en la tercera edad

El rol enfermero y la gestión del dolor en la tercera edad

Tercera edad, ancianidad o senectud son alguno de los sinónimos utilizados para mencionar la etapa del cuerpo humano donde, por lo general, comienza el deterioro físico. El término más utilizado es el de persona mayor y la edad que marca esta etapa son los 65 años (Lammoglia, 2007). Un dato a tener siempre presente que no siempre la edad cronológica es lo que va a marcar la entrada en la etapa de la vejez, son muchos otros factores lo que van a actuar también (OMS, 2002).

El rol enfermero y la gestión del dolor en la tercera edad

Autores: María del Pilar Tierra Burguillo; María Garrido Piosa; Ossama Nasser Laaoula; Zahira Villa Campos;

Introducción:

La Enfermería geriátrica es desde hace ya 10 años una especialidad reconocida dentro de la profesión enfermera. Es aquella que se encarga de los cuidados de las personas mayores y una de sus funciones  principales es la del control del dolor (Martínez, 2013).

Históricamente el dolor aparece con la humanidad. El significado que se le ha ido dando a lo largo de la tiempo ha ido cambiando influenciado sobre todo por las distintas culturas y creencias. En sus orígenes se interpretó como un castigo de los dioses y actualmente se vincula con el sistema nervioso de la persona (Baeza, 2006), entre otras cosas.

La prevalencia del dolor entre las personas ancianas es muy alta, un 70-80 % de la población anciana tiene al menos un cuadro crónico asociado al dolor. Según literatura publicada por la Universidad Pública de Navarra, el dolor es el principal motivo de visita a los centros sanitarios. El porcentaje de ancianos que refieren dolor en esta comunidad es del 60%, valor que se ve aumentado para aquellos que viven en residencias en un 20%  (Alonso, 2014).

Muchas son las variables que se pueden ver asociadas al dolor en la tercera edad. En un estudio realizado en Brasil con una muestra de cerca de 1000 pacientes, la principales variables que resultaron estar relacionadas con el dolor crónico fueron: la autopercepción, el número diagnosticado de enfermedades crónicas, el padecer enfermedades articulares y el sexo femenino (Pereira, 2014). Existen varias clasificaciones relacionadas con el dolor, la más general sería la que diferencia entre dolor agudo y crónico. El dolor agudo suele ser de reciente comienzo y de una duración normalmente limitada y el dolor crónico, por lo contrario, persiste por lo general durante 6 o más meses.

Otra de las clasificaciones del dolor físico es según la zona afectada, de esa manera nos encontramos con los siguientes tipos: cefaleas, lumbalgias, fibromialgias,…  (Viñals, 2011). A su vez, el dolor puede clasificarse en los siguientes tipos: dolor nociceptivo, el cual puede ser visceral o somático; Dolor neuropático, producido por alteraciones fisiopatológicas relacionadas con el sistema nervioso central o periférico; Y el dolor mixto o inespecífico. Según el tipo de dolor del que se trate, así será el tratamiento a seguir. No se debe olvidar que el dolor tiene unos componentes cognitivos, afectivos, autonómicos y conductuales (Alaba, 2011).

Diagnosticar el dolor en el caso de pacientes ancianos, puede verse dificultado por las complicaciones que puedan presentar en relación a sus funciones vitales. Para aquellos pacientes cognitivamente sanos se usarán las mismas herramientas de valoración del dolor con independencia de la edad. Los parámetros a evaluar son similares y la evaluación se lleva a cabo mediante escalas o autoinformes. Estos últimos son considerados como los más fiables y afinados, el componente a medir es la intensidad del dolor. Dentro de los autoinformes, los más utilizados son las escalas categóricas del dolor (Verbal Rating Scale, VRS) y las escalas visuales analógicas (Numering Pain Rating Scale, NRS). Las escalas pictóricas del dolor (Faces Pain Scale, FPS) son las preferidas por las personas mayores.

Para aquellas personas que no puedan comunicarse se utilizarán las medidas de estados fisiológicos que no son específicos del dolor, como pueden ser: los signos vitales, la sudoración palmar, la liberación hormonal del estrés, la liberación de cortisol y endorfinas. Esta herramienta no se debe utilizar de manera aislada y se debe tener presente que resulta dolorosa, invasiva y costosa. Y a modo de complementar las herramientas previamente citadas, los autoinformes y las medidas fisiológicas, encontramos la herramienta de observación comportamental (Alaba, 2011). Se han descrito un gran número de escalas comportamentales y los estudios indican que la Pain Assessment in Advanced Dementia (PAINAD) parece ser la que ofrece más fiabilidad para medir el dolor en la práctica clínica (Malmstrom, 2010). Los últimos estudios relacionados con el dolor en los ancianos indican que por lo general el dolor se encuentra infra diagnosticado y por consiguiente, estas personas presentan un tratamiento no adecuado a sus necesidades (Antelo, 2012).

El dolor se vive de manera distinta según en la cultura en la que nos encontremos, el significado y de igual manera, el tratamiento van a ser muy distintos. Por ejemplo, en China se entiende por dolor y enfermedad al desequilibrio entre el yin y el yan que pueda sufrir el Chi (la energía), el tratamiento ante el dolor en esta cultura va a ser sobre todo la acupuntura, para volver a encontrar ese equilibrio (Viñals, 2011).

OBJETIVO

Describir el papel de Enfermería en el tratamiento del dolor en el anciano.

METODOLOGÍA

Se ha desarrollado una estrategia de búsqueda en las bases de datos Scielo, MEDLINE, Cochrane Library Plus y Dialnet con el fin de recopilar todos aquellos artículos datados de enero del 2011 a abril 2015. Los descriptores de ciencias de la salud utilizados para la misma han sido los siguientes: Dolor, Anciano,  Enfermería Geriátrica, Asistencia a los Ancianos y Manejo del dolor. En consonancia con los mismos se ha hecho uso del operador booleano AND.

Tras la extensa producción científica encontrada en relación al dolor en la vejez, se ha llevado a cabo una rigurosa selección de los mismos para la elaboración del documento. A esta selección le siguió una revisión, depuración y eliminación de los documentos repetidos, para finalizar con el análisis de los elegidos.

El idioma con el que se han llevado a cabo la búsqueda bibliográfica ha sido el castellano pero se han obtenido documentos en inglés, algunos de los cuales han sido de interés para el desarrollo del trabajo.

RESULTADOS

El papel de la Enfermería ante el tratamiento del dolor en las personas mayores abarca muy distintas dimensiones. La Enfermería cada vez más, ofrece un tratamiento holístico, donde la salud y en este caso el dolor, no se trata tan sólo desde una perspectiva física, sino también psicológica y social (Carnero, 2014).

Los analgésicos son fármacos que alivian en incluso pueden llegar a hacer desaparecer el dolor. Dentro de los mismos encontramos una gran variedad y dependiendo del tipo de dolor al que nos enfrentemos y de las características del paciente, así será la elección a tomar.

Dentro de los fármacos analgésicos existen los que están libres de receta médica para su compra o los que, por lo contrario, se precisa de la misma para conseguirlos. La recomendación para todos ellos siempre es que se consuman bajo una supervisión médica (Plus, 2013). Desde hace cinco años, los enfermeros deberían poder prescribir legalmente, entre otros materiales, ciertos fármacos analgésicos, como los antiinflamatorios no esteroideos (Romero, 2014).