Diversos factores: genéticos, ambientales y biológicos, entre otros, favorecen la evolución a un proceso destructivo. Entre los factores biológicos, desempeñan un papel muy importante las hormonas sexuales femeninas (estrógeno y progesterona), ya que su concentración aumenta considerablemente en el organismo durante el embarazo o por el uso de medicamentos anticonceptivos.