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Parteras ¿una tradicional forma de violencia obstétrica?

Parteras ¿una tradicional forma de violencia obstétrica?

Introducción La actuación de las parteras en la salud pública es tema de discusión, se cuestiona el grado en que deben incorporarse en su oficio, algunas de las nuevas intervenciones en salud pública disponibles y hasta dónde debe llegar su papel en la provisión de servicios de maternidad.

Parteras ¿una tradicional forma de violencia obstétrica?

Leonor Esmeralda Zavala De Jesús ¹, Dra. Norma Alicia Riego Azuara ², Dra. María Elena Ruíz Montalvo ³, Dra. Flor del Carmen Daberkow Hernández ⁴, Dra. Amelia Sánchez Espinosa ⁵.

1 Licenciada en Enfermería por la Universidad Veracruzana, estudiante de Maestría en Enfermería en la Universidad Veracruzana,

2 Docente de tiempo completo facultad de Enfermería Universidad Veracruzana,

3 Docente de tiempo completo y directora de la facultad de Enfermería en la Universidad Veracruzana,

4 Docente de tiempo completo facultad de Enfermería Universidad Veracruzana,

5 Docente de tiempo completo facultad de Enfermería Universidad Veracruzana.

Resumen

Objetivo identificar las prácticas de las parteras que puedan ser consideradas como violencia obstétrica.

Metodología se realizaron tres entrevistas a mujeres que han ejercido la partería tomando estas como referencias y analizar con la bibliografía como ha cambiado el proceso de parto y nacimiento.

Resultados El apoyo que las parteras daban a las mujeres era muy cercano, ellas refieren que no había problema si las mujeres gritaban o lloraban, siempre dejaron que las madres se expresaran de la manera que quisieran y se sintieran cómodas; lo importante era que el parto se llevara a cabo de la mejor manera posible y el bebé “saliera lo más rápido posible”. En las tres entrevistas se encontró que la violencia obstétrica ha existido desde hace muchos años, se podría decir que desde que se inició con esta práctica, sin embargo en los últimos tiempos es cuando se ha conceptualizado este término y se han puesto al descubierto las actividades que son consideradas violencia obstétrica.

Conclusión El proceso de trabajo de parto y parto han cambiado a lo largo del tiempo de eso no hay duda, sin embargo se puede ver que ciertas prácticas se han utilizado de manera indiscriminada tanto en un ámbito hospitalario como el ámbito de los partos en casa dichas prácticas recaen un la violencia obstétrica la cual hasta ahora ha tomado más auge y se ha conceptualizado de tal manera que era difícil concebirla y detectarla

Palabras clave: violencia obstétrica, medicalización del parto, humanización del parto.

Introducción

La partería en una práctica que se remonta a muchos años atrás es una figura que surge con los pueblos nómadas, estas mujeres eran reconocidas y tratadas en su tribu como sabias y pertenecientes de un don que solo ellas poseían, no está por demás mencionar que la mujer investía un papel importante ya que pertenecían a la familia y así mismo apoyaban la sociedad en la que se desempeñaban, de este modo ellas desplazan a los hombres en la atención de los partos encargándose de esta labor durante los siguientes diez mil años.

Su reconocimiento era honorífico, marcando dos tratantes de partos formando dos subgrupos especializados, las de mayor experiencia y habilidad, quienes eran consultadas para los partos complicados, y las que atendían únicamente partos normales. (1)

En México también existen las parteras tradicionales, ellas existen desde la época colonial (en si desde mucho antes sin embargo desde esta época es cuando se tiene registros de esta práctica), equívocamente se les ha culpabilizado de la mortalidad materno infantil, al mismo tiempo que se pide entrenamiento y licencia para ejercer esta práctica o en su defecto reemplazarlas totalmente por médicos y enfermeras así como por el personal de salud que las rodea en centros de salud. En algunas regiones de México aun en la actualidad existen las parteras que se han mantenido a través de los años con o sin el reconocimiento del sector salud, esto debido en gran parte a que las comunidades rurales donde existen no es fácil tener acceso médico o su propia cultura no permite una intervención médica.

El desempeño de las parteras como complemento en salud pública está en entredicho ya que cuestiona el grado en que debe inmiscuirse su oficio y hasta donde debe llegar su actuar ya que en la actualidad en algunas comunidades solo se les permite hacer revisiones pero no atender partos.

Organismos internacionales han descrito que en América Latina la mayoría de las parteras son de tipo tradicional y ejercen su actividad de manera oculta al sistema de salud, en condiciones de extrema pobreza, con dificultades para el acceso a servicios de apoyo en condiciones de emergencia y poca o nula capacitación institucional o formal, constituyéndose así, en una atención alternativa para mujeres con dificultades de acceso geográfico, económico y cultural a la atención de salud institucional, situación que se traduce en posibles riesgos de daños a la integridad y salud de las parteras, la madre y el niño; entre ellos, se destacan la baja capacidad para detectar y manejar embarazos o partos complicados, posibles a terminar en una muerte materna o neonatal.

La partera es el personaje que recibe menos o nula sensibilización, capacitación y actualización sobre violencia contra la mujer, pese a su influencia y posicionamiento social para vivir de manera más cercana la violencia experimentada por mujeres embarazadas en diferentes zonas del país. Es una necesidad para el sector salud, el conocer las pautas de atención que llevan a cabo las parteras en la atención de mujeres en estas condiciones de violencia. (3)

Desde hace algún tiempo los modelos de salud se han ido mecanizando. El proceso de parto no se ha quedado atrás ya que desde el inicio de la atención a los partos en los hospitales los cuales están sujetos a discursos médicos y sanitarios que presentan o ven a la gestante como una mujer enferma que no puede valerse por sí misma y que necesita de atención medica poniendo a este proceso fisiológico como una enfermedad y no como lo que es, un proceso natural libre de una patologización innecesaria.

Al introducir los procesos reproductivos a las instituciones de salud no se contempla a la mujer como protagonista del embarazo por el contrario en muchas ocasiones la ponen un lugar antagónico del cual la mujer pasa a ser parte de un problema para el personal de salud. Las mujeres son desplazadas por la autoridad de los médicos ya que según sus normas solo algunas personas autorizadas pueden tocar y controlar a la embarazada (personal de salud), un claro efecto de esta institucionalización es el tacto realizado por médicos y/o estudiantes en nombre de la ciencia, el cual constituye un evento significante y muchas veces negativo en la interacción mujer-autoridad médica.

Anteriormente el proceso de parto se llevaba a cabo en el hogar donde la mujer estaba rodeada por mujeres que la emprendían y entendían, ya que ellas ya habían pasado por ese proceso y podían darle consejos de cómo llevar el transcurso de una manera más efectiva y amena. En la actualidad la experiencia de la maternidad es un proceso mediado por los médicos en su mayoría hombres y personas extrañas que muchas veces no son empáticos con la mujer, solo esperan que el transcurso del parto se acomode a sus tiempos y formas de trabajo dejando de lado los tiempos fisiológicos que la mujer pueda tener, eliminado así su autonomía y capacidad de decisión.

Durante la atención institucional del parto, la violación de los derechos humanos y reproductivos de las mujeres van desde regaños, ironías, insultos, amenazas,