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Atención de Enfermería en el niño con espina bífida

Atención de Enfermería en el niño con espina bífida

Resumen

Se realiza una búsqueda bibliográfica en distintas bases de datos de interés científico para profundizar en conocimientos sobre la espina bífida, etiología, tipos, diagnóstico, tratamiento y los principales cuidados de Enfermería.

Atención de Enfermería en el niño con espina bífida

Autor: Luna Aljama, José. DUE  H.U. Reina Sofía de Córdoba

INTRODUCCIÓN

La espina bífida es una afección que afecta la columna vertebral y suele ser evidente en el nacimiento. Se trata de una deformación congénita (el niño nace con esta enfermedad) del tubo neural, que es un estrecho canal que padece una serie de transformaciones durante la vida intrauterina, en la tercera y cuarta semana del embarazo, y formará el cerebro y la médula espinal.

La espina bífida puede aparecer en cualquier lugar a lo largo de la columna si el tubo neural no se cierra por completo. La columna vertebral que protege la médula espinal no se forma y no se cierra como debería. Eso suele producir daño de la médula espinal y los nervios.

La espina bífida puede provocar discapacidades físicas e intelectuales, que van de leves a graves. La gravedad depende de lo siguiente:

  • El tamaño y la localización de la abertura en la columna.
  • Si parte de la médula espinal y los nervios están afectados.

METODOLOGÍA

Se ha llevado a cabo una búsqueda y revisión bibliográfica en las bases de datos Cuiden, Pubmed y Cochrane plus, así como en revistas científicas y libros especializados acerca de la espina bífida. Se han incluido artículos cuyo idioma fuese el castellano o inglés con fecha de publicación posterior al año 2000.

Las palabras clave empleadas han sido: espina bífida, tubo neural, síntomas, tratamiento, cuidados, Enfermería.

RESULTADOS

Etiología

Las causas de la espina bífida aún no están del todo claras. La malformación de la columna vertebral se produce entre la tercera y la cuarta semana de embarazo. Las causas de esta malformación parecen ser tanto factores hereditarios como medioambientales.

Entre las causas de la espina bífida son muy importantes la deficiencia de ácido fólico (vitamina B9) o un trastorno del metabolismo del ácido fólico durante el embarazo. Asimismo, las mujeres que por la epilepsia toman antiepilépticos durante el embarazo, tienen un riesgo alrededor de un 1% mayor de que su bebé desarrolle una espina bífida. Una diabetes mellitus mal controlada de la futura madre en la fase inicial del embarazo también puede favorecer la aparición de la espina bífida en el feto.

Tipos de espina bífida (defectos del tubo neural).

Existen cuatro tipos de espina bífida: oculta, defectos del tubo neural cerrado, meningocele y mielomeningocele.

  1. Defectos cerrados
    • Oculta o defecto de fusión vertebral: es un pequeño defecto en la formación de una vértebra y casi nunca afecta a la médula espinal ni a los nervios espinales que salen de ella. La mayoría de ocasiones pasa desapercibida para la persona y se puede detectar de manera casual mediante una radiografía. La padecen aproximadamente un 15% de las personas sanas
    • Espina bífida cerrada: se produce al final del primer trimestre de embarazo y se caracterizan por presentarse como bultos en la zona lumbar baja, en ocasiones con algún mechón de pelo. Provocan una mínima lesión neurológica en las piernas pero, en muchas ocasiones, afectación de la vejiga (en forma de vejiga neurógena) que, además, puede no producir escapes de orina y por lo tanto pasar desapercibida.
  2. Defectos abiertos
    • Meningocele: es un quiste o saco que contiene membranas de la capa protectora de la médula espinal (meninges), que asoman por la apertura de la columna vertebral. En el saco hay líquido cefalorraquídeo y, normalmente, no hay daño en los nervios. Las personas que la padecen pueden tener discapacidades menores.
    • Mielomeningocele: el quiste contiene tejido nervioso y líquido cefalorraquídeo. La médula no se ha desarrollado completamente y está dañada, lo que ocasiona parálisis y pérdida del sentido del tacto, por debajo de la lesión. El grado de la parálisis depende del sitio donde se encuentra la Espina Bífida. Esta es la forma más grave de Espina Bífida compatible con la vida, una de las causas más frecuentes de discapacidad física en la infancia, y la más frecuente de vejiga neurógena e intestino neurógeno.

Diagnóstico

La espina bífida se puede diagnosticar durante el embarazo o tras el nacimiento del bebé. La espina bífida oculta puede no ser diagnosticada hasta finales de la infancia o la edad adulta, o tal vez nunca ser diagnosticada.

  1. Durante el embarazo ( diagnóstico prenatal)

Durante el embarazo, hay pruebas de detección (pruebas prenatales) que se usan para determinar si el bebé tiene espina bífida u otros defectos congénitos:

Detección de alfafetoproteína (AFP) sérica materna del segundo trimestre: la alfafetoproteína es una proteína que produce el bebé en gestación. Se trata de un simple análisis de sangre que mide qué nivel de alfafetoproteína (AFP) pasó del bebé a la sangre de la madre. Un nivel alto de alfafetoproteína (AFP) podría indicar que el bebé tiene espina bífida. Un análisis de alfafetoproteína (AFP) puede formar parte de una prueba llamada “de triple detección”, que detecta defectos del tubo neural y otros problemas.

Ecografía: una ecografía es un tipo de imagen que se toma del bebé. En algunos casos, el médico puede ver si el bebé tiene espina bífida o hallar otros motivos por los que podría haber un nivel alto de alfafetoproteína (AFP). Con frecuencia, la espina bífida se puede ver con esta prueba.

Amniocentesis: en esta prueba, el médico toma una pequeña muestra del líquido amniótico que rodea al bebé en el útero. Un nivel de alfafetoproteína (AFP) más alto que el promedio en el líquido podría indicar que el bebé tiene espina bífida.

  1. Después del nacimiento del bebé ( diagnóstico postnatal)

En algunos casos, es posible que no se diagnostique la espina bífida hasta después del nacimiento del bebé.

A veces hay una zona de piel con pelo o un hoyuelo en la espalda del bebé que se detecta por primera vez después del nacimiento. Se pueden emplear estudios por imágenes, como radiografías, resonancias magnéticas o tomografías computadas, para ver la columna y los huesos de la espalda del bebé con mayor claridad.

A veces, la espina bífida recién se diagnostica después del nacimiento del bebé porque la madre no recibió atención prenatal o porque una ecografía no mostró imágenes claras de la parte afectada de la columna.

Tratamiento

El tratamiento de la espina bífida depende del tipo y el alcance de la malformación de la columna vertebral. La forma leve de la malformación, la espina bífida oculta, apenas requiere tratamiento en algunos casos, puesto que en parte no tiene ningún efecto. En la espina bífida abierta puede haber un defecto muy acusado.

Se recomienda ocuparse de él con una operación de microcirugía en las 24 a 48 horas posteriores al parto. Con el tratamiento quirúrgico, en una espina bífida grave pueden incrementarse claramente las posibilidades de supervivencia. No obstante, no siempre es posible evitar las limitaciones neurológicas y las complicaciones a largo plazo. Una espina bífida no puede curarse completamente. Las personas afectadas requieren un cuidado médico vitalicio.

Prevención

Muchos casos de espina bífida se pueden prevenir si las mujeres en edad fértil toman 0,4 mg (400 microgramos) de ácido fólico todos los días antes del embarazo y continúan tomándolo durante el primer trimestre del embarazo. Algunas mujeres tal vez deban tomar más ácido fólico, en especial si están medicadas con ácido valproico para la epilepsia o la depresión.

Cuidados de Enfermería

  • Conservar los glúteos y genitales del niño limpios y secos.
  • Evitar colocar pañales si el defecto se encuentra en la parte baja de la columna.
  • De colocarse un apósito evitar que este se adhiera al saco y lo lesione.
  • Valorar signos de infección.
  • Utilizar el método credé para vaciar la vejiga.
  • Conservar al niño en decúbito abdominal con las piernas ligeramente flexionadas para disminuir la tensión sobre el saco.
  • Realizar cambios de posición constante.
  • Realizar masajes con cremas protectoras en especial tobillos y rodillas.
  • Hacer ejercicios pasivos en el límite de la movilidad con los músculos y articulaciones que el niño no usa de forma espontánea.
  • Proporcionarle a los familiares información básica sobre el tratamiento y responder sus dudas.
  • Animar a los padres a que participen en los cuidados de los niños desde el inicio.

BIBLIOGRAFÍA

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