La enfermedad arterial periférica o arteriopatía periférica, está considerada como una de las principales causas de muerte y discapacidad a nivel mundial, pero ha sido descuidada en términos de investigación y detección temprana y prevención primaria (Howard et al., 2015), tanto así que no consta dentro del perfil epidemiológico de nuestro medio, llevando a una baja cobertura terapéutica, teniendo un mal pronóstico causando deterioro en la calidad de vida del paciente que puede llevar al ataque cardiaco (40-60%) o al accidente cerebrovascular (10-20%), causando altos costos económicos a nivel del sector salud y social (Revista Avances Cardiológicos., 2014) (Suarez & Lozano, 2012).